Madrid

El cardenal Cobo, a los diáconos permanentes: «No os canséis de recordar que lo nuestro es el servicio a los pobres y a los últimos»

  • Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses

Los diáconos permanentes de la diócesis de Madrid se ha reunido en la tarde de este viernes, 15 de marzo, con el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, en un encuentro en el Seminario Conciliar de Madrid. Más de una treintena (en la diócesis son 48 diáconos) han acompañado al cardenal Cobo en la Eucaristía que ha dado inicio a la jornada, en la que han participado también los aspirantes y candidatos al diaconado, que superan también la cuarentena. Las esposas de todos ellos han asistido igualmente a la celebración.

El arzobispo de Madrid ha centrado su homilía en este tiempo cuaresmal que vive la Iglesia y en el Evangelio proclamado, en el que Jesús les dice a los de Jerusalén: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo». «Esta es la clave», ha afirmado el purpurado. No conocer a Jesús «para controlarlo, para meterlo en nuestros esquemas» o que «responda a nuestras expectativas», sino para ir por donde Él va y «con quien nos pone en el camino». «Solo diciendo que queremos ir con Él, pero el lugar y el modo» lo marca Jesús, ha añadido.

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«Tenemos una oportunidad —ha confirmado— de crecer en esta Cuaresma, no porque hagamos muchos propósitos, sino porque Jesús arranque de nosotros un nuevo sí a dejar que Él ponga la dirección». Dicho de otro modo, «por saber acompañar a Jesús e ir por donde Él nos quiere llevar».

En la capilla del seminario, el arzobispo de Madrid ha recordado que «decir sí a Jesús es decirlo juntos». Los diáconos siempre «han atendido las necesidades de los fieles, especialmente de los pobres y de los enfermos; no porque sea una práctica de ONG, sino porque ahí la Iglesia puede descubrir lo que es la salvación». Y aquí el cardenal Cobo se ha referido al servicio. «Quien sirve es Cristo, y lo hace a través de vosotros», ha subrayado.

Diaconos incienso

Por eso ha pedido «que delante de este Evangelio de hoy acojamos la llamada al servicio; pero servir juntos, vinculándonos unos a otros, a la diócesis y a la Iglesia». «No os canséis de recordar —ha continuado—, que lo nuestro es el servicio a los pobres y a los últimos». Que todo en el diácono, ha pedido, «huela a los últimos».

En este camino, ha alertado de las tentaciones que puede aparecer: el poder, el prestigio, el «quién tiene más seguidores», la tentación de «etiquetarnos»... Como los de Jerusalén, que «intentaban agarrarlo» —tal y como recoge la Palabra—, muchos, ha afirmado el cardenal Cobo, «intentan echar mano a Jesús con la crítica, desacreditándolo, poniéndole la zancadilla», mediante el bloqueo «del crecimiento del Evangelio» o encapsulándolo «con el “siempre se ha hecho así”». Pero «nada de esto detiene a Jesús; Él tiene el ritmo inexorable de la entrega de la vida».

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Cena fraternal

Tras la Eucaristía, estaba prevista una cena para todos los asistentes, en la que se contempla un momento de tertulia con el arzobispo. Tal y como expresaba Roberto, «eterno aspirante» al diaconado, «me encanta que la fraternidad diaconal nos juntemos». «Tenemos que caminar en familia con el obispo, la diócesis y la Iglesia», sostiene, en un año en el que, por primera vez, los diáconos permanentes serán ordenados en la catedral de la Almudena.

También muestra su alegría Dámaso Caminero, ordenado en 2022. «Este es el día que más quorum hay de diáconos», porque el resto del año, reconoce, es más difícil por las obligaciones de cada uno. Dámaso tuvo el «privilegio de que la primera Misa de don José como arzobispo de Madrid fue en mi casa».

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Efectivamente, Dámaso vive en Aoslos, localidad de la sierra pobre de Madrid a la que se trasladó el cardenal en su primer domingo como arzobispo. De hecho, fue él quien cogió la llamada de Roma en la que al entonces obispo José Cobo le comunicaron que el Papa le había creado cardenal. Dámaso le bromeó: «Ha entrado en casa como arzobispo y sale como cardenal».

Aquella homilía del cardenal Cobo en su pueblo le impactó. «Todavía estoy empapado de ella», porque fue «a lo más pequeño, lo más humilde». «Nos dijo que aunque solo hubiera dos personas, no dejáramos de celebrar la Eucaristía». Y en este viernes, 15 de marzo, en el encuentro anual de los diáconos con su obispo, «ha continuado en la misma línea: servicio y humildad».

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Antonio del Amo, párroco de San José de Colmenar: «Es una gran alegría que el cardenal José Cobo visite esta comunidad parroquial en su fiesta patronal»

  • Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
  • Firma: Antonio del Amo, párroco de San José de Colmenar: «Es una gran alegría que el pastor visite esta comunidad parroquial en su fiesta patronal»
  • Fin Agenda: 17-03-2024

La parroquia San José de Colmenar Viejo acoge, desde este viernes, 15 de marzo, un amplio programa de actividades con motivo de sus fiestas patronales. Este domingo, 17 de marzo, la más destacada de ellas será la Misa solemne que presidirá el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, a las 12:00 horas.

Como explica el párroco, Antonio del Amo, «es la primera visita que realiza a la parroquia desde su nombramiento como arzobispo, y desde su creación como cardenal. Y para nosotros supone una gran alegría que el pastor visite esta comunidad parroquial en su fiesta patronal, y que participe con los feligreses en los actos organizados en honor a san José, y en todo lo que conllevan estas fiestas solidarias a beneficio de los proyectos sociales que tiene la parroquia». En concreto, el Comedor Social San José y el Hogar San José.

«La parroquia que se va a encontrar -continúa- está formada por una comunidad muy viva y muy familiar. Entre los feligreses hay muchos matrimonios jóvenes, porque una parte del territorio es una zona de expansión, hacia la carretera, que crece bastante. Y tenemos muchos niños. De hecho, hay muchos bautizos -creo que el cardenal vino en alguna ocasión a administrar este sacramento-, y también son numerosos los pequeños que reciben la Primera Comunión. También hay muchos pequeños en catequesis, y jóvenes que se están preparando para la Confirmación».

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Además, prosigue, «la acción social es muy activa. No solo por el Comedor y el Hogar, que también. Tenemos muchas acogidas a través de Cáritas parroquial. Y diferentes proyectos, como talleres ocupacionales, apoyo escolar a niños…». Y es que, ubicada en el centro de la localidad de Colmenar Viejo, «hay una zona del territorio parroquial, que es la más céntrica del pueblo, compartida con la basílica de la Asunción, donde tenemos bastante inmigración».

Todos ellos, feligreses miembros de esta floreciente comunidad parroquial, honrarán al titular de un templo «que fue construido en los años 60 del siglo pasado, pero que no fue erigido canónicamente hasta el 24 de julio de 2005, fecha en la que el cardenal Rouco consagró la parroquia». Y, es que, «la historia es muy curiosa», dice el párroco. «La iglesia inicial era una capilla, porque una señora hizo una donación de unos terrenos a Cáritas con la condición de que se edificaran pisos para novios sin recursos, y que se construyera un templo. Por eso, la iglesia está rodeada de pisos. En sus inicios, dependía de la basílica, como capilla, pero sin culto específico. Se la conocía como ‘la capilla de san José’ porque estaba en la calle del mismo nombre. Y se quedó con el nombre, que luego fue adoptado como titular de la parroquia». «Aunque el templo ha cambiado, porque fue modificado antes de ser erigido como parroquia -apunta. Se hizo una estructura más grande, se ampliaron las cubiertas, se adecentaron las salas…», evoca.

Confiesa que en la zona «la devoción al santo es muy grande. Y la gente le pide de todo un poco. El templo está abierto todo el día, excepto de 13:00 a 16:00 horas. Y viene bastante gente a rezar ante su imagen, a encender velas, a pedir…».

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Acción social

Antonio del Amo fue nombrado párroco de San José de Colmenar en el año 2006. «Y, un año después, en 2007, comenzamos a celebrar unas fiestas solidarias».

A pesar de ello, los dos proyectos sociales más significativos de la parroquia, y que ahora reciben los beneficios que se obtienen con los festejos, empezaron a funcionar un poco después. «El Comedor Social San José fue inaugurado en 2010, como consecuencia de la crisis económica que se vivió en 2008. Y el Hogar San José se puso en marcha en 2011, ya que, viendo los casos que se atendían en el comedor, descubrimos que había mucha gente en situación de calle».

Gestionados ambos proyectos por Cáritas parroquial, el objetivo del comedor «es cubrir las necesidades básicas de todas las personas que están en situación de exclusión social porque no tienen ingresos. Les ofrecemos las tres comidas -desayuno, comida y cena- los siete días de la semana. Vienen a buscarlas, porque no tenemos unos locales grandes que permitan comer en ellos. Son unos espacios alquilados, donde los voluntarios cocinan y preparan los alimentos en tapers. Y los usuarios vienen, de 10:30 a 12:30 horas, y se llevan la comida y una bolsa para la cena. En total, atendemos a unas 100 personas, que son familias completas o gente que está sola. Y ese es otro de los motivos por el que no queremos que el comedor sea presencial -añade del Amo-, para que los niños no tengan que venir a comer aquí, y lo puedan hacer con su familia».

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De este comedor social salió el germen del Hogar San José. «Veíamos que al comedor venía a veces gente en situación de calle. El Hogar tiene capacidad para alojar a 8 personas: 4 hombres y 4 mujeres. A veces llegan con adicciones, como alcohol o drogas. Pero todos ellos son capaces de salir adelante, con ayuda, y llevar una vida autónoma. Por la mañana realizan diferentes actividades. Trabajamos con ellos en la formación, y en la búsqueda de empleo, para que puedan salir adelante. A veces también tenemos inmigrantes, y una forma de ayudarles es intentar regularizar su situación en España para que puedan buscar un trabajo y ser autónomos».

«El tiempo de estancia en el Hogar -comenta- depende de cada persona, porque cada uno es diferente. Cuando alguien se independiza porque va a ser autónomo, con nuestra ayuda y supervisión, pues entra otro». Y, es que una vez que salen del Hogar, siguen conectados. «Se les acompaña y se les sigue desde el despacho de Cáritas, hasta que despegan, para que no se sientan solos. Se trabaja con ellos el tema de la economía doméstica, y las habilidades sociales, para que puedan funcionar a su aire, de manera autónoma».

En el caso de los adictos, señala, «el primer paso es tratar esa adicción. Y que vayan asumiendo rutinas, algo muy importante y que es difícil de lograr para personas que han vivido en la calle, a su manera. Les suele costar uno o dos meses adaptarse a la nueva situación. El tratamiento de las adicciones se realiza desde CAID, que es el centro de adicciones de Colmenar. También estamos en contacto con el centro de salud mental de la localidad, porque muchos tienen problemas de este tipo. Y, durante ese proceso, hacemos un seguimiento», aunque «el contacto es continuo -asegura-, ya que los residentes del Hogar en su mayoría son derivados desde los Servicios Sociales del municipio, y las trabajadoras sociales también hacen el seguimiento de cada caso».

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Implicación de la gente

La solidaridad, componente fundamental de las fiestas patronales, hace posible que ambas realidades -comedor y hogar- salgan adelante. «Para su funcionamiento, nosotros contamos sobre todo con las aportaciones de los fieles, bien por suscripción o a través de donativos. Además, hemos firmado un convenio con el Ayuntamiento, que nos da al año 60.000€. Y Cáritas Diocesana de Madrid nos hace una aportación económica de un dinero que recibe para comedores sociales, y que reparte entre distintas entidades», apunta.

«Para sacar beneficios -indica-, implicamos a la gente, para que tomen conciencia de las necesidades que hay, y colaboren con las mismas. Por ejemplo, a través del rastrillo que organizamos todos los años durante las fiestas. Y otras acciones, como los bares solidarios que montamos en las corridas de toros y en las novilladas que programa el Ayuntamiento».

De todas las iniciativas que organizan, afirma que la principal es el rastrillo. «En él, la gente responde de muy diversas maneras: o trayendo cosas en buen uso para su venta, o con su participación… Tenemos una tómbola. Y un concurso de tortillas, tartas y bizcochos en el que, además de entregar premios, podemos vender después los productos que nos traen para concursar. Además, hay señoras que hacen rosquillas y nos las dan para vender… Es una maravilla. Funciona con muchos voluntarios. El año pasado sacamos 11.000€. La gente es muy generosa. Se implica bastante», concluye.

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Cristianos y judíos celebran juntos el Séder: «Que no dejemos de sentir la hermandad»

  • Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses

«Bendito seas, Señor, Dios nuestro, Rey del universo, que nos santificaste con tus mandamientos y nos ordenaste encender la lámpara el día de fiesta». Es el Séder, la primera noche de Pésaj o Pascua judía. 54 años lleva la parroquia Nuestra Señora de Delicias celebrando la pascua judía en una cuidada y solemne ceremonia que congrega a representantes de la comunidad judía y de otras confesiones cristianas

La celebración la empiezan las mujeres, que encienden las velas, porque son ellas las que transmiten y mantienen la fe e identidad judía. Además de los candiles colocados en las columnas de la sala y las palmatorias de la mesa, encienden cada brazo de la menorah, colocada en el lugar central. Estamos en la cripta de la parroquia, una gran sala con butacas en semicírculo ante un escenario y, en el centro, una mesa alargada preparada para la cena.

Con delicadeza, cuidando cada detalle, el grupo de liturgia de la parroquia ha colocado el mantel, que ha de ser blanco según la tradición judía. Lo bordó una compañera del grupo hace años. Encima, servicio para trece personas, en recuerdo de los doce apóstoles y el mismo Jesús, por aquella última Pascua que celebraron juntos. Al frente, ocupando el lugar del padre de familia en la tradición hebrea, se ha situado el párroco, Juan Francisco Garvía quien, excepto cuando se suprimió por la pandemia, no ha faltado a la cita en sus 18 años en Delicias.

Seder velas

La vajilla, de barro, la adquirieron hace años para la ocasión. Platos, bandejas y vasos. Además, los cuencos para lavarse las manos cada vez que se come algo, siguiendo lo prescrito para esta noche santa en el libro del Éxodo, recordatorio de la liberación de los israelitas de la esclavitud en Egipto.

Las mujeres que han encendido la menorah y las velas de la mesa son dos representantes de la embajada de Israel en España y de la comunidad judía en Madrid. Terminada la celebración, comentarán el sentimiento de «agradecimiento y emoción» que tienen y pondrán en valor el «cariño y respeto con que se hace cada año». «Se ve todo lo que tenemos en común».

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Judíos y cristianos, juntos

Efectivamente, cada año participa un número significativo de judíos, como también de miembros de otras iglesias cristianas. De hecho, en esta última convocatoria, uno de los apóstoles sentados a la mesa es Ramiro Arroyo, pastor luterano de la Communuity Church de Madrid, y entre los asistentes también se encuentra el padre Konstantin Trachuk, de la Iglesia ortodoxa ucraniana. Lleva ya años acudiendo, «es una experiencia muy interesante; conocer al otro, para nosotros los cristianos, es muy importante». Y también, dice, «conocer en la medida de lo posible las costumbres de la sociedad en la que vivió nuestro Salvador».

Acompañándolos, Aitor de la Morena, delegado de Ecumenismo de la diócesis, que leerá el relato del Éxodo. En castellano, porque también se oirá en hebreo, en boca de la representante de la embajada. Precisamente esta lectura es una de las que se proclaman esta noche que más impresiona al delegado, junto al himno del hallel, «la gran alabanza a Dios». Y también otro de los textos del Séder, del Deuteronomio, que se reza todos juntos: «Mi padre fue un arameo errante […]; clamamos al Señor, Dios de nuestro padres, y el Señor escuchó nuestros gritos».

Seder general

Cuando en la parroquia se empezó a celebrar el Séder, cuenta César, uno de los organizadores, se hacía el mismo Jueves Santo, como preludio a la celebración de la Cena del Señor. Se invitaba entonces a «confesiones cristianas, pero con el tiempo decidimos ampliarlo a los hermanos de la comunidad judía, y adelantamos uno o dos jueves para que no coincidiera con su Pascua».

Ante la mesa se coloca la Torá, una auténtica traída de Israel, escrita en hebreo y abierta por el Éxodo. Está encima de un talit —manto que se usa para el rezo— exquisitamente bordado con textos del Antiguo Testamento, regalo de hace años de la comunidad judía de Madrid a la parroquia.

Toda la asamblea sigue la celebración gracias a unos cuadernillos, al igual que se hace en los Séder actualmente. Son las haggadáh de Pésaj, que recogen cada no de los ritos que se van sucediendo en la noche, y que en Delicias se completan también: las cuatro bendiciones de las copas de vino; el consumo de la verdura mojada en agua salada, en recuerdo de las lágrimas que derramaron los israelitas en Egipto por la dureza de su esclavitud; la presentación del pan ácimo; las preguntas rituales —cuatro, sobre lo que se celebra esa noche, hechas por el más pequeño de la casa—; los hallel; los relatos de la esclavitud, las plagas de Egipto y la liberación…

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La novedad de Jesucristo

El Séder en Delicias incorpora la novedad de Jesucristo en esta cena pascual: el lavatorio de los pies, que pudo hacer en el momento destinado según la tradición judía para las abluciones; y la institución de la Eucaristía en el momento de la bendición del pan ácimo y del vino. Los comensales y todos los presentes en la cripta son invitados a recordarlo no solo a través de la lectura de los relatos evangélicos, sino también comiendo pan sin fermentar traído del pueblo de uno de los organizadores, y bebiendo una pequeña copita de vino.

Además, se recuerda el mandamiento del amor, del que probablemente habló Jesús en el momento de tertulia tras la cena, así como su legado de paz, «la paz os dejo, mi paz os doy». Todos los presentes en la cripta son invitados a darse la paz mientras los jóvenes del coro de la parroquia, que han acompañado toda la ceremonia, cantan el Shalom haberim y el Havenu Shalom alejem y su correspondiente en castellano, La paz esté con nosotros.

Seder pies

Este, y el lavatorio de los pies, son dos de los momentos que más impresionan a los asistentes. Para Rebeca, una joven que ha hecho de apóstol por primera vez, este último gesto «me ha hecho meterme en la Última Cena y darme cuenta de lo que significa». Para Lucía, joven que ha sido la narradora y que participa por tercera vez, la paz ha sido lo más significativo. Como dijo el párroco al concluir, «que no dejemos de sentir la hermandad, que seamos verdaderos amigos con los que viven otra fe y tienen deseos de paz». Pero además el Séder, y retoma Lucía, «nos sirve, como católicos, para darnos cuenta de dónde venimos».

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El teatro Fernández-Baldor ofrece este sábado 'Metanoia: el toro de la conversión' a beneficio de los hogares Lázaro

  • Titulo: Infomadrid
  • Firma: El teatro Fernández-Baldor ofrece este sábado 'Metanoia: el toro de la conversión' a beneficio de los hogares Lázaro
  • Fin Agenda: 16-03-2024

Este sábado, 16 de marzo, a las 18:30 horas, se podrá ver en el teatro Fernández-Baldor del colegio diocesano San Ignacio de Loyola (Arroyo de los Viales, 4), de Torrelodones, una nueva representación de la obra de teatro Metanoia: el toro de la conversión. Un impresionante y conmovedor monólogo sobre el proceso de conversión que experimentó un hombre alejado profundamente de Dios y que tuvo un encuentro inesperado con Él, transformando radicalmente su existencia.

El guion de la obra está escrito por el mismo protagonista que vivió esa conversión, por eso la tituló «Metanoia», que significa «Conversión».

Rafael Barrio protagoniza esta historia, la historia más transcendente de su vida, y comparte esta experiencia descrita mediante el lenguaje y el arte taurinos.

Compra de entradas (7€) en este enlace. El dinero recaudado irá destinado a beneficio de los hogares Lázaro.