- Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
- Firma: María Teresa Echevarría, feligresa de Cristo de la Paz de Carabanchel: «Desde sus inicios, es una parroquia muy familiar»
- Fin Agenda: 22-04-2024
La parroquia Cristo de la Paz (Portalegre, 8), de los Franciscanos Menores, está celebrando el 50 aniversario de su erección canónica. «Fue un 1 de enero de 1974, aunque los frailes franciscanos llevaban un tiempo trabajando en la zona», explica fray Manuel Jesús Madueño, párroco actual del templo. María Teresa Echevarría, más conocida como Maite, es catequista, y corrobora esta afirmación. «Yo estoy en la parroquia desde el día 1. Cuando llegaron los franciscanos, yo era joven. Pero ya vivía en la zona. Y me presenté ante el párroco de entonces, y le dije: ‘soy catequista, puede contar conmigo para lo que quiera’. Y desde entonces estoy aquí, dando catequesis».
El templo está ubicado en el barrio de Opañel, en la zona de Carabanchel, que «en sus inicios era un barrio de clase media baja», dice Maite. «Había muchos emigrantes de distintas provincias de España, que venían a Madrid a buscar trabajo. Y también vivían en la zona muchos funcionarios. De hecho, el solar donde se levanta el edificio de la parroquia en aquella época se conocía como Colonia Experimentales, en su mayoría con casas para funcionarios». «Cuando llegan los primeros frailes -continúa-, a principios de los años 70, la parroquia comenzó a funcionar en un barracón de obra que estaba en unos bloques que se encontraban alrededor de la parroquia actual. Ellos vivían en un piso, pero las Misas y la catequesis se impartían en ese barracón. Luego, en 1975, comenzaron las obras de construcción del templo actual, así que nos tuvimos que trasladar a un garaje que estaba entre Alejandro Sánchez y Alcatraz. Y ahí estuvimos hasta la fecha de la inauguración, en octubre de 1978. El cardenal Tarancón presidió la ceremonia de bendición».
Encarnación misionera
«En aquella época -prosigue fray Manuel-, dentro de la división franciscana por provincias, esta parroquia pertenecía a la Custodia de Francisco Solano. Eso significaba que la mayoría de los frailes tenían vocación misionera, así que iban y venían de misiones, sobre todo de Perú. En el año 2015 más o menos fue cuando nos fusionamos casi todas las provincias de España en una sola: la de la Inmaculada. Y para mí, que soy de la Bética, fue un descubrimiento la existencia de esta realidad de la Custodia. Porque eso marcó a la parroquia, ya que la encarnación misionera está en sus inicios. Los frailes querían seguir viviendo ese carácter misionero, ya que venían de Perú o se iban en breve para allá, y encontraron en este barrio una tierra de misión».
Maite confirma que, en sus comienzos, «la pastoral estaba centrada en la catequesis, la atención a las personas mayores, y Cáritas. Además, empezó a surgir la Tercera Orden Franciscana. Y había un grupo juvenil, ASPA, que ya ha desaparecido». Sin embargo, «en el aspecto social, la penuria no se notaba tanto como ahora, porque todos vivían con menos necesidades que ahora».
En cuanto a la evolución del barrio y de la parroquia a lo largo de estos 50 años de existencia, confiesa que «no se puede evaluar, porque todo ha cambiado. Por ejemplo, antes había muchísimos niños en catequesis, y en mis grupos todos los niños eran españoles. Ahora, este año, de 9 niños que tengo, uno procede de Perú, otro de Venezuela, otro de Filipinas, otro de Italia… Todo es completamente diferente», asegura. «Además -apunta fray Manuel- la gente del barrio se ha hecho mayor. En sus inicios, la mayoría de las familias eran jóvenes, porque era una zona en expansión con pisos nuevos, y llegaban por primera vez al barrio. Eso hizo que, en aquel entonces, se construyeran muchas parroquias en la zona. Ahora, hemos pasado de un barrio muy joven a un barrio de edad muy avanzada. La mayor parte de las familias jóvenes que tenemos ahora son inmigrantes. Muchos de los chavales que vienen a catequesis han nacido en Madrid, pero sus padres no».
Ambiente familiar
Maite reconoce que «es muy significativo que desde el principio me he encontrado en la parroquia como en familia, muy querida, no desplazaba. Siempre ha habido un ambiente muy familiar. En mi casa siempre estaban los frailes en las fiestas. Y nosotros siempre estábamos con los frailes en la parroquia». Fray Manuel asiente. «Llevo cinco años como párroco. Y estoy muy contento, porque se respira un ambiente muy familiar. Es una de las cosas que más me sorprendió. Cristo de la Paz es una parroquia muy acogedora, incluso para la gente nueva que viene al barrio. Se respira un clima muy familiar. De hecho, una de las cosas que más me gusta es la Misa de las familias que celebramos todos los domingos, a las 12, ya que siempre se llena de niños. Hay un ambiente muy familiar», insiste.
A lo largo de estos 50 años, han pasado varios párrocos por Cristo de la Paz. Maite los recuerda, por orden cronológico. «Álvaro Díaz, Policarpo Garrido, Juan José Rubio, Víctor Rojo, Lucinio Ortega, Felipe Lombraña y Rafael Colomer, fallecido hace unos días. Estos han sido los párrocos que hemos tenido en este tiempo, hasta que llegó el padre Manuel». Junto a ellos, numerosos vicarios parroquiales, «todos ellos franciscanos, y con vocación misionera, que han hecho posible la parroquia actual».
Fray Manuel señala que, «en estos momentos, la parroquia atiende a una población muy variada, con muchos inmigrantes y bastantes necesidades, que han aumentado desde la pandemia. Cáritas se centra sobre todo en la búsqueda de trabajo. Además, hemos descubierto que ha aumentado el número de personas que quieren acercarse, que sienten el deseo de encontrarse con Dios. Todo esto se ha incrementado desde el Covid. Personas que se sienten perdidas, que desean recibir los sacramentos, que en el fondo buscan encontrar a Dios».
Evangelización y formación
Para responder a esas necesidades, añade, «nos seguimos centrando en la evangelización, aunque cada vez es más personalizada. Por ejemplo, estamos atendiendo a muchos chavales con una edad más avanzada para recibir la Primera Comunión. Además, en Cáritas hay un grupo que surgió con la pandemia, para ayudar a la gente del barrio mediante alimentos y búsqueda de trabajo y diferentes ayudas. Pero, a esto se añade el grupo interparroquial de Cáritas, que tenemos en la casa de las religiosas de Jesús, María y José, para atender a toda la zona».
«También tenemos la formación que se imparte los martes. En ella se abordan temas desde el ámbito franciscano, humano, teológico y bíblico: cada semana, uno distinto. Y contamos con un grupo de mayores, animado por una seglar, que ofrece catequesis con diferentes dinámicas y cosas creativas. Sin olvidar la atención a los enfermos, con visitas a domicilio en las que también les llevamos la Comunión».
Bodas de oro parroquiales
La conmemoración de estas bodas de oro parroquiales «comenzó en la fiesta de san Francisco, el 4 de octubre de 2023, y continuarán hasta el próximo 4 de octubre», indica el párroco. Y, entre los eventos programados más significativos, «a finales de mayo tendremos la Semana Parroquial, como preparación a la fiesta del Cristo de la Paz. Este año, estará centrada en la temática de las bodas de oro. Y contaremos con la presencia del cardenal Cobo para celebrar la fiesta, el 26 de mayo, a las 12 horas. Vivir esta Semana con tintes de aniversario es una forma significativa de dar realce a esta celebración».
Maite remarca que «la fiesta del Cristo de la Paz se celebra el último domingo del mes de mayo desde el año 1992. Víctor Rojo era párroco entonces. Fue una decisión fue aprobada por el consejo parroquial, creando además esa Semana Parroquial como preparación a la fiesta». La advocación de Cristo de la Paz, evoca, «se remonta a los inicios misioneros de la parroquia. El primer párroco venía de una zona misionera de Perú donde había una capilla con esa advocación. Por eso le puso ese nombre a la parroquia».
Desde entonces, finales de los 70, «se venera en el templo una talla de madera. Es un Cristo que está ubicado en el altar, de unas dimensiones tan grandes que ocupa casi toda la altura del templo», comenta fray Manuel. Un templo que, en este medio siglo de existencia, también ha vivido cambios en su fisonomía. «Por ejemplo, el presbiterio era muy amplio, así que se decidió acortar el espacio para hacer por detrás una capilla más pequeña en la que poder tener celebraciones con grupos reducidos. Ahora la usamos mucho en verano, por el calor», advierte. «Se llama capilla de San Damián, pero se la conoce como la capilla de la reconciliación porque los confesionarios se pasaron a este espacio, para tener más privacidad», apostilla Maite.