Madrid

Nota de la Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia en Madrid

  • Titulo: Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia en Madrid

En el presente documento, los miembros de la Mesa por la Hospitalidad queremos informar a las comunidades cristianas sobre los pasos dados hasta el momento, a la vez que subrayar la necesidad de redirigir nuestra mirada hacia las diversas situaciones de vulnerabilidad social y orientar hacia una solidaridad duradera y no emotivista que vaya a la raíz de los conflictos. Por ello, deseamos expresar nuestra preocupación por la dramática situación que padecen millones de personas desplazadas forzosamente, así como formular varias propuestas que contribuyan a minimizar el dolor de quienes hoy nos interpelan –«Estoy a la puerta y llamo» (Ap 3,20)– y de quienes están sufriendo a nuestro lado.

I. LAS RESPUESTAS

Ante la crisis humanitaria en la frontera este de Europa, el arzobispo de Madrid, acogiendo el llamamiento del Papa, adoptó con rapidez tres iniciativas:

– Instauró una Mesa por la hospitalidad de la Iglesia en Madrid, formada por distintas entidades.

– Publicó la carta pastoral«Fui forastero y me acogisteis» (Mt 25,35): compartir para multiplicar.

– Presidió una vigilia de oración en favor de los refugiados.

La Mesa acordó que los ofrecimientos de ayuda se canalizaran a través de Caritas de cada Vicaría y de Confer Madrid, tal y como se está haciendo. También un representante de la Mesa asiste a las reuniones con las autoridades responsables de la acogida de los refugiados.

Por otra parte, deseamos recordar la presencia significativa de entidades de la Iglesia en los países de origen y en los campos de refugiados desde el comienzo del conflicto.

II. ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN

Aunque son millones los refugiados, el impacto numérico de las cuotas aprobadas para España es mínimo. La recepción se hará de manera secuencial, a lo largo de dos años, y estará repartida por todo el territorio nacional. Se ha anunciado que próximamente llegarán 50 personas y que, en principio, no habrá acogidas por particulares. Las administraciones y las tres ONG concertadas (ACCEM, CEAR y Cruz Roja Española) se harán cargo durante los primeros meses de todo lo relativo al alojamiento, manutención, asistencia psicológica, jurídica y social, escolarización de menores, sanidad, etc. Se han librado fondos públicos para asegurar estas prestaciones. Esta circunstancia probablemente será diferente en un segundo estadio de la acogida, una vez pasado el periodo de especial protección a los refugiados.

Como Iglesia en Madrid nos situamos desde el valor de la justicia y en los principios de la Doctrina social de la Iglesia de solidaridad y subsidiariedad: corresponde a los poderes públicos la responsabilidad de garantizar todas las prestaciones, aunque, lógicamente, cuando se trata del sufrimiento del prójimo, no podemos mirar hacia otro lado y habremos de aportar nuestro grano de arena. Nos parece adecuado que sean la administración y las entidades con experiencia quienes se ocupen de atender a estas personas y deseamos que sea una asistencia continuada e integral hasta su normalización de vida.

III. ALGUNAS PREOCUPACIONES

A la vista de esta situación, es preciso reorientar nuestra mirada y la acogida a la apremiante petición del Papa hacia situaciones que no cuentan con la cobertura institucional descrita anteriormente.

1. Como cristianos, nos preocupan todos los conflictos bélicos, los consiguientes éxodos forzosos y, en particular, cómo se encuentran quienes sufren las consecuencias de la guerra y de la persecución religiosa. Por este motivo, nos parece importante incidir en las causas y, sobre todo, prevenirlas para el futuro. En todo caso, es prioritaria la colaboración con las Iglesias locales y las entidades que trabajan cerca de las víctimas. Ello es válido para los países que sufren la violencia y para los que mantienen campos de refugiados en situación de emergencia humanitaria en los que también están presentes entidades de Iglesia.

2. La condición de refugiado apela al deber de justicia y es una exigencia de respeto estricto al ordenamiento jurídico internacional. Tenemos el apremiante deber de responder ante esta impresionante crisis humanitaria de la que no podemos exculparnos. Europa y, en particular, nosotros debiéramos ser más generosos y solidarios, sobre todo cuando vemos que países más pobres como el Líbano, llegan a tener uno de cada cuatro habitantes como refugiado

3. Atinadamente, nuestro arzobispo titulaba el primer epígrafe de su carta pastoral: «Una tragedia llama a nuestras puertas... y se suma a otras». En ese sentido, vemos con preocupación que, si no se elevan los listones de atención y el respeto de los derechos económicos y sociales de la población española y de la inmigrante que convive con nosotros en situaciones de vulnerabilidad, podrían surgir agravios comparativos e incrementarse una peligrosa fractura social, caldo de cultivo de actitudes xenófobas. Seguía nuestro Pastor señalando que «vivir la verdadera solidaridad conlleva en sus entrañas la cualidad de la universalidad». Y nos invitaba a «no caer en la tentación de las disputas entre nuestros pobres y los que llegan». En efecto, no podemos desconocer algunas de las situaciones incompatibles con la dignidad de ser hijos e hijas de Dios:

– La situación de pobreza extrema que existe en nuestra diócesis y que reclama la atención de los poderes públicos y redoblar nuestra acción diligente (parados de larga duración, enclaves de miseria, mujeres con hijos a cargo, ancianos con recursos escasos...).

– La situación de la personas en situación de precariedad que esperan durante meses unos trámites desesperadamente prolongados por falta de funcionarios suficientes dedicados a estas tareas, o la situación de abandono en que quedan aquellos a los que se les han agotado las prestaciones a las que tenían derecho.

– La crisis ha afectado de manera grave a los inmigrantes plenamente integrados en nuestro país. Algunas personas, a pesar de tener arraigo y familia en nuestra tierra, corren el riesgo de, por haber perdido el empleo, no poder renovar su autorización de trabajo y, consiguientemente, poner en peligro su residencia legal en España.

– El centro de las políticas migratorias parece estar siendo el control de fronteras con más énfasis que en la atención humanitaria y la garantía de los derechos fundamentales de las personas desplazadas. Con ello, estamos haciendo caso omiso a situaciones dramáticas que tendrían plena cobertura en el derecho internacional y nacional (trata de personas, acogida por motivos humanitarios, etc.).

4. Todas estas emergencias deben recordarnos el trabajo ordinario de las distintas entidades de la Iglesia en favor de la dignidad y los derechos personales y sociales y, particularmente, en pro de la integración social de los migrantes en la vida diaria de nuestra diócesis. En este último sentido, hay que llamar intensamente la atención a las comunidades cristianas y a sus responsables para que aquellos con los que compartimos credo religioso sean efectiva y afectivamente integrados en las comunidades cristianas participando como miembros de pleno derecho. Los inmigrantes, con la riqueza de su diversidad, no solo no son un problema sino que constituyen una fuerte esperanza para nuestro credo religioso y para el bienestar de nuestro país.

IV. PROPUESTAS

No podemos actuar guiados exclusivamente por el foco de los medios de comunicación o las prioridades cortoplacistas de la política. Nuestra principal preocupación es el dolor humano y tratar de aliviarlo en el nombre misericordioso de nuestro Dios, «La caridad de Cristo nos urge» (2 Cor 5,14). Los católicos somos convocados a ello no solo por los principios teológicos y morales que proporcionan los textos bíblicos, sino también, y de forma explícita y extensa, por el magisterio y la enseñanza social de la Iglesia. Por esta razón, además de articular respuestas a los pobres (a los que están y a los que hayan de venir) queremos sensibilizar a la opinión pública y a las comunidades cristianas en particular;

1. Las causas de los problemas deben ser afrontadas en origen. Tenemos que pedir a los gobiernos e instituciones internacionales una acción más coordinada y anticipatoria que trate de solucionar los problemas en sus causas desde criterios éticos y no estratégicos. Es preciso incrementar cuantitativa y cualitativamente lacooperación internacionalespañola. Igualmente, hemos de apoyar generosamente a las comunidades cristianas que permanecen en origen con los que no pueden huir (que suelen ser los más pobres) y a las entidades de Iglesia que colaboran con ellos. Igualmente hemos de apoyar a las entidades que acogen a los perseguidos y hacinados en campos de refugiados.

2. Es necesaria unamayor generosidad en la acogida de refugiadosy es fundamental hacer operativo elvisado humanitarioque posibilitaría el establecimiento derutas segurase impediría a las mafias abusar de la vulnerabilidad de los refugiados. Es preciso activar laDirectiva europea de protección temporalnunca puesta en vigor. Es imprescindible reforzar con urgencia el personal yagilizar la tramitaciónde los expedientes en materia tan sensible.

3. El actual marco jurídico contempla la posibilidad deregularizar situaciones mediante el otorgamiento de autorizaciones individuales de residencia y/o trabajo, cuando concurran circunstancias distintas a las que ya contempla el reglamento (D.A.1ª.4. Rgto. Extranjería). Una aplicación amplia y generosa de este precepto por parte de la Administración Española podría amparar la documentación de inmigrantes con arraigo en España, o en los que concurran circunstancias humanitarias, en las cuales podrían incorporarse en plenitud de derechos y deberes, aumentando la cohesión del entramado social.No es aceptable la irregularidad sobrevenidapor razones económicas en aquellas personas ya plenamente incorporadas a nuestro país, que verían truncado su proyecto familiar enraizado entre nosotros.

V. LOS REFUGIADOS SACAN LO MEJOR DE NOSOTROS MISMOS

Con estas palabras se felicitaba nuestro arzobispo por la oleada de solidaridad espontanea que ha surgido ante la situación de los refugiados. En ese sentido, tenemos que agradecer enormemente todos los recursos puestos a disposición y los ofrecimientos personales de tanta y tan buena gente. La Mesa por la Hospitalidad ha encargado especialmente a Caritas Madrid su presencia en los órganos de la Comunidad que se ocupan de la asistencia a los refugiados y la articulación de respuestas organizadas de itinerarios de inclusión social que tiene acreditados desde hace muchos años; en coordinación con otras entidades y según los principios ya reseñados de solidaridad y subsidiariedad.

Trataremos dereorientar nuestros recursos y los ofrecimientos solidarios hacia las situaciones de hecho que ya se producen entre nosotros y hacia las que eventualmente puedan darse en el futuro cuando la atención política y mediática se haya reducido. Además de recursos materiales es preciso esforzarnos en prepararitinerarios completos de integración social que empiezan por el aprendizaje del idioma español, continúan por la convivencia y comunicación en el propio contexto y culminan en la plena normalización social y laboral.

Urge, como dice nuestro arzobispo, «no pasar de largo, no mirar hacia otro lado y detenernos frente a los que están en las cunetas» (Lc 10, 25-37). Ante la impotencia que nos consume cuando vemos las terribles imágenes en la televisión, tampoco podemos olvidarnos de aquello que nos hace fuertes. La oración constante por los refugiados y por la conversión del corazón de los violentos debe ser una tarea continua. Solo si nos mantenemos firmes en la fe y en la caridad, podremos alumbrar la esperanza.

Terminamos esta nota con unas palabras proféticas del papa para que siempre tengamos presente el dolor ajeno y sepamos responder a todos los que por una u otras circunstancias experimentan un enorme dolor injusto: «La indiferencia y el silencio abren el camino a la complicidad cuanto vemos como espectadores a los muertos por sofocamiento, penurias, violencias y naufragios. Sea de grandes o pequeñas dimensiones, siempre son tragedias aun cuando se pierda solo una vida» (Mensaje del Papa Francisco para la Jornada del emigrante y del refugiado, 2016).

En el presente documento, los miembros de la Mesa por la Hospitalidad queremos informar a las comunidades cristianas sobre los pasos dados hasta el momento, a la vez que subrayar la necesidad de redirigir nuestra mirada hacia las diversas situaciones de vulnerabilidad social y orientar hacia una solidaridad duradera y no emotivista que vaya a la raíz de los conflictos. Por ello, deseamos expresar nuestra preocupación por la dramática situación que padecen millones de personas desplazadas forzosamente, así como formular varias propuestas que contribuyan a minimizar el dolor de quienes hoy nos interpelan –«Estoy a la puerta y llamo» (Ap 3,20)– y de quienes están sufriendo a nuestro lado.

I. LAS RESPUESTAS

Ante la crisis humanitaria en la frontera este de Europa, el arzobispo de Madrid, acogiendo el llamamiento del Papa, adoptó con rapidez tres iniciativas:

– Instauró una Mesa por la hospitalidad de la Iglesia en Madrid, formada por distintas entidades.

– Publicó la carta pastoral«Fui forastero y me acogisteis» (Mt 25,35): compartir para multiplicar.

– Presidió una vigilia de oración en favor de los refugiados.

La Mesa acordó que los ofrecimientos de ayuda se canalizaran a través de Caritas de cada Vicaría y de Confer Madrid, tal y como se está haciendo. También un representante de la Mesa asiste a las reuniones con las autoridades responsables de la acogida de los refugiados.

Por otra parte, deseamos recordar la presencia significativa de entidades de la Iglesia en los países de origen y en los campos de refugiados desde el comienzo del conflicto.

II. ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN

Aunque son millones los refugiados, el impacto numérico de las cuotas aprobadas para España es mínimo. La recepción se hará de manera secuencial, a lo largo de dos años, y estará repartida por todo el territorio nacional. Se ha anunciado que próximamente llegarán 50 personas y que, en principio, no habrá acogidas por particulares. Las administraciones y las tres ONG concertadas (ACCEM, CEAR y Cruz Roja Española) se harán cargo durante los primeros meses de todo lo relativo al alojamiento, manutención, asistencia psicológica, jurídica y social, escolarización de menores, sanidad, etc. Se han librado fondos públicos para asegurar estas prestaciones. Esta circunstancia probablemente será diferente en un segundo estadio de la acogida, una vez pasado el periodo de especial protección a los refugiados.

Como Iglesia en Madrid nos situamos desde el valor de la justicia y en los principios de la Doctrina social de la Iglesia de solidaridad y subsidiariedad: corresponde a los poderes públicos la responsabilidad de garantizar todas las prestaciones, aunque, lógicamente, cuando se trata del sufrimiento del prójimo, no podemos mirar hacia otro lado y habremos de aportar nuestro grano de arena. Nos parece adecuado que sean la administración y las entidades con experiencia quienes se ocupen de atender a estas personas y deseamos que sea una asistencia continuada e integral hasta su normalización de vida.

III. ALGUNAS PREOCUPACIONES

A la vista de esta situación, es preciso reorientar nuestra mirada y la acogida a la apremiante petición del Papa hacia situaciones que no cuentan con la cobertura institucional descrita anteriormente.

1. Como cristianos, nos preocupan todos los conflictos bélicos, los consiguientes éxodos forzosos y, en particular, cómo se encuentran quienes sufren las consecuencias de la guerra y de la persecución religiosa. Por este motivo, nos parece importante incidir en las causas y, sobre todo, prevenirlas para el futuro. En todo caso, es prioritaria la colaboración con las Iglesias locales y las entidades que trabajan cerca de las víctimas. Ello es válido para los países que sufren la violencia y para los que mantienen campos de refugiados en situación de emergencia humanitaria en los que también están presentes entidades de Iglesia.

2. La condición de refugiado apela al deber de justicia y es una exigencia de respeto estricto al ordenamiento jurídico internacional. Tenemos el apremiante deber de responder ante esta impresionante crisis humanitaria de la que no podemos exculparnos. Europa y, en particular, nosotros debiéramos ser más generosos y solidarios, sobre todo cuando vemos que países más pobres como el Líbano, llegan a tener uno de cada cuatro habitantes como refugiado

3. Atinadamente, nuestro arzobispo titulaba el primer epígrafe de su carta pastoral: «Una tragedia llama a nuestras puertas... y se suma a otras». En ese sentido, vemos con preocupación que, si no se elevan los listones de atención y el respeto de los derechos económicos y sociales de la población española y de la inmigrante que convive con nosotros en situaciones de vulnerabilidad, podrían surgir agravios comparativos e incrementarse una peligrosa fractura social, caldo de cultivo de actitudes xenófobas. Seguía nuestro Pastor señalando que «vivir la verdadera solidaridad conlleva en sus entrañas la cualidad de la universalidad». Y nos invitaba a «no caer en la tentación de las disputas entre nuestros pobres y los que llegan». En efecto, no podemos desconocer algunas de las situaciones incompatibles con la dignidad de ser hijos e hijas de Dios:

– La situación de pobreza extrema que existe en nuestra diócesis y que reclama la atención de los poderes públicos y redoblar nuestra acción diligente (parados de larga duración, enclaves de miseria, mujeres con hijos a cargo, ancianos con recursos escasos...).

– La situación de la personas en situación de precariedad que esperan durante meses unos trámites desesperadamente prolongados por falta de funcionarios suficientes dedicados a estas tareas, o la situación de abandono en que quedan aquellos a los que se les han agotado las prestaciones a las que tenían derecho.

– La crisis ha afectado de manera grave a los inmigrantes plenamente integrados en nuestro país. Algunas personas, a pesar de tener arraigo y familia en nuestra tierra, corren el riesgo de, por haber perdido el empleo, no poder renovar su autorización de trabajo y, consiguientemente, poner en peligro su residencia legal en España.

– El centro de las políticas migratorias parece estar siendo el control de fronteras con más énfasis que en la atención humanitaria y la garantía de los derechos fundamentales de las personas desplazadas. Con ello, estamos haciendo caso omiso a situaciones dramáticas que tendrían plena cobertura en el derecho internacional y nacional (trata de personas, acogida por motivos humanitarios, etc.).

4. Todas estas emergencias deben recordarnos el trabajo ordinario de las distintas entidades de la Iglesia en favor de la dignidad y los derechos personales y sociales y, particularmente, en pro de la integración social de los migrantes en la vida diaria de nuestra diócesis. En este último sentido, hay que llamar intensamente la atención a las comunidades cristianas y a sus responsables para que aquellos con los que compartimos credo religioso sean efectiva y afectivamente integrados en las comunidades cristianas participando como miembros de pleno derecho. Los inmigrantes, con la riqueza de su diversidad, no solo no son un problema sino que constituyen una fuerte esperanza para nuestro credo religioso y para el bienestar de nuestro país.

IV. PROPUESTAS

No podemos actuar guiados exclusivamente por el foco de los medios de comunicación o las prioridades cortoplacistas de la política. Nuestra principal preocupación es el dolor humano y tratar de aliviarlo en el nombre misericordioso de nuestro Dios, «La caridad de Cristo nos urge» (2 Cor 5,14). Los católicos somos convocados a ello no solo por los principios teológicos y morales que proporcionan los textos bíblicos, sino también, y de forma explícita y extensa, por el magisterio y la enseñanza social de la Iglesia. Por esta razón, además de articular respuestas a los pobres (a los que están y a los que hayan de venir) queremos sensibilizar a la opinión pública y a las comunidades cristianas en particular;

1. Las causas de los problemas deben ser afrontadas en origen. Tenemos que pedir a los gobiernos e instituciones internacionales una acción más coordinada y anticipatoria que trate de solucionar los problemas en sus causas desde criterios éticos y no estratégicos. Es preciso incrementar cuantitativa y cualitativamente lacooperación internacionalespañola. Igualmente, hemos de apoyar generosamente a las comunidades cristianas que permanecen en origen con los que no pueden huir (que suelen ser los más pobres) y a las entidades de Iglesia que colaboran con ellos. Igualmente hemos de apoyar a las entidades que acogen a los perseguidos y hacinados en campos de refugiados.

2. Es necesaria unamayor generosidad en la acogida de refugiadosy es fundamental hacer operativo elvisado humanitarioque posibilitaría el establecimiento derutas segurase impediría a las mafias abusar de la vulnerabilidad de los refugiados. Es preciso activar laDirectiva europea de protección temporalnunca puesta en vigor. Es imprescindible reforzar con urgencia el personal yagilizar la tramitaciónde los expedientes en materia tan sensible.

3. El actual marco jurídico contempla la posibilidad deregularizar situaciones mediante el otorgamiento de autorizaciones individuales de residencia y/o trabajo, cuando concurran circunstancias distintas a las que ya contempla el reglamento (D.A.1ª.4. Rgto. Extranjería). Una aplicación amplia y generosa de este precepto por parte de la Administración Española podría amparar la documentación de inmigrantes con arraigo en España, o en los que concurran circunstancias humanitarias, en las cuales podrían incorporarse en plenitud de derechos y deberes, aumentando la cohesión del entramado social.No es aceptable la irregularidad sobrevenidapor razones económicas en aquellas personas ya plenamente incorporadas a nuestro país, que verían truncado su proyecto familiar enraizado entre nosotros.

V. LOS REFUGIADOS SACAN LO MEJOR DE NOSOTROS MISMOS

Con estas palabras se felicitaba nuestro arzobispo por la oleada de solidaridad espontanea que ha surgido ante la situación de los refugiados. En ese sentido, tenemos que agradecer enormemente todos los recursos puestos a disposición y los ofrecimientos personales de tanta y tan buena gente. La Mesa por la Hospitalidad ha encargado especialmente a Caritas Madrid su presencia en los órganos de la Comunidad que se ocupan de la asistencia a los refugiados y la articulación de respuestas organizadas de itinerarios de inclusión social que tiene acreditados desde hace muchos años; en coordinación con otras entidades y según los principios ya reseñados de solidaridad y subsidiariedad.

Trataremos dereorientar nuestros recursos y los ofrecimientos solidarios hacia las situaciones de hecho que ya se producen entre nosotros y hacia las que eventualmente puedan darse en el futuro cuando la atención política y mediática se haya reducido. Además de recursos materiales es preciso esforzarnos en prepararitinerarios completos de integración social que empiezan por el aprendizaje del idioma español, continúan por la convivencia y comunicación en el propio contexto y culminan en la plena normalización social y laboral.

Urge, como dice nuestro arzobispo, «no pasar de largo, no mirar hacia otro lado y detenernos frente a los que están en las cunetas» (Lc 10, 25-37). Ante la impotencia que nos consume cuando vemos las terribles imágenes en la televisión, tampoco podemos olvidarnos de aquello que nos hace fuertes. La oración constante por los refugiados y por la conversión del corazón de los violentos debe ser una tarea continua. Solo si nos mantenemos firmes en la fe y en la caridad, podremos alumbrar la esperanza.

Terminamos esta nota con unas palabras proféticas del papa para que siempre tengamos presente el dolor ajeno y sepamos responder a todos los que por una u otras circunstancias experimentan un enorme dolor injusto: «La indiferencia y el silencio abren el camino a la complicidad cuanto vemos como espectadores a los muertos por sofocamiento, penurias, violencias y naufragios. Sea de grandes o pequeñas dimensiones, siempre son tragedias aun cuando se pierda solo una vida» (Mensaje del Papa Francisco para la Jornada del emigrante y del refugiado, 2016).

 

Los niños se suman a la ofrenda floral solidaria de la Almudena

  • Titulo: Infomadrid

Entre otras actividades, con motivo de la fiesta de la Virgen de la Almudena, el viernes 6 de noviembre arranca la tradicional ofrenda floral en su honor en la plaza de la Almudena. Como novedad, este año va a ser una ofrenda solidaria en la que, además de flores, se recogerán alimentos no perecederos, que luego serán distribuidos a diversos comedores sociales y de Cáritas.

Los niños de los colegios de la diócesis realizarán esta ofrenda el viernes por la mañana, desde las 10:00 hasta las 20:00 horas. Y han querido dejar constancia de ello en un vídeo en el que animan sumarse a la iniciativa: «No te pierdas este momento tan especial. ¡Te esperamos!», aseguran.

La semana pasada, el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, hizo pública una carta invitando a todos los madrileños a sumarse a las celebraciones de la Almudena.

Mons. Osoro, en la reunión del grupo Santa Marta: «La trata de seres humanos es una llaga en la carne de Cristo»

  • Titulo: Infomadrid / Carlos González

La Casa de Ejercicios San José, de El Escorial, acoge durante hoy y mañana la tercera reunión del Grupo Santa Marta: iniciativa para la lucha contra la trata de personas, impulsada por el Papa Francisco, que involucra a cuerpos de seguridad de varios países, episcopados, organizaciones sociales y representantes de varias confesiones religiosas.

La reina Sofía ha inaugurado este viernes el encuentro, que reune a cardenales y obispos, activistas sociales y a jefes de Policía de todo el mundo.

Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, gran canciller de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales de la Santa Sede, ha leído un mensaje dirigido por el Papa Francisco para todos los presentes, en el que les recordaba la labor de «estar cerca de las víctimas y acompañarles en su proceso». El grupo Santa Marta está llamado a una tarea decisiva: «autoridades eclesiásticas y civiles, están llamados a estar cerca de las victimas y a acompañarlas en su camino de dignidad y dignidad. Así lo deben sentir los muchos hermanos y hermanas que sufren de la trata humana. Miembros del grupo de Santa Marta, no están solos en esta delicada empresa». Pido a Dios, aseveraba, «les dé la gracia de llevar adelante esta difícil misión, tan delicada, tan humanitaria y tan cristiana de curar las llagas abiertas y dolientes de la humanidad, que son también las llagas de Cristo».

Junto al arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, han estado el director general de la Policía Nacional, Ignacio Cosidó; Francisco Martínez, secretario de Estado de Seguridad, varios obispos y diversos participantes. En su intervención, monseñor Osoro ha señalado que la trata de seres humanos «se ha convertido hoy en una llaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una llaga en la carne de Cristo». Es un delito contra la humanidad, ha reconocido, ya que «detrás de la trata de seres humanos se enmascara un crimen de lesa humanidad, como es la explotación física, económica, sexual y psicológica de mujeres, hombres, niñas y niños que encadena decenas de millones de personas».

El flagelo atroz de la esclavitud

A pesar de grandes esfuerzos, «la esclavitud moderna sigue siendo un flagelo atroz que reclama nuestra atención y justifica ciertamente este encuentro que estamos teniendo», ha dicho el prelado. Así, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad «son las principales responsables de la lucha contra esta trágica realidad mediante una aplicación rigurosa de la ley, mediante un enfoque basado en los derechos humanos». Y los trabajadores humanitarios, religiosos y sociales están llamados a trabajar en colaboración con las autoridades policiales, «a acoger a las victimas y a proporcionarles calidez humana y la posibilidad de construir una nueva vida».

El grupo Santa Marta, «felizmente impulsado por el papa Francisco», pretende «generar una sinergia entre quienes, desde unas u otras responsabilidades, se ocupan y preocupan por la vulnerabilidad de las personas sometidas a trata», ha añadido.

Cultivar la civilización del amor

Asimismo, el arzobispo de Madrid ha agradecido a monseñor Sánchez Sorondo el mensaje del papa Francisco, con el que «se nos invita a seguir adelante con confianza y con celo apostólico, a no rendirnos ante las dificultades que interpelan nuestra convicción». Hemos de multiplicar esfuerzos, ha continuado, pues la Iglesia, como nos recordaba el Santo Padre, «no puede permanecer inactiva o en silencio ante esta tragedia; no podemos cultivar la globalización de la indiferencia, sino la civilización del amor».

En esta línea, monseñor Osoro confía en que estas jornadas, «al abordar las importantes cuestiones políticas y jurídicas que entrañan la respuesta a esta plaga moderna, analicen también los profundos interrogantes éticos planteados por la trata de seres humanos». Es necesario, ha recordado, «prestar atención a las causas más profundas de la creciente demanda que alimenta el mercado de la esclavitud humana y tolera el costo humano que deriva de él».

Una vida conforma a la dignidad humana

De igual modo, de acuerdo con el prelado madrileño, «es necesario activar mecanismos más eficaces, con cooperación internacional, para prevenir la trata de personas y la rehabilitación de las víctimas en los países menos desarrollados, de los que proviene una parte significativa de las personas objeto de trata».

Estos días, «compartiremos nuestras experiencias y conocimientos sobre este triste fenómeno, nuestras buenas practicas de acogida, de asesoramiento y de apoyo a las víctimas para que puedan llevar una vida, conforme a la dignidad humana», ha subrayado monseñor Osoro, antes de instar «encarecidamente» a los autores y a los beneficiarios de la trata a «abandonar todas las formas de explotación y de violencia y a buscar y entrar en su propio proceso de rehabilitación personal y social».

«Que el mundo conozca el rostro de Jesucristo a través de los medios de comunicación»

  • Titulo: Infomadrid / Alicia Gómez-Monedero

«La fundación Mater Mundi ha convocado esta Eucaristía para dar gracias por todas las iniciativas católicas, también por aquellas que solo sabremos si saldrán adelante si Dios las bendice y si nosotros ponemos a su servicio los dones que de Él hemos recibido, espirituales y materiales», así comenzaba el sacerdote Manuel María Bru, presidente de la Fundación Crónica Blanca, la Eucaristía celebrada ayer jueves 29 de octubre, por el desarrollo de nuevas iniciativas evangelizadoras en el campo de los medios de comunicación en San Jerónimo el Real.

La celebración estuvo presidida por el arzobispo de Madrid, monseñor Osoro, quien en su homilía se dirigió a la fundación Mater Mundi, impulsora de una nueva televisión católica no comercial de temática cultural, social y religiosa, «como discípulos de Cristo que quieren dar a conocer el rostro de Dios a los hombres y mujeres de este mundo».

¿Dios sobra en nuestra vida?

Monseñor Osoro incidió en cómo anunciar a Dios en tres pasos. En primer lugar, planteó la pregunta «¿Dios sobra en nuestra historia? La fundación Mater Mundi tiene la respuesta: no. Jesucristo está con nosotros para sanar, curar y cicatrizar las heridas de nuestro corazón».

En segundo lugar, subrayó que la Iglesia es la nueva Jerusalén, que reúne a todos en torno a Cristo, «para que este mundo no se quede vacío de sentido, de libertad, de bondad, de verdad de justicia y de amor».

Por último, expuso la necesidad de la gracia de Dios para llenar al mundo de bondad y poder ver las necesidades de los demás. Y se refirió a la Virgen María como «la primera que dio a conocer a Jesucristo, que prestó su vida para que Dios tomase rostro y que ahora le rogamos que interceda por nosotros».

Al finalizar la Eucaristía, el director de cine Juan Manuel Cotelo habló a los asistentes sobre este nuevo proyecto en el que «puede que Dios cuente contigo y con tu talento, que puedes dejar escondido en la tierra o utilizarlo para el plan maravilloso de Dios». Y como cierre se proyectó un video promocional de Mater Mundi TV.