Madrid

El Cementerio Sacramental de San Isidro organiza una visita guiada especial por San Valentín

El próximo sábado 15 de febrero, a las 12:00 horas, el Cementerio Sacramental de San Isidro celebra San Valentín con un recorrido guiado único y muy especial. Los visitantes descubrirán «las historias de amor que se esconden entre sus mausoleos y sepulcros, mientras pasean por este mirífico camposanto rebosante de arte, cultura y naturaleza».

Un itinerario «repleto de fascinantes relatos sobre célebres parejas ilustres, cuyos afectuosos lazos perduran a lo largo del tiempo y trazan una huella imborrable en la ciudad».

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César Hidalgo presenta este sábado su quinto álbum, Conversiones, la partitura musical de un renacer a la vida de fe

César Hidalgo inició su trayectoria musical desde su vinculación con el movimiento Cursillos de Cristiandad, al que pertenece. En el verano de 2015, asistió a una «ultreya de urgencia», donde el testimonio giraba en torno a cómo la música puede ayudarnos a vivir la fe. Quien lo impartió fue Álex de Dios, integrante del grupo La Voz del Desierto. Al finalizar, César compartió sus impresiones y, poco después, en su ultreya de los Jerónimos, comenzó a componer música para la Misa, que estrenó ese mismo año.

Su camino en la música católica dio un gran paso cuando conoció al productor Fernando Salaverri, quien le animó a grabar un disco de música con valores. Así nació su primer trabajo, Corazón de Folk, al que siguieron tres álbumes más: Una Misa para el siglo XXI (2018), Alma Guerrera (2019) y Paso a paso (2022).

Conversión es el quinto disco de César Hidalgo y será presentado en un concierto-testimonio este sábado, 15 de febrero, a las 19:00 h en el Colegio San Agustín (c/ Padre Damián, 18). En esta ocasión, estará acompañado por artistas referentes en la música católica, quienes se unirán a él en una velada especial. Este concierto, a beneficio de Manos Unidas, será una oportunidad para compartir, a través de la música, la emoción de su conversión, transmitiendo un mensaje de esperanza e ilusión renovadas.

En una entrevista en El Espejo de Madrid de COPE afirmaba que «es un disco que llevaba pensando hace mucho tiempo». Tenía algo en su interior que le decía que «tenía que hacerlo ya». En este trabajo ha tratado de plasmar «las canciones que me han ayudado a vivir mi fe y a fortalecerla en mi propia conversión día a día», es decir, «cómo el Señor ha puesto algunas canciones en determinados momentos en mi vida que me han hecho cambiar el rumbo de la misma». Por ello, «es un testimonio a la inversa», señala.

PRESENTACION EN GALILEO DEL CD PASO A PASO

Conversación con la muerte

En otro momento de la entrevista, y sonando “Hacia mi estrella”, otra de las canciones que compone su último trabajo, César explica que «mantiene una conversación con la muerte como forma de enfrentarnos a parte de nuestra vida, que es la muerte también». En este sentido señala que lo que quiere expresar con la letra de la canción es que no se irá «a un mundo en tinieblas, sino que lo que persigue, y por eso es mi conversión, es ir a un mundo de luz y de amor».

Ni sus problemas de visión y la enfermedad que padece le han acobardado. Sigue siendo un ejemplo de fortaleza. «Es la fuerza que me da el Señor porque Él me ha dicho lo que tenía que hacer».

Artistas invitados

Juan Susarte, Mariola Alcocer, Fray Nacho son algunos de los artistas invitados que acompañarán a César Hidalgo en este concierto que él ha calificado “de nivel”. Una vez más recordaba que su objetivo es poner la música católica en alza, y darle «la calidad que se merece».

La entrevista concluía con las notas de la canción “Nueve veces nueve”. «Soy devoto del Sagrado Corazón de Jesús». Por ello, ha creado una canción con una letra moderna que resume cómo fue su reencuentro con el Señor cuando estaba un poco más alejado de la Iglesia. «Una canción preciosa», concluye.

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Begoña Iñarra, coordinadora de la Comisión contra la Trata de Madrid: «Es una plaga que debemos erradicar juntos, con compromiso, esperanza y acción»

El pasado sábado, 8 de febrero, la Iglesia celebró la Jornada de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas. En el marco de esta jornada, la Comisión Diocesana contra la Trata de Personas de Madrid ha organizado una Vigilia de Oración, que tendrá lugar este miércoles, 12 de febrero, a las 20h, en la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias (calle Rafael de Riego, 11). «Uníos a nosotros para comenzar esta peregrinación hacia la conversión y el compromiso de erradicar la trata de nuestra sociedad», concluye la coordinadora.

En el marco del Año Jubilar, el lema elegido es “Embajadores de la Esperanza: juntos contra la trata de personas”. Como cada año, la fecha coincide con la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, quien, tras haber sido esclavizada, encontró en Cristo la verdadera libertad y consagró su vida a Él.

Begoña Iñarra, coordinadora de la Comisión contra la Trata de Madrid, destaca que este lema «es una invitación personal de Cristo a cada uno de nosotros para, unidos a otros, ser portadores de esperanza y luchar juntos contra la trata de personas hasta erradicarla». Además, advierte que, ante una realidad tan desgarradora, «no podemos mirar hacia otro lado ni delegar esta misión en otros».

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 «Trabajar unidos para proteger a los más vulnerables»

En este sentido, Iñarra subraya que «la trata de personas es una herida abierta en nuestra humanidad». Más allá de las cifras, recuerda que «cada víctima tiene un rostro, una historia de sueños rotos y una dignidad arrebatada». Como advirtió el Papa Francisco, «la trata desfigura la humanidad de la víctima, pero también deshumaniza a quienes la perpetran». Y, añade la coordinadora, «también nos deshumaniza a quienes permanecemos indiferentes ante esta terrible realidad». Por ello, insiste en que «la trata es una plaga que debemos erradicar juntos, con compromiso, esperanza y acción».

¿Qué significa ser embajadores de esperanza?

Significa «no solo sensibilizarnos a nosotros mismos, sino también a los demás; orar por las víctimas, pero sobre todo actuar para transformar las estructuras que permiten esta explotación», explica Iñarra. También implica «trabajar unidos para proteger a los más vulnerables: mujeres, niños, migrantes, refugiados, desplazados forzosos...».

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«Una realidad que no está lejos de nosotros»

En el Año Jubilar 2025, la Iglesia en España ha elegido la lucha contra la trata de personas como eje central de su compromiso social. «Esto no es casualidad», señala Begoña Iñarra, sino «una respuesta urgente y necesaria a una realidad que no está lejos de nosotros». En este sentido, advierte que «la trata no es algo distante ni ajeno a nuestras vidas. Está aquí, entre nosotros, en nuestras ciudades y comunidades. Permanece oculta, pero es una realidad bien presente».

En esta jornada, Iñarra invita a «abrir los ojos y el corazón, a rezar por quienes sufren esta esclavitud», pero también a «implicarnos activamente en erradicarla». Recuerda que «cada pequeño gesto cuenta: informarnos, compartir información y apoyar iniciativas que trabajan en la prevención, la protección de las víctimas y la persecución de quienes se lucran con esta injusticia». Porque, concluye, «al comprometernos en esta lucha, nos liberamos también nosotros, liberamos a nuestras comunidades del egoísmo y la indiferencia, y avanzamos hacia una humanidad más libre, más justa y más fraterna».

 

Vigilia de oración

«Emprendamos juntos este camino de esperanza, esta peregrinación». Así como Jesús, al inicio de su misión, proclamó la liberación de los cautivos, «nosotros también estamos llamados a ser signos de esperanza para quienes sufren esclavitud y explotación». En este sentido, Begoña Iñarra recuerda que «la esperanza no defrauda y el amor en acción es la fuerza más poderosa para transformar nuestro mundo». Por ello, hace un llamamiento: «Unámonos en oración, reflexión y acción, porque esta lucha merece la pena». 

Nuestra Señora de los Ángeles de Torrelodones, la residencia donde no solo se acompaña a los mayores en vida, «sino también hacia el cielo»

Carmen, de 98 años, ya no se levantaba de la cama. No comía y estaba todo el día dormitando. Residente de Santa María de los Ángeles de Torrelodones, tenía otra hermana, de 97 años, que no podía ir por sus medios a verla. Así que desde la residencia hicieron todo lo posible para que alguno de su sobrinos la acercara. Cuando las hermanas pudieron reunirse, Carmen salió de su letargo: «Alicia, te estaba esperando». A los cuatro días, murió.

La historia la cuenta Macarena Tornos, la directora de la residencia. Una pequeña —pero gran— muestra de cómo en este centro tratan de atender personalmente a cada residente, 34 en total, en sus necesidades. Esta es una de sus señas de identidad. Junto a ella, dos muy importantes: que los mayores se sientan escuchados y que sean tratados con cariño. «Se trata de cuidarlos como ellos quieren y necesitan».

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Y pueden afirmar que lo consiguen. «Hay quien nos ha dicho: “No me lleves al hospital, que me quiero morir en casa”». La consideran su hogar, un «hogar con corazón», como lo define la directora, un sitio en el que paliar su soledad, que en el caso en concreto del centro es mucha.

Santa María de los Ángeles nació hace más de 30 años como un centro residencial para personas mayores de la colonia de Torrelodones en tiempos estivales (verano, Navidad…). El entonces párroco de San Ignacio de Torrelodones, José Ramón Fernández Baldor, daba así respuesta a una necesidad detectada, que se formalizó en 1993 con la apertura de la residencia todos los días del año. Sus destinatarios siempre han sido personas en riesgo de exclusión por la soledad, los problemas económicos o familiares o la dependencia.

«No somos su familia, pero con el tiempo lo acabamos siendo», cuenta la directora. A Gloria, por ejemplo, lo que más ilusión le podía hacer el día de su cumpleaños era comer con Macarena y con el padre Gabriel, el actual párroco. Pues sus deseos se cumplieron. Alberto, que tiene mucho interés por la actualidad, puede comentar con Manuel, voluntario, las noticias cada vez que se encuentran.

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Luis es un apasionado del dominó. El día que lo descubrieron y que vieron que le hacía salir de su letargo aprovecharon otro voluntario para que jugara con él. «Hacemos esos vínculos», añade Macarena, para poder seguir dando respuesta a lo que los residentes demandan.

Un cuerpo de voluntarios, por cierto, que se nutre de la parroquia y del colegio diocesano San Ignacio de Loyola —obra también de Fernández Baldor, que cumplió el año pasado sus 60 años de vida—. Más de 50 personas, a las que se suman los chavales de FP del colegio que estudian Jardinería o Dependencia, y que hacen sus prácticas en el centro.

Los residentes tiene dos veces MIsa a la semana y, además, una pequeña capilla con el Señor, en una zona transitada y con la puerta abierta. Cercano, habitando en medio de todos. Además, cuentan con sala de podología, fisioterapia, peluquería, enfermería, médico...

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Una niña de la guerra, una cantante de ópera...

Y allí se pueden encontrar con vidas muy valiosas. Como la de Carmen, con 104 años, que falleció hace unos meses: «Dios se ha olvidado de mí», decía, con ternura. «Pues voy a rezar, que seguro que es por lo que estoy aquí». Otras veces: «Voy a rezar la coronilla de la misericordia a ver si me lleva».

O la de Rosa, en su época cantante de ópera, todos sus objetos más preciados en el alféizar de su ventana: un Niño Jesús, Historia de un alma de Santa Teresa de Lisieux, un belén, una foto suya de joven y otra con su madre, de niña. O la de Javier, que retoma poco a poco el contacto con una de sus hijas. «Ayudamos a cerrar heridas», resume Macarena.

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Signos de esperanza entre las paredes de esta casa que antes de ser residencia de mayores fue un el hotelito El Pazo. Como la historia de Carmen, que cuenta el párroco, fallecida el año pasado. Una niña de la guerra que fue enviada a Rusia, que se educó allí y creció, por tanto, alejada por completo de la Iglesia. Sus últimos días en la residencia fueron de «reconciliación con la fe y con el Señor; celebramos su entierro por todo lo alto».

Le interpela especialmente a Gabriel la historia de Maite. «Su última confesión antes de morirse fue tan bonita...». Se reconcilió con sus hijas, «lo necesitaba antes de morirse en paz», y pudo recibir los últimos sacramentos. «Cómo recibió la Unción y cómo comulgó», se emociona el sacerdote.

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No todos han tenido la suerte de estar tan acompañados. «Hay auténticos casos de abandono por parte de la familia». Al entierro de Fuensanta, por ejemplo, fueron el sacerdote, trabajadores y voluntarios de la residencia. Macarena cuenta que hay ocasiones en que el velatorio se hace en la propia residencia, y así también los ancianos pueden despedirse de su compañero. «No solo los acompañamos en vida, sino también hacia el cielo».

«Esta es la gran obra caritativa de la parroquia, la obra caritativa por excelencia», resume el párroco, que anima a involucrarse. Ahora se necesitan costureros para marcar la ropa de los ancianos. Una buena forma de comenzar. Como les dijo el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, cuando visitó la residencia hace unos meses, «allí donde haya que cuidar personas, tiene sentido estar; la Iglesia quiere estar presente en todos los lugares para cuidar a las personas y ayudar a ser más humanos».

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