En vísperas de la IV Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el Papa Francisco y que se celebra este domingo, 15 de noviembre, la subdirectora de Cáritas de la Vicaría V, Isabel Aylagas, ha resaltado en el Informativo Diocesano de TRECE la importancia de esta celebración: «Aunque el Papa nos invita día a día a vivir a los pobres como amigos y como hermanos, es importante, un día al año, recordarnos que eso es nuestra forma de trabajar, de estar y de ser». De hecho, el entrenamiento en la misericordia de la que habla el Papa en su carta para la Jornada lleva a Isabel a asegurar que «por eso nosotros planteamos el voluntariado no tanto como hacer cosas» sino como «estar con personas»; es más, «es un estilo de vida».
Se convierte así este día en un recuerdo de «cómo nos debemos situar ante los pobres, no desde una actitud vertical, sino horizontal, y construyendo juntos la sociedad y el Reino». Como señala la subdirectora, el que nosotros tengamos las necesidades cubiertas «no es porque nos lo hemos ganado», sino porque «nos ha tocado en un sitio diferente» pero tenemos que ser «corresponsables del bien común de todos los hermanos». Por eso, explica, Cáritas es toda la comunidad parroquial «que delega en algunas personas la labor de la caridad, pero toda la comunidad tiene que tener en el corazón a los pobres».
Una vicaría muy golpeada por la crisis
La Vicaría V abarca algunos de los distritos de la zona sur que más están sufriendo las consecuencias de la pandemia, como Usera y Villaverde. Y aunque ya antes «estaba bastante golpeada por la pobreza», ahora «se han unido un número muy importante de personas que estaban en situación de normalidad», quizá con los sueldos «un poco justos» pero no en pobreza. Sin embargo, al igual que han aumentado las necesidades, lo ha hecho también la la generosidad. Isabel reconoce que le «cuestiona mucho» ver cómo personas que están en el límite, a las que «apenas les llega para vivir», se dedican a «ayudar a los demás». Son como la viuda del Evangelio, «que dan más de ellas mismas», que han sido capaces de decir «contad con mi tiempo».
Como aquellos que han colaborado en Dadles vosotros de comer, una iniciativa que nació en verano para llevar alimentos a gente con necesidades o que estaban enfermas de coronavirus. O los niños atendidos en los proyectos de refuerzo escolar, que escribieron cartas a ancianos de la residencia de mayores de Cáritas Diocesana de Madrid. «A lo mejor no tienen dinero para aportarnos, pero tienen creatividad, cariño, esperanza». Quién sabe si serán los adultos que ayudarán, como ya lo están haciendo algunos, a las generaciones futuras. Aylagas cuenta que en Cáritas tienen niños, incluso de otras religiones y de otros países, que de mayores se han convertido en monitores y «son agentes de cambio y transformación», porque «los pobres nos evangelizan y nos transforman», concluye.