El Instituto Catequista Dolores Sopeña celebra este jueves, 7 de octubre, los 100 años de la incorporación del Juniorado, una de las cinco etapas de su formación religiosa, de exclusiva dedicación a estudios religiosos y civiles, y por la que Dolores Sopeña, fundadora, tenía especial interés. A pesar de su empeño y sus esfuerzos, la etapa no fue aprobada hasta tres años después de su muerte: un 7 de octubre de 1921.
La conmemoración de esta fecha tan especial para las Catequistas Sopeña tendrá lugar en la casa de Toledo, la que más veces acogió esta etapa formativa. En la Eucaristía, que estará presidida por el sacerdote Juan de Dios, participarán los miembros del consejo general, así como otras religiosas y laicos de la Familia Sopeña.
Juniorado
La formación de una Catequista Sopeña se entiende como un itinerario paulatino y progresivo que ayuda a crecer en su relación con Dios, enseña a vivir en comunidad y alienta en la entrega al servicio de la misión.
Por eso, para el Instituto, la celebración de este primer centenario del Juniorado es «un acontecimiento para revisarnos e impulsarnos en nuestra formación permanente, no para detenernos; mirando al futuro con esperanza, contando con la fidelidad de Dios y el poder de su gracia, capaz de obrar siempre nuevas maravillas».
Y es que la fundadora siempre sintió la necesidad de que, después de los primeros votos, las jóvenes aspirantes dedicaran varios años al estudio y a la oración. Los jesuitas, a los que la fundadora siempre pedía consejo y acompañamiento espiritual, le animaron a emprender, como ellos, esta importante etapa para un mayor servicio al Señor, a afirmarse en la propia vocación, en el conocimiento y vivencia del carisma Sopeña y para enriquecer el aspecto experiencial en comunidad.
En el Juniorado se realizan estudios superiores religiosos y civiles, se ahonda en el carisma y se asumen las primeras responsabilidades en la misión apostólica.
Fue instituido por primera vez fue en la casa de Santoña, donde permaneció hasta 1933, momento en el que se trasladó a Loyola. Y en estos 100 años, las Catequistas Sopeña han podido seguir esta etapa formativa en 14 ciudades diferentes de 6 países, europeos y latinoamericanos.
«Las nuevas profesas no serán ocupadas en las obras del Instituto inmediatamente después de la primera profesión, sino que permanecerán dos años, por lo menos, con el fin de hacerse más aptas para trabajar después, alternando estudios con las prácticas propias de la formación, a fin de continuar ejercitándose en la humildad y la abnegación de sí misma. Poco a poco serán iniciadas en los trabajos del apostolado», reza en las Primeras Constituciones.
