El miércoles 1 de mayo, festividad litúrgica de san José Obrero, la iglesia conmemora el Día Internacional de los Trabajadores con el lema Cuidamos el trabajo para cuidar a las personas.
Juan Carlos Antona Gacituaga, director del Secretariado diocesano de Pastoral del Trabajo, recuerda que esta celebración «tiene su origen en el año 1886 en Chicago, cuando se convocan una serie de manifestaciones para reivindicar la jornada laboral de 8 horas. En realidad, ya estaba aprobada oficialmente, pero no se llegaba a poner en práctica. El 4 de mayo de ese mismo año tienen lugar una serie de altercados, después de las manifestaciones del 1 de mayo, donde son asesinados 8 manifestantes, los llamados ‘8 mártires de Chicago’. Justamente, esto es lo que va a dar origen a la fiesta» ya que, «en el año 1889, la Segunda Internacional Socialista lo proclama el Día Internacional de los Trabajadores. En España se empieza a celebrar en el año 1931, en la Segunda República». Desde el punto de vista religioso, prosigue, fue «el papa Pío XII quien, el 1 de mayo de 1955, en una reunión con trabajadores en el Vaticano, instituye en este día la festividad de la memoria de san José Obrero, entendiendo que también la Iglesia católica debería unirse a la celebración del Día de los Trabajadores. Y, desde entonces, mantenemos vivo este espíritu tanto del papa Pío XII como de los papas posteriores, teniendo en cuenta que la Doctrina Social de la Iglesia surge a finales del siglo XIX como respuesta a la realidad sangrante que se estaba dando al mundo del trabajo». Y es que, para Juan Carlos Antona, la del trabajo «es una realidad que siempre hay que mantener actualizada, y que tiene que estar presente siempre en la preocupación de la Iglesia».
El director del Secretariado de Pastoral del Trabajo reconoce que «en Madrid, y en las diócesis hermanas de Alcalá y Getafe, la celebración del 1 de mayo queda encuadrada en un largo puente, desde luego este año es larguísimo, puesto que el 2 de mayo es el día de la Comunidad de Madrid, y es festivo también. Esto hace que la participación en los actos del 1º de mayo sea bastante mermada». Sin embargo, apunta, «nosotros planteamos la celebración de la fiesta del 1 de mayo como algo mucho más amplio, a través de una campaña que iniciamos el 7 de octubre con la celebración de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, en la que tenemos dos momentos muy fuertes -el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y el 28 de abril, Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, y que culmina con la celebración del 1º de mayo. Por lo tanto, forma parte de un trabajo más amplio, no reducido a un día. De esta manera, pretendemos sobre todo que la realidad del trabajo esté presente en nuestro día a día pastoral, en nuestro caminar, aunque luego la celebración del 1º de mayo, por los festivos y los puentes, quede bastante difuminada».
Cuidamos el trabajo para cuidar a las personas
«Cuidamos el trabajo para cuidar a las personas -indica- es el lema elegido este año para el 1º de mayo. Creo que la mejor aclaración que hay del mismo la ofreció el papa Francisco en su mensaje a la Organización Mundial del Trabajo (OIT) en la Cumbre Mundial del Trabajo del año 2021: si el trabajo es una relación, entonces tiene que incorporar la dimensión del cuidado. Porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado. Aquí no nos referimos solo al trabajo de cuidados. La pandemia nos recuerda su importancia fundamental, que quizás hayamos desatendido. El cuidado va más allá. Debe ser una dimensión de todo trabajo. Un trabajo que no cuida, que destruye la creación, que pone en peligro la supervivencia de las generaciones futuras, no es respetuoso con la dignidad de los trabajadores, y no puede considerarse decente. Por el contrario, un trabajo que cuida contribuye a la restauración de la plena dignidad humana. Contribuirá a asegurar un futuro sostenible a las generaciones futuras. Y en esta dimensión del cuidado entran, en primer lugar, los trabajadores».
Para Juan Carlos Antona, es muy importante cuidar el trabajo para cuidar a las personas. «En nuestra sociedad -señala- no es fácil conciliar la vida personal y laboral. Esto provoca el desgaste de la vida familiar, unas relaciones familiares que sufren a consecuencia de lo que se sufre en el mundo del trabajo. Vemos claramente que el trabajo muchas veces da lugar a conflictos personales, familiares, sociales… El tiempo que destinamos al trabajo va mucho más allá del tiempo que estamos dedicados a la actividad laboral: tenemos que tener en cuenta los desplazamientos y lo que supone, en muchos trabajos, la preparación para los mismos. Por ejemplo, si tienes que tener una buena imagen, el tiempo de peluquería o el que necesites para el cuidado personal no va dentro de tu horario laboral… Lo tienes que sacar de tu horario personal. Hay muchas realidades que afectan a este cuidado del trabajo, sobre todo el tema de la conciliación familiar es básico, y es fundamental». Por eso, insiste, «mientras no podamos garantizar un buen cuidado a la familia, y mientras no podamos asegurar que la relación de familia no va a sufrir a consecuencia de nuestra vinculación al mundo laboral, entonces quiere decir que todavía nos queda bastante por mejorar».
Realidades y retos
Confiesa que «hay realidades concretas que van abriéndose camino, pero que todavía no terminan de implantarse del todo. Por ejemplo, la desconexión digital. Es una cosa básica. Es decir, cuando se acaba tu horario laboral tienes que desconectar del trabajo, y eso no siempre sucede así. Muchas veces, incluso en días libres, te requieren para cosas del trabajo y, además, si no lo haces, hay enfado con el trabajador, como si el descanso fuese simplemente un placer, un deseo, y no una necesidad».
Por eso, afirma, «tenemos que avanzar mucho, tanto en el mundo laboral dentro de la iglesia como fuera de la iglesia, cuidando que las condiciones de trabajo sean cada vez más dignas y que, sobre todo, ayuden a la realización de la persona; ayuden a que nosotros, como personas, podamos ser más plenos, más auténticos; a que desarrollemos todas nuestras potencialidades al servicio de la sociedad y no nos terminemos quemando, cayendo en depresión, o en situaciones realmente dramáticas, por la tensión que vamos acumulando en el mundo laboral».
1º de mayo en Madrid
Por último, Juan Carlos Antona invita a participar en la fiesta que la Plataforma Iglesia de Madrid por el Trabajo Decente ha organizado para el 1º de mayo. «Es una Eucaristía, que dará comienzo a las 10 de la mañana en la parroquia Nuestra Señora de las Angustias, presidida por monseñor Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid. Es un momento de encuentro, de celebración, de compartir, y también un momento de reivindicar: un trabajo decente, un trabajo justo, y que nos plenifique como personas, para todos».
Aunque advierte que «la acción de la Pastoral del Trabajo, y de la Plataforma, no se limita a un día, a una ocasión específica, como es el 1º de mayo, sino que se extiende a lo largo del curso, en distintas fechas y diferentes momentos. Por eso, toda nuestra campaña del cuidado del trabajo para cuidar a la persona se vehicula a través de varios actos, algunos de toda la Plataforma como tal, y otros que va realizando cada colectivo, cada organización, de una manera aislada. Pero es importante tener en cuenta que el año que viene, 2025, celebramos el Año Jubilar convocado por el papa Francisco, y que justamente el 1 de mayo el papa presidirá en Roma el Jubileo de los trabajadores. Con todas estas acciones que vamos desarrollando, incluida la Misa del día 1, y las que programaremos, también vamos poniéndonos en camino, y los motores a punto, para esta celebración jubilar de todo el mundo del trabajo», concluye.