Madrid

El cardenal José Cobo en el inicio de este tiempo estival desea, para la Iglesia de Madrid, que «sepamos leer el paso de Dios en estos momentos de descanso y lo proyectemos para el futuro»

  • Titulo: Santiago Tedeschi Prades
  • Firma: El cardenal José Cobo, en su mensaje de verano para toda la Iglesia de Madrid: «Sepamos leer el paso de Dios en estos momentos de descanso y lo proyectemos para el futuro»
  • Fin Agenda: 02-08-2024

Llega el mes de agosto, tiempo de vacaciones para muchos, y el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha aprovechado el inicio de este tiempo estival deseando un feliz verano para toda la diócesis y enviando su bendición y su deseo «de que sepamos leer el paso de Dios en estos momentos de descanso y lo proyectemos para el futuro». Termina así un curso intenso, un curso que ha sido, también para el arzobispo, «el primer año de aterrizaje profundo dentro de la diócesis de Madrid, un año que agradezco».

Asimismo, el arzobispo ha querido agradecer «a toda la gente que ha hecho el esfuerzo de hacer un nuevo comienzo: es lo que emprendimos desde el primer día y lo que hemos ido haciendo. Ha sido un año intenso, de diálogo con mucha gente y de emprendimiento también de comisiones y grupos nuevos que están empezando a trabajar para el futuro de la diócesis». Un año donde «hemos puesto mucha gente a pensar, a soñar y a ir preparando lo que queremos en el futuro»: «Por eso, ahora que ya llega el verano y os vais, unos y otros, a la playa o a la montaña, o simplemente os quedáis aquí, sí es un buen momento para pausar un poco y para rezar todo lo que ha sucedido y actuado Dios en este año».

«Creo que ha sido un año donde Dios ha pasado a través nuestro, a través de la gente y de todo lo que ha ocurrido, de lo bueno y de lo menos bueno. Dios ha pasado y creo que el verano es buen momento para pausar y esperar a leerlo; ¿Qué es lo que ha hecho Dios aquí y por dónde nos pide que caminemos el año que viene?»

El deseo del arzobispo de Madrid para este verano y para estas vacaciones es que también «sea un momento de reflexión» y, para los que no pueden disfrutar de estos días de descanso, por lo menos que sea un «tiempo de ir más lento, un momento en el que podemos repensar, saborear, rezar un poco más y también proyectar lo que será el año que viene».

Un año que se prevé apasionante y que comenzará con la Jornada de Oración por la Creación y con un «pistoletazo de salida que vamos a hacer juntos, en todos los lugares de la diócesis: una Semana de la Palabra donde escuchemos a Jesucristo como Palabra y nos pongamos delante de ella para, también juntos, comenzar y a partir de allí todo lo que venga y que el Señor nos mande».

Un tiempo de descanso, el que viene ahora en agosto, «que es muy necesario» donde también descubriremos a Dios porque «seguro que tiene algo que decir»: «Y si no es así, porque pilla a algunos en el trabajo, pues también vamos a rezar por ellos y por los que sostienen y mantienen todos estos días la ciudad y tantos trabajos duros que en estos días también se desarrollan». «La bendición para todos y el deseo de que leamos el paso de Dios en estos momentos y lo proyectemos para el futuro. ¡Que Dios os bendiga!»

Así recibió Antonio Secilla la noticia de su nombramiento como nuevo rector del Seminario Conciliar: «Asombro, agradecimiento e ilusión»

  • Titulo: Santiago Tedeschi Prades
  • Firma: Así recibió Antonio Secilla la noticia de su nombramiento como nuevo rector del Seminario Conciliar: «Asombro, agradecimiento e ilusión»
  • Fin Agenda: 01-08-2024

A Antonio Secilla la noticia del nombramiento como nuevo rector del Seminario Conciliar de Madrid lo ha pillado en Lyon, pocas horas antes de volver a Madrid, tras vivir unos días de la peregrinación de la DELEJU a Taizé. Han sido muchísimos los mensajes y las llamadas que ha recibido Antonio tras la publicación de los nombramientos, una demostración de afecto del clero madrileño y no solo. Familiares, amigos, todos querían felicitar al nuevo rector del Seminario Conciliar.

«Asombro, agradecimiento e ilusión». Estas son las tres primeras palabras que le vienen a la mente cuando empieza la entrevista. «El Señor va conociendo nuestras vidas y nosotros tenemos que responder desde esa confianza y de ese fiarme a lo que Él me llama, sabiendo además que cualquier servicio dentro de la Iglesia es lo más grande que podemos hacer. Es lo que el Señor nos ha enseñado, desde ese momento del Lavatorio de los Pies, y lo hace continuamente también hoy en día», subraya el nuevo rector del Seminario Conciliar.

Asombro, agradecimiento e ilusión

Asombro, pero pies en la tierra porque «no es ser rector del Seminario de Madrid algo más importante que una abuela que está rezando un Ave María en una parroquia, o una madre de familia que da de comer a sus hijos, o un padre cansado o un sacerdote de un pueblo, sino que, dentro de la misión que tenemos en nuestras vidas, lo importante es que vayamos respondiendo a lo que el Señor nos pide con humildad y sencillez. Eso no quita el asombro, porque además reconozco mi pobreza».

Agradecimiento: sobre todo al cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, y a toda la Iglesia «por esta misión, este encargo y esa confianza que ha depositado, no solo en mí, sino a todo un equipo». Porque el nuevo rector no se olvida del equipo con el que viene trabajando durante muchos años: «Es impensable que se pueda desarrollar esta tarea siendo yo solo, sino que tenemos estar allí al frente, todos unidos, con un equipo que ya considero, y así lo vivo, como una familia que el Señor me ha regalado aquí en Madrid».

Y la tercera palabra, ilusión, ante este nuevo reto: «Siempre el Espíritu Santo nos abre y nos propone nuevos desafíos. Siempre es algo muy enriquecedor y apasionante al mismo tiempo. Creo que este momento de la Iglesia es una bendición y tenemos que seguir respondiendo con humildad a los retos que el Espíritu nos suscita».

La noticia del nombramiento – como ya hemos dicho – la recibió en la ciudad francesa de Lyon tras vivir unos días con los jóvenes de la DELEJU la peregrinación a Taizé. Algo que, para Antonio Secilla, ha sido muy especial: «Considero que las cosas no suceden por casualidad, sino que el Señor va moviendo los hilos de nuestra historia personal. Y, de alguna manera, el Señor me ha ido preparando para recibir esta noticia desde esta convivencia con los jóvenes de Madrid. Para mí ha sido un tiempo de gracia ciertamente».

«En Taizé hemos podido reconocer la centralidad de la comunión, vivir todos unidos en Cristo que es el que nos llama a la unidad, a mirarle a Él y a mirarnos a nosotros a los ojos e ir más allá de las diferencias. Descubrir ese corazón y esa mirada que es el reflejo de la mirada de Jesús en cada uno, sea de la confesión que sea», ha subrayado Antonio tras vivir unos días en la comunidad de Taizé.

Antonio Secilla

«Un sacerdote es, ante todo, una persona que ha conocido el amor y que vive para amar»

Han sido unos días de gracia en Taizé para el nuevo rector del Seminario Conciliar de Madrid y también muy especial por vivirlo como director del Secretariado de Vocaciones: «He ido viendo durante estos años como es el Espíritu Santo el que nos conduce, va iluminando y poniendo también en cada momento y en cada circunstancia lo que el Señor te quiere mostrar».

Y la primera palabra que le viene a la mente al pensar ‘Seminario’ es «alegría»: «Una alegría que surge de la comunión, de esa caridad que se vive allí y que es central. Recuerdo que me hizo bien un testimonio de un jesuita albanés, el Padre Anton Luli S.J., que estuvo mucho tiempo recluido, con trabajos forzados. Estuvo muchos años de su vida así y dio testimonio ante el papa Juan Pablo II y le comentó que cuando le liberaron se encontró después con uno de los carceleros en la calle y lo abrazó. Y él daba su testimonio diciendo que «un sacerdote es, ante todo, una persona que ha conocido el amor y que vive para amar». De ese conocimiento del amar es lo que surge la alegría».

¿De quién se acuerda uno ante este tipo de noticias?: «La verdad que estos días están siendo días de acordarme de muchas personas. Ahora mismo estoy en Lyon y me acuerdo de ese ministerio de San Ireneo, por ejemplo, pero también, por ser la fiesta de San Ignacio de Loyola, sus palabras me han acompañado y el Señor ha querido que se haga presente hoy».

«Me acuerdo de los sacerdotes, el cura de mi pueblo de Baena, cuando me ordenó, me dijo de no olvidarme de los sacerdotes de los pueblos. De alguna manera esas palabras siempre están en el corazón y reconozco la grandeza de quien entrega su vida en lugares pequeños, pero grandes a los ojos de Dios. Por supuesto me acuerdo de nuestro obispo auxiliar, don José Antonio, que me ha precedido y del cual he aprendido tanto. De don Jesús Vidal con el que comencé la etapa de formador y aprendí mucho de él y del rector Andrés García de la Cuerda, en mi época del seminario». Asimismo, Antonio Secilla también se acuerdo de muchos laicos «que me están acompañando hoy día y he ido descubriendo en estos años de sacerdocio que también ellos modelan mi corazón de pastor que está sin hacer y también viendo como son una riqueza y una bendición para los sacerdotes».

Un servidor ha podido estar en los últimos días con el nuevo rector del Seminario Conciliar. Puedo asegurar que en la Iglesia de Madrid hay muchas personas muy buenas. Y Antonio Secilla es una de ellas.

El fotógrafo Santi González Barros, participante en las cuatro ediciones de la Escuela de Verano de Arte y Espiritualidad del Observatorio de lo Invisible: «La gente se ha sentido mirada con cariño porque nadie hace juicios»

  • Titulo: Sandra Madrid
  • Firma: El fotógrafo Santi G. Barros, participante en las cuatro ediciones de la Escuela de Verano de Arte y Espiritualidad del Observatorio de lo Invisible: «La gente se ha sentido mirada con cariño porque nadie hace juicios»

'Fuente de agua viva' es el lema elegido por el Observatorio de lo Invisible (OI) para su IV Escuela de Verano de Arte y Espiritualidad. Un evento que se ha celebrado del 22 al 28 de julio, en el monasterio de la Santa Espina, en Montes Torozos, y en el que han participado más de 140 artistas, de los cuales 125 son alumnos. Organizado por Fundación Vía del Arte, este año en colaboración con la archidiócesis de Valladolid, el encuentro se ha desarrollado con un amplio programa de actividades, en el que han destacado los diez talleres prácticos interdisciplinares, dirigidos por reconocidos artistas o artesanos.

Santi González Barros ha participado en las cuatro ediciones, las tres primeras en Guadalupe (Cáceres) y este año en el monasterio de la Santa Espina. El fotógrafo y realizador ha afirmado que «esta última le ha servido para ver con cierta perspectiva y encontrar lo común entre todas ellas». En esta ocasión, «se ha dado la misma magia», por ello, puedo confirmar que «lo importante son las personas no el lugar».

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«La gente se ha sentido muy abierta y mirada con cariño por los demás porque nadie hace juicios; en los entornos artísticos a veces predomina el ego, el querer escalar, competir, etc. Aquí no ocurre nada de eso porque hay pura comunión».

Otra idea que ha destacado es que «en este lugar se da una especie de vibración común con la misma frecuencia, por ejemplo, a la hora de rezar hemos vivido cómo las peticiones surgen de manera espontánea y eso me ha impresionado». Además a la hora de crear «había mucho apoyo entre los compañeros de cada taller. Y de las interpretaciones puedo asegurar que no había roces y tensión, sino apertura, admiración, cariño y encuentro».

La tercera idea que ha subrayado Santi G. Barros es que ha sentido que «la gente se reconocía en los demás, es decir, en algunas ocasiones cuando eres artista percibes que estás fuera del mundo o eres una persona incomprendida, en cambio aquí interesas a todos porque los que estábamos allí éramos artistas o les importaba el arte».

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Asimismo, el fotógrafo ha destacado el concepto de la paz, «por esa comunión entre las personas, pero también entre las propias artes que todos los años se funde con el espacio». Por ello, ha asegurado que «no importa tanto el espacio, sino que buscamos que sea un lugar bello en el que Dios esté presente. En este sentido ha explicado que «ir sin prisas, ese cansancio por el calor o perder horas de sueño por estar hablando con las personas, hace que la gente esté en paz, es decir, sienta cercanía y contacto fuerte con Dios».

En conclusión, «las anteriores ediciones me han ayudado en el día a día, es decir, beber de lo vivido esa semana como si fuera un retiro y tener más ilusión, fuerza e identidad».

Los jóvenes de la DELEJU vuelven a Madrid tras «beber de la fuente de Taizé» y empaparse de su espíritu con «perseverancia, Palabra de Dios, silencio y comunidad»

  • Titulo: Santiago Tedeschi Prades
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  • Fin Agenda: 30-07-2024

Perseverancia, Palabra de Dios, silencio, comunidad, salir de su zona de confort. Esto, y mucho más, han vivido durante 10 días el grupo de 180 jóvenes de la DELEJU que ha peregrinado desde Madrid hacia Taizé, comunidad monástica cristiana ecuménica, fundada en 1940 por el Hermano Roger. Allí han estado una semana intentando empaparse de esa comunidad que, «desde el respeto, tratan que los cristianos nos entendamos y que haya plena reconciliación».

Los primeros días, como suele ocurrir cuando llegas a un lugar nuevo y donde nunca has estado, no es fácil entender bien lo que pasa allí. De repente entras en una Iglesia donde todo el mundo se sienta en el suelo, reza principalmente a través de los cantos y el silencio y quizás, muchos de los que llegaron allí por primera vez, se habrán ido a dormir el domingo pensando, ¿dónde me han llevado?, ¿qué hago yo aquí?

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Pero la semana avanzaba y los jóvenes, poco a poco, iban entendiendo algo muy importante: es posible rezar juntos, siendo de confesiones cristianas distintas y que, en este mundo donde 'polarización' fue la palabra del año en 2023, se necesitan lugares como Taizé para entenderlo y vivirlo plenamente. Y, sin ninguna duda, ayudó mucho la llegada, justo a la mitad de la semana, del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. Cuanto tenía 17 años ya organizaba viajes a Taizé y, por eso, la presencia de los jóvenes de la diócesis de Madrid – su diócesis – en la colina francesa, para él «significa mucho y es motivo de profundo orgullo».

Desde el pasado viernes, un servidor se unió al viaje para intentar – entre bastidores – captar todo lo que habían experimentado los jóvenes de estos días en Taizé. Hay que subrayar que la comunidad de los hermanos de Taizé se entregó con extrema dedicación para que toda la Iglesia de Madrid se sintiese como en casa y, en este caso, hay que destacar el encuentro que tuvieron los responsables de la DELEJU con el prior de la comunidad, el Hermano Matthew: «Muchas gracias a todos por organizar este viaje, estoy seguro de que significa mucho para todos: laicos y laicas, seminaristas, sacerdotes. Todos tenemos un rol en esta Iglesia y escucharnos entre nosotros es lo más importante. Si nos olvidamos de eso perdemos mucho».

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El Hermano Matthew recordó además el Encuentro Europeo que se vivió en Madrid en el año 2018: «Fue algo muy bonito y me sorprendió el frío que hacía en la ciudad». Destacó además que, como en Taizé con su nombramiento como nuevo prior el pasado mes de diciembre, también en Madrid «es un tiempo de cambio. Pero esos cambios no nos pueden desestabilizar». En el diálogo con los jóvenes, el Hermano Matthew subrayó como en Taizé los jóvenes llegan con muchas preguntas, dudas y preocupaciones: «Luego entran en la Iglesia, empieza la oración y llega la armonía y la paz».

Tras vivir con mucha intensidad la oración en torno a la cruz el viernes por la noche, el sábado, justo al final de la semana, el cardenal José Cobo ofreció un taller para todos los jóvenes que estaban en Taizé. El tema era ‘El rol de los jóvenes en la Iglesia sinodal’. Empezó el taller narrándole un cuento sobre un barco que «llevaba toda la vida atracado en un puerto […] de repente el capitán decide ir mar adentro y para que el barco empezara a navegar». El arzobispo de Madrid comparó entonces el Sínodo a «una forma de navegar de la Iglesia. No es una teoría, sino una forma de navegar. Hace tiempo el Papa nos dijo de ponernos a navegar y en este momento estamos: queremos poner a la Iglesia a navegar entre todos».

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«En medio de grandes olas y tempestades, navegamos con el reto de saber también qué puesto tenemos en este barco», subrayó el cardenal José Cobo. Además, el cardenal remarcó que la sinodalidad tiene tres formas de mirar, «pero siempre con un horizonte mirando la misión a la que estamos llamados»: «No miremos a la Iglesia desde nuestras habitaciones, sino que mirémosla con los ojos de Jesús, los ojos de un enamorado. Así mira Jesús a su Iglesia».

Y así la semana ya se iba acabando en la colina francesa de Taizé: la oración del sábado, con la entrada a la comunidad de Adam, un joven polaco, y la Misa del domingo presidida por el arzobispo de Madrid - según el sacerdote Luis Felipe Rodrigues «el momento más emcionante del viaje» -  cerraban una semana intensa de oración, silencio y amistad. Antes de subirse a los autocares faltaba un último encuentro del arzobispo de Madrid con sus jóvenes: «Espero que cuando lleguéis a casa os vais a acordar de esta experiencia. Aquí hay una comunidad que, desde el respeto, intentan que los cristianos nos entendamos y que haya reconciliación entre los hermanos. En nuestro mundo, cada vez vivimos más lejos los unos de los otros, y tiene que haber experiencias como Taizé para que nos unamos y entendamos que es posible rezar juntos»

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«Os agradezco porque habéis sido muy valientes al venir aquí, a un lugar que no conocíais […] ahora volvemos a nuestra ciudad, a nuestra diócesis. Esta experiencia es, como dijo Juan Pablo II, “beber agua de una fuente y seguir adelante”. Os agradezco, aunque sea un segundo de oración que hayáis hecho aquí», les dijo el arzobispo antes de despedirse de los jóvenes. 

Como sucedió en la ida, con paradas en Zaragoza, en el pueblo geronés de Llansá o Montpellier, también para la vuelta los responsables de la DELEJU habían preparado una parada antes de volver a Madrid. Tras una tarde libre en la ciudad de Lyon, los autocares viajaron hacia Aviñón donde, gracias a la extraordinaria acogida de la diócesis, los jóvenes pudieron alojarse en uno de los polideportivos de la ciudad.

Pudieron así, a pesar del mucho calor, conocer la ‘Ciudad de los Papas’ y celebrar Misa en la Iglesia de San Agrícola, patrón de la ciudad. Todo esto fue posible gracias a la colaboración entre la DELEJU y la Iglesia de Aviñón, en particular Francisco Esplugues, párroco de la Iglesia de San Agrícola, y Benoît Tartanson, Delegado de Juventud y de Vocaciones de la diócesis francesaLos días en la ciudad se cerraron con una catequesis en el gimnasio donde se alojaban y donde el tema principal fue la reconciliación - un servidor se «infiltró» en una de ellas y pudo comprobar, de primera mano, como en muchos de los jóvenes el espíritu de la peregrinación había entrado en sus corazones -.

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Antes de viajar hacia Llansá, última parada antes de su vuelta Madrid, hubo tiempo para la Eucaristía: «Palabra de Dios, silencio y comunidad. Cuidar mucho estas cosas en vuestro grupo, sed una piña. Que nuestra vocación sea ser discípulos de Jesús, sembrar la buena semilla en este mundo», les dijo Antonio Secilla, director del Secretariado de Vocaciones y, nombrado justo en el día de ayer, nuevo rector del Seminario de Madrid, al final de la Misa.

Seguramente este reportaje no hubiera sido posible sin el cariño de todos los responsables de la DELEJU, que han preparado con esmero y atención esta peregrinación, sin el empeño del arzobispo de Madrid de despejar su intensa agenda para estar con los jóvenes, sin el trabajo, las 24 horas del día, de José Manuel Fernández y Míriam Blanco, director y secretaria pastoral del Secretariado de Infancia y Juventud, sin la acogida cariñosa de las diócesis de Girona y Aviñón. El viaje acaba, los jóvenes vuelven a Madrid y lo hacen con un corazón lleno de amistades y con una nueva experiencia a sus espaldas. 

«Se pasa por Taizé como se pasa junto a una fuente. El viajero se detiene, bebe y continúa su ruta. Los hermanos de la comunidad, ya lo sabéis, no quieren reteneros. Ellos quieren, en la oración y el silencio, permitiros beber el agua viva prometida por Cristo, conocer su alegría, discernir su presencia, responder a su llamada; después volver a partir para testimoniar su amor y servir a vuestros hermanos en vuestras parroquias, vuestras ciudades y vuestros pueblos, vuestras escuelas, vuestras universidades, y en todos vuestros lugares de trabajo» (Juan Pablo II, 5 de octubre de 1986).