«Lo que celebramos en el 1º de mayo es un recuerdo, una memoria de lo que ocurrió en 1889. Lo que se llaman los 'Mártires de Chicago'», explica David González, miembro de Acción Católica Obrera (ACO), y representante de su movimiento en la Plataforma Iglesia de Madrid por el Trabajo Decente. «Eran unos sindicalistas -prosigue- que fueron asesinados brutalmente por el Gobierno, de una forma muy rápida. Y después se descubrió que el juicio había sido un fraude, y que no habían hecho absolutamente nada de lo que les acusaba. El problema era que ellos estaban reivindicando en ese momento tan complicado del siglo XIX que la gente tuviera jornadas laborales distribuidas en 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso, y 8 horas de cultura: para estudiar, para leer, para poder estar con la familia, para poder disfrutar de la vida… Esa fue un poco su reivindicación. Y por eso se decidió conmemorar el 1º de mayo como Día Internacional de los Trabajadores, aunque no fue declarado festivo hasta más tarde».
«Para nosotros -comenta- el 1º de mayo es una jornada para recordar esa memoria, pero también para reivindicar las mejoras y continuar con ese legado. Para reivindicar que hoy en día hay gente que muere en el Mediterráneo, huyendo de la violencia y de la miseria, y que también son trabajadoras y trabajadores; reivindicar los altos niveles de precariedad; reivindicar que hay gente, sobre todo jóvenes, mujeres e inmigrantes, a veces en una situación de explotación insoportable; y, sobre todo, trabajar un poco por la igualdad y la justicia. Lo que los cristianos llamamos “construir el reino de Dios aquí en la tierra”».
Desde ACO, indica, «en esta jornada, vamos a participar con toda la Iglesia en la Eucaristía que presidirá monseñor Jesús Vidal. Y vamos a recordar todo esto: reivindicar a todas las personas, y la construcción de mundo mejor. Pero, sobre todo, vamos a recordar que entre todos tenemos que aportar, tenemos que evangelizar, tenemos que llegar a otras personas, a los que sufren. Tenemos que ir construyendo plenamente el reino de Dios, que se va levantando desde hace más de 2000 años, pero que todavía no lo tenemos al 100%».
Crear un mundo del cuidado
En alusión al lema elegido este año para la celebración, Cuidamos el trabajo para cuidar las personas, destaca que «tenemos que crear un mundo en el que nos cuidamos unos a otros. No un mundo de competición, ni de maltrato; no un mundo de individualismo; no un mundo en el que cada uno de nosotros vaya a lo que quiera, sino justamente lo contrario: un mundo en el que nos cuidemos los unos a los otros, atendiendo en especial a los más desfavorecidos, a los que más sufren, a los que están más 'ninguneados', a los nadie. De eso se trata esta jornada, y esa es la petición y el eslogan de este año: que hagamos un mundo más de cuidados, por supuesto también dentro del mundo del trabajo».
«Cuando hablamos del mundo del trabajo -declara-, no solamente hablamos de los trabajadores, que lógicamente, sino también de los parados que no pueden trabajar, que están en una situación muy compleja, y que son muchísimos hoy en día. También hablamos de los estudiantes que están preparándose para encontrar un trabajo, para poder tener un futuro en la vida. Y de todas las familias que están relacionadas, y condicionadas por esta realidad … Es decir, el trabajo no solo es el empleo, sino que es el tipo de vida que te ha tocado vivir, y el elemento que más te condiciona a la hora de poder estar».
Por eso, en esta jornada del 1º de mayo, lanza una invitación. «Animo a todas las personas a que se unan a nosotros en esta celebración y en estas reivindicaciones. A que nos conectemos todos, para que juntos podamos mejorar las condiciones laborales. Que no tengamos miedo a pedir lo que es justo y lo que es bueno para los demás, ya sea porque nos toca directamente, porque estamos implicados o, aunque no estemos implicados, porque como creyentes pensamos que eso es lo que hay. Animo a todas y a todos a celebrar y a reivindicar en este Primero de Mayo, y a seguir haciéndolo el resto de los días».
Cuidar de los más pobres y desfavorecidos
«La Acción Católica Obrera -señala- es un movimiento que surgió en Suiza hace mucho tiempo: casi 80 años. Se creó partiendo de la experiencia de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), cuando los y las militantes se fueron haciendo mayores, ya que querían continuar con su proceso y su vida en esta línea. Se inició en Suiza, y se extendió muy rápido por toda Europa, fundamentalmente a Francia. En España se difundió mucho, por ejemplo, en Cataluña. Hoy, somos unos 800 militantes, aunque hay más gente conectada».
«Nosotros -apunta- trabajamos en equipos. Nos reunimos cada dos semanas, y hacemos Revisión de Vida. Básicamente, lo que hacemos es conectar la fe y la vida; es decir, partimos de hechos concretos de nuestra vida, de las cosas que nos van pasando, profundizamos en ellos, y a partir de ahí hacemos un estudio del Evangelio y contrastamos. El Evangelio no es una cosa que pasó hace 2000 años, sino que es algo, que está vivo, y que tiene mucho sentido hoy en día, que nos aporta y nos hace crecer y convertirnos en personas, ponernos en acción, salir afuera a evangelizar…». Una evangelización, indica, «que alcanza a todos los ambientes en los que estamos: en el trabajo, en el barrio, con la familia, con los vecinos … Y teniendo cuidado de manera especial por los más pobres y desfavorecidos», insiste.
«Nuestros espacios de Revisión de Vida están abiertos -afirma-. Invitamos a los demás a participar en ellos, a compartir la vida y desde ahí conectarla con el Evangelio, para ver qué podemos hacer para construir el Reino». Además, añade, «organizamos charlas, y participamos en campañas o acciones en momentos concretos, cuando encontramos algo que nos parece importante de cambiar … Funcionamos coordinados con los demás movimientos de ACO de España para poder plantearnos determinados metas, trabajando juntos, celebrando la vida y, por supuesto, la fe», concluye.