Madrid

Una gran Revolución: Globalizar el amor de Dios

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Una gran Revolución: Globalizar el amor de Dios es la propuesta que nos hace esta semana el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, en su carta semanal. En ella nos dice que “estoy convencido cada vez más de que nuestra humanidad necesita ese mensaje esencial encarnado en Cristo Jesús: Dios es amor. De ahí que toda actividad pastoral, todo tratado teológico, todo debe partir y nos debe llevar a anunciar este mensaje. El apóstol San Pablo nos recuerda que si no tengo caridad, nada me aprovecha (cfr. Cor 13, 1). Todo carece de sentido sin el amor. Cuando el amor es el de Dios mismo se edifican unas relaciones absolutamente nuevas entre los hombres. Ha sido en Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, donde hemos conocido el amor en todo su alcance. Como muy bien nos ha dicho el Papa Benedicto XVI en la encíclica Deus caritas est, la verdadera originalidad del amor no consiste en nuevas ideas, sino en la figura y en la persona misma de Cristo”.

“De tal manera esto es así –asegura- que observamos mejor dónde se revela más su originalidad y la necesidad de que ésta sea descubierta por todos los hombres en la Cruz. La manifestación del amor divino es total y perfecta en la Cruz. […] Cada uno de nosotros, sin lugar a dudas, puede decir: Cristo me amó y se entregó por mí (Ef 5, 2). De tal manera que, redimidos por su sangre, ninguna vida humana es inútil o de poco valor. Todos somos amados por Jesucristo con un amor apasionado, fiel y sin límites. Por eso la locura de la Cruz, como nos recuerda San Pablo, es escándalo para muchos, pero es sabiduría de Dios para todos aquellos que se dejan tocar en lo más profundo de su ser. ¡Qué belleza, qué profundidad y hondura alcanza la contemplación del Crucificado que ha Resucitado! Lleva siempre los signos de la pasión, y con ellos se ponen de relieve las grandes falsificaciones y mentiras que hay sobre Dios cuando en su nombre hay violencias, venganzas y grandes exclusiones”.

Jesucristo, cántico nuevo
Para el Arzobispo de Madrid, “urge hacer lo que el salmo 97 nos pide: cantad al Señor un cántico nuevo. Es necesario que ese canto se haga con las notas que nos ha regalado Jesucristo: su victoria, su justicia, su misericordia, su fidelidad, su favor a todos los hombres sin excepción. Importa que a los confines de la tierra llegue este canto nuevo que es el mismo Jesucristo. Un canto que se aprende haciendo vida lo que nos dice Jesucristo: permaneced en mi amor, y que tiene novedad, que se logra cuando entramos en esta escuela: como el Padre me ha amado, así os he amado yo. Y es que, mediante el Amor que se nos ha manifestado en Jesucristo, se ilumina la imagen cristiana de Dios y también la imagen del hombre y el camino que tiene que hacer”.

Por ello, exhorta a “hacer posible que los hombres tengan noticia de Jesucristo, que puedan tener experiencia viva de lo que es Él para los hombres. Para ello, se necesitan testigos, es decir, hombres y mujeres que se amen unos a otros, que muestren que el amor que radica en sus vidas y que se tienen los unos a los otros es de Dios”. Y es que, “no hay otro propietario ni otro origen de un amor que pueda realizar el cambio en el corazón del ser humano y, por tanto, en las relaciones entre los hombres, más que el amor de Dios. Se nos propone un nuevo nacimiento: el que solamente puede dar Jesucristo […] Se trata de nacer de nuevo. Y para ello hay que acoger en nuestras vidas el amor mismo de Jesucristo. De tal manera que todo hombre que acoja el amor de Dios será y se convertirá en una fuente de la que manan ríos de agua viva”. Y “el hombre debe beber siempre de nuevo de la primera y originaria fuente que es el mismo Jesucristo, de quien brota el amor de Dios. Esta es nuestra arma para cambiar el mundo. Es la que nos ofrece Jesucristo, y es de verdad la única que tiene dinamismo para cambiarlo”.

Hay que tener en cuenta, dice, que “el amor ya no sólo es un mandamiento, sino la respuesta al don del amor con quien viene a nuestro encuentro. Por otra parte, el amor engloba la existencia entera en todas las dimensiones, también en el tiempo. Hay que vencer con amor la violencia, el descarte, la cultura del desencuentro. Jesucristo ha vencido en la Cruz” y lo ha hecho “con un amor capaz de llegar hasta la muerte”, poniendo “límite a toda clase de violencias. Pero, ¿es posible el amor? ¡Claro que es posible!” afirma.

Y es que, “el corazón de todo hombre es mendigo de amor, tiene sed de amor”. “Comenzamos a ser lo que tenemos que ser para los demás cuando nos encontramos con una Persona que nos da nuevos horizontes, nuevas capacidades para entendernos a nosotros mismos y para entendernos entre nosotros, una orientación que es definitiva para cualquier ser humano”. Por ello, concluye invitando “a vivir estas bienaventuranzas para tener el arma que nos capacita para hacer visible ya en este mundo la presencia del Reino:

1.- Bienaventurados cuando, permaneciendo envueltos en el amor de Jesucristo, dejamos de falsificar la única arma capaz de hacer posible la convivencia entre los hombres, que se traduce en la cultura del encuentro.
2.- Bienaventurados cuando acogemos y dejamos que nuestra vida sea ocupada por el amor de Jesucristo, que se traduce en vivir en la alegría de Cristo.
3.- Bienaventurados si hacemos visible cada día amar incondicionalmente a quien encontremos en el camino, con el mismo amor de Jesucristo.
4.- Bienaventurados si. impulsados por el amor de Jesucristo, damos la vida para que otros la tengan en abundancia.
5.- Bienaventurados por la amistad que nos ha regalado el Señor: sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
6.- Bienaventurados por la gran comunicación que el Señor tiene con nosotros: nos dice todo lo que sabe de Dios y del hombre.
7.- Bienaventurados porque el Señor nos ha llamado a formar parte de su Pueblo, dándonos como arma el amor mismo de Jesucristo.
8.- Bienaventurados si, habiendo acogido el amor de Dios, lo traducimos en obras que dan frutos que duran y permanecen entre los hombres”.

Hay más pobreza de la que tú crees

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En el Arciprestazgo del Santísimo Cristo del Amor, de la Vicaría VI, se ha celebrado el Encuentro Solidario con el lema "HAY MÁS POBREZA DE LA QUE TÚ CREES".

Este encuentro ha tenido lugar en la parroquia San Antonio María Zaccaria de Madrid, estando abierto a todos los miembros de las seis comunidades parroquiales que forman este arciprestazgo.

Asistieron ochenta personas que comenzaron la jornada con una oración colectiva preparada por la parroquia Virgen de los Llanos. Tras la oración, comenzó el momento principal de la tarde, con una conferencia que analizaba los datos reflejados en el informe FOESSA. El ponente don Pedro José Gómez nos acercó a la realidad de pobreza actual e invitó a la reflexión sobre la respuesta que nosotros como Iglesia podemos y debemos ofrecer.

Durante la exposición se realizaron juegos para los niños con talleres de globoflexia, cariocas, maracas y teléfono escacharrado.

Después los presentes disfrutaron de una merienda preparada y ofrecida por la comunidad arciprestal.

Acabamos la jornada disfrutando del concierto del grupo Manzanares River Blues, a quienes a parte de una calidad musical, agradecemos un buen hacer, profesionalidad y paciencia.

El Arzobispo de Madrid celebra una Eucaristía con Visitadoras de Sacerdotes

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Como viene siendo tradicional, está prevista la celebración de una Misa con miembros de los movimientos y asociaciones cuya finalidad es la atención a los sacerdotes, organizada por la Vicaría Episcopal para el Clero. Presidida por el Arzobispo de Madrid, comenzará a las 19,00 horas de mañana, jueves 14 de mayo, en la Capilla de las HH. Oblatas de Cristo Sacerdote (c/ General Aranaz, 22).

También organizada por la misma Vicaría, el próximo 22 de mayo, viernes, Mons. Carlos Osoro mantendrá una convivencia con sacerdotes jóvenes. Se trata de una reunión con los presbíteros ordenados en los últimos cinco años, con los que se reunirá desde las 10:00 de la mañana en el Palacio Episcopal (c/San Justo, 2). Durante la jornada, Mons. Osoro compartirá con los sacerdotes una meditación, celebración de la Eucaristía, comida y convivencia.

Monseñor Carlos Osoro: “La parroquia es el hogar donde todos encuentran la misma bebida y se encuentran con Nuestro Señor”

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El Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, ha asegurado esta mañana que “la parroquia es el hogar donde todos encuentran la misma bebida y se encuentran con Nuestro Señor”, con motivo de la presentación de la obra La Parroquia del Cardenal Coccopalmerio en la Universidad Eclesiástica San Dámaso.

“Los que somos de pueblo entendemos muy bien qué es la fuente del pueblo. La gente va con calderos, con un botijo, con una botella, con un vaso… o incluso los niños toman el agua con las manos, del chorro que cae de la fuente. Esa es la parroquia, un hogar donde todos encuentran la misma bebida y se encuentran con nuestro Señor”, ha explicado.

En este sentido, Monseñor Osoro ha incidido en que “cuando uno lee la Evangelii Gaudium y acoge lo que el Santo Padre, el Papa Francisco, nos dice sobre la parroquia” ve que “no es una estructura caduca, sino que tiene una plasticidad y puede tomar formas diversas, pero también requiere de nosotros una docilidad y una creatividad misionera”.

A su juicio, la obra del Cardenal Coccopalmerio va a ayudar, precisamente, a “que la parroquia sea de verdad esa presencia eclesial en el territorio, en el ámbito de la vida de todas las personas, que nos hace escuchar la palabra, que nos hace crecer en el diálogo, en el anuncio, en la caridad generosa, en la adoración, en la celebración”.

Por su parte, el Cardenal Coccopalmerio ha impartido una lección magistral en torno a la idea de que “la parroquia es una comunidad de fieles territorial y local en la Iglesia particular, presidida por un presbítero que se llama párroco como pastor propio, el cual desempeña su oficio bajo la autoridad del obispo diocesano y con la colaboración de otros presbíteros, diáconos y fieles laicos” y que, en cierto modo, es también Iglesia.