El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha presidido la Eucaristía que se ha celebrado esta mañana en la parroquia de Santa Bárbara (c/ del General Castaños, 2) con motivo del acto solemne de la apertura del año judicial. A la misma han asistido la Fiscal general del Estado, magistrados del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional, además del ex presidente del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, entre otros
En su homilía, y tras el saludo a los presentes, monseñor Osoro ha recordado que los mandatos del Señor, como anunciaba el Salmo, “siempre son rectos; provocan en el corazón humano alegría. Es cierto lo que hemos cantado en el Salmo: es descanso para todos los hombres, que da luz a la existencia, que da una visión más exacta de lo que tiene que ser la vida para los hombres. Son justos y verdaderos todos los mandatos del Señor”.
A continuación, ha señalado tres aspectos “que acabamos de escuchar” con el fin de acercarlos a la vida y el corazón de los presentes: “el Seños nos propone una tarea, nos dice cómo ha de ser el Tribunal, y nos oferta una sabiduría”.
En primer lugar, “nos da una tarea. Lo ha dicho el Evangelio: a Jesucristo, en el Nuevo y Antiguo Testamento, cuando se habla del Mesías, se le une a estas dos partes: justicia y paz. Y, junto a Él, está la misericordia. El Señor nos propone una tarea porque, cuando Él se hizo presente en esta historia y tomó rostro humano en el camino de los hombres, hubo un acontecimiento singular: había noche y todo se transformó en día, había oscuridad y su presencia la transformó en luz, había combinación y se convirtió en comunicación”.
En segundo lugar, el Señor nos dice cómo han de ser nuestros tribunales: “construidos en Dios”. Así, “quiere que seamos santos y perfectos, como explica la primera Lectura: no oprimas al prójimo, no jures en falso, no despojes a nadie, no retengas nada de lo que es legítimo al otro, garantiza el derecho que tiene quien es imagen de Dios”. No maldigas a nadie, nos dice, “y no pongas tropiezos, facilita la vida al ciego, al pobre, al que más lo necesita. A todo el que te encuentres sufriendo... ¡Qué tribunal más maravilloso nos presenta Jesús!”.
Y, en tercer lugar, nos regala una sabiduría. “Lo hemos escuchado en la segunda Lectura, una sabiduría que hay que demostrar con la conducta y con la amabilidad”. Esta amabilidad, “que es la que tiene Dios con nosotros, que no echa a nadie, por muy malos que seamos; siempre nos escucha, siempre se pone a nuestro lado”. También es verdad que “su luz nos refleja si nuestra conducta está concorde a la cercanía que Él tiene a nosotros”.
El arzobispo ha concluido animado a todos a transformar con justicia lo oscuro en claro, la noche en día, la tristeza en alegría. “Que Él os de esta capacidad para realizar la tarea del Tribunal según Dios, y llenos de esa sabiduría que se identifica como una manera de vivir y de actuar en medio de los hombres”.
Infomadrid / Carlos González