Madrid

El cardenal Cobo a la Delegación Episcopal de Enseñanza en su 50 aniversario: «Crezcamos en identidad. Somos enviados por el propio sueño que tiene Dios como instrumentos de transformación»

El pasado sábado, la Delegación Episcopal de Enseñanza celebró en el Seminario Conciliar de Madrid la XL Jornada Diocesana de Enseñanza bajo el lema «50 años Cuidando la educación». Durante la jornada se ha recordado con gratitud los inicios de esta institución, se ha compartido la riqueza del presente y se ha renovado la pasión por la educación en el futuro.

Para celebrar este importante aniversario estaban presentes también quienes participaron en los orígenes de la Delegación Diocesana de Enseñanza: el arzobispo emérito de Burgos, Fidel Herráez Vegas, María Jesús Bescansa Galán  y Francisco Puértolas Bandrés, ex responsables de formación en la Delegación de Enseñanza.

El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, abrió y cerró la jornada con unas palabras de reconocimiento y aliento a la labor educativa de la Iglesia. «Somos fruto de aquellos trabajos que empezaron hace 50 años, fruto de esfuerzos, desvelos, proyectos y siembras anteriores», destacó, subrayando la importancia del legado recibido. «Nos toca agradecer de dónde venimos y aprender de ello para seguir construyendo juntos».

Durante su discurso, el cardenal reflexionó sobre la importancia de crear redes y trabajar en comunión, conscientes de que «la Iglesia trabaja a través de vasos comunicantes entre unos y otros». En este sentido, el cardenal Cobo recordó que a lo largo de la historia la educación ha requerido reinventarse constantemente, asumiendo los retos de cada época con creatividad y compromiso.

Jornada Ensenanza 1

Otro de los puntos clave fue el cuidado de la comunidad educativa, no solo de los alumnos, sino también de los docentes. «Vosotros sois lo mejor que tenemos», afirmó el arzobispo, señalando la necesidad de escucha mutua y acompañamiento ante las fragilidades que los jóvenes traen consigo y que, en muchas ocasiones, no pueden resolverse únicamente en el aula: «Aprended a cuidaros unos a otros, escucharos y cread esa red de cuidado».

Finalmente, el cardenal insistió en la importancia de crecer en «Identidad», más allá de la identidad de los centros educativos concretos. «Somos enviados por el propio sueño que tiene Dios y somos instrumentos de transformación», afirmó.

La jornada concluyó con un agradecimiento a todos los que han formado parte de la historia de la Delegación Episcopal de Enseñanza, desde sus inicios hasta la actualidad, reconociendo la labor de quienes han sembrado y cuidado esta misión educativa: «Gracias por esta mañana, por todo lo que habéis pensado, compartido, por los que han estado antes y, como no, por todos los que han sembrado toda esta historia, gracias a vosotros estamos aquí».

La XL Jornada Diocesana de Enseñanza fue una ocasión especial para reafirmar la importancia de la educación en la construcción de la Casa Común, mirando al pasado con gratitud, viviendo el presente con pasión y proyectando el futuro con esperanza. El evento concluyó con una actuación musical a cargo del grupo DIDASKAIROS, formado por profesores de Religión.

Jornada Ensenanza 2

Madrid celebra el Día del Seminario «dando gracias a Dios y a la Iglesia por el cariño y el cuidado con el que sostienen a los seminaristas»

La Iglesia celebra el Día del Seminario en torno a la solemnidad de san José, con el lema "Sembradores de esperanza". En esta ocasión, la campaña de la Conferencia Episcopal Española pone el foco en tres realidades que marcan nuestro tiempo: la hiperconectividad, que facilita la comunicación pero también genera aislamiento; la soledad, que puede experimentarse incluso en medio de la multitud; y el sufrimiento provocado por el dolor y la injusticia.

Cuatro factores de nuestra sociedad alimentan la desesperanza y la depresión: la incertidumbre económica, el miedo a la enfermedad, el impacto de las redes sociales impregnadas de ideologías y desinformación, y el progresivo envejecimiento de la población. Como consecuencia, los índices de depresión y suicidio han aumentado, convirtiéndose en un problema de salud pública de gran relevancia.

«Una fiesta para celebrar y vivir»

Con motivo del Día del Seminario, el rector del Seminario Conciliar de Madrid, Antonio Secilla, recuerda que «el tiempo pasa volando y los acontecimientos se suceden sin parar». Sin embargo, hay fechas especialmente significativas para los seminaristas. La proximidad de la solemnidad de San José, patrón de la Iglesia y del Seminario, marca para ellos «nuestro día, una fiesta que hay que celebrar y vivir».

Por un lado, este día les brinda la oportunidad de salir a distintos lugares de la diócesis, a los que, por sus responsabilidades pastorales, no pueden acudir durante el resto del año. Además, como expresa el lema de la campaña, «queremos ser sembradores de esperanza»: una esperanza encarnada en jóvenes que han sentido la llamada de Jesús, han dejado todo para seguirle y desean entregar su vida al pueblo del que un día Dios los llamó.

Antonio Secilla subraya también que esta jornada es una ocasión para reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros: un Dios que nos ama, sigue llamando y nos invita a todos a participar de su vida.

Antonio Secilla

Jubileo de los seminaristas

Este año, al ser Año Jubilar, la celebración del Día del Seminario tendrá un carácter especial. Además de ofrecer su testimonio en parroquias y colegios, los seminaristas vivirán un momento significativo el martes 18 de marzo, a las 19:00 horas, con el Jubileo de los seminaristas en la catedral de la Almudena. En esta celebración también participarán los hermanos del Redemptoris Mater, y la misa será presidida por el cardenal José Cobo.

Durante la eucaristía, además, se celebrará el rito de admisión a las órdenes sagradas, un paso importante en el camino vocacional de los seminaristas. Como destaca el rector, «es un día precioso para el encuentro, pero también para dar gracias a Dios y a la Iglesia de Madrid por el cariño y el cuidado con el que nos sostienen». Por eso, añade, «somos de vosotros y para vosotros, Cristo, sembradores de esperanza».

Misa en el Día del Seminario

El domingo 16 de marzo, a las 12:00 horas, el cardenal José Cobo presidió una solemne Eucaristía«El Reino de Dios ha llegado a vosotros». Con estas palabras, el arzobispo de Madrid animaba hace unos días a los seminaristas del Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater - Nuestra Señora de la Almudena a vivir su vocación desde la confianza y la entrega. Les exhortaba a no buscar seguridades materiales, sino a depositar su esperanza en Cristo.

Secilla con seminaristas

«Ven y sígueme»

Actualmente, el Seminario Conciliar de Madrid cuenta con 88 seminaristas, entre ellos Mauricio Oriol, de 26 años y estudiante de 4º curso. Oriol, el menor de cuatro hermanos, estudió Administración y Dirección de Empresas (ADE) y realizó un Máster en Bolsa y Finanzas. Tras trabajar solo unos meses, con 22 años ingresó en el seminario.

«He tenido la suerte de conocer a Dios desde pequeño», explica. En su hogar, la fe siempre ha estado presente, y sus padres han sido «testimonio de Dios con su vida».

Su vocación comenzó a gestarse en 4º de carrera, justo después de finalizar su máster en Londres, cuando le invitaron a un retiro. «Fue la primera vez que escuché a Dios decirme: ‘Ven y sígueme’», recuerda. Sin embargo, no entró al seminario hasta dos años después, consciente de que «no es una decisión que se debe tomar de un día para otro».

Hoy, mirando su camino, se siente «muy agradecido y también muy abandonado en manos de la Iglesia», aprendiendo a reconocer el amor y la misericordia de Dios, lo que para él «es la mayor suerte que podemos vivir aquí». También destaca la importancia de profundizar en la propia vida y descubrir cómo Dios va obrando en ella. Sobre la vida en el seminario, Oriol afirma que es un tiempo de intimidad con Dios, crecimiento personal y entrega a la Iglesia. En definitiva, un camino para salir de uno mismo, conocer y enamorarse de la Iglesia y vivir el deseo de entrega a Dios y a su pueblo.

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Mañana quiero ser el sacerdote que te acompañe

 Un sacerdote bien formado «conserva en el tiempo el entusiasmo del corazón, acoge con alegría la frescura del Evangelio, habla con palabras capaces de tocar la vida de la gente; y sus manos, ungidas por el obispo en el día de la ordenación, son capaces de ungir a su vez sus heridas, las esperas y las esperanzas del pueblo de Dios», afirma el Papa Francisco.

Es, por tanto, el lugar donde el seminarista se forma, reza, estudia y convive con otros jóvenes que has sentido la misma llamada a la vocación. Por ello, el Seminario depende de las ayudas de personas generosas, para continuar formando sacerdotes. Puedes realizar una aportación mensual o anual para los estudios de un seminarista. Los donativos son fiscalmente deducibles.

Semilla de esperanza

Los seminaristas de Madrid han preparado un vídeo con motivo del Día del Seminario: «Queriendo seguir tus pasos aquí estamos, dando lugar al mañana intentando ser Semilla de Esperanza».

El cofrade Enrique Guevara proclama un pregón de Semana Santa cargado de fe y emoción: «Creo en quien sabe buscar a Cristo a través de la fe popular de Madrid»

El conocido cofrade madrileño Enrique Guevara, director de la revista anual de la Semana Santa madrileña y autor de numerosos libros, ha sido el encargado de pronunciar este sábado el pregón de la Semana Santa 2025 en Madrid. Con él, la diócesis ha quedado convocada a celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo acompañando al Señor y a la Virgen en sus salidas procesionales por las calles, desde el Viernes de Dolores hasta el Sábado Santo. La catedral de la Almudena ha acogido la proclamación del pregón con la intervención además de la Banda procesional de la Cofradía de Jesús el Pobre.

Madrid ha dado comienzo así a su Semana Santa con el tradicional pregón. Un acto que ha contado con la presencia de Vicente Martín Muñoz, obispo auxiliar de Madrid, quien ha destacado la importancia de este inicio para el camino de fe de los madrileños. «¡Qué bueno caminar juntos e iniciar de esta manera los pasos con los que acompañamos a Cristo!», ha expresado el obispo auxiliar, resaltando además el papel de la Agrupación Musical de Jesús el Pobre, que abrió el acto. «¡Qué bonito y qué bien suena esta agrupación! Gracias por vuestra presencia, gracias por desear que la Semana Santa en Madrid tenga vida».

Durante su intervención, el obispo auxiliar ha subrayado el esfuerzo de las hermandades y cofradías, que este año han modificado su recorrido para hacer estación de penitencia en la Catedral de la Almudena, fortaleciendo así la comunión con el arzobispo de Madrid que «desea que esta catedral sea lugar de encuentro»: «Entre todos damos vida a esta semana de pasión, en la que sufrimos con Cristo, pero también recibimos de Él vida y esperanza». El obispo auxiliar ha felicitado al pregonero por su labor y ha reconocido el esfuerzo de las hermandades, los cofrades y el Ayuntamiento de Madrid en la organización de estos actos. «Espero que con vuestro trabajo y esfuerzo hagáis posible que todo esto tenga sentido», ha afirmado., ha concluido su saludo el obispo auxiliar.

Pregon Semana Santa 2

En la introducción del pregón, Enrique Guevara ha subrayado como la Cuaresma es «un tiempo de ensimismamiento, una vía purgativa y penitencial […] el tiempo de los lirios morados, de los atardeceres más tardíos, del peso de nuestras imágenes sobre el mismo suelo que pisamos y de los alborotos en la sangre de la vida […] el tiempo que gobierna las vísperas del gozo en que estamos inmersos

Desde la evocación de su infancia, con imágenes de túnicas «que les quedaban cortas» y penitentes descalzos, «una niñez y una adolescencia de palmas rubias y ramas de olivo que cruzaban por cuatro calles alrededor de una parroquia», hasta la grandeza que han alcanzado hoy las procesiones madrileñas, Guevara ha trazado un recorrido sentimental que conecta la memoria con el presente.

El pregón también ha rendido homenaje a las cofradías de vísperas, que el Viernes de Dolores ya inundan las calles de Madrid con sus cortejos procesionales, especialmente en barrios como Puente de Vallecas y El Pozo: «En ese instante del Viernes de Dolores, -ha señalado Guevara- tan de frontera, tan de umbral, tan de último peldaño, todo parecerá haber alcanzado la madurez justa para que caiga el fruto del árbol». Con la solemnidad de un anuncio esperado, el pregonero ha cerrado su introducción recordando la antigua fórmula con la que se notificaban los grandes acontecimientos: «De orden del señor alcalde se hace saber…».

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Enrique Guevara ha abierto así su pregón con un emotivo agradecimiento al cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, «agradezco enormemente este honor por el visto bueno dado sobre mi nombramiento como pregonero», así como a Jesús Junquera, las cofradías, Jesús Romero, «amigo y hermano», a José Manuel Morena y su propia hermandad, subrayando la importancia del apoyo recibido. También resaltó su vinculación con el Señor del Gran Poder y la Esperanza Macarena, mostrando el profundo sentimiento cofrade que marcó su discurso.

En su pregón, Enrique Guevara ha proclamado un emotivo 'credo cofrade', en el que ha expresado su fe en Dios y en la Semana Santa de Madrid, resaltando la importancia de las cofradías, la devoción popular y las imágenes que cada año despiertan fervor en los fieles. «Creo en quien sabe buscar a Cristo a través de la fe popular de Madrid y sus cofradías», ha afirmado Enrique, haciendo un recorrido por la esencia de esta celebración y su arraigo en la ciudad.

«Creo en quien espera, solo espera, se calla y espera para irse detrás de Jesús Nazareno El Pobre cada Jueves Santo, porque… ¿quién es capaz de explicar las promesas tras un Cristo? ¿Quién le busca su sentido? ¿Quién pone cota a la fe o explica los padresnuestros que moran en San Isidro ante el Señor del Gran Poder?».

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Tras el “credo cofrade”, Enrique Guevara ha ofrecido además una evocación del Domingo de Ramos, resaltando su carácter efímero y a la vez eterno en el corazón de los cofrades. Con un tono apasionado, ha estacado momentos clave como la salida del paso de la Borriquita desde la catedral, la solemnidad del Cristo con túnica blanca y la gran novedad de este año: el estreno del paso de palio de María Santísima de la Anunciación: «Será ahí cuando Madrid vuelva a sentir el escalofrío de la verdad mejor guardada».

Enrique Guevara también ha querido poner en valor el esfuerzo de generaciones de cofrades que han trabajado por la recuperación y el fortalecimiento de la Semana Santa madrileña: «Llegar a lo que hoy es nuestra Semana Santa ha costado, y seguirá costando, muchos sacrificios, muchos empeños privados y colectivos, muchos nombres propios que, de una forma u otra, pusieron su meta en la recuperación de nuestras cofradías». En su pregón, Enrique Guevara ha compartido el emocionante relato de su primer Jueves Santo como nazareno, recordando cómo, con apenas catorce años, logró inscribirse en la Hermandad del Gran Poder y la Esperanza Macarena tras una búsqueda providencial por los templos de Madrid. «Allí se me abrieron las puertas, que para mí fueron las mismísimas del cielo», ha recordado.

«Desde entonces, mucho ha querido decir el Jueves Santo en nuestras vidas. Todo se desborda esta tarde única en el año. Ninguna fecha registra la historia de la humanidad como la del Jueves Santo, tan revestida de sublime solemnidad. Jueves de Oficios Sagrados. Día esplendoroso de claveles y mantillas, Día grande, Día máximo. Día de dolor fraterno escondido. Día de gestos sagrados, de inciensos y enigmas que se despiertan».

Acabando ya el pregón, Enrique Guevara ha subrayado como tras este tiempo de Cuaresma llegará pues, «la Semana Santa, la Semana más grande, y más esperada del año. La más triste y a la vez la más hermosa que permanecerá anclada en el tiempo, y que servirá de ejemplo a las generaciones venideras, por mucho que intenten derribar nuestra fe». Habrá llegado así «la consumación de los tiempos, porque el tiempo se ha detenido para ser especial espectador de su propia Muerte y Resurrección».

El cardenal Cobo, en la Noche de los Testigos: «Que la persecución y el martirio de los mejores de los nuestros nos regale abundantes frutos de fe, de esperanza y de caridad»

En la ciudad siria de Maalula, al norte de Damasco, todavía se habla el arameo, la lengua de Jesucristo. Allí, cuando oyen el «tsajená» que pronunció Jesús desde la cruz, todos lo entienden. Ese «tengo sed» —tengo sed de paz, tengo sed de libertad— resuena aún en las calles de un país destruido por años y años de guerra, prolongada en violencias.

Desde el comienzo de la guerra en Siria, en el año 2011, el número de cristianos en el país ha descendido de dos millones a poco más de 300.000. Así lo recoge Ayuda a la Iglesia Necesitada, entidad pontificia que ha organizado este viernes, 14 de marzo, su novena edición de la Noche de los Testigos en la catedral de la Almudena de Madrid, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.

Noche testigos general

Hakuna llenaba la catedral con su música. La procesión de entrada al ritmo de su Noche. Kyrie eleison, con el icono de la Anunciación bombardeado en la ciudad siria de Homs y las palmas del martirio daban paso a las palabras del cardenal Cobo, que acogía a los congregados en la catedral, llena como los días de grandes festividades: «Sed todos bienvenidos en esta noche especial donde nos reunimos como Iglesia que acoge la voz de la Iglesia, que sabe acoger el grito de los perseguidos, de los mártires, el grito en definitiva de nuestro mundo».

Introducidos por el periodista Javi Nieves, se fueron colocando en el presbiterio los rostros de personas que el año pasado dieron su vida en defensa de Jesús. «Su muerte es para nosotros testimonio de esperanza». Atentados y persecuciones en Pakistán, Burkina Fasso, México, República Democrática del Congo, Sudáfrica... Tiroteados. Caídos a machetazos. Laicos, sacerdotes, misioneros... Lo que hicieron fue, como se iba leyendo, «permanecer fieles a su fe en Jesucristo».

Noche testigos javi nieves

Agua, sombra, brisa

La vigilia ha contado con el testimonio de monseñor Jean Abdo Arbach, arzobispo greco católico precisamente en Homs. Su sede episcopal fue tomada por los yihadistas y durante un tiempo se convirtió en la base de operaciones de los terroristas y en hospital de guerra. Aún hay en ella una bomba, encapsulada, que no llegó a estallar.

«La oración es como el agua en la sequía, como la sombra en el calor y como la brisa suave en pleno estío». Lo decía recientemente, tomando palabras de un santo, en una entrevista con motivo de su participación en la Noche de los Testigos. Algo que ha apuntalado durante su intervención en la catedral de Madrid, que ha comenzado con un elocuente «la paz de Cristo esté con vosotros». Después, ha relatado el horror.

No pudo tomar posesión de su ministerio, en 2012, por estar todo bajo manos del Estado Islámico. «Celebré la primera Misa como obispo en un sótano», ha recordado. «Vi por primera vez con mis ojos la destrucción y la maldad». «Las estatuas de la Virgen y los santos cortadas por la cabeza, cruces profanadas». Fue testigo de cómo le pedían a un cristiano que negara a Jesús, «pero él se mantuvo firme en su fe; lo fusilaron delante de su esposa y de sus hijos». «Mi pueblo ha vivido muchos episodios de martirio; tenemos 1.600 mártires cristianos en toda nuestra patria».

El gran desafío actual es la dispersión de los cristianos, también de los sacerdotes. «No podemos dejarles de lado y dejar que el cristianismo desaparezca de esta tierra de misión».

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«El ánimo y la esperanza no nos faltan»

También se ha escuchado en la catedral al sacerdote nigeriano Peter Emmanuel Odogo, originario de Jos, una de las regiones donde los cristianos sufren a diario ataques por parte de grupos extremistas islámicos. «Espero que a través de mi testimonio personal descubráis que realmente tenéis a otros hermanos en Cristo en el otro lado que se encuentran en situación extrema de persecución por ser cristianos», ha dicho al comenzar.

Crecido en un barrio musulmán, el primer ataque de los fundamentalistas islámicos lo sufrió cuando tenía 9 años. «Peligro, peligro, se están acercando», les avisó una vecina. A partir de ahí, todo cambió. Empezaron a ir con precaución a la Iglesia en medio de las amenazas de Boko Haram, se sucedieron los ataques, quemando personas e iglesias, matando mujeres embarazadas... Su padre les compró un silbato metálico para avisar si veían algo raro. Su propia madre fue asesinada.

Y así ha seguido su día a día. Pero en medio de todo esto, «el ánimo y la esperanza no nos falta. Perseguidos, pero testificando. Muriendo, pero viviendo. La gracia de Dios lo hace posible».

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Hacer memoria de las vidas entregadas

Ya en su meditación, el arzobispo de Madrid ha asegurado que «esta noche nos duele el cuerpo de Cristo, porque miembros de este cuerpo, en un mundo violento, sufren y padecen persecución». «Esta noche —ha continuado— es noche de silencio para escuchar en el corazón el grito de estos hermanos». Pero es un grito que en ellos «se hace alabanza a Dios» y es un «silencio que se hace oración para que la paz, la concordia y la libertad religiosa se impongan al odio y a la barbarie».

«Nos abruma el mal, nos abruman vuestras historias, nos abruma de verdad la situación de vuestras iglesias», pero «queremos recibir» la luz de los testigos para que, «en forma de plegaria, se convierta en maestra de nuestra Iglesia» para para «acoger el misterio del Evangelio, de la cruz del Señor».

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En esta noche se han escuchado historias de personas «que permanecen fieles a Jesucristo, como comunidad». ersonas «ancladas en la esperanza que no defrauda», unidas a sus comunidades. Las vidas entregadas muestran que «necesitamos hacer memoria de una Iglesia perseguida, de nuestra Iglesia de mártires». «Su entrega es una siembra de ánimo y valentía para una Iglesia como la nuestra, que en ambientes más cómodos a veces nos hace mediocres testigos del Evangelio, perezosos en la denuncia de las injusticias, frágiles en este permanecer en el amor».

«Pidamos a Dios que la persecución y el martirio de los mejores de los nuestros nos regale abundantes frutos de fe, de esperanza y de caridad en la vida de nuestra Iglesia», ha concluido, para dar paso a un momento de adoración al Santísimo, acompañado por la música de Hakuna: «Portones, alzad los dinteles, va a entrar el Rey de la Gloria».

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