Madrid

Javier Cuevas, en sus bodas de oro sacerdotales: «Pienso seguir con mi tarea ministerial hasta el último día»

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  • Fin Agenda: 09-05-2024

«No me pienso jubilar. Pienso seguir con mi tarea ministerial hasta el último día», afirma categórico Francisco Javier Cuevas Ibáñez, canónigo de la catedral, y actual encargado de la formación de los diáconos permanentes, que mañana viernes, festividad litúrgica de san Juan de Ávila, recibirá un homenaje en el Seminario Conciliar junto con todos los presbíteros que conmemoran este año sus bodas de oro y plata sacerdotales.

«Fui ordenado por Alberto Iniesta en el día de san Clemente Romano, el 23 de noviembre de 1974, en la parroquia de Patrocinio de San José, donde en aquel momento estaba haciendo la pastoral», recuerda 50 años después. «Una época, la de mis primeros años como sacerdote, en la que estábamos viviendo los tiempos de renovación de la Iglesia, con el posconcilio. Y había un gran interés por la misión evangelizadora, sobre todo en el ambiente popular. Yo me quedé ejerciendo mi ministerio como vicario parroquial de Patrocinio, algo que lo compaginaba con la tarea de formador en el seminario». «A lo largo de este tiempo - prosigue - he sido formador del seminario, vicario episcopal de la V y de la VIII, miembro del Consejo Presbiteral, párroco de Nuestra Señora de la Misericordia, profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Dámaso y de la Escuela Diocesana de Agentes de Pastoral, vicario de Acción Caritativa, y vicario para el Cuidado de la Vida…». Toda una vida «enriquecida sobre todo por el contacto con los fieles, con los cristianos de los distintos grupos, y, por supuesto, con los seminaristas».

Javier Cuevas Misa Sacerdotes

Primeras preguntas

«Yo nací en Valladolid - evoca -. Mi padre era ferroviario, y por su profesión hemos recorrido varias ciudades que tenían estaciones importantes. Algo que ha marcado mi vida». Y es que este alumno de los jesuitas descubrió la vocación siendo adolescente en la localidad burgalesa de Miranda de Ebro. «En esa época, vivíamos ahí. Y en la experiencia de un grupo de jóvenes, en la parroquia de San Nicolás de Bari, fue donde se manifestó mi vocación. Antonio Mate era el sacerdote que se ocupaba de los jóvenes. Hoy es muy mayor, y vive en Madrid. Seguimos en contacto, y siempre nos encontramos con mucha alegría», sonríe.

«Yo tenía 14 años - continúa - cuando me planteé por primera vez mi vocación. En ese momento empezaron las preguntas. Pero fue cuando entré en la universidad cuando me decidí a dar el primer paso». Una vez más, el azar o la vida marcando su futuro. «A mi padre le habían destinado a Valladolid, y yo comencé mis estudios universitarios de ciencias en esta ciudad. Pero al final del primer curso descubrí que eso no era lo mío. Y decidí entrar en el seminario».

El oportuno traslado de su padre a Madrid condicionó la nueva etapa que comenzaba en su vida. «Comencé mi etapa de seminario en Madrid, en el colegio para vocaciones tardías García Morente, que estaba en la Ciudad Universitaria. Hoy ya no existe. Pero, en aquella época, en los seminarios tradicionales se entraba más joven, y los mayores íbamos al de vocaciones tardías. Fueron dos años de formación en ese centro, lo que se considera el Introductorio. Un tiempo de preparación para ir al seminario, en el que entre otras cosas aprendíamos latín. Después ya pasé a vivir en el conciliar, durante tres cursos. Y, antes de mi ordenación, el entonces arzobispo, Casimiro Morcillo, me envió a Salamanca para cursar en la Pontificia la licenciatura en Teología». Un periplo que culminó en Madrid, hace 50 años, con su ordenación presbiteral.

Javier Cuevas Misa Pascua

En todo, amar y servir

«De las personas que han marcado mi vida - confiesa - destaca Antonio Mate, ese sacerdote que me acompañó en los inicios de mi vocación. También fue muy importante para mi Agustín García-Gasco, que comenzó siendo mi formador en el seminario, y con el que mantuve durante toda la vida una gran amistad».

Asegura que, «de estos 50 años, me quedo con cada una de las ordenaciones de los seminaristas a los que yo he formado. Son momentos muy importantes en mi vida, porque es el culmen de la transmisión de mi experiencia ministerial, continuada en otros». Y concluye manifestando que, «si tuviera que elegir un lema sacerdotal, sería En todo amar y servir, ya que es lo que ha marcado mi vida».

Javier Cuevas San Damaso

Monseñor Jesús Vidal preside el acto de clausura del curso del Centro de Estudios Judeo-Cristianos

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  • Fin Agenda: 22-05-2024

El salón de actos de la parroquia San Juan Crisóstomo (Doménico Scarlatti, 2) acogerá el miércoles 22 de mayo, a partir de las 19:30 horas, la sesión de clausura del curso pastoral 2023-2024 del Centro de Estudios Judeo-Cristianos (CEJC), que se ha venido desarrollando con el tema La Iglesia y su relación con el judaísmo y el pueblo judío.

Presidido por monseñor Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, en el acto se podrá escuchar la ponencia Documentos de la Iglesia referentes a los judíos y al judaísmo, impartida por Elio Passeto, NDS, Instituto Ratibonne Jerusalem. Además, se entregarán diplomas a los alumnos que han completado todo el curso. La tarde concluirá con un encuentro fraterno.

'Europa ante el espejo', tema de las IV Jornadas Red Fratelli

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  • Fin Agenda: 16-05-2024

La sede del Secretariado de Infancia y Juventud (Plaza de San Juan de la Cruz, 2B) acogerá el jueves 16 de mayo, a partir de las 17:15 horas, las IV Jornadas Red Fratelli. Ante la convocatoria de las elecciones al Parlamento Europeo que tendrán lugar el próximo 9 de junio, se desarrollarán con el título Europa ante el espejo. Pasado, presente y futuro de la UE, y con el objetivo de poder reflexionar juntos y aportar criterios de juicio desde la Doctrina Social de la Iglesia ante estos comicios.

Este encuentro, que es abierto, está dirigido de manera especial a las personas jóvenes. Y se desarrollará con el siguiente programa:

  • 17:15 horas. Acogida y oración
  • 17:35 horas. Bienvenida
  • 17:45 horas. Debate. Los orígenes socialcristianos de la UE
    • Enrique San Miguel. Red Fratelli. Catedrático de Historia del Derecho y las Instituciones en la URJC
    • Teresa Compte, doctora en Ciencias Políticas y Sociología, experta en DSI
  • 19:00 horas. Descanso
  • 19:30 horas. Debate. El futuro y los retos de la UE
    • Gonzalo Robles, senador por el PP, miembro del Consejo de Europa
    • Horacio Diez, diputado autonómico, secretario de Unión Europea en el PSOE-Madrid
    • Pedro Chaves, profesor en la UC3M, asesor de SUMAR en el Parlamento Europeo
    • Margarita de la Pisa, diputada en el Parlamento Europeo por VOX 
  • 20:45 horas. Despedida y bendición
  • 21:00 horas. Cena-picoteo

Inscripción para la asistencia (antes del 13 de mayo) a través de este enlace. Más información en el email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

La Red de jóvenes Fratelli busca formar a jóvenes, sobre todo de 18 a 35 años, para ejercer el liderazgo en distintas facetas de la vida pública:

  • Despertar la curiosidad y alentar vocaciones de jóvenes cristianos para participar en la vida pública, con énfasis en la política y las organizaciones de la sociedad.
  • Favorecer espacios y experiencias de encuentro y diálogo plurales donde se viva la fraternidad, la búsqueda de lo que nos une y el respeto mutuo.
  • Ofrecer formación teórica, práctica y testimonial según en los valores y la enseñanza social de la Iglesia católica a jóvenes para ejercer el liderazgo en distintas facetas de la vida pública (partidos políticos, sindicatos, ONG, movimientos vecinales, estudiantiles, etc.).

Carlos Nerón, en sus bodas de plata sacerdotales: «A un joven que quiere plantearse la vocación le diría que no tenga miedo»

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  • Fin Agenda: 09-05-2024

Este viernes, 10 de mayo, el Seminario Conciliar acogerá los actos organizados por la Vicaría Episcopal del Clero con motivo de la festividad de san Juan de Ávila, patrono del clero español. Entre ellos, un homenaje a los sacerdotes que este año conmemoran sus bodas de oro y plata sacerdotales.

Carlos José Nerón Romero, párroco de Santa Teresa y Santa Isabel, recuerda que «fui ordenado sacerdote, junto con mis compañeros, un 30 de mayo de 1999, en la catedral de la Almudena. Hace justamente 25 años, en una ceremonia presidida por el cardenal Antonio María Rouco Varela». Este era el punto culminante de un proceso vocacional que había comenzado pocos años atrás. «Mi vocación - evoca - surgió cuando yo tenía unos 20 años, después de mi conversión. Yo fui a la universidad en una etapa de mi vida en la que no iba ni a Misa, ni creía, ni nada. Pero unos amigos me animaron a ir a la parroquia, y estando en ella descubrí la vocación. Poro a poco fui descubriendo la presencia del Señor en mi vida. Me iba identificando cada vez más con lo que era la vida cristiana. Yo estudiaba la carrera de Derecho - estaba en cuarto cuando la dejé para entrar en el Seminario -, pero cuando cursaba segundo fue cuando empecé el proceso vocacional, entre mis estudios y la parroquia. Y, al principio, me ilusionaba mucho la idea».

Confiesa que «mi aspiración era estudiar Notarías después de terminar la carrera, pero fui perdiendo la ilusión por el Derecho. Cada vez me iba metiendo más en la vida parroquial, e iba conociendo al párroco que estaba entonces en la iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas y Santos Justo y Pastor. Allí, a través de la vivencia cristiana en un grupo con jóvenes, fui descubriendo la llamada del Señor: poco a poco al principio, pues como toda llamada uno se siente sorprendido, siente miedo. Uno piensa que es una locura. Intentas rechazar de la cabeza que el Señor te llama, y piensas: ‘no puede ser que el Señor me llame a mí’. Además, a mí, que antes ni creía, ni practicaba. Y lanzarme a ser sacerdote era algo que ni me lo pensaba. Pero poco a poco el Señor fue tocando mi corazón. Sentía inquietudes, no me encontraba lleno con lo que hacía, ni contento… sentía algo: que el Señor me llamaba a algo más».

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Superar los miedos

Para Nerón, el testimonio y la cercanía de los sacerdotes de la parroquia fue fundamental. «Cuando yo veía a los sacerdotes, en el fondo sentía algo que me decía: ‘a mí también me gustaría ser así, como ellos, llevar esa vida’. Hasta que al final, dentro de los miedos y de las incertidumbres, surgió la pregunta: ¿Y por qué no? ¿Por qué no ser sacerdote? ¿No? ¿Por qué no seguir al Señor? Y una vez que me lo planteé, lo fui discerniendo: se lo dije al mi párroco, que se llamaba don Julio. Poco a poco fui discerniendo la vocación, y cuando ya estaba en cuarto de Derecho dejé la carrera y me fui al seminario. Ahora, con el tiempo, dices: ¡Qué locura!, ¿no? ¿Cómo ha sido todo? Y es que el Señor va haciendo las cosas: cuando eres joven, sientes la llamada, y solamente desde una locura se puede seguir al Señor. Y así lo veo ahora: dejar una carrera, con la incertidumbre de si será verdad, si no será una tontería que se te mete en la cabeza, si será una llamada seria, si vas a ser fiel, si no vas a poder, si vas a llegar… Son todo miedos, tentaciones. Pero al final ves que el Señor hace maravillas, que merece la pena fiarse de él. Y así fui discerniendo».

Un proceso en el que, asegura, «el sacerdote que más ha marcado mi vida, siendo joven, ha sido el párroco de Nuestra Señora de las Maravillas. Después ha habido otra serie de personas, otros sacerdotes, que también me han ayudado en mi camino sacerdotal. Pero yo diría que, en la primera etapa, cuando sentí la vocación, la persona que me acompañó y me marcó fue mi párroco». «Yo me formé en el Seminario de Madrid - prosigue -, y estudié en San Dámaso. Y la etapa pastoral previa a la ordenación, la viví en la parroquia de La Araucana. Estuve ahí ocho años. El párroco, lo mismo que don Julio, era un santo. Y yo aprendí mucho en esa parroquia: aprendí a ser sacerdote. Fue mi primera parroquia como presbítero, y también fui allí como seminarista, en la etapa final. Y aprendí de él a amar el sacerdocio. Uno, cuando está en el seminario, sale con todos los poderes de la ordenación sacerdotal, pero luego hay que ir moldeando el corazón, convirtiéndolo en un corazón de pastor o un corazón sacerdotal, y ese sacerdote me marcó mucho en este sentido».

Neron Pareja Jovenes

Servicios ministeriales

A lo largo de estos 25 años ha desempeñado su ministerio en diferentes servicios. «He pasado bastante tiempo trabajando en el Arzobispado, en la Notaría de matrimonios, algo que compaginé con otras actividades: por ejemplo, fui capellán de las madres Carmelitas de la calle Ponzano. Con ellas estuve nueve años, asistiendo a la comunidad y celebrando la Misa. Las monjas me han enriquecido muchísimo con su espiritualidad, con su relación con el Señor. He aprendido mucho como capellán, como confesor, durante todo ese tiempo». Además, continúa, «al estar más apartado de lo que es la vida parroquial, y más dedicado a la Curia, me he dedicado mucho a la vida consagrada. Tratar con las religiosas en la dirección espiritual, y predicar ejercicios, ha sido todo un enriquecimiento brutal, enorme, que me ha ayudado también a crecer a nivel espiritual, descubriendo cómo la gracia de Dios va haciendo su obra en las personas».

«También he sido secretario de Avelino Revilla - prosigue -, cuando era vicario general. Estuve con él unos seis o siete años, y también me marcó mucho. Le tengo que dar las gracias, por el trato que me dio, y porque viví con él una experiencia muy bonita». Un servicio que compaginó con el de ser «rector de la iglesia de San Antonio de los Alemanes. Desempeñé este cargo durante seis años, con experiencias enriquecedoras. No era parroquia como tal, pero sí era una iglesia de culto». Y, desde hace dos años, ejerce como párroco de Santa Teresa y Santa Isabel, en pleno barrio de Chamberí. «Estoy muy contento - afirma - la actividad parroquial y el contacto con la gente enriquece. Uno va entregando la vida al Señor en donde el Señor nos va poniendo. Todo sirve para bien, y es una fuente de gracia de amor. A veces hay que pasar por sus ‘crucecitas’ en todos los sitios, y por sus pruebas, pero Dios demuestra que es fiel».

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No tener miedo

«A un joven que quiere plantearse la vocación - explica -, le diría que no tenga miedo. Que no tenga miedo. La primera sensación que se da es siempre de miedo. De temor. ¿Será verdad? ¿Será mentira? Se ven los contras: si me equivoco, o el qué dirán. Pero hay que lanzarse. En el camino de Dios, hay que ser valiente. Si uno se fía de Dios, Él siempre cumple su palabra. Dios es fiel. Dios no engaña. Y merece la pena entregar la vida al Señor. Es lo más grande que hay: como sacerdote, o en la vida religiosa. En la vida consagrada, cuando Dios llama, lo hace para una misión. Lo que Dios pide es valentía. Es verdad que hay que madurar las cosas, hay que pensarlas, hay que crecer también en una llamada, pero a veces damos muchas vueltas y, al final, uno no se decide por nada. Y, a veces, el camino de Dios es un poco la locura, es: venga, me fío, me pongo en camino y lánzate. Son tiempos difíciles para la fe, pero el Señor sigue llamando».

Considera que ser sacerdote «es un privilegio. Es un honor. Es dar la vida por amor: como servicio, como entrega, como don de Dios. Y Él camina con nosotros. Para mí, estos 25 años han pasado muy de prisa, pero han sido muy intensos. Parece que han sido dos días, pero son un montón de emociones, de cosas, de sentimientos, de experiencias, que van marcando… Todo va marcando. Todo. Pero, sobre todo, la dirección de almas, la dirección espiritual, es una experiencia muy bonita, muy fuerte, que Dios pone en tu vida. Y, sobre todo, ves cómo Dios va haciendo su obra en las personas que, por medio de Él, has casado: han tenido hijos que has bautizado, que has dado la primera Comunión, a los que van haciendo un seguimiento… Ves cómo pasa el tiempo, cómo pasan generaciones, y sigues teniendo contacto. Todo eso es obra de Dios. Todo un regalo», concluye.

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