- Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses
Las monjas jerónimas del Corpus Christi ofrecen una experiencia vocacional de 15 días de convivencia en su monasterio. «Él te quiere para sí; solo hace falta que tú te decidas», reza el cartel que las hermanas tienen colgado junto al torno para animar a vivir dicha experiencia, porque «el Señor sigue esperando tu respuesta».
La hermana Mercedes, la priora, nos atiende al teléfono mientras también está pendiente de los que acuden al torno a comprar dulces. «Queremos ofrecer —explica— venir a hacer esta experiencia con nosotras a jóvenes que realmente sientan vocación».
Y enfatiza lo de jóvenes porque les pasa que se interesan sobre todo las mujeres mayores o viudas. «Hermana, como ya ha muerto mi marido, a ver si puedo entrar con vosotras», le dicen, y la priora ríe abiertamente al contarlo. «Nosotras rezaremos para que Dios haga algo, porque si no se van cerrando los monasterios».
Las chicas pueden vivir durante dos semanas la misma rutina de las hermanas, que es disciplinada, y fundamentalmente centrada en la oración. «Ofrecemos nuestra vida de silencio en la contemplación; una vida de clausura, una manera de vivir solo para Dios». Y esto, reconoce, puede hacer que las posibles candidatas no se acaben de decidir. «Solo salimos para cosas importantes: médicos, bancos y obispado, y aprovechamos para hacerlo todo en el mismo día».
Oración y trabajo
El día para las hermanas comienza a las 6:00 horas con el oficio de lectura: los maitines cantados y rezados, durante media hora, a la que siguen otros 45 minutos de oración en silencio. Luego cantan laudes y a las 7:55 horas se dirigen al comedor a desayunar. Después arreglan su celda y comienza la exposición del Santísimo, ante el que cantan tercia y hacen 30 minutos de lectio divina. A las 9:30 horas comienza el trabajo: respostería, torno, cocina o atender a las enfermas.
«Hace dos días operaron a una hermana de la columna; mucha gente nos llama para preguntar qué tal está», comenta la priora, aludiendo a la relación que tienen a través de la amistad más allá de los muros del convento. También se refiere a las largas colas que se forman para comprar sus productos —han entrado en los circuitos turísticos—. «La gente no sabe que no tenemos muchas manos para el trabajo», bromea, así que invita a ir a primera hora para adquirir las pastas, que si no se acaban.
A las 13:00 horas vuelven al coro para rezar sexta, comen y tienen veinte minutos de recreo. «Ahora en Cuaresma no; es todo más austero, necesitamos más silencio y recogimiento». Por eso, añade, invitan a al experiencia vocacional pero ya a partir de la Pascua.
Después del recreo tienen un espacio para la siesta, y a las 16:00 horas rezan nona y hacen la lectura espiritual en comunidad en el coro. A las 16:30 horas vuelven a exponer al Santísimo para la adoración; se van organziando las hermanas en turnos de vela de una hora para que el Señor no esté solo nunca. Hasta las 18:30 horas, además, tienen tiempo para estar en la celda «leyendo, escribiendo...», para atender el torno o para visitar a las hermanas enfermas si las hubiere. «Aquí somos cinco indias y tres españolas, todas mayores ya».
La jornada va concluyendo con el rezo del rosario en el coro, junto al pueblo, la celebración de la Eucaristía, a las 19:00 horas, las vísperas cantadas, la oración silenciosa de media hora y la cena. Después, otro ratito de recreo y, finalmente, a las 22:00 horas, rezo de completas y a la celda para dormir. «Una vida disciplinada, sí», vuelve a reír la hermana.
Experiencia sin compromiso
La convivencia con la comunidad de religiosas no implica ningún tipo de compromiso. Las interesadas pueden ponerse en contacto con la comunidad en el teléfono 91 548 37 01, en horario de 10:00 a 13:00 horas, y de 16:30 a 18:30 horas. También se puede enviar un mensaje a través de su perfil de Facebook o un correo electrónico a
El monasterio del Corpus Christi fue fundado en 1605 por la condesa Beatriz Ramírez de Mendoza, con la autorización de Felipe III, y declarado Bien de Interés Cultural en 1981. El retablo mayor de la iglesia está presidido por un cuadro que representa la Última Cena, de Vicente Carducho. A las jerónimas de este enclave se las conoce como Carboneras porque a ellas llegó un cuadro de una Inmaculada encontrado en una carbonería; de ahí que a la imagen fuera apodada como «la Carbonera», y de ahí el nombre de «carboneras» para las hermanas.