- Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses
En un año en el que los internos de las cárceles han vivido un doble confinamiento y «una doble restricción», la visita que el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, realizará este Jueves Santo a Soto del Real para celebrar la Última Cena del Señor la esperan allí «como agua de mayo». Así lo expresa María Yela, delegada episcopal de Pastoral Penitenciaria. El grado de confinamiento ha dependido mucho del centro y de momento de la incidencia del coronavirus, y ahora mismo «en Soto hay muchas restricciones, tanto de visitas como de salidas». De hecho, desde Navidad, cuando se produjo la última visita del cardenal Osoro, de la pastoral solo ha podido acudir el capellán, Paulino Alonso, que es «muy querido por los internos».
«La ceremonia del Jueves Santo siempre es muy emocionante, y los internos la viven con mucha profundidad», indica la delegada. Y eso, reconoce, a pesar de que la Eucaristía es en el salón de actos, que «en el fondo es un lugar frío», pero lo que allí se vive le da ese calor que le falta. «Cómo don Carlos les habla, la forma en la que ellos le responden, los gestos, el silencio… Son momentos de seriedad y autenticidad». Porque en la cárcel, explica Yela, pasa como cuando sobreviene una enfermedad grave, que «todo se relativiza y se va a lo auténtico». «Que haya esa ocasión de reflexión, de encuentro con Dios, de posibilidad de perdón, esto cambia [a la persona], y que no vuelva a cometer un delito, pues eso es una maravilla». Tanto, que a veces son los presos los que «nos dan lecciones; en la calle yo no encuentro está búsqueda y este encuentro de Dios como en ellos».
«En la prisión se junta el mundo de los internos, de las víctimas, de las familias, de los funcionarios; en la cárcel se funden muchas inquietudes, muchas esperanzas, y no se necesita mucho para llegar a lo hondo, te das cuenta de lo que de verdad importa», concluye María Yela. Aún resuenan en ella los ecos de esa visibilización que hizo el Papa Francisco de la realidad de la cárcel el Viernes Santo del año pasado, desde una plaza de San Pedro desierta: «Ese vía crucis marcó un antes y un después».
Diálogo entre los presos y el cardenal Osoro
La delegada de Pastoral Penitenciaria asegura que todas las vivencias con los presos «a don Carlos le impactan». De hecho, el arzobispo de Madrid acaba de escribir un libro, Mi maestro fue un preso (Mensajero), en el que recoge 49 cartas que internos de Soto le enviaron, y las respuestas que él les da. Fue precisamente un Jueves Santo cuando el purpurado les invitó a poner por escrito lo que les preocupara o que consideraran más importante, y se lo enviaran.
En realidad, la idea del libro nació de la forma más prosaica: «Un día en que visitaba a los internos en Soto del Real había un partido de fútbol que retransmitían por canales de pago. No podían verlo. Entonces comencé a decirles en broma que por qué no buscábamos algún medio para conseguir el dinero […]. Y les propuse escribir juntos un libro». Ahora, los fondos se destinarán para lo que pueda hacer falta.
El título es un reconocimiento a todo lo que «me habéis enseñado en los diálogos que con vosotros he tenido en Soto del Real», explica en el epílogo, pero a su vez está extraído de una de las misivas: «Soy un preso, sí, y Jesús de Nazaret camina conmigo. Desde el prendimiento en el huerto de los olivos hasta que muere en la cruz, mi maestro fue un preso». A través de las epístolas, el lector asiste a un diálogo en el que los internos abren sus corazones y hablan sobre sus vidas, creencias, dudas, procesos de conversión, deseos de cambio, y también, en algunos casos, de la angustia y la falta de sentido. Pero, por encima de todo, el perdón.
El libro se presentará el lunes 12 de abril, a las 19:00 horas, en un encuentro entre el propio cardenal Carlos Osoro y el jesuita José María Rodríguez Olaizola, con las aportaciones de Pastoral Penitenciaria. Podrá seguirse en directo por el canal de YouTube del Grupo de Comunicación Loyola.
