El sacerdote Gonzalo Raymundo Esteban, de los Heraldos del Evangelio, falleció anoche en São Paulo, víctima de un cáncer fulminante, mientras se celebraba una Misa en la habitación del Hospital donde estaba ingresado.
Nacido en San Sebastián en 1971, pasó su infancia y juventud en Zaragoza. En esta ciudad conoció el carisma de los Heraldos del Evangelio y, primero como laico y después como sacerdote, se consagró por entero a la evangelización, dando siempre ejemplo de entrega, servicio y dedicación.
Muy vinculado a la diócesis de Madrid, durante años fue la voz que anunciaba la realización de la anual Jornada Diocesana de Apostolado Seglar. Incluso desde el exterior -en donde residió la última década- estuvo siempre ligado a la hoy Delegación de Laicos, Familia y Vida.
Especialmente dotado para la música, y siguiendo el ejemplo del fundador de los Heraldos del Evangelio, monseñor João S. Clá Diaz, la utilizó ampliamente como un medio de evangelización. Así, dirigió el coro y la banda de música de los Heraldos en muchas parroquias de la archidiócesis de Madrid, ofreciendo numerosos conciertos catequéticos con motivo de la Navidad o de la Cuaresma. Siempre tenía una palabra llena de unción para comentar las letras de las canciones que eran interpretadas. Y, con su voz potente, despertaba el entusiasmo en quienes le escuchaban, y el deseo de ser mejores.
Zaragoza, Barcelona, Madrid, Toledo, Roma, San José de Costa Rica y San Salvador fueron los destinos en donde realizó su apostolado, siendo siempre un buen ejemplo para sus conocidos por su entrega generosa y su radicalidad en la práctica de la obediencia. Lo que no le impedía tener un buen sentido del humor, que también usaba para acercar las almas a Cristo.
Fue ordenado diácono por el cardenal Odilo Pedro Scherer, arzobispo de São Paulo, en la basílica de Nuestra Señora del Rosario, en Caieiras (estado de São Paulo), templo en el que recibió la ordenación sacerdotal el 29 de septiembre de 2010.
Y vivió sus últimos años en Centroamérica, donde puso las cualidades que el Señor le había dado al servicio de los demás. Tanto en Costa Rica como en el Salvador, el padre Gonzalo se desdobló en una cantidad de iniciativas de evangelización.
