Misa de Acción de Gracias en la Vicaria III por los 20 años de Pontificado del Cardenal Rouco Varela
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En la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo y San Isidro (la antigua Colegiata) completamente llena de fieles, se celebró este lunes, 6 de octubre, a las 19,00 horas, la Misa de Acción de Gracias a Dios de la Vicaría III por los 20 años de Pontificado en la Archidiócesis de Madrid del Cardenal Arzobispo D. Antonio María Rouco Varela. Concelebraron el Vicario Episcopal de la III, Alfonso Lozano Lozano, acompañado por los Arciprestes, 71 sacerdotes y dos diáconos. Asistieron los miembros del Consejo Pastoral de Vicaría, de los Consejos Pastorales Parroquiales, de Cáritas de la Vicaría III, así como miembros de las Hermandades y Cofradías de la Vicaría III, con sus Hermanos Mayores y Juntas de Gobierno.
Al comienzo de la celebración, el Vicario Episcopal dijo al Cardenal: “la Providencia ha querido que celebráramos, en la Vicaría III, esta Eucaristía de acción de gracias por los 20 años de su Pontificado en la Archidiócesis de Madrid, el mismo día que la Iglesia universal celebra la fiesta mayor de las témporas de acción de gracias por los frutos de la recolección, y por los bienes que el Señor la ha concedido a lo largo del curso pasado. Tal coincidencia pareciera un signo del Señor, pues de este modo no sólo la Vicaría III, ni la Archidiócesis de Madrid en su conjunto, sino la Iglesia universal es la que presenta agradecida entre sus frutos a Dios, este año, su Pontificado”.
“«Por sus frutos los conoceréis, dice el Señor», citó. Por tanto, son los frutos, no las impresiones o consideraciones personales favorables o desfavorables, los que permiten juzgar de modo acertado toda obra humana, y, por tanto, también su pontificado. Sin pretender ser exhaustivo, permítame nombrar algunos de los frutos más visibles, reconocidos por todos, por los que hoy damos gracias a Dios. A través de ellos, podemos reconocer con claridad lo que ha movido su corazón a lo largo de este pontificado y de su vida”. Así, mencionó “los puntos más visibles y reconocidos por todos: las 70 nuevas parroquias, la erección de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, el Seminario, del que han salido más de 400 nuevos sacerdotes; su cercanía y acompañamiento de Cáritas, la aplicación del Concilio Vaticano II, muy determinada por la concepción del Derecho Canónico que D. Antonio, juntos a otros amigos, ha sostenido, creando escuela en la Iglesia; el abrazo a todas las realidades eclesiales; y el impulso de la religiosidad popular mediante el apoyo a las Cofradías y Hermandades”.
“El concepto de mérito que la tradición católica nos enseña, dijo, según el cual todo es gracia y el mérito del hombre consiste en aceptarla, secundarla y en dejarse hacer por ella, nos permite esta tarde, por una parte, elevar nuestra acción de gracias, junto a toda la Iglesia, al misterio del Dios Uno y Trino, fuente, sostén y meta de su pontificado y de la vida de la Iglesia, y, al mismo tiempo, con todo afecto darle las gracias a Usted, pues sin su sí a la gracia no hubiera sido posible para Dios hacer obras grandes en su vida, no hubieran sido posible los frutos por los que ahora damos gracias a Dios”.
Concluyó señalando que, “como sabemos que estamos en camino, y que nuestra libertad ha de luchar en debilidad cada día para responder a la iniciativa del Señor, queremos también ofrecer esta eucaristía, unidos a toda la Iglesia, bajo la intercesión de la tan querida Virgen de la Almudena y de san Isidro, por Usted. Que el Señor le siga sosteniendo en su nueva situación de forma que le veamos, como hasta ahora, agradecido a Dios por permitirle vivir entregando su vida de forma completa a la Iglesia y por la Iglesia. Señor Cardenal, cuente con nuestra amistad y con nuestra oración. Nosotros contamos con la suya”.
En su homilía, el Cardenal comenzó haciendo referencia al concepto de mérito tal y como la Iglesia Católica lo ha vivido y expresado a lo largo de la historia, según el cual, todo es gracia, aunque sin este movimiento de la libertad, Dios tampoco podría hacer su obra en el hombre. A continuación, describió la obra de la gracia de Dios en su vida, haciendo memoria de los dones que Dios le ha concedido a través de su familia, la vida de su pueblo, sus maestros, su párroco y sus amigos. Y después describió el don de la vocación sacerdotal y episcopal. Terminó su homilía, al igual que san Juan Pablo II en Cuatro Vientos, afirmando que dar la vida a Cristo a través de la entrega completa a la Iglesia en el ministerio episcopal ha llenado su vida de agradecimiento: a Dios y al pueblo cristiano. “Vosotros me dais gracias a mí, y dais a gracias a Dios por mí; pero también yo quiero dar las gracias a Dios y daros las gracias también a vosotros: gracias por vuestra colaboración. La colaboración que me habéis prestado ha sido esencial para la realización de mi ministerio en este querido y viejo Madrid”, aseguró.
Tras la Santa Misa, el Sr. Cardenal, tras saludar a los fieles, tuvo una cena con los sacerdotes en la que éstos le expresaron su acción de gracias y él compartió el recorrido de sus 20 años de pontificado en la Archidiócesis de Madrid.
Al comienzo de la celebración, el Vicario Episcopal dijo al Cardenal: “la Providencia ha querido que celebráramos, en la Vicaría III, esta Eucaristía de acción de gracias por los 20 años de su Pontificado en la Archidiócesis de Madrid, el mismo día que la Iglesia universal celebra la fiesta mayor de las témporas de acción de gracias por los frutos de la recolección, y por los bienes que el Señor la ha concedido a lo largo del curso pasado. Tal coincidencia pareciera un signo del Señor, pues de este modo no sólo la Vicaría III, ni la Archidiócesis de Madrid en su conjunto, sino la Iglesia universal es la que presenta agradecida entre sus frutos a Dios, este año, su Pontificado”.
“«Por sus frutos los conoceréis, dice el Señor», citó. Por tanto, son los frutos, no las impresiones o consideraciones personales favorables o desfavorables, los que permiten juzgar de modo acertado toda obra humana, y, por tanto, también su pontificado. Sin pretender ser exhaustivo, permítame nombrar algunos de los frutos más visibles, reconocidos por todos, por los que hoy damos gracias a Dios. A través de ellos, podemos reconocer con claridad lo que ha movido su corazón a lo largo de este pontificado y de su vida”. Así, mencionó “los puntos más visibles y reconocidos por todos: las 70 nuevas parroquias, la erección de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, el Seminario, del que han salido más de 400 nuevos sacerdotes; su cercanía y acompañamiento de Cáritas, la aplicación del Concilio Vaticano II, muy determinada por la concepción del Derecho Canónico que D. Antonio, juntos a otros amigos, ha sostenido, creando escuela en la Iglesia; el abrazo a todas las realidades eclesiales; y el impulso de la religiosidad popular mediante el apoyo a las Cofradías y Hermandades”.
“El concepto de mérito que la tradición católica nos enseña, dijo, según el cual todo es gracia y el mérito del hombre consiste en aceptarla, secundarla y en dejarse hacer por ella, nos permite esta tarde, por una parte, elevar nuestra acción de gracias, junto a toda la Iglesia, al misterio del Dios Uno y Trino, fuente, sostén y meta de su pontificado y de la vida de la Iglesia, y, al mismo tiempo, con todo afecto darle las gracias a Usted, pues sin su sí a la gracia no hubiera sido posible para Dios hacer obras grandes en su vida, no hubieran sido posible los frutos por los que ahora damos gracias a Dios”.
Concluyó señalando que, “como sabemos que estamos en camino, y que nuestra libertad ha de luchar en debilidad cada día para responder a la iniciativa del Señor, queremos también ofrecer esta eucaristía, unidos a toda la Iglesia, bajo la intercesión de la tan querida Virgen de la Almudena y de san Isidro, por Usted. Que el Señor le siga sosteniendo en su nueva situación de forma que le veamos, como hasta ahora, agradecido a Dios por permitirle vivir entregando su vida de forma completa a la Iglesia y por la Iglesia. Señor Cardenal, cuente con nuestra amistad y con nuestra oración. Nosotros contamos con la suya”.
En su homilía, el Cardenal comenzó haciendo referencia al concepto de mérito tal y como la Iglesia Católica lo ha vivido y expresado a lo largo de la historia, según el cual, todo es gracia, aunque sin este movimiento de la libertad, Dios tampoco podría hacer su obra en el hombre. A continuación, describió la obra de la gracia de Dios en su vida, haciendo memoria de los dones que Dios le ha concedido a través de su familia, la vida de su pueblo, sus maestros, su párroco y sus amigos. Y después describió el don de la vocación sacerdotal y episcopal. Terminó su homilía, al igual que san Juan Pablo II en Cuatro Vientos, afirmando que dar la vida a Cristo a través de la entrega completa a la Iglesia en el ministerio episcopal ha llenado su vida de agradecimiento: a Dios y al pueblo cristiano. “Vosotros me dais gracias a mí, y dais a gracias a Dios por mí; pero también yo quiero dar las gracias a Dios y daros las gracias también a vosotros: gracias por vuestra colaboración. La colaboración que me habéis prestado ha sido esencial para la realización de mi ministerio en este querido y viejo Madrid”, aseguró.
Tras la Santa Misa, el Sr. Cardenal, tras saludar a los fieles, tuvo una cena con los sacerdotes en la que éstos le expresaron su acción de gracias y él compartió el recorrido de sus 20 años de pontificado en la Archidiócesis de Madrid.