Madrid

Finalizan las 16 colonias urbanas 'Verano 2017' organizadas por Cáritas Madrid

  • Titulo: Cáritas

Este viernes 11 de agosto concluyen las 16 colonias urbanas organizadas por Cáritas Madrid, 14 de ellas en colaboración con el Programa CaixaProinfancia de Obra Social La Caixa.

Desde el pasado 26 de junio hasta el 11 de agosto, más de 540 niñas y niños han tenido la oportunidad es disfrutar de un verano diferente. Por primera vez, una de estas colonias se ha ido a la playa para que 23 niñas y niños de Cañada Real hicieran realidad uno de sus sueños: conocer el mar. Salir de  Cañada es una gran oportunidad para muchos; poder salir de su entorno, de su realidad, supone tener la posibilidad de acceder a un ocio normalizado que en muchas ocasiones se les niega a estos niños por donde viven.

Las colonias urbanas son espacios educativos en los que se ayuda a los menores a crecer en el encuentro con el Señor a través de talleres, excursiones, actividades deportivas, juegos… siguiendo un hilo conductor que favorecerá las relaciones sociales entre niños de edades similares, a la vez que aprenden nuevas destrezas y habilidades. En paralelo, son un gran apoyo para las familias y una oportunidad para los proyectos de conocer e intervenir con los menores desde un ámbito distendido, alejado de la rutina diaria.

Los menores de estas colonias han disfrutado de días llenos de actividades educativas, culturales, deportivas... que les han permitido irse a las piscinas, conocer los distintos parques de Madrid, descubrir la riqueza de los pueblos, la fauna y la flora de la Comunidad, realizar talleres manuales... Todo ello les ha permitido desarrollar la creatividad, la solidaridad, el compañerismo...

La despedida no es tan triste, porque muchos se volverán a ver en septiembre en los más de 61 proyectos de menores que se pondrán en marcha, y si no en las colonias de Navidad.

Se puede conocer lo que ha ido sucediendo día a día, en cada una de estas colonnias urbanas, pinchando en este enlace.

¡Muchas Gracias a todos los que han hecho posible llevar a «buen puerto» estas 16 colonias urbanas!

Pablo Genovés, coordinador del servicio: «El SARCU es ser cura en la Eucaristía de la noche y el dolor»

  • Titulo: Infomadrid / Carlos González García

El 15 de mayo, como un fruto del Espíritu Santo que brota después de un dilatado periodo de siembra habitada, nacía en Madrid el Servicio de Asistencia Religiosa Católica de Urgencia (SARCU). Una misión de la Iglesia de Madrid para que, quien lo necesite ­–católico o no­– pueda ser asistido por un sacerdote en situaciones que sean urgentes y en las que, por el horario en que se producen (desde las 22:00 hasta las 07:00 horas) quizá no sea fácil encontrar a un cura por los cauces habituales.

Allí donde el ser humano está sufriendo, con llagas en el alma y lleno de heridas, ese es el lugar privilegiado para encontrar a Dios, para verle y para escuchar su voz. Estar, al fin y al cabo, donde el hombre sufre, que es el rostro del Señor. De ese lenguaje, conjugado con las iniciales de la entrega y la ternura, sabe demasiado Pablo Genovés, sacerdote y coordinador de esta iniciativa que germina «en la carne partida y la sangre derramada de quien llama y se revela como el Cuerpo y la Sangre de Cristo».

Genovés, ataviado con una generosidad que no entiende de tiempos ni de cansancios, nos atiende con su carácter desprendido y amable, para hacer balance –a la luz de su ministerio y de su corazón– de este servicio de la Iglesia de Madrid.

Para todos aquellos que aún no saben qué se esconde detrás de las siglas SARCU… ¿En qué consiste este servicio?

Materialmente, consiste en lo que dicen esas siglas: un servicio de asistencia religiosa católica de urgencia, un servicio de nuestra Iglesia madrileña para que, quien lo necesite ­–católico o no­– pueda ser asistido por un sacerdote en situaciones que sean urgentes y en las que, por el horario en que se producen (desde las 22:00 hasta las 07:00 horas) quizá no sea fácil encontrar a un cura por los cauces habituales. Pero, si vamos al fondo de esa materialidad, el SARCU es una presencia de la Iglesia, una presencia de la comunidad de discípulos y discípulas del Señor allá donde, incluso a horas más o menos intempestivas, se requiere ser manos y rostro de la ternura, la cercanía y el aliento de nuestro Dios Abba. El SARCU no es solo un sistema organizado de presencia presbiteral. Es, quiere ser, encarnación del Espíritu que unge a Jesús –y a nosotros y nosotras en Él– para ser noticia buena para los pobres en el cuerpo o en el alma o en ese momento concreto.

¿Hablas, también, en femenino?

Sí, y lo hago porque no se puede olvidar que el SARCU somos sacerdotes, sí. Pero también los acompañantes que velan cada noche, laicos y laicas en su mayoría. Y también son SARCU los que oran por este servicio, lo publicitan y lo dan a conocer, así como los sanitarios que –como hemos vivido ya– ofrecen este servicio a las familias a las que atienden.

¿Y cuál es el balance que se puede hacer, desde el 15 de mayo que comenzasteis, hasta el día de hoy?

Es una pregunta complicada. Y es que, desde el principio, como Iglesia tuvimos claro que el SARCU triunfaba por el mero hecho de existir. El SARCU tiene balance positivo desde el momento en que está ahí, en que se ofrece gratuitamente como el Evangelio que nos mueve y que gratis hemos recibido. Nuestro éxito no depende de tener más o menos llamadas o salidas, porque el éxito –como siempre en el Evangelio de Jesús– es el ser y el darse. Y eso lo hemos logrado. Junto a eso, es claro que el hacer de estos meses nos está enseñando cómo mejorar el servicio.

Y la mayoría de las noches ha habido llamadas…

Sí. Llamadas que han requerido la presencia física del cura para acompañar los últimos momentos de una vida, o para atender alguna situación difícil y violenta. Pero también ha habido llamadas, la mayoría, que se han atendido por teléfono, con una atención larga y pausada, casi siempre superando la hora de diálogo. Porque lo que se requería era una escucha, un asesorar, un dar aliento, un acompañar a alguien que estaba sufriendo en esos momentos por cualquiera de los tantos y tantos motivos que pueden hacer que nos duela la vida como sólo la vida sabe doler.

¿La vida duele?

Duele cuando se toma en serio. Cuando se vive tal y como Dios entiende qué es vivir, la vida es plenitud, pero plenitud que aún tiene que nacer para el Reino.

Y ese nacer, ¿qué incluye?

Asumir el dolor, el propio y el del mundo.

Este camino también estará siendo un aprendizaje, ¿no?

Estamos aprendiendo lo que el Señor nos va mostrando en este caminar. Por ejemplo, que este SARCU madrileño sería bueno que existiera en otras diócesis, porque no son pocas las llamadas que recibimos de fuera de Madrid. O que tenemos que buscar la forma, y lo estamos haciendo, de que el SARCU puedan usarlo personas sordas. O que hay quien ve en la charla por teléfono una cierta privacidad que le ayuda a plantear asuntos que, por las razones que sea, le cuesta plantear a un cura cara a cara (lo que lleva a pensar qué supondría tener el teléfono disponible las 24 horas, cosa que, por ahora, nos es imposible, pero que quizá pueda dar pistas para otras acciones). O que, como ya hemos hecho, tengamos un sistema que, ahora sí a cualquier hora del día, permite activar en segundos a todos los curas del SARCU ante una emergencia grave y masiva.

En fin, que es el mismo SARCU el que va haciendo el balance por sí mismo, el que nos va diciendo en cada noche qué es lo que quiere el Señor de esta acción de nuestra diócesis.

Y más allá de cuentas, de estadísticas, de datos y de cifras… Pablo, ¿cuál es el objetivo primordial de todo esto? ¿Ser reflejo de Jesús y/o verlo en cada una de las personas necesitadas?

Claro. Me adelanté algo a esta pregunta cuando al principio hablaba de lo material del SARCU y de su fondo. El SARCU solo tiene sentido en la medida en que seamos capaces de responder a cada llamada con el mismo espíritu (y Espíritu) de Jesús. Y, especialmente, ser capaces de mirar al dolor humano del mismo modo que lo miraba y mira el Señor. Y es que nosotros podemos escribir en un folio qué es urgente y qué no, qué entra dentro del SARCU y qué no. Podemos escribirlo y debemos escribirlo. Pero, a la vez, entendiendo –no con la cabeza, sino con el corazón, con la misericordia, con la com-pasión, el padecer-con– que cuando a un ser humano le inunda el dolor, es ese dolor, su dolor, el que manda. Y que quizá ese dolor no esté en la lista de lo que yo veo urgente. Pero el hecho es que ahí, al otro lado del teléfono, hay un hombre o una mujer sufriendo. Y, por pura gracia, yo puedo ser en ese momento el aceite del consuelo y el vino de la esperanza (como dice una plegaria eucarística) que ese hermano o esa hermana necesita. Eso es el SARCU.

Y a ti, como sacerdote, desde el punto de vista más personal y sagrado, ¿qué te aporta estar encarnado en esta bonita aventura?

Siempre he entendido mi ser cura como un encargo de la Iglesia para que reúna en la única mesa de la vida y la única Mesa de la Vida a los muy distintos estados de vida y carismas que el Espíritu suscita y reúne en cada comunidad que tiene como centro al que se pone en medio de nosotros dándonos la paz, al mismo tiempo que nos muestra sus llagas. Desde esa forma de entender y vivir mi sacerdocio ministerial al servicio del sacerdocio de todo el Pueblo de Dios, el que haya noches en que deje todo preparado para una posible salida y ponga al máximo el timbre del teléfono para que no se me escape una llamada, es una nueva forma de presidir la mesa de la vida y de la Eucaristía.

La noche del SARCU es, por tanto, más que sagrada…

Esa noche me toca presidir una mesa cuya puerta queda abierta a los cansados y agobiados, una mesa en la que, presente toda la comunidad en espíritu, se sentará a ella alguien que necesita la Palabra que es y da Vida, el Pan que es Cuerpo entregado para que la vida sea abundante y no tenga fin. Para mí, el SARCU es ser cura en la Eucaristía de la noche y el dolor, en la carne partida y la sangre derramada de quien llama y que se me revela como el Cuerpo y la Sangre de Cristo que yo le daré sacramentalmente o espiritualmente.

¿Qué significan el silencio y el abrazo en esos momentos de dolor o de desesperación?

Significan el gesto más estremecedoramente puro del amor incondicional de Dios. Es el silencio y el abrazo del Crucificado a los crucificados. Hay momentos que estás acompañando a alguien y se llega a un momento donde ya no hay palabras que decir, donde ya no valen los consejos, donde lo que digas queda en el vacío. En esos momentos, sólo cabe decir –no con palabras, sino con la vida– estoy aquí. Estoy aquí y no sé detener tu dolor, y no puedo calmar tu llanto, y no hay forma de arreglar tu situación. Pero estoy aquí. A tu lado. En el silencio de un abrazo, de una mano en el hombro, de un mirarte a los ojos y hacer que mis manos en tu hombro o en tu rostro sean, una vez más en la historia, la apuesta hasta la muerte de todo un Dios por ti, de todo un Dios que confía al Abba su espíritu cuando ya no caben otras palabras. Yo, el cura, no sé qué decir o hacer. Pero hay algo que sí sé: ser brazos abiertos del Crucificado a ti, que estás en la cruz de este momento.

Porque la Iglesia no puede entenderse ni vivirse sin estar del lado de los necesitados (en cualquiera de sus acepciones), ¿no?

Naturalmente. Si Dios ha elegido ser Dios despojándose de su rango y eligiendo ser el Crucificado, ¿cómo podríamos la Iglesia seguir otro camino? Predicamos al Resucitado, pero el Resucitado es el Crucificado, el Padre certifica a Jesús como Señor con el sello de la Vida por su forma de vivir y entregar esa vida por amor hasta la muerte. Por eso, por ese ser el Crucificado, Jesús es el Resucitado, el Señor de la historia que encabeza el Reino que ya está y hacia el que, a la vez, marchamos. La Iglesia somos nada más –¡y nada menos!– que la anticipación y la servidora de ese reinar de Dios. Reinar en el que el Abba toma parte a favor de los necesitados (¿Pueden un padre o una madre actuar de otro modo?) y en contra de quienes oprimen y crean las estructuras que excluyen y descartan a los débiles.

¡Menuda declaración de un Dios todopoderoso!

Esa toma de postura de Dios en Jesús es la buena noticia que la Iglesia llevamos en vasijas de barro y que se nos ha encargado anunciar en la fuerza del Espíritu. Como bien dices, la Iglesia no puede entenderse sin los necesitados, porque no puede entenderse al Dios de Jesús sin los necesitados y sin hacerse Él mismo uno de ellos.

Incluso aunque, a veces, se produzcan heridas…

Que habrá heridas es seguro. La cruz no es una posibilidad en la que ojalá tengamos la mala pata de no caer. La Cruz es el camino. No la cruz como mortificaciones y penitencias. La cruz que es la Cruz de Jesús, la cruz del dar la vida gratis y sin medida, a cada momento y en el momento final. La Cruz de ir perdiendo la vida porque se regala a los otros y las otras, como se reparte un pan, como se va vaciando una copa de mano en mano. Y, claro, ese dar la vida se realiza con quienes no tienen vida, con quienes la están perdiendo.

¿Sean quienes sean?

Por supuesto. Serán majos o no, amables o antipáticos, listos o torpes, capaces de reconocer a Jesús en cuyo nombre se les acompaña o no. Pero están perdiendo la vida. Punto. Y porque la están perdiendo, el Abba les pone los primeros de la lista de su amor y envía sus criados por los caminos para que les traigan al banquete de bodas más allá de cómo quiera responder cada uno de ellos, más allá de su carácter, más allá de la persecución que puedan lanzar quienes pisan con la bota manchada de sangre a quienes se pongan –como el Señor– a favor de quienes son pisados.

¿Hasta que, al final, todas las llagas tengan sentido?

Las heridas del Evangelio son las llagas del Resucitado. Sus heridas nos han curado, proclamamos el Viernes Santo leyendo a Isaías. Nuestras heridas, hechas heridas del Señor, son las que curan a nuestros hermanos y hermanas.

La parroquia de Lavapiés celebra la fiesta de san Lorenzo

  • Titulo: Infomadrid

Enclavada en el castizo barrio de Lavapiés, la parroquia de San Lorenzo (c/Doctor Piga, 2 – Metro Lavapiés) festeja a su santo patrono este jueves 10 de agosto. En esta jornada, se celebran Eucaristías en horario de 10:00, 12:00 y 13:00 horas. Por la tarde, la Misa solemne dará comienzo a las 19:00 horas. Al término de la misma, la imagen del Santo saldrá en procesión por las calles del barrio.

Como preparación a la fiesta, la parroquia ha acogido la celebración de un triduo los días 7, 8 y 9 de agosto, en la Misa de las 19:00 horas.

Biografía

Lorenzo, mártir, etimológicamente significa «coronado de laureles». Viene de la lengua latina. Nació en Jaca. Se fue a Roma guiado por su inquietud espiritual. El Papa Sixto II lo nombró pronto diácono para que se encargara de los pobres de la ciudad.

Cuando en el 257 publicó el emperador Valeriano un edicto de persecución a los cristianos y el culto que daban al nuevo Dios, a veces en los mismos cementerios, lo arrestaron al mismo tiempo que al propio Papa y a los demás diáconos que tenían misiones especiales.

No obstante, Lorenzo va a morir un poco más tarde por la única razón de que el emperador le mandó hacer una colecta de todos los bienes que poseyeran los cristianos en Roma. Lorenzo, tras unos días, se presentó ante el emperador rodeado de pobres, paralíticos, cojos, mendigos, enfermos y ciegos. Y con su cara sonriente, le dijo: «Estos son los tesoros de la Iglesia».

Cuando iba hacia la muerte tenía pena, porque no se consideraba digno de morir por Cristo. Sixto II lo animaba. El emperador, irritado por su alegría en compartir los sufrimientos de Cristo, aunque se veía indigno, mandó que lo quemaran en unas parrillas ardiendo. Incluso en esos momentos tuvo el humor que siempre le había caracterizado. Así se cuenta que cuando estaba quemado por una parte del cuerpo, se dirigió a los verdugos y les dijo: «Ya estoy bien quemado de este lado, dadme la vuelta». Si no se tiene un gran amor a Cristo, es imposible que un ser humano se comporte de esta manera ante un dolor tan horrible.

San Lorenzo es uno de los mártires más célebres en todo el cristianismo.

Se puede decir que durante toda la Edad Media, juntamente con san Pablo y san Pedro fue el patrono de Roma, en la que hay nada menos que 34 iglesias levantadas en su nombre. Y no solamente en Roma. También en todos los países hay templos que llevan su honor.

San Lorenzo de El Escorial honra a su santo patrono

  • Titulo: Infomadrid

Este jueves 10 de agosto se celebra la festividad litúrgica de San Lorenzo.

En San Lorenzo de El Escorial honrarán a su patrono con una Misa solemne concelebrada. Presidida por el párroco, Juan Delgado Álvarez, la Eucaristía dará comienzo a las 12:30 horas en el templo parroquial. Al finalizar la ceremonia se celebrará una procesión con la imagen del Santo hasta el santuario de Ntra. Sra. de la Virgen de Gracia.

Biografía

El nombre de San Lorenzo significa «coronado de laurel». Era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de los siete hombres de confianza del Sumo Pontífice. Su oficio era de gran responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres.

En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería condenado a muerte. El 6 de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa Misa en un cementerio de Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por la policía del emperador. Cuatro días después fue martirizado su diácono San Lorenzo.

La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que al Sumo Pontífice lo iban a matar le dijo: «Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono?» y San Sixto le respondió: «Hijo mío, dentro de pocos días me seguirás». Lorenzo se alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de la gloria de Dios.

Lorenzo, viendo que el peligro llegaba, recogió todos los dineros y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre los pobres. Y vendió los cálices de oro, copones y candeleros valiosos, y el dinero lo dio a las gentes más necesitadas.

El alcalde de Roma, que era un pagano muy amigo de conseguir dinero, llamó a Lorenzo y le dijo: «Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones tienen candeleros muy valiosos. Vaya, recoja todos los tesoros de la Iglesia y me los trae, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar».

Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para reunir todos los tesoros de la Iglesia, y en esos días fue invitando a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día los hizo formar en filas, y mandó llamar al alcalde diciéndole: «Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador».

Llegó el alcalde muy contento pensando llenarse de oro y plata y al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente, pero Lorenzo le dijo: «¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más apreciados de la iglesia de Cristo!».

El alcalde lleno de rabia le dijo: «Pues ahora lo mando matar, pero no crea que va a morir instantáneamente. Lo haré morir poco a poco para que padezca todo lo que nunca se había imaginado. Ya que tiene tantos deseos de ser mártir, lo martirizaré horriblemente».

Y encendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. San Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía no darle importancia a los dolores de esa tortura.

Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísimo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso.

Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo al juez: «Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo». El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: «La carne ya está lista, pueden comer». Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, y exhaló su último suspiro. Era el 10 de agosto del año 258.

El poeta Prudencio dice que el martirio de San Lorenzo sirvió mucho para la conversión de Roma porque la vista del valor y constancia de este gran hombre convirtió a varios senadores y desde ese día la idolatría empezó a disminuir en la ciudad.

San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma en favor de los que se encomendaban a San Lorenzo.

El santo padre mandó construirle una hermosa basílica en Roma, siendo la Basílica de San Lorenzo la quinta en importancia en la Ciudad Eterna.

Siete iglesias dedicó Roma a San Lorenzo, además de la gran Basílica patriarcal sobre su tumba.

Su fiesta fue durante siglos y siglos la más importante del santoral, después de la de San Pedro y San Pablo. España en su siglo XVI, que veneraba a San Lorenzo como nacido en ella, dedicó a su nombre el monasterio de El Escorial, en forma de parrilla.