- Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
- Firma: Laura Menéndez, técnico de Cáritas Vicaría V: «Para animar a otros jóvenes hace falta el testimonio de lo que se vive»
- Fin Agenda: 27-02-2024
Me reciben en la sede de Cáritas Vicaría V en una fría mañana de este mes de febrero. Son Laura Menéndez, técnico de Cáritas que acompaña desde Vicaría V el programa de jóvenes, y dos miembros del equipo de sensibilización: Andrea Karolys, estudiante de 2º de Ingeniería Biomédica, y Guillermo Luengo, alumno de 2º de Periodismo.
Laura Menéndez abre el diálogo explicando que «una de las actividades que hacemos en Cáritas Vicaría V Joven es sensibilización en institutos con chavales a partir de 14 años, porque es la edad en la que ya podemos ir acompañando en la acción del voluntariado». Una idea, apunta, «que surge a raíz de entender que para animar a otros jóvenes hace falta el testimonio de lo que se vive. Pensando que somos una generación de la inmediatez, del consumo y de experiencias, nos planteamos cómo conseguir que otros se sumen a algo que conlleva un compromiso, teniendo en cuenta que es una palabra que en nuestra generación asusta. Compromiso y responsabilidad son cosas que dan vértigo. Y dejan de dar vértigo cuando nos acercamos y decimos: ‘venga, ven, que te acompaño, y hacemos camino, proceso’. Por eso, una manera de llegar a ellos, y que puedan pensar que, desde el día a día, con pequeñas cosas, pueden cambiar y transformar la realidad, es acercarnos a los institutos y ofrecer nuestro testimonio».
Reconoce que «vamos al instituto que nos invita. Los contactos suelen hacerse a través de los profesores de Religión, de orientación… Y acudimos como mínimo una vez al año. Tenemos relación con Nuestra Señora de la Providencia, Luz Casanova, Pío Baroja, Ciudad de Jaén... No son muchos, porque pensamos que es mejor establecer una relación estrecha con el lugar en el que vamos a estar. Nosotros ofrecemos el Contamos Cáritas, pero también realizamos sensibilización en torno al tema que nos pidan, generando una propuesta en función de los intereses del alumnado». Y, añade, «sensibilización es el último espacio al que se han incorporado los jóvenes, por la edad, ya que hay que ir a los institutos por la mañana, y hasta que los voluntarios no están en la universidad no tienen esa disponibilidad».
Este es el caso de Andrea y Guillermo, que entraron con 17 y 18 años respectivamente. «Yo lo conocí porque Laura vino a sensibilizar a mi colegio. Nos contó lo que estaban haciendo, los proyectos que había en la vicaría, en los que también podíamos tomar parte y ser voluntarios, y decidí inscribirme. Contacté con ella. Y a raíz de eso he ido conociendo más acciones. Al principio estaba en los proyectos socio educativos los sábados, acompañando a menores, y luego ya quise formar parte del equipo de sensibilización», indica Andrea. Por su parte, Guillermo conoció esta realidad a través de su madre, que «trabaja en contacto con unas religiosas, y la superiora es compañera de Laura, en Cáritas Vicaría V. En una conversación hablaron del voluntariado de Cáritas, mi madre me lo comentó, me pareció bien y me vine, porque no soy de esta zona. Me parece una buena labor, y lo disfruto», asegura.
Programa piloto
Laura Menéndez señala que «en cada Vicaría hay un proyecto que se llama Cáritas joven, o Hacia una Cáritas joven. Pero desde Vicaría V tenemos un programa especializado, que es un poco piloto. Hace 5 años se plantearon cómo funcionaría si tuviéramos una persona dedicada a dinamizar este tema. Y hemos puesto en marcha un voluntariado joven, con todo lo que engloba. Por eso digo voluntariado joven: porque tenemos una parte en la que ellos se dan en los proyectos, y otra, fundamental, en la que hacemos un cuidado desde la formación, actividades de grupo, de vínculo de jóvenes, y acogemos a otros jóvenes que llegan. Porque en este territorio en el que estamos hay jóvenes que no tienen red… Nos encontramos con una realidad en la que hay problemas de soledad, de salud mental…Sobre todo, a raíz de la pandemia».
En concreto, prosigue, «en el programa con jóvenes, todo lo que sacamos adelante son propuestas apoyadas desde la Vicaría, pero de jóvenes. Tenemos espacios como el Café Joven, que se puso en marcha hace un año. Los jóvenes plantearon: qué pasa con estos chavales que llegan, que vienen diciendo ‘quiero hacer voluntariado’, pero la necesidad es otra. Es decir: necesitan iguales, salir a tomar algo, a dar un paseo… Y surgió esta iniciativa para acoger a gente nueva que busca amistad, orientación… Es fundamental que, para salir adelante, los jóvenes puedan tener apoyos, generando espacios en los que puedan compartir con personas que son de Madrid, los conozcan o no. Así se crea una red de contactos que da más posibilidades al futuro».
Andrea confiesa que «lo organizamos entre nosotros. Nos hemos dado cuenta de que a veces hacemos planes con los amigos, muy elaborados, pero que es más importante quedar con gente de la que desconoces sus inquietudes, saber lo que piensan, conocer un poco más de ellos, y charlar». «También hay juegos, y actividades -aporta Guillermo- para fomentar la amistad y que no se sientan solos».
En este sentido, Laura comenta que, desde hace un mes, «tenemos un taller de desarrollo personal, un día a la semana, como un brazo tendido hacia el Café Joven. Porque esos jóvenes no solo necesitan un espacio de encuentro, sino también la necesidad de conectar de otra manera y ser acompañados. Con el taller pretendemos ver qué necesidades pueden tener, más allá de la compañía».
Voluntariado joven
Otra de las iniciativas que se realiza desde el equipo de sensibilización joven es dar a conocer el voluntariado por los institutos. «Cuando vamos a un instituto -dice Guillermo -contamos lo que sentimos al realizar una experiencia de voluntariado. Les decimos que no solo queremos que formen parte de Cáritas, sino que intenten ver la vida de otra manera, que busquen integrarse y tratar a todo el mundo por igual: sonreír a la gente, dar las gracias, pedir las cosas por favor… No solo insistimos en hacer el voluntariado de Cáritas, sino que les damos un respiro y les decimos que busquen ver más allá, que confíen en ellos mismos y que sean buenos los unos con los otros. Son muy jóvenes, con edades difíciles, procedentes de otros países, y al final se pueden sentir solos. Que sean sinceros, que busquen ayuda si lo necesitan y que se ayuden unos a otros es muy importante», insiste.
Por su parte, Andrea afirma que «es muy importante darnos a conocer a través del testimonio, y que se nos vean las caras. Que vean también tenemos voz. Y que descubran que podemos compaginar el voluntariado con nuestras vidas. Porque a veces piensan que no pueden ser voluntarios a estas edades porque tienen que salir, conocer, disfrutar… Y nosotros les demostramos que es algo que puede ser compatible. También me gusta quitarles falsas impresiones que tienen sobre lo que es Cáritas. Porque en ciertos entornos asocian Cáritas con la religión... Me gusta recordarles que es el brazo social que extiende la iglesia para ayudar al que lo necesita. Es importante destacar que estamos relacionados con la iglesia y con la religión, pero que lo hacemos por los demás. Y que es un acto voluntario en todo momento. Pero, sobre todo, que sepan que, vengan de donde vengan, sean quienes sean, nosotros estamos aquí».
Una experiencia, la de ofrecer su testimonio, que resulta «confortante y totalmente positiva», en palabras de Guillermo. «Son bastante receptivos. Nos escuchan, nos atienden, hacen preguntas… Compensa. Te vas contento». Andrea abunda: «en todos los colegios en los que hemos sensibilizado, hemos encontrado respeto. Entendemos que el voluntariado no es para todo el mundo, o no a todos les llega su momento, pero les decimos: estamos aquí para cuando queráis. Alguna vez hemos conseguido atraer a alguna persona. Algo estamos haciendo bien, creo».
«Para Guille y para mí -incide Andrea- nos ha supuesto una experiencia muy especial. Cuando les empiezas a contar cómo has estado con los niños, qué sensación has tenido, es cuando creo que más podemos sensibilizar. Atienden mucho. Es fundamental». Para Guille, es básico «no solo contar lo que haces, sino cómo te hace sentir. Es cuando mas te escuchan, y desde donde puedes sensibilizar».
Vínculo y compromiso con las personas
Entre los programas de voluntariado en los que participan, y que comparten con los jóvenes de los institutos, destaca el acompañamiento a menores y adolescentes. «Los viernes por la tarde acompañamos a menores y adolescentes, de 6 a 14 años, en El Romeral. Son los viernes de ocio, para chavales de San Cristóbal, de Villaverde, de Usera y de Orcasitas. Con ellos hacemos actividades, juegos… Y, durante la semana, tenemos refuerzo escolar, actividades con madres, en hospitales…», relatan Andrea y Guillermo. Además, colonias en tiempos vacacionales o campamentos en verano, con salidas fuera de Madrid, son otras de propuestas que realizan con los más pequeños.
Por último, ante la pregunta de cómo se sienten al ofrecer su testimonio de voluntariado, Andrea declara que «no puedo expresarlo con palabras. Es algo muy especial, único. Yo digo a la gente: no te lo puedo explicar con palabras, es un ‘ven, acompáñame un día y míralo con tus propios ojos’. Lo que más me ha aportado es un vínculo impresionante con las personas. He trabajado mucho con menores, y ver cómo los niños tienen tanto amor para darte, aunque estén en situaciones tan complicadas y vulnerables… Te preguntas: cómo es posible que estando como estás puedas darme tanto. Al final pienso que me quedo corta, porque no les doy lo suficiente. Son tan agradecidos… Nunca me imaginé que el voluntariado me fuese a dar tantas cosas, sobre todo vínculos con las personas, y muchísimo aprendizaje y conocimiento de las distintas realidades que hay. Ver cómo puedes dar algo a esas personas te hace sentir único y especial. Algo tan sencillo como un abrazo, que no cuesta nada, al final para ellos es muy especial. Y todo ese cariño, ese amor, esa luz que te llevas es inexplicable e inigualable».
Guillermo coincide al afirmar que «te enseña a comprometerte. Quizás esas personas te necesitan, y tú puedes ser un apoyo porque la gente confía en ti y les gusta. Y, si no vas, preguntan por ti … Acabas aprendiendo más de ellos que ellos de ti, porque simplemente vas e intentas que estén a gusto y que desconecten, pero lo que te dan a ti no te dura solo ese tiempo, se queda contigo. Es muy especial». «Lo más bonito es formar parte de la vida de alguien. No lo buscábamos: vinimos con la intención de dar, ayudar y acompañar, en todo lo que se pueda, y estar en lo que se necesite. Pero nunca llegamos a imaginar que llegaríamos a ser importantes para alguien. Todo el recibimiento, ese vínculo, es muy bonito… », concluye Andrea.