El arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, ha hecho balance de sus ocho meses en el ministerio definiéndolo como «un poco vertiginoso». Ante los micrófonos de Radio Nacional, ha indicado que este tiempo ha sido de «aprendizaje y sobre todo de emprender procesos con gente», y para eso, ha ido creando grupos de trabajo en la diócesis.
Ha reconocido el cardenal Cobo ese vértigo con el que afirmó haber comenzado su servicio «porque «Madrid es Madrid», y porque «servir a una Iglesia tan rica y tan diversa» lleva a cuestionarse «¿sabré hacerlo bien?». Y a su vez, se situó ante este nuevo ministerio con un sentimiento de responsabilidad, en primer lugar ante Dios, «que encarga este servicio», en segundo lugar, «de cara a la gente de la Iglesia a la que tengo que servir» y, por último, «hacia todos los vecinos que están esperando algo de la Iglesia o que tienen a la Iglesia al lado».
Víctimas de abusos
El día en que el Arzobispado ha hecho público los datos de atención a víctimas de abusos llevados a cabo por Repara en 2023, el cardenal ha querido dejar a un lado las cifras porque «cada víctima es diferente». En Madrid, ha subrayado, se apostó «por ir víctima a víctima, por escucharlas y creerlas», en un proceso de acompañamiento que puede ser de años. Este proceso de acompañamiento «y de sanación», ha expresado, «es muy bonito». «Cuando al final yo me reúno con ellas y les pido perdón en nombre de la Iglesia, y nos damos un abrazo, vemos que ahí ha pasado algo, que esta gente ha encontrado su sitio en la Iglesia y la sociedad».
«El anhelo y el deseo es llegar hasta el final, y esto es reparar hasta el final de cada herida, y creer la narrativa que ha estado tantos años encerrada». Nunca, ha enfatizado, se trata «de poner a la víctima y tantas historias debajo de la mesa». «Lo importante es creerlos y que sepan que nos importan».
Crisis social y crisis migratoria
El arzobispo en Madrid ha abordado en la entrevista otros asuntos, como la crisis social, con la subida de precios, y la crisis migratoria que afecta a Madrid. Sobre el primero, ha mostrado su preocupación por el riesgo de dos ritmos, ha dicho, que se advierten en la diócesis: «Mucha desigualdad, mucha dificultad de llegar a fin de mes, el paro, la inseguridad…». Y otra realidad más alejada de esto, con el riesgo de que este «abismo social» aumente.
Acerca de la crisis migratoria, cuyo máximo exponente ha sido recientemente el aeropuerto de Barajas, ha incidido en este plan de coordinación entre las distintas administraciones que, a través de la Mesa por la Hospitalidad, se reclamó hace ya unas semanas, porque, si no, a estos migrantes «los ponemos de nuevo al pie de las mafias». «Nosotros estamos saturados», ha agregado, refiriéndose a los recursos de atención a migrantes de la Iglesia.