Esta mañana, a las 12,00 horas, el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, ha rezado el Ángelus con los miembros de la Curia en la sede del Arzobispado, como viene siendo habitual en él.
A continuación, ha comunicado a los presentes el nombramiento de Mons. César Franco, hasta ahora Obispo Auxiliar de Madrid, como Obispo electo de Segovia.
En una breve intervención, Mons. Osoro ha comentado el Evangelio del día, proclamado previamente. Y, en referencia a Mons. Franco, ha señalado que, “a través de la Iglesia, el Señor nos regala. Porque la tarea de un obispo es hacer lo que ha hecho el Señor: salir a los caminos, encontrarse con las personas, en la situación en la que estén, e intentar realizar esa tarea de reintegrar a los hombres, en el lugar en el que tenemos que estar: con los demás”.
El Señor, ha dicho, busca a todos, y “les devuelve a la comunidad. Y no busca agradecimientos. Eso nos espera, César. Los agradecimientos son del Señor”. También ha recordado que “la fe salva”. “La salvación la has encontrado en la adhesión que tienes, conmigo, como la que tenemos todos nosotros, queridos hermanos y amigos. Esa adhesión al Señor nos hace felices, nos salva y nos hace capaces de buscar a quien sea para reintegrarle. Esa tarea es la que el Señor hoy, de una forma singular, le encarga a Don César, en una iglesia particular, a través de la Iglesia y del sucesor de Pedro”, ha concluido.
Esta mañana, la Santa Sede hacía público el nombramiento del hasta ahora Obispo Auxiliar de Madrid, Mons. César Franco, como Obispo de Segovia.
En su intervención ante la Curia, nada más conocerse su nombramiento, confesó que, “en estos momentos, el sentimiento más profundo de mi corazón es el de la gratitud al Señor, que me ha cuidado y regido durante toda mi vida, con muestras de cariño, confianza, y ahora con esta confianza mayor de poner en mis manos una de sus santas iglesias, la de Segovia”. “Me considero indigno del ministerio que tengo, dijo, y ahora también indigno de asumir esta tarea, aunque confiado porque me acojo a la misericordia de Cristo y a la ayuda que no me va a faltar de él”.
Manifestó su agradecimiento “al Papa Francisco, por haberme considerado digno de regir una iglesia”. Y explicó que “acabo de escribir al obispo de Segovia para pedirle que salude a todos los segovianos, al presbiterio, a las familias… en mi nombre, porque desde el día que supe que sería obispo de esa diócesis no he dejado de llevar a Segovia en mi oración y ante el Señor”. “Estoy a disposición de esa nueva diócesis, de todos”, aseguró. También tuvo un recuerdo para “los hermanos cristianos de otras confesiones o de iglesias cristianas” en Segovia, “para los que no tienen nuestro credo, y para los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran escucharme y acogerme. Y, por supuesto, para las autoridades de Segovia”.
Afecto, cariño y gratitud para Madrid Mons. Franco aseguró que, “para esta diócesis de Madrid, no tengo palabras suficientes de afecto, cariño y gratitud. Esta Iglesia es mi madre: me ha dado la fe, me ha enriquecido con los dones de los sacramentos -todos menos el de la Primera Comunión-,y por tanto cuando pienso en Madrid pienso en mi madre. Hasta donde me llega la memoria, la vida de la diócesis de Madrid ha estado muy unida a la vida de mis queridos padres, la iglesia y mis padres han estado indisolublemente unidos, por lo que doy gracias al Señor”.
También manifestó su agradecimiento al Señor “por los lugares por los que he pasado, por las personas que me han acompañado… las parroquias, las capellanías universitarias, mis hermanos en el cabildo catedralicio, y a todos los que han hecho posible que me haya mantenido fiel a la Iglesia. Porque estoy convencido que cada vez crece más en mi corazón la desproporción que existe entre lo que soy y lo que recibo del Señor”.
En su lista de agradecimientos no faltó “un recuerdo especial para los obispos” con los que ha tenido relación en Madrid: Mons. Casimiro Morcillo, el Cardenal Tarancón, Mons. Ángel Suquía o el Cardenal Rouco, “que durante 18 años como obispo, y 2 como sacerdote, ha querido que colaborase estrechamente con él. He trabajado con fidelidad, afecto y comunión durante estos años, y le agradezco la confianza depositada en las tareas que ha querido encomendarme”, apuntó. También saludó con afecto a Mons. Fidel Herráez, presente en el acto, y evocó con afecto a Don Eugenio Romero, fallecido, a Don Alberto Iniesta, emérito de Madrid, y al Obispo Emérito de Segovia, Mons. Luis Gutiérrez.
Al arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, le deseó “que tenga un Pontificado fecundo, y que sea tan feliz en Madrid como un servidor lo ha sido. Aquí hay muchos problemas, dijo, pero Madrid es una esposa que los lleva muy bien, y ayuda a llevarlos. Le deseo un Pontificado en el que toda la diócesis colabore con usted, le sea leal, sincera, le quiera y ore ante el Señor”, aseguró.
Por último, pidió perdón “por mis pecados, deficiencias e infidelidades, que Dios conoce. Yo no tengo a nadie por enemigo, confesó, y espero que nadie me tenga por tal, y en el caso que me tuviera que lo achaque a mis fallos, pero no al ministerio que he ejercido, que he procurado ejercer con rectitud”. En alusión al santo del día, que les gustaría ser “un buen ladrón de almas para Segovia”. Concluyó encomendándose a los patronos de su nueva diócesis, San Frutos y la Virgen de la Fuencisla.
Después de que se hiciera público su nombramiento como Obispo de Segovia, Mons. César Franco Martínez compareció en rueda de prensa ante los medios de comunicación. En su breve intervención, expresó su profunda gratitud al Señor por este nombramiento, y explicó que había dirigido una carta al actual obispo de Segovia, Mons. Ángel Rubio, “para que en mi nombre salude a todos los segovianos”, con una mención especial a la vida consagrada, “que tiene una notable presencia en la diócesis”; también “a los que sufren en cuerpo y alma, a quienes tendré que llevar el consuelo y el amor de Cristo”; y, en general, “a los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran acogerme”. Confesó que sólo había vivido fuera de Madrid durante los años de estudio en Jerusalén. “Madrid, afirmó, es mi madre, como Iglesia diocesana. Lo es todo. Vivir en Madrid ha sido una gracia del Señor, y la llevaré en mi corazón”. Y señaló que la fecha elegida para su toma de posesión como Obispo de Segovia es el 20 de diciembre, “víspera del cuarto domingo de Adviento”.
A continuación, en respuesta a las preguntas de los periodistas, manifestó que había hablado con el obispo de Segovia, y que seguirá con el Plan Pastoral que éste ha puesto en marcha. “No tengo ningún plan hecho”, confesó, al tiempo que confirmaba que mantendrá un encuentro con sacerdotes, ya programado, el 27 de diciembre. Advirtió que se dedicará a conocer Segovia, “los sacerdotes, los agentes pastorales de las parroquias, las comunidades… y me pondré a disposición de todos”. Y aseguró que su única y gran preocupación, en estos momentos, es “que en Segovia sólo hay un seminarista… Tengo que tomar con empeño, decisión y alegría la promoción de las vocaciones sacerdotales”, aseguró.
En cuanto a lo que se lleva a la diócesis de Segovia de lo aprendido en la JMJ Madrid 2011, de la que fue coordinador, señaló que “una impresión enorme de trabajo, de comunión, de colaboración de toda la Iglesia de las diócesis, de la gente de Madrid, la alegría de aquellos días… Y la experiencia para mí más importante: que los jóvenes son receptivos del Evangelio, buscan a Cristo, cuando le conocen le siguen, le aman y son capaces de dar la vida por Él”. En este sentido, aseguró que “la experiencia más fuerte de la JMJ, aunque la gente pueda pensar lo contrario, no fue la tremenda organización, sino las experiencias más personales de la gente que se ha encontrado con Cristo, que lo ha descubierto y que viene a decir: yo me siento Iglesia con estos hermanos míos’”. Por tanto, continuó, “me llevo a Segovia todo lo que he vivido aquí... Me llevo todo lo que la vida sacerdotal y episcopal ha supuesto para mí. Lo que me llevo es lo único que puedo entregar a la gente, y es lo que ofreceré… el Evangelio. Daré mi persona en lo que dé de sí, con todas las limitaciones que tengo”.
Preguntado por su opinión ante los escándalos de corrupción que estamos viviendo, declaró que “la corrupción es algo terrible porque, como la misma palabra dice, deteriora al ser humano y, al deteriorar al ser humano, deteriora a la sociedad. Yo pido a Dios verme libre de caer en la corrupción; le pido al Señor todos los días, con toda sinceridad, que me libre de cualquier corrupción del cuerpo, del espíritu. Y siento la misma indignación que pueden sentir los ciudadanos. Le pido al Señor, primero, que me libre a mí; que tengamos la suerte de hacer una sociedad más justa, más sana, más limpia; y que todos aquellos que tienen responsabilidades, cualquiera que sea, siempre en beneficio del bien común, se vean libres de esa plaga o de ese pecado, que es tremendo ante el Señor”.
Salir a las periferias En la línea del Papa Francisco y su llamada a las periferias, destacó que “el termino es nuevo, pero la realidad es antigua. Cuando estuve en el seminario, a los seminaristas, para que nos formáramos bien, nos mandaban a las periferias. Y, entonces, a todas las parroquias a las que fui de seminarista, estaban en las periferias. Recuerdo la de San Bartolomé, en Orcasitas, que fui a visitar un colegio y la parroquia estaba en un prefabricado… eso era periferia. Luego me mandaron a Vicálvaro, y tuve que entrar a la parroquia por una ventana porque el párroco no me había dejado la llave… era un sótano, y allí acababa Madrid. Después me llevaron a Canillas, que limitaba con una tribu de gitanos. Por tanto, en mi vocación sacerdotal he nacido con una vocación a buscar al perdido, y con una clarísima llamada a las periferias. Después, en la parroquia de los Dolores, yo no he visto jamás pobreza como en las corralas de la calle Malasaña… no recuerdo haber visto pobrezas más grandes. Recuerdo que tuve que ir a ver a dos hermanas viejecitas que habían descubierto muertas en pleno casco de Madrid. Estoy de acuerdo con lo que dice el Papa de las periferias, pero es que la periferia la encuentras en el centro de Madrid y en tantos lugares donde Cristo no ha sido escuchado. Pero el Concilio Vaticano II, cuando habla del apostolado seglar, dice que es toda la fuerza del cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia, para llevar el Evangelio a quienes no lo conocen. Yo lo tengo muy claro, aunque no sé cuáles son las periferias de Segovia… pero sé que en Segovia habrá pobres, enfermos, ancianos, emigrantes… y en todos esos lugares, y siguiendo el consejo que me den los sacerdotes de allí, me acercaré como he hecho aquí, en Madrid”.
“Aquí también he trabajado en el campo de la Pastoral Universitaria, añadió, y eso es una periferia tremenda; de hecho, a muchos sacerdotes les cuesta ser capellanes universitarios porque es muy difícil la tarea en la Universidad. En el itinerario de mi vida he estado muy cerca de las periferias”. En este sentido, advirtió que, “aunque sea un tópico, parece que la Universidad es un mundo que rechaza el Evangelio, donde el Evangelio no tiene entrada, y no es así: es costoso el trabajo porque allí no tienes una parroquia donde la gente viene. Allí, los capellanes van al bar, por los pasillos, se encuentran con los jóvenes, hablan con ellos, etc., y en ese sentido es un trabajo muy de ir en búsqueda de la persona, que es lo que tanto se está insistiendo hoy. Hay un grupo de cristianos que se mueven, hay una Cáritas universitaria…, pero el trabajo de la evangelización es tremendo. Ahora, cada año hay un grupo numeroso de universitarios que la Confirmación en la Universidad porque han encontrado a Cristo. No podemos decir que hay lugares donde Cristo no es asequible. Para mí ha sido una satisfacción muy grande confirmar a jóvenes que vienen de Derecho, de Caminos, de Montes, de Minas… Hemos tenido, incluso, Iniciación Cristiana de Adultos: son números muy reducidos, pero recuerdo una francesa, una japonesa, un irlandés…”.
Para Mons. Franco, “el Evangelio es capaz de romper todo gueto y frontera, y el joven es capaz de encontrar a Cristo si tiene a su lado un testigo del Señor que lo hace accesible y que lo da a conocer. Por eso es tan grande el ministerio sacerdotal: no veo nada más grande. Y por eso es tan grande ser cristiano”.
Confesó que por la mañana había recibido la llamada del cardenal Antonio María Rouco Varela, para felicitarle. Y que desconocía las cualidades por las que había sido elegido obispo de Segovia. “Yo no me considero digno de servir una Iglesia del Señor. Es una desproporción tan grande, y nunca me he considerado digno… Sé que el Señor me ha llamado para el sacerdocio, pero no me he considerado digno de él... Recuerdo cuando me hicieron obispo, que al Nuncio le dije que no me consideraba idóneo para este ministerio, y cuando le pedí tiempo para reflexionar me dijo que sólo tenia quince minutos… Me dijo que eso no me tocaba a mí determinarlo, porque ya lo habían pensado otros”, aseguró.
A las 20,00 horas de esta tarde dará comienzo, en la Parroquia de Santo Tomás Apóstol (c/Portugalete, 2 – metro La Almudena) una Eucaristía de acción de gracias por los veinticinco años del Centro de Solidaridad. La Misa será presidida por el párroco, Jorge Delegado, y concelebrada por el Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Javier Prades, el Vicario de la III, Alfonso Lozano, el Vicario Episcopal para el Clero, Justo Bermejo. Al finalizar la Eucaristía habrá un tiempo de compartir en los salones parroquiales.
El Centro de Solidaridad, que ahora cumple 25 años, fue creada en noviembre de 1989 como lugar de acogida, ayuda y acompañamiento a las personas para ser ayudadas ante sus múltiples necesidades, entre ellas también el drama del paro. A lo largo de este tiempo, la Asociación del Centro de Solidaridad ha sido reconocida por el Ministerio del Interior de Utilidad pública a nivel nacional, con los beneficios fiscales para quien se implique aportando un donativo o suscribiéndose como socio. El número de personas recibidas en la Bolsa de Trabajo, acompañadas a modo personal, han pasado de las 10.000, y de ellas 4.000 han logrado, a día de hoy, su Inserción laboral.
Se han podido aumentar el número de cursos, de diferentes materias, gracias a las aportaciones voluntarias de muchos colaboradores a favor de dichas personas. La mayoría de ellas estaban en situación de riesgo de exclusión social, tanto españoles como inmigrantes, discapacitados o Parados de larga duración (más de 2 años en paro) y mujeres con Violencia de Género. Los cursos impartidos para mejorar su formación, han sido de: Contabilidad Básica, Informática, Español, Seguridad Social, Servicio de Ayuda a Domicilio (para cuidar a mayores en sus propios domicilios) y de Auxiliares de Geriatría, de 478 horas de duración, con el cual, la Comunidad de Madrid les concede un Certificado de Profesionalidad, imprescindible a partir del 01/01/2015 para poder trabajar en Residencias de Mayores, Centros de Día u Hospitales, como profesionales. Todos estos cursos se han ejecutado en base a lo que el mercado pedía en esos momentos.
En la actualidad, para continuar con la obra de este Centro de Solidaridad, son necesarios numerosos donativos, ya que las ayudas recibidas a través de subvenciones han disminuido considerablemente.