El Informativo Diocesano de 13TV ha emitido una entrevista con Monseñor Carlos Osoro Sierra, Arzobispo de Madrid. En ella, el prelado ha asegurado que afronta “esta nueva etapa al frente de la Diócesis de Madrid con una confianza absoluta en nuestro Señor Jesucristo”
P.- El pasado sábado tomó usted posesión como Arzobispo, de la Diócesis de Madrid, ¿cómo afronta esta nueva etapa al frente de la Diócesis de Madrid?
R.- Con una confianza absoluta en nuestro señor Jesucristo porque sé que Él es el que guía la Iglesia y el que ha enviado al Espíritu Santo para que descubra lo que tiene que hacer en cada momento de la vida. Yo le pido al Señor simplemente que me ayude a estar abierto a la acción del Espíritu Santo y, por lo tanto, abierto a la realidad de todos los hombres que pone en mis manos, no solamente los que creen sino aquellos que quizá aún no han conocido al Señor o han tenido alguna experiencia puntual. Le pido al Señor que me ayude para que, abierto a todos, sea capaz de entregar ese rostro de nuestro Señor que entusiasmó, mientras Él estuvo en este mundo, a tantos y tantos hombres y mujeres que fueron detrás de Él y le conocieron; que yo sea capaz de entusiasmar también, no tanto por lo que pueda decir, sino por lo que pueda vivir junto a ellos mostrando precisamente ese rostro”.
P.- ¿Cuáles son los aspectos prioritarios dentro de la actividad pastoral que va a desarrollar?
R.- En estos momentos, naturalmente, no conozco la realidad, no conozco todo lo que se ha vivido anteriormente, ¿no? Pero hay dos aspectos que a mí me parece que son especialmente importantes: las vocaciones al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada, y también todo el mundo de los jóvenes. ¿Y por qué digo esto? Porque los jóvenes son esa ventana que se abre hacia el futuro, como nos decía el Papa Francisco en el Encuentro Mundial de Jóvenes de Brasil. Pero también es cierto que esa ventana, si se abre hacia el futuro, tiene que tener abiertas todas las contraventanas, y el abrirse a los jóvenes y entusiasmarles con el modo de ser, de actuar y de vivir de nuestro Señor Jesucristo tiene que ser una pasión prioritaria para todos los discípulos del Señor. El futuro hay que marcarle con esa pasión, y en ese sentido están los jóvenes; y si lo hacemos con la pasión misma que puso el Señor, habrá muchos jóvenes, chicos y chicas, que le digan al Señor: “yo te ofrezco enteramente la vida para ti, para anunciarte sólo y exclusivamente a ti, que eres la riqueza y la salvación y la vida de todos los hombres”.
P.- En la carta que envió a los madrileños con motivo de su nombramiento como Arzobispo de Madrid hablaba de la importancia del Seminario en su vida, pero también de los jóvenes. ¿Qué pasos cree necesarios que hay que dar para atajar esta crisis de vocaciones y de valores que estamos atravesando?
R.- Yo creo que lo primero que hay que hacer es tener confianza en los jóvenes. A veces, por ser jóvenes no nos fiamos de ellos. Y ellos tienen esas antenas con las cuales captan mucho más fácilmente todas las situaciones que se viven en este momento de la historia y la vida del ser humano. Entre otras cosas, yo siempre digo que hoy existe una enfermedad, he hablado en muchas ocasiones de la misma: la enfermedad de las tres Des. En el fondo es que el ser humano hoy tiene Desdibujamiento, no sabe el dibujo verdadero que tiene que tener el ser humano. Esto nos lo da Jesucristo solamente, el hombre verdadero, la humanidad verdadera, la humanidad verdad que diría San Pedro Poveda es el que nos ha descrito nuestro Señor y, por lo tanto, presentar ese modo de ser del hombre es algo que tiene que ser apasionante para todos nosotros, y que es urgente, porque no se conoce, y quien no conoce al Señor no puede decidirse por Él.
Otra D es la de la Desesperanza. Hoy, en muchos jóvenes, hay desilusión, hay desesperanza, porque ven que el futuro se les cierra para muchas cosas, y que cuando el futuro se afronta desde la verdad de lo que uno es, se afronta sabiendo que todo ser humano es hijo de Dios y que todos somos hermanos, uno como que se capacita mejor para afrontar el futuro no buscando solamente el bien de uno mismo, sino buscando el bien de los demás. En este momento histórico que nos toca vivir tenemos que hacer hombres y mujeres que sean capaces de acceder a esta historia, a este mundo, buscando también ese bien y, por lo tanto, sintiéndose hermanos; pero solamente nos sentiremos hermanos cuando nos sintamos Hijos de Dios. Si no, lo que haremos será un grupo por acá, otro grupo por allá, dependiendo de las facetas fundamentales que yo piense que tienen importancia.
Y la otra D de esa enfermedad es la Desorientación. El joven tiene necesidad de tener metas. No podemos estar en la vida como vagabundos, al vagabundo igual le da estar en un sitio que en otro, quizá lo que requiere es que le den comida en esta parte o en otra, ese calor que necesita… Pero el ser humano necesita metas, necesita dirección, y necesita metas que le entusiasmen a él, y que sea capaz de entusiasmar con esa meta a muchos que van junto a él.
Por eso, afrontar esta enfermedad será mi pasión y mi tarea.
P.- Se ha celebrado en Roma la Tercera Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, centrada en el matrimonio y la familia. ¿A su juicio, hay que prestar pastoralmente hablando, una atención especial al matrimonio y la familia? ¿Por dónde hay que caminar?
R.- La familia es algo excepcional, original, único. Todos nosotros venimos a este mundo a través de, o necesitamos para acceder a este mundo de dos laderas que son esenciales: padre y madre y, por tanto, el matrimonio, la familia… Las mejores cosas que hemos aprendido nosotros en nuestra vida, yo lo digo por experiencia personal, las he aprendido de mi familia. Los títulos me los ha dado la Universidad, pero aprender a amar, aprender a respetar, aprender a querer, aprender a asumir lo que eran valores esenciales de la existencia humana, lo he aprendido junto a mi padre y a mi madre y a mis hermanos. Me parece que es algo fundamental, lo ha dicho el Papa Francisco en estos días. Eso no quiere decir que no seamos capaces de abrirnos a la realidad que hoy existe. La Iglesia tiene que ser, es el cuerpo del Señor que, como el Señor, pasea por los caminos de esta historia y se encuentra con realidades muy diversas y situaciones muy diferentes con respecto a la familia. Y no puede decir: estas las aparto de mi vida. Tiene que quererlas, mirarlas con la misma mirada de Jesucristo, hacer sentir la cercanía del Señor a esas realidades y a todas las situaciones que se encuentra en la vida con los hombres, y seguro que si lo hace como el Señor encontrará salidas y, sobre todo quienes están viviéndolas, encontrarán el amor y la cercanía de un Dios que ciertamente quiere profundamente al ser humano, es el que nos quiere de verdad.
P.- Un mensaje para sus diocesanos …
R.- Quiero dar gracias a Dios, como hizo el Señor, porque a mi también, pequeño y sin grandes cualidades, me ha regalado esta Archidiócesis de Madrid para estar como padre, como hermano y como pastor. Por eso yo les pido como mensaje fundamental que recen por mí, que saben que uno no es un santo y necesita que el Señor de verdad entre de tal manera en mi vida que convenza de que Jesucristo es el camino, no por las palabras bonitas que yo pueda decir, sino como lo hizo el Señor: por la capacidad de dar acción, que yo pueda hacer de Cristo como lo hizo el Señor en el camino de Emaús, que no reconocían al Señor, pero que al ver lo que decía, cómo está junto a ellos, le dijeron rápidamente: “quédate con nosotros porque atardece”. Ojalá el Señor me permita, con su gracia, con su amor y con la oración de todos los madrileños, el hacer posible que haya muchos hombres que puedan decir al Señor a través de mi ministerio: “Quédate con nosotros”.