Madrid

VI Edición del Festival de Clipmetrajes de Manos Unidas

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Hasta el 17 de febrero de 2015 está abierto el plazo para participar en la VI Edición Festival de Clipmetrajes de Manos Unidas, los cortometrajes solidarios de 1 minuto más populares de España. Bajo el lema “El desafío del hambre”, Manos Unidas propone que los Clipmetrajes participantes se centren en tres temas concretos que se recogen en su publicación “El desafío del hambre. La seguridad alimentaria en nuestro mundo globalizado” y que son: la degradación medioambiental, los biocombustibles y el acaparamiento de tierras, animando siempre a denunciar las causas evitables del hambre en el mundo y que están presentes en nuestro modelo socio-económico, nuestro comportamiento personal y nuestras actitudes.

La ganadora de la quinta edición, Inés Poggio Quero, viajará a Etiopía el próximo mes de diciembre con Santiago Zannou, y quien gane esta sexta edición viajará con el director Eduardo Chapero-Jackson, presidente del jurado en esta ocasión.

Hay una sección en la web creada especialmente para subir online los vídeos: http://www.clipmetrajesmanosunidas.org/participa/

Jornada Académica “Matrimonio y Evangelización” en San Dámaso

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Este miércoles, 26 de noviembre, se desarrollará en el Aula Magna del Seminario Conciliar (c/San Buenaventura, 9) una Jornada Académica de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad San Dámaso, en la que se abordará el tema “Matrimonio y evangelización”.

Será inaugurada a las 10,30 horas por Javier Prades, Rector de la UESD, acompañado por Roberto Serres, Vicerrector de la UESD y Decano de la Facultad de Derecho Canónico. A las 10,45 horas, Mons. Giuseppe Sciacca, Secretario Adjunto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, presentará “Fe y sacramento del matrimonio”.

A las 12,00 horas, el Cardenal Velasio de Paolis, Presidente emérito de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, presentará “La pastoral de los divorciados vueltos a casar y los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia”.

Monseñor Carlos Osoro: “El drama más grande que ha sucedido en esta tierra es que se cuestione la vida del ser humano”

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Las Hermanas Servidoras de Jesús del Cottolengo del Padre Alegre han celebrado durante este año el 75 aniversario de su fundación. La clausura de esta efemérides en Madrid se celebró este sábado, 22 de noviembre, en la casa que las Hermanas tienen en la ctra. Fuente El Saz, km 155, de Algete. Los actos comenzaron a las 10,30 horas con la celebración de una Eucaristía, que presidió el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, en la Capilla del centro. En su homilía, afirmó que “estamos viviendo un momento singular y especial: 75 años de fundación de la Congregación de las Hermanas Servidoras de Jesús son 75 años en los que el Señor quiso, a través de la Iglesia, plantar en este mundo un santuario de la vida, del amor, de la libertad, un santuario vivo de lo que es la dignidad del ser humano, un santuario en el que se hiciese verdad y se alabase a Dios en las imágenes que ha puesto en este mundo, que somos cada ser humano”.

Reconoció que “en estos 75 años han cambiado muchas cosas. Pero el Padre Daniel y sus fundadores fueron profetas para este mundo, porque en estos últimos años el drama más grande que ha sucedido en esta tierra es que se cuestione la vida del ser humano, sea en el inicio, en el final o en el intermedio, porque a veces los que piensan sólo desde sí mismo tienen unos parámetros para descubrir qué es la vida que ciertamente no son los de Dios”.

Dirigiéndose a las Hermanas, “servidoras de Jesús del Cottolengo”, señaló que “queréis poner otro parámetro distinto, y nos lo queréis regalar a nosotros… Este encuentro se celebra en un santuario de la vida, donde Dios nos ofrece a todos los hombres, y a nuestra Archidiócesis de Madrid, esta oferta de amor y de cariño, para que nos demos cuenta de qué somos los hombres para Dios y qué debemos ser los hombres para los demás, en el respeto absoluto que tiene la vida, de la que solamente es dueño Dios”.

En alusión a la Palabra proclamada, dijo: “quiero acercar a vuestras vidas tres cosas: Una pregunta y dos afirmaciones que me parecen esenciales. La pregunta: ¿quién eres tú, Señor?. Lo habéis escuchado en el Evangelio. El Señor nos dice quién es y quiénes somos nosotros. Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis…, porque cada vez que lo hicisteis con uno de mis hermanos, con uno de estos, conmigo lo habéis hecho. Qué maravilla que hoy el Señor nos diga a cada uno de los que estamos aquí: ‘tú eres imagen de Dios’. Esto es lo que explica esta obra, el Cottolengo”. “En los razonamientos que, a veces, tenemos los hombres, en las medidas que realizamos para construir la historia y este mundo, prosiguió, hacemos rápidamente descartes … Dios nos dice hoy que todo ser humano es valioso: desde el inicio de la vida es hijo de Dios, imagen de Dios. Por eso, qué maravilla que después de 75 años de esta fundación podamos decir que todos los que estamos aquí y los que nos encontremos por la vida son esa fotografía de Dios mismo”. Por eso, manifestó su agradecimiento a las Hermanas “no sólo por lo que hacéis, sino por lo que nos dais: sois un referente que cuando uno lo mira, cambia los parámetros de su vida, su manera de existir y de ver las cosas. La pregunta ¿quién eres tú Señor?, la respondéis con vuestra vida, y nos la hacéis responder a nosotros, cuando venimos aquí”. Dios es amor, manifestó, “y, por tanto, todos somos ese amor que tenemos que mostrar y regalar a los demás”.

Imágenes de Dios
A continuación, al hilo de las lecturas proclamadas, afirmó que: “regalamos la justicia y la misericordia. No es una afirmación nuestra, es de Dios…. Las grandes virtudes de todo ser humano son las que Dios nos muestra. Es justo y misericordioso, pero no con la justicia de los hombres”. Los hombres, añadió, no nos merecemos nada, y Dios nos da todo. “Su justicia es distinta a la de los hombres; es la justicia de un Dios que nos abraza permanentemente, que nos quiere entrañablemente, de un Dios que se fía de nosotros, que ha venido a este mundo y se ha hecho historia, ha mostrado rostro de hombre y nos ha dicho aquello que dijo en la cruz: ‘perdónales, no saben lo que hacen’... Si somos imágenes de Dios, ¡regalemos la justicia y la misericordia de Dios!”. “Este santuario de la vida, apuntó, tiene que ser un lugar donde estemos dispuestos a dar y a regalar a este mundo la justicia y la misericordia de Dios. Este mundo se transformará, cambiará el rostro, los caminos, el devenir histórico y el corazón del ser humano, si estamos dispuestos a ser realmente lo que Dios ha hecho con nosotros: imágenes de Dios que regalan la justicia y la misericordia de Dios”.

La segunda afirmación fue: “el Señor nos dice: ‘dad mi vida, que es la que yo os he dado’… Nos apremia ese amor que se nos ha dado. Aquí no estamos por casualidad. El cristiano no está en la vida y en la historia por pura casualidad, sino porque Dios lo ha puesto ahí y tiene que ser rostro mismo de Dios”. Por el bautismo, dijo, “somos criaturas nuevas. Lo viejo ha pasado y lo nuevo ha comenzado. Lo nuevo es el santuario de la vida del Cottolengo, lo que hace que los hombres se interpelen constantemente. Lo nuevo es Jesucristo, mostrar el rostro de Dios, verificar con obras que Dios vive, que ama, que quiere, que transforma, que restaura los caminos de este mundo, que agranda el corazón del ser humano”, subrayó.

“Somos benditos, afirmó, sólo y en la medida en que tenemos este corazón de Jesucristo, que se da y que se reparte, que no guarda nada para sí mismo. Una vez más, nos lo muestra el Señor en el misterio de la Eucaristía”. “Gracias, queridas hermanas, por este día que regaláis a la archidiócesis de Madrid y a mi ministerio episcopal”, concluyó.

“Ha llegado la vida, anúnciala, constrúyela” afirma el Arzobispo de Madrid

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El pasado sábado por la tarde, el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, visitó la Iglesia de Nuestra Señora, de la urbanización Fuente del Fresno, donde celebró la Eucaristía e impartió el sacramento de la confirmación a un grupo de 11 jóvenes. En la Misa concelebraron el párroco, Javier Sánchez-Cervera, y sacerdotes de la zona.

Mons. Osoro comenzó su homilía explicando que "la Palabra que el Señor hoy nos ha regalado en este día de Cristo Rey es una palabra especialmente importante, una Palabra que alcanza nuestra corazón. Todas las lecturas que acabamos de escuchar se podrían resumir en esta expresión: Ha llegado la vida, anúnciala, constrúyela”.

“¡Ha llegado la vida!, dijo. El Señor quiere que nos fiemos de él. Él nos conduce, nos da fuerza, nos guía, nos lleva por senderos seguros, nos prepara una mesa para que nunca nos falte nada y nos unge. El Señor nos da su vida”. “Hoy nos dice: Mirad, ha llegado la vida”, prosiguió. “Lo habéis escuchado en la lectura segunda de la Carta a los Corintios. Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Nosotros esta tarde no estamos reunidos en nombre de un hombre, por muy famoso que fuera, que vivió hace 22 siglos, un famoso que pudo vivir en esta historia y que quizá hizo cosas extraordinarias. No. Hoy nos reunimos aquí porque Cristo ha resucitado. Cristo, el Dios que se ha hecho hombre, ha vencido a la muerte y ha salido triunfante de ese agujero terrible que siempre amenaza la existencia del hombre. Lo ha vencido y se ha hecho el primero de todos nosotros”.

“El Señor nos dice: ¡Anunciadla! Si ha llegado la vida, anunciadla. El Señor se presenta como ese Pastor que busca a sus ovejas, que sigue el rastro y las huellas de las ovejas, las libra de todo mal y cuando se desperdigan va en busca de ellas, cura a las que están heridas”, añadió. “Hermanos, nosotros no estamos aquí por casualidad, es el Señor el que nos ha traído aquí, es Él el que cura, salva, orienta y nos marca la dirección y el camino, el que nos dice quiénes somos. Por eso es cierto lo que os decía, ‘ha llegado la vida’, pero ahora se trata de anunciarla. ¡Anunciadla! Digámoselo a todos los hombres que encontremos. Y vivamos de tal manera que sintamos de verdad que el Señor es nuestro Pastor, que nos guía, que nos busca, que nunca nos deja solos, que nos alimenta, que nos reúne en torno a su mesa, no para darnos cualquier comida sino para darse a sí mismo: Él se nos da a sí, Él nos regala su vida y quiere que seamos rostro suyo en medio de este mundo y en medio de esta historia”, aseguró.

“Pero el Señor nos dice más: ¡Construidla! Lo habéis escuchado en el Evangelio que acabamos de proclamar. ¿Cómo podemos construirla? ¿Cómo poder hacer verdad la vida del Señor en esta historia y en este mundo? ¿Cómo aproximar su Reino, al Rey, a esta tierra, a esta historia? ¿Cómo? Por supuesto identificándonos con Él, siendo de verdad imágenes del Señor. El Antiguo Testamento nos decía que somos imágenes del Señor, pero en el Nuevo Testamento se nos dice cómo es esa imagen: Dios es amor. Construidla”. Y se construye “dando a los demás el rostro verdadero que tienen de imágenes de Dios. Haciendo posible que los demás se enteren por nosotros de que les tratamos de alguna manera como Dios mismo les trata. ¿No habéis visto el Evangelio de hoy? Cuando el Señor, al finalizar la comida, al finalizar el mundo, nos diga: “Venid vosotros benditos de mi Padre, tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…”, es decir, os comportasteis con los demás, con todos los que os encontrasteis por el camino, como Dios mismo lo hace con cada uno de vosotros, fuisteis de verdad pastores reales de los demás porque fuisteis capaces de conducirlos, de guiarles, darles la justicia, estar con ellos, prepararles la mesa y alimentarles. De darles y regalarles la bondad y la misericordia de Dios, y aproximárselos con la propia vida”.

“La Palabra de Dios que acabamos de escuchar tiene una actualidad. Hace falta tener una experiencia, la experiencia de que llegó la vida, y esto hay que anunciarlo y construirlo. A todos se nos llama a construir esta nueva ciudad. Los cristianos debemos estar dispuestos a hacerlo”, concluyó.