La Universidad Eclesiástica San Dámaso celebró ayer, miércoles 28 de enero, la festividad litúrgica de Santo Tomás de Aquino con un acto académico que concluyó con la celebración de una Eucaristía en la Capilla del Seminario Conciliar. Presidida por el Arzobispo de Madrid, y Gran Canciller de la Universidad San Dámaso, Mons. Carlos Osoro Sierra, fue concelebrada por Mons. Juan Antonio Reig Plá, obispo de Alcalá; Mons. Fidel Herráez y Mons. Juan Antonio Martínez Camino, SJ, obispos auxiliares de Madrid; Javier Prades, Rector de San Dámaso; vicarios episcopales, y un amplio número de profesores.
En su homilía, Mons. Osoro recordó que “en el siglo III, el filósofo pagano Celso calificaba a los cristianos de gente tosca”, y se preguntó “qué pensaría este filósofo, el racionalista, si descubriera que la razón, en estos momentos, no goza de buena salud, incluso para algunos cristianos, pues la razón elevada a categorías de dios en la Revolución francesa hoy es pisoteada por quienes hacen de lo efímero su principal punto de referencia; pero también a muchos cristianos les tienta el dejarse llevar por el fideísmo, y arrinconar el estudio de la teología y la filosofía. Todo esto dificulta la difusión de la buena noticia, y hace oídos sordos a lo que Cristo nos dijo claramente, y que tan profundamente oyó Santo Tomás de Aquino: id, pues, y hacer discípulos de todas las gentes”.
“Un racionalista y un fideísta”, dijo, “no pueden encontrar entre sí el mínimo punto de contacto. Por eso se entiende que San Juan Pablo II tuviera que regalarnos aquella encíclica maravillosa, Fides et Ratio, que fue un obligado llamamiento a la conciliación entre la fe y razón. Y recordó a Santo Tomás de Aquino, “ejemplo admirable de unión entre filosofía y teología, que mostró que el hombre puede llegar a Dios mediante el uso de la razón. Si sólo pudiéramos llegar a Dios mediante la revelación, el cristianismo tendría mucho que de religión de libro, igual que el judaísmo o el islamismo”, afirmó.
Mons. Osoro compartió con los presentes tres ideas, relacionadas con la Palabra que se acababa de proclamar: “en primer lugar, guárdalos y conságralos en la verdad, que sean uno como nosotros... Aquí, la razón de un gran estudioso como Santo Tomás, rinde homenaje a la fe. Se hace humilde ante la Eucaristía, en la que reside la sabiduría que él siempre estuvo buscando. Sin eliminar la razón para nada”.
En segundo lugar, prosiguió, tener siempre la sabiduría como luz y como alegría”. En este sentido, se preguntó cómo tener la alegría del Señor y vivir en la alegría del Evangelio. “Santo Tomás también nos lo dice, prosiguió: buscando siempre la perfección cristiana en la vivencia profunda y valiente de una experiencia de amistad con Jesucristo, permanente. La santidad es una llamada a vivir en fidelidad al proyecto de Dios, a buscar permanentemente, a indagar lo que quiere el Señor. A Dios hay que prestarle siempre esa obediencia de la fe, confiando libre y totalmente en Él, con una vida intensa de diálogo profundo con el Señor, buscando y hallando la voluntad de Dios, haciendo un permanente discernimiento para verla y descubrirla”. “Todo eso, aseguró, nos lleva a vivir en la alegría que Cristo ha querido que tengamos y que entreguemos. Sólo en la búsqueda de esa percepción, en esa fidelidad al proyecto de Dios, en esa obediencia, en un intenso diálogo con el Señor, lograremos tener esa alegría y regalarla”.
Por último, recordó que “el Señor nos envía al mundo”, por lo que “tenemos que tener pasión por la misión. La misión siempre es fundante para un cristiano”. Así, invitó a los presentes a tener “pasión por llevar a los hombres la alegría del Evangelio… La misión es evangelizadora”, aseguró”, al tiempo que afirmaba que también “hace la cultura del encuentro, porque va en búsqueda de los hombres y hace la inculturación… busca a todos, estén donde estén. La misión es solidaridad y promoción para todos los hombres”.
Pidió al Señor “el talento que se necesita para hacer creíbles a los demás que el Señor es la verdad, la alegría, y que vamos en nombre del Señor a anunciarle a Él… Santo Tomás, ante la Eucaristía, rinde un homenaje a Cristo; se adhiere a Él, se anonada ante el gran misterio, se hace humilde. Esa humildad que necesitamos para decir al Señor: ‘Señor, en ti reside la sabiduría; dánosla a todos”, concluyó.