Madrid

“La Vida tomó rostro humano en el vientre de María, en Jesucristo”

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El Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, presidió ayer por la tarde, en la Colegiata de San Isidro, una Eucaristía y Vigilia por la Vida. Lo hizo en la solemnidad de la Encarnación del Señor y Jornada por la Vida, que este año se ha celebrado con el lema “Hay mucha vida en cada vida”. Organizada por la Delegación de Familia, a la misma asistieron numerosas familias con sus hijos.

En su homilía, Mons. Osoro destacó que “hoy es un día excepcional” ya que se celebraba la Anunciación de María, “una etapa que comenzó con el Sí que dio a Dios una mujer excepcional. Ella dijo a Dios: aquí estoy”. “El Señor nos hace escuchar aquello que nos conviene y nosotros respondemos: aquí estoy, para hacer tu voluntad”. “La Vida, afirmó, tomó rostro humano en el vientre de María, en Jesucristo”. Por eso, “para entender esta jornada que estamos celebrando”, ofreció a los presentes tres puntos: pedir una señal al Señor, acoger a Dios en nuestra vida, y descubrir que nada hay imposible para Dios.

“La señal, explicó, la tenemos en nuestra propia vida. Dios, para venir a esta tierra, tomó rostro y eligió una casa donde habitar: el vientre de la Virgen María… Todos los seres humanos hemos tenido la misma vivienda… excepcional: el vientre de nuestras madres... La primera casa que hemos tenido, la primera habitación para venir al mundo, ha sido el vientre de nuestras madres. Lugar sagrado, santuario de la vida”. “El Señor, prosiguió, nos muestra que Él se ha identificado con nosotros, haciéndonos iguales en el origen de la vida. Cuando salimos a este mundo es cuando vienen las diferencias. La vida nos la da igual para todos. En el recuerdo de la encarnación de Jesucristo en el vientre de María tenemos una señal: que somos de Dios. Hombres y mujeres que hemos venido al mundo para vivir, para dar la vida, para defender la vida”.

“Nos hacemos distintos, apuntó, cuando olvidamos nuestro origen y qué es la vida verdadera. El Papa San Juan Pablo II decía que el drama más grande que existe en esta tierra, en estos momentos de la historia, es no creer en la vida. Drama tremendo, que nos puede llevar a situaciones terribles: no reconocer el origen, la misma habitación que tenemos todos, la misma casa… Pero, el Señor, nos da esperanza. Y nos dice, como a la Virgen: ‘Alégrate, el Señor está contigo’… No nos entristezcamos porque hoy, en el mundo y en la cultura de los hombres, a menudo se pueda discutir sobre quién es el dueño de la vida… Alegraos, porque el Señor está de nuestra parte. Él nos dice que defendamos la vida que nos da Dios”. En este sentido, recordó que “la cultura del encuentro es la cultura de la vida”, es “la cultura de la reconciliación, del perdón, de la entrega, del amor verdadero, del que nos descubre Jesucristo, donde el ser humano es importante desde el mismo momento en que inicia la vida. El ser humano es lo más importante, porque Dios lo ha querido hacer a imagen y semejanza suya. Y esa semejanza con un Dios que es amor es lo más importante que tenemos todos en nuestra vida”. Por ello, exhortó a los presentes a sentir “en vuestro corazón y en vuestra vida la alegría de saber que Dios nos ama entrañablemente. Él no nos abandona”.

En tercer lugar, añadió, “Él nos ha dicho que nada hay imposible para Dios... Cuando los hombres nos decidimos a invocar a Dios, nada hay imposible”.

Invitó a orar y a pedir “al Dios de la vida” que “instaure en todos los corazones de los hombres la vida. Nada hay imposible para Dios. Las armas de la vida surgirán en el corazón de todos los hombres.. Y lo harán por poner la vida en manos de Dios y diciéndole que intervenga para que ponga en el corazón del hombre la significación profunda que tiene el ser imagen y semejanza de Dios, desde el inicio mismo de la vida en el vientre de nuestras madres. Nada hay imposible para Dios”, concluyó.

Al finalizar la ceremonia, Mons. Osoro bendijo personalmente a cada una de las madres gestantes.

El hombre, mendigo del amor y con hambre de Dios

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El Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, recuerda en su carta semanal que “los cristianos estamos viviendo la Semana de Pasión, tiempo previo a la celebración de los grandes misterios de nuestra fe. El Señor nos quiere hacer ver la grandeza del ser humano cuando se siente mendigo de amor y con hambre de Dios, y cuando descubre cómo el Señor desea alcanzar su vida, haciéndole partícipe de su Amor”. En este sentido, recuerda de manera especial una audiencia con el Papa Beato Pablo VI, el 31 de diciembre de 1975, en la que les dijo “que para él la ‘civilización del amor’ es la que ha traído Jesucristo. No es ninguna utopía: es una tarea en la que los discípulos estamos convocados a trabajar. Tarea urgente, ineludible para todos los hombres y a la que todos los cristianos estamos llamados, de manera singular, a vivir y contagiar” y que hoy “aún está vigente. El Beato Pablo VI la define así: ‘La civilización del amor es aquel conjunto de condiciones morales, civiles, y económicas, que consiente a la vida humana una mejor posibilidad de destino de existencia, una razonable plenitud, un feliz eterno destino’. El Papa Francisco nos ha hablado del innumerable número de mendigos de amor que existen, del hambre de amor que tienen los hombres. Pero no de cualquier amor, sino del Amor mismo de Dios”.

Para Mons. Osoro, “la Iglesia está llamada a ser ese ‘hospital de campaña’, como nos dice el Papa Francisco, que cura con el Amor mismo del Señor. Un amor compasivo y misericordioso, capaz de curar y sanar toda clase de ‘patología social y personal’ que anida en el corazón y en la historia que hacemos los hombres. En la raíz de esta ‘civilización del amor’, nos decía el Beato Pablo VI, está la esperanza cristiana que hace fecundo el amor, y las bienaventuranzas, que lo hacen oblativo. Hay que aprender a hacer y vivir esta ‘civilización del amor’ junto a Jesucristo, en su taller: en el sacramento de la Eucaristía. Pues es un Amor que se dona, permanece, se multiplica, se sacrifica. Es de esta civilización de la que nos habla el Papa Francisco cuando, refiriéndose a la ‘civilización católica’, nos dice que es la civilización del amor, de la misericordia, de la fe. De ese amor que tiene un rostro: Jesucristo. Unas manifestaciones concretas y llevadas hasta el límite: Jesucristo. Y una fe que es una adhesión incondicional a quien nos dona su Vida misma: Jesucristo”. Y es que, apunta, “el hombre es, por naturaleza, mendigo del amor: necesita del amor para ser y para convivir junto a los demás. Y en su corazón está inscrito que tiene que globalizar ese amor. Creado por Dios a imagen suya, siente hambre de su plenitud, hambre de Dios”.

“En esta Semana de Pasión, el Señor, en su Palabra, nos dice desde dónde es posible hacer esa ‘civilización del amor’”:

1.- Desde una comunión plena con el Señor: “Que se realiza cuando, como el Señor, nos retiramos a dialogar con Él y a oxigenar nuestra vida con su misma Vida”. “Así, bajaremos a la vida y a la historia real de los hombres, y descubriremos cómo se acercan a nosotros, porque les hacemos partícipes del amor mismo de Dios”.

2.- Acogiendo el don de la fe: “Vivir en esta historia con la vida que Dios nos da, es decir, con su amor, es crear la civilización del amor”.

3. Con la audacia de vivir siempre en presencia de Dios: “Decidirse a vivir en la presencia” de un Dios que “te quiere y desea contar contigo para mostrar el rostro del Dios vivo y verdadero, nos lleva a tomar una decisión inmediata que nos posiciona en la dirección de la civilización del amor”.

4. Guardando siempre su Palabra: “Consentir vivir de su palabra es toda una abundancia y un reto”.

5. Mostrando con obras lo que creemos, “el rostro de Dios. Aunque esto traiga complicaciones en la vida”.

6. Convencidos de que para construir la civilización del amor hay que dar la vida con el mismo amor de Jesús: “Los hombres y mujeres que escuchaban y veían los signos de Jesús, admirados y convencidos por aquel Amor con que el Señor los envolvía, lo seguían, habían probado lo que daba el Amor y querían participar en la globalización de ese Amor. Deseaban construir la nueva civilización del amor, que hacía posible que los hombres vivieran con la dignidad con la que Dios les había creado”.

“¡Ánimo! La ‘civilización del amor’ es posible en el encuentro con el Dios vivo”, concluye.

Concluyen las meditaciones cuaresmales en la Parroquia de San Ginés

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Dentro de las actividades que se están desarrollando en la Real Parroquia de San Ginés (c/Arenal, 13) durante este tiempo cuaresmal, se han venido impartiendo unas meditaciones cuaresmales.

Concluirán esta tarde con la aportación de José Luis Montes Toyos, Delegado Episcopal del Patrimonio Histórico-Artístico y Párroco de San Ginés, quien a las 19,00 horas celebrará la Eucaristía con reflexión cuaresmal.

Mañana, viernes 27, a las 20,00 horas, Concierto de Música Sacra. Y el sábado 28, a las 18,30 horas, concierto de Órgano, a cargo de León Berben.

Y el próximo 29 de marzo, Domingo de Ramos, a las 13,00 horas dará comienzo la bendición de ramos, procesión y Eucaristía solemne, presidida por Antonio Hernán Gómez. Contará con la intervención del Coro Matritum Cantat.

Sermón de las Siete Palabras
Además, el próximo 3 de abril, Viernes Santo, la Parroquia de San Ginés acogerá el tradicional Sermón de las Siete Palabras. “Las siete palabras de Jesucristo en la Cruz” es el tema sobre el que meditará Mons. Juan Antonio Martínez Camino, SJ, Obispo Auxiliar de Madrid, a partir de las 12,00 horas. Durante la misma habrá interludios al órgano de J. S. Bach, por Felipe López, organista de la Parroquia. Ese mismo día, a las 19,30 horas, dará comienzo la celebración del Vía Crucis en el V Centenario de Santa Teresa de Jesús, dirigido por Antonio Hernán Gómez, Vicario Parroquial del templo.

Traslado de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

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La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y Esperanza Macarena, con sede en la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo y San Isidro (c/ Toledo, 37), está celebrando el 75 aniversario de su fundación con el lema “75 años en Hermandad”.

Dentro del amplio programa de actos, a las 20,30 horas de esta tarde habrá en la Colegiata un Concierto a cargo de la Coral Nuestra Señora de las Nieves.

Y mañana, viernes 27 de marzo, a las 20,00 horas, se celebrará la Santa Misa y posterior traslado de la Sagrada Imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder a su paso procesional de Semana Santa.