Madrid

“Busca la verdad mientras eres joven”: sábados de formación en la fe

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A petición de los jóvenes que forman parte de Pastoral Universitaria, este sábado, 14 de febrero, se inicia un encuentro semanal de 20,30 a 21,30 horas que pretende dar cauce a las cuestiones que sobre nuestra fe surgen en nuestro entorno universitario y profesional. Este coloquio formativo tiene 4 ciclos rotativos, siendo los próximos títulos los siguientes:

• Historia de la iglesia: La Inquisición. Orígenes, evolución y variedades históricas. Tópicos y realidades. Contextualización y límites de estudio. Valoración crítica. Sábado 14 de febrero.

• Ciencia y fe: Desde la ciencia, por la razón hasta la fe: itinerario de un creyente de hoy. Sábado 21 de febrero.

• Testimonio: Los cristianos perseguidos en Irak: un testimonio de fe. Sábado 28 de febrero. A cargo de Ayuda para a la Iglesia Necesitada (AIN).

• Teología y moral: Jesucristo: ¿quién eres tú?. Sábado 7 de marzo.

El título de estos encuentros se inspira en Platón, al cual Benedicto XVI citó en la JMJ 2011 en su encuentro con los jóvenes profesores: “Busca la verdad mientras eres joven, pues si no lo haces, después se te escapará de entre las manos”. Dirigido a universitarios y profesionales, será moderado por profesores del aula Veritatis Splendor de la Pastoral Universitaria.

Estos encuentros se celebrarán en la iglesia de las Calatravas (c/ Alcalá 25 - Metro Sevilla). Comenzarán con una Eucaristía de víspera dominical, a las 19,30 horas, para todos aquellos que lo deseen.

Miércoles de Ceniza en la Universidad
La Delegación de Pastoral Universitaria organiza una celebración de Miércoles de Ceniza en la Universidad. Convocada con el lema elegido por el Papa Francisco para su mensaje de Cuaresma 2015, “Fortaleced vuestros corazones” (St 5, 8), se desarrollará el miércoles 18 de febrero, a partir de las 13,30 horas, en la Capilla de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense. Estará presidida por Mons. Juan Antonio Martínez Camino, SJ, Obispo Auxiliar de Madrid.

Monseñor Carlos Osoro asegura que “los derechos humanos no son negociables, preceden a todas las instituciones y son el fundamento de las mismas”

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En su carta semanal, el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, recuerda las palabras del Apóstol Pablo en la carta primera a los Corintios, ‘Por qué, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles’ (cf. 1 Cor 9, 16-19.22-23), y se pregunta si “somos libres o esclavos”. “La libertad, asegura, nos la entrega Jesucristo. Por eso, el Apóstol Pablo, una vez que ha conocido a Jesucristo, experimenta que no tiene más remedio que darlo a conocer, hablar de Él. Ha sido Jesucristo quien le ha devuelto la libertad y él desea que ésta, que ha experimentado en su vida, llegue a todos los hombres. De ahí sus palabras: ‘¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!’. Con esa misma libertad que le ha sido otorgada por Cristo, el Apóstol Pablo se hace esclavo de Él para ganar a los hombres y darles la libertad, y para curar a quienes se encuentran sometidos a las esclavitudes diversas con que los hombres intentamos encadenar en muchas ocasiones a los demás. Libres para ganar a los hombres, siendo esclavos de Cristo que es la vida, y que nos hace dar vida, salvación y curación a los demás”.

“Anunciar el Evangelio es dar vida, curar y salvar”, afirma, al tiempo que recuerda que este domingo se ha celebrado la Jornada Internacional de oración y reflexión contra la Trata de Personas. “El Papa Francisco nos recordaba recientemente que ‘el tráfico de seres humanos es una llaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una llaga de la carne de Cristo. Es un delito contra la humanidad’”. Ante esta situación, Mons. Osoro exhorta a tener “el atrevimiento de hacer una gran obra de arte. Pintemos el cuadro de la vida, de la historia y de la trayectoria que tienen que hacer los hombres en este mundo, con dos colores: el color del amor y el de la esperanza. ¿Dónde está la tarea de la Iglesia hoy? Es la de siempre: dar a conocer a Jesús y hacer santos con la vida misma de Cristo. Al igual que Jesucristo, el papel de la Iglesia es presentar el rostro del Señor y entregar su liberación, el diálogo con todos los hombres, y construir la comunión. Por eso el diálogo y la cultura del encuentro tienen que ser el canal que utilice la Iglesia, al igual que hizo Nuestro Señor Jesucristo; han de ser la herramienta básica para construir la paz y promover la conversión, creando fraternidad. Este cuadro que los discípulos de Cristo tenemos que presentar y ofrecer a todos los hombres no es ni más ni menos que globalizar el amor mismo de Dios manifestado en Cristo para todos los hombres. No se trata de una globalización que se reduzca a las finanzas internacionales, a la economía, a lograr acuerdos bilaterales… todo esto se escapa del control. Se trata de llevar la libertad a todos los seres humanos, de regalar curación”, de “hacer una globalización en la que todos se sientan integrados con su singularidad y enriquecidos con unas relaciones nuevas, fruto del amor que sigue regalando Jesucristo”. Asegura que a todos “nos gusta y es necesario que se nos hable en claves en las que percibamos el amor mismo de Dios. El cuadro pintado con esos colores del amor y de la esperanza nos abre paso a la apertura de un mundo diferente, en el que todos estamos más a gusto, en el que nos agrada vivir y entregarnos los unos a los otros”.

El Arzobispo de Madrid evoca su reciente intervención en un curso sobre el profesor y filósofo Julián Marías en el que “decía cómo Marías nos proponía una definición cristiana del hombre, que para mí tiene una actualidad especial: el hombre es ‘criatura amorosa’. Y lo es en verdad. ¿Desde dónde decía Julián Marías esto? Ponía en conexión dos textos bíblicos que son capitales: el relato de la Creación y la Primera Carta de San Juan. Para todo lo creado Dios dice ‘hágase’. Sin embargo, cuando crea al hombre dice: ‘hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza’. Por otra parte, San Juan nos dice que ‘Dios es amor’. ¿En qué consiste ese ser imagen y semejanza de Dios? En que el Amor es lo que da consistencia al hombre, es su consistencia. Lo que es relevante es precisamente el Amor. Por eso el hombre aparece y es ‘criatura amorosa’. Para el cristiano, es primario el Amor, y esto tiene consecuencias extraordinarias, pues nuestro ‘yo’ tiene una referencia esencial a la ‘convivencia’, al ‘nosotros’. La infidelidad radical del ser humano es no verse, entenderse ni vivirse como ‘criatura amorosa’. Y es que no verse así es vivir no regalando libertad. Regalamos libertad cuando nos sabemos partícipes, viviendo con, en y desde el amor mismo de Dios, que nos impulsa a vivir para los demás. Urge anunciar a Jesucristo. Hagamos nuestras las palabras del Apóstol San Pablo: ‘¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!’”.

Invita a dar “vida a esta tierra, a la historia que vivimos los hombres. Para ello conviene descubrir la realidad íntima de Dios como amor. Y la realidad nuestra como criaturas suyas. Un Dios que se vacía de sí mismo y se autocomunica, que se revela de manera definitiva en la encarnación, en la cruz y en la resurrección. Dios, movido por su misericordia, no sólo nos permite asomarnos a su corazón, sino que en el Espíritu Santo nos hace sitio junto a su corazón”. “Movido por su amor, prosigue, se vacía de sí y se da a sí mismo como don, nos obsequia con la mayor proximidad. La luz de Dios y su cercanía al ser humano llega hasta tal punto que el hombre es cegado por ella, vive la felicidad y la paz que solamente Dios puede entregar junto con una experiencia de la misericordia divina total, y la entrega a los hombres. Lo hace dando dos colores a la vida: amor y esperanza. Y ello supone estar junto a todo hombre, sabiendo que refleja la imagen del creador, y que no podemos disponer a nuestro parecer de las personas. La Iglesia, en nombre de Cristo, se hace pregonera de los derechos fundamentales de la persona. Los derechos humanos no son negociables, preceden a todas las instituciones y son el fundamento de las mismas. Están expresados en el Evangelio”. Concluye invitando a pintar “el cuadro que nos toca hacer en la vida con dos colores: amor y esperanza”.

“Necesitamos la sabiduría del corazón que solo Dios nos entrega”

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La Catedral de Santa María la Real de la Almudena acogió ayer, miércoles 11 de febrero, por primera vez, la celebración solemne de una Eucaristía en la Jornada Mundial del Enfermo, y festividad litúrgica de la Virgen de Lourdes. Presidida por el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, la Misa fue concelebrada por el Vicario Episcopal, Javier Cuevas, y el Delegado de Pastoral de la Salud, José Luis Méndez, acompañados por numerosos capellanes de hospitales y centros sanitarios. A la misma asistieron enfermos y personas que cuidan de los mismos. Además, la ceremonia fue emitida en directo por internet, a través de la web de la diócesis.

En su homilía, Mons. Osoro deseó a todos “que la paz de Nuestro Señor Jesucristo habite en nuestro corazón”. “Que esta palabra que acabamos de escuchar, dijo, sea una luz tan grande que nos ayude a tener la sabiduría de la que nos habla el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo”. A continuación, resaltó la importancia de esta Jornada Mundial del Enfermo, señalando que, “como nos invita a reflexionar el tema de este año, quizás para entenderla necesitemos la sabiduría del corazón que solamente Dios nos entrega”. “Es cierto que quien sabe abrirse al sufrimiento de los hermanos, quien sabe reconocer a los hombres como imagen y semejanza de Dios, tiene la sabiduría de corazón que Dios nos entrega a todos”.

Para el Arzobispo de Madrid, la Virgen María “es el orgullo del ser humano”, porque “nos supo enseñar, desde el inicio mismo de la vida pública de Nuestro Señor Jesucristo, que nuestra vida lo es para servir al hermano” y “que la vida es verdadera si estamos de verdad con nuestros hermanos en todas las situaciones que viva nuestro prójimo”. Por eso, aseguró, “es muy importante que salgamos de nosotros mismos a los demás, y que veamos todas las situaciones que puedan vivir”, que “nos fijemos en las situaciones que viven los hombres, como lo hizo la Virgen María”, en alusión a las Bodas de Caná. “La Virgen, prosiguió, es el ser humano más perfecto que ha existido”. “Dios la llenó de los dones necesarios para ver cómo el ser humano puede abrirse a las necesidades de los demás”. Y es que, a su juicio, sólo abriéndonos a las necesidades del próximo “está la realización plena de lo que significa ser hermanos”.

Invitó a constatar “la realidad en la que estamos”, como lo hizo la Virgen, “que se fija en los que sufren”. En este sentido, se cuestionó quiénes son los que no tienen vino en estos momentos, en nuestra vida, aludiendo a “los que más sufren. Hoy, apuntó, nos fijamos en los enfermos, en los que tienen más limitaciones reales, en los que tienen una cruz en su vida. También nos fijamos en los que les acompañan”. Y se preguntó si nos acercamos a estas personas, les ayudamos, les acompañamos, les amamos… “La salud, afirmó, se entrega también cuando el que lleva la cruz siente que alguien le quiere, le ayuda…”. Por eso, “la Iglesia tiene que ayudar a derivar la paz, el amor, la entrega, el servicio que el ser humano necesita en cualquier situación de su vida, especialmente cuando está enfermo. Recojamos este reto”. Y expresó su agradecimiento a “todos los que os dedicáis a este mundo de la salud”, de manera especial a los capellanes, manifestando su deseo de que quienes acudan a ellos “encuentren el consuelo y la cercanía de Jesucristo”.

En segundo lugar, animó a festejar “a todos los que sabéis que Dios ha venido a darnos vida. Alegraos con la alegría que viene de Dios”. Así, a los enfermos les dijo que “vuestra cruz es la del Señor”. Y a los sanos les exhortó a acompañar a los que sufren. “Dios no nos deja solos. Nos regala su riqueza, la que aparece en la cruz: en ella encontramos a un Dios que ha querido entregarse por amor, con amor, desde el amor y regalando su amor”.

Por último, invitó a “ser libres”, asegurando que “la liberación llega al hombre siempre, haciendo lo que Él nos diga. Estemos con los demás, salgamos a ellos… La caridad tiene necesidad de ser compartida hasta la máxima explicitud. Y nuestra vida tiene que ser vida para curar, saliendo a las situaciones en las que viven los demás”. “Tenemos que tener tiempo para los demás”, advirtió.

Para el Arzobispo de Madrid, “la respuesta del amor al drama del dolor humano es la que nos da Jesús”. Por eso, “es importante servir a quien más lo necesita” y hacerlo “como el Señor nos enseña”. “Hay mucha gente que sufre, dijo. Pero también es verdad que podemos festejar, porque Dios se ha acercado a nosotros” y el “triunfo es de Dios”. Concluyó invitando a acoger a Nuestro Señor Jesucristo”.

Eucaristía en la Catedral en memoria de Mons. Giussani

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La Catedral de Santa María la Real de la Almudena acogerá, a las 20,00 horas de esta tarde, la celebración de una Eucaristía organizada por Comunión y Liberación con motivo del décimo aniversario del fallecimiento de Mons. Luigi Giussani, y el trigésimo tercer aniversario del reconocimiento pontificio de la Fraternidad de Comunión y Liberación. La Misa estará presidida por el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra.