Madrid

Encuentro Intergeneracional

  • Titulo: Caritas
En estos días navideños los jóvenes del curso de los PCPI se han acercado al Centro de Mujer Alonso Cano para compartir un pequeño espacio de encuentro, y ya aprovechar y celebrar las navidades.

Con estos encuentros intergeneracionales constituyen una oportunidad y un marco singular para fortalecer el conocimiento, intercambio y colaboración entre generaciones desde una actitud de respeto y apoyo mutuo.

Estos proyectos hace unos meses compartían el mismo espacio lo que hacía que esta relación se diera de forma natural, y generaba relaciones de apoyo muy importante. Ahora mismo la distancia es algo que los separa, pero los responsables de los proyectos intentar mantener estos espacios comunes ya que comparten y aprenden los unos de los otros. Los jóvenes aprenden del conocimiento y la sabiduría de los adultos, y estos a su vez, de la energía de los más jóvenes.

En esta ocasión han compartido como celebra cada uno las navidades en su casa, donde se han podido ver las diferencias por la edad, la cultura, el país del que proviene cada uno… un día que terminó con un pequeño almuerzo preparado entre todos.

“Trabajar en apoyo de la familia fundada en el matrimonio como elemento básico de la vida y del desarrollo de una sociedad es garantizar el futuro de la humanidad y contribuir a renovar la sociedad”

  • Titulo: Infomadrid
Ayer, domingo 28 de diciembre, el Arzobispo de Madrid, Monseñor Carlos Osoro Sierra, ha presidido una solemne Eucaristía en la Catedral de la Almudena en la festividad litúrgica de la Sagrada Familia. Concelebraron Mons. Renzo Fratini, Nuncio en España, y Mons. Fidel Herráez, Obispo Auxiliar de Madrid. En su homilía, Mons. Osoro, habló de la belleza de la familia, e invitó a descubrirla contemplando “a la Sagrada Familia de Nazaret”, icono que “nos hace descubrir dónde está la belleza de la familia. Es urgente que acerquemos este icono a la humanidad en estos momentos en los que se está inaugurando una nueva época”. Así, ante la “nueva humanidad” aseguró que “lo más grande que podemos aportar los cristianos a los fundamentos de la misma” es “la persona de Jesucristo”, que “nos revela quién es Dios y quién es el hombre. Pero también debemos decir con fuerza dónde tiene su origen el ser humano y en qué ‘lugar’ se revela con el verdadero humanismo, para que en él se descubra dónde está el tesoro más importante, la escuela más urgente donde los valores humanos, cívicos, religiosos y morales se otorgan. La familia es la escuela del humanismo auténtico. Es en la familia cristiana donde descubrimos cómo la vida que nace se acoge con generosidad y responsabilidad, y al ser humano se le entregan todas las dimensiones de la existencia necesarias para que alcance su vida real y, así, el futuro de la humanidad esté asegurado”.

Para Mons. Osoro, “trabajar en apoyo de la familia fundada en el matrimonio como elemento básico de la vida y del desarrollo de una sociedad es garantizar el futuro de la humanidad y contribuir a renovar la sociedad, poniendo el fundamento que necesita todo pueblo y todo ser humano para realizarse como tal. En la familia es en donde mejor se ve y se construye la ‘cultura del encuentro’, ya que es lugar de convivencia entre generaciones (padres, hijos, abuelos, bisabuelos, nietos), donde nadie queda excluido, donde todos son necesarios y cada uno recibe el amor y la ayuda que necesitan”. Además, es “‘santuario del amor y de la vida’, pues en ella se enseña y se aprende a vivir desde esa atalaya que engrandece al ser humano cuando se pone como fundamento y garantía de desarrollo, Dios mismo”. “En la familia, prosiguió, se aprenden y desarrollan las virtudes esenciales para la vida”. “Una familia viva, en cuyo centro” esté Dios, “afirmó, “es lo más actual y moderno”.

“La Sagrada Familia de Nazaret es el prototipo de toda familia cristiana”, insistió. La familia que, “reunida en el sacramento del matrimonio, y alimentada con la Palabra y la Eucaristía, está llamada a realizar esa vocación y misión de ser célula viva, no solamente de la sociedad, sino también de la Iglesia”. Por eso, añadió, “la urgencia y necesidad de mirar y contemplar con confianza a la Sagrada Familia de Nazaret es vital”, por “la belleza y originalidad que esta familia tiene”. “En ella vivió oculto, largos años, el Hijo de Dios. Por eso radica ahí el eco más original de la ‘iglesia doméstica’: la oración constante, la escucha de la palabra de Dios, la intensa vida sacramental, el esfuerzo continuado por vivir el mandamiento de Cristo del amor y del perdón”.

La “belleza de la familia cristiana”, dijo, “tiene varios rasgos característicos”. Así, “el convencimiento de que quien da la belleza a todo lo que existe es Dios, y solamente Él”, “que la belleza del ser humano tiene su origen y fundamento en Dios mismo” y “que la belleza de la familia de Nazaret está en que camina unida y se dirige hacia Jerusalén”.

Para el Arzobispo de Madrid, “hay dos rasgos que nos muestran cómo se puede lograr que la familia cristiana alcance la ‘Belleza’”:

1) “Acogiendo al Señor en el corazón de quienes entran a formar parte de la familia”. “La Belleza la da Dios mismo”, aseguró. “Empieza el tiempo donde la Belleza se hizo presente en este mundo realmente”. Jesús “es la luz de los pueblos, de todos los hombres. Ninguno está excluido de su amor”.

2.- “Hablando de Jesús con obras y palabras que regalan la alegría del Evangelio”. “Hay que liberar y eliminar esclavitudes” engendradas por “el desconocimiento del Señor”. “La familia de Nazaret se abrió a la vida verdadera, poniendo de relieve su fuerza de humanización y la alegría del Evangelio de la familia. Toda familia, en cuanto comunión íntima de vida y amor, es lugar de humanización, cuna de la vida y del amor. La primera sociedad natural que es de institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social”.

“Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. lo llamó a la existencia por amor, y lo ha abocado al mismo tiempo al amor. Hoy es día de entregar Belleza al matrimonio y a la familia, hoy es día de decir un Sí incondicional al amor. Dios es amor, y por ello la vocación fundamental de todo ser humano está en amar. La familia cristiana es el santuario de la vida y del amor, y tiene la misión de custodiar, revelar y comunicar ese amor, como reflejo vivo y participación real en el amor de Dios manifestado en Cristo por la humanidad”, concluyó.

Durante toda la jornada, miles de personas acudieron a la Catedral para ser bendecidas por su arzobispo.

“Una familia como la de Nazaret fraguará la nueva época”

  • Titulo: Infomadrid
Publicamos a continuación el texto íntegro publicado ayer en ABC por el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, a propósito del magisterio de la Familia del Papa Francisco:

“La Iglesia, que tiene la misión de estar anclada en el corazón del mundo, que debe hacerse presente en fidelidad al misterio de la Encarnación, en medio de la historia y de los caminos que tienen los hombres, cuenta con una institución como es la familia cristiana que puede dar esa "fiesta" y esa "vida" que necesita el nuevo momento que estamos viviendo los hombres. Se está fraguando una nueva época de la historia, tal como dice el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium, en la que la "familia cristiana", "iglesia doméstica", ha de tener un verdadero protagonismo. La presencia de la Iglesia en medio del mundo, el anuncio de la Buena Noticia a todos los hombres, se puede hacer de muchas maneras, y todos los cristianos tienen que ser protagonistas; pero la "familia cristiana" tiene un protagonismo particular. Las "iglesias domésticas" que son las familias cristianas han de entregar la "Belleza" que es Dios mismo, revelado en Jesucristo Nuestro Señor.

¿Cómo entregar la Belleza, que es Dios mismo, a esta historia y en este momento en el que se fragua una nueva época? La "familia cristiana", "la iglesia doméstica", debe asumir con responsabilidad esta gran tarea. Para ello, son necesarias familias que estén dispuestas a preguntarse: ¿creemos y fraguamos nuestra vida verdaderamente en ese amor que nos envuelve, que es el del mismo Jesucristo? ¿Vivimos según lo que creemos? Hoy, más que nunca, se necesitan familias cristianas que con su testimonio de vida se sientan responsables del anuncio de la alegría del Evangelio. Esta humanidad tiene necesidad de ese anuncio. Igual que en el comienzo de la vida pública del Señor hubo una familia que no podía celebrar y ofrecer "fiesta" porque no tenían vino, hoy no se puede hacer "fiesta" cuando falta Dios en la vida de los hombres. Es urgente que las "familias cristianas" entreguen lo mismo que regaló el Señor en las Bodas de Caná, que no fue otra cosa que su presencia, su gracia y su amor. Solamente así se pudo hacer "fiesta". Hoy, eso, lo tiene que entregar la Iglesia. Quién mejor para regalarlo que las "iglesias domésticas", es decir, las familias cristianas. ¡Ánimo, familias! ¡Sed valientes! ¡Vivid lo que tenéis! Contáis con el amor de Jesucristo, que os hace vivir en la entrega incondicional, en el perdón, en el servicio, en la fidelidad. Regalad lo que tenéis. Sed valientes y audaces. Haced que permanezca la "fiesta" que solamente puede hacer Jesucristo.

El mundo en el que vivimos, y en el que está fraguándose una nueva época de la historia, espera de las familias cristianas que regalen la Belleza que llevan dentro de sí mismas, y que está consolidada por Nuestro Señor Jesucristo: sencillez, entrega, espíritu de oración y diálogo con Dios, amor a todos los hombres, especialmente a los pequeños y a los pobres, desapego de sí mismo, servicio a todos. Solamente así la vida de las familias, es decir, de las "iglesias domésticas", no será vana e infecunda.

La iglesia doméstica tiene una misión fundamental en el servicio a la verdad: acerca de Dios, acerca del hombre, de su misterio y destino; y también a la verdad acerca del mundo. De las familias cristianas se espera que sean anunciadoras de la verdad, que la busquen siempre. Esto es lo que causará asombro. Y la Verdad tiene rostro y nombre: Jesucristo. La iglesia doméstica, la familia cristiana, tiene que buscar el crecimiento de su vida y de todos los que la rodean, animada por el amor que tiene su máxima expresión en Jesucristo Nuestro Señor. Un amor que se recibe, que crea fraternidad, que nos saca de nosotros mismos para preocuparnos por los demás. Un amor que tiene dentro de sí mismo el compromiso de seguir en la unidad, de dedicarse sin reservas y sin mirar para atrás a vivir en y por Jesucristo. Un amor que no hiere a los demás, que da certezas sólidas y que las busca en la palabra que viene de Dios.

La Belleza de la familia cristiana está desde el inicio mismo de esta humanidad. El Creador estableció la sociedad conyugal como origen y fundamento de la sociedad humana. De ahí que la familia sea la célula primera y vital de la sociedad, como nos recuerda el Concilio Vaticano II. En la familia hemos encontrado todos la primera escuela para vivir las grandes virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad. Por eso, las familias cristianas deben crecer cada día más en la conciencia de que tienen que ser protagonistas de toda política familiar, y de asumir las responsabilidades para transformarla. Tienen que defender el derecho de todo hombre a fundar una familia, a tener recursos para mantenerla, y asumir la responsabilidad de transmitir la vida y educarla.

La familia cristiana, como iglesia doméstica, está llamada, al igual que la Iglesia entera, a ser signo de unidad para el mundo y a ejercer esa función profética que da testimonio del Reino y de la paz que ofrece Jesucristo. Tiene que tomar parte en la misión de la Iglesia con su originalidad propia, que es ser una comunidad íntima de vida y de amor”.

Monseñor Carlos Osoro a los misioneros: “Os doy las gracias por el trabajo que realizáis, tan silencioso y escondido y, sin embargo, tan importante”

  • Titulo: Infomadrid
Como es tradicional por estas fechas, el Arzobispo de Madrid ha dirigido una carta a los misioneros, en la que les felicita la Navidad. En su misiva, Mons. Carlos Osoro les dice que “es la primera ocasión que tengo para dirigirme a vosotros como Arzobispo de vuestra querida diócesis de Madrid. Y lo hago con la alegría que nace del Evangelio vivido aquí en la Iglesia diocesana, que es el que os llevó a la misión ad gentes, y en el tiempo más bonito del año litúrgico como es la Navidad, en la que celebramos cómo Dios se ha acercado a los hombres”.

Confiesa que “son días en los que el corazón añora y recuerda las personas queridas que no están con nosotros. Algunos de ellos porque el Señor ya los ha llamado a su presencia. Pero, en vuestro caso, seguro que tienen un lugar muy importante las personas que queréis y que permanecen en España. Les recordaréis con cariño y vais a entregar lo mejor de vosotros por ellos, la ofrenda de entregar la vida por los que sin vosotros no tendrían lo más importante: a Cristo Jesús”.

“Os felicito con sencillez y sinceridad, al mismo tiempo que os doy las gracias por el trabajo que realizáis, tan silencioso y escondido y, sin embargo, tan importante. El Dios que nace en el Portal de Belén recompensará sin duda, con creces, vuestra entrega y la alegría de vuestro servicio, que con vuestra vida sigue prolongando su presencia en hijos e hijas de la Iglesia que con obras y palabras muestran su rostro”.

Reconoce que, aunque “algunos no quieran” nosotros “no podemos por ello dejar de proponer a los hombres a Cristo... Ese es vuestro trabajo misionero: proponer a los hombres la persona de Cristo, la luz que Cristo trajo al mundo para que los hombres no caminen a oscuras, sino con la alegría de saberse amados y cuidados por Él”. Afirma que “la Iglesia en Madrid os recuerda con cariño, se llena de alegría y de cierto orgullo, al saber que sois muchos los que, con vuestra vida, ejemplo y palabra estáis dando a los hombres la luz de la fe. Una luz que embellece la vida del hombre y enriquece a la humanidad”. Concluye manifestando su deseo de que la Virgen “os llene de la alegría del Espíritu Santo”.

Además, Mons. Osoro se ha dirigido también a los familiares de los misioneros, a quienes ha confesado que quiere “estar cerca de vosotros desde el inicio de mi ministerio episcopal, porque sé el sacrificio que hacéis dando uno de los vuestros para dar a conocer a Jesucristo, pero también sé la generosidad con la que habéis aceptado la llamada del Señor a vuestros hijos, hermanos o familiares”. “Nuestros misioneros, apunta, necesitan de nuestro calor y comprensión, pero sobre todo de nuestra oración que les ayude siempre a mirar su vida de misión como un gran don que Dios les ha hecho y, ¿cómo no?, también a vosotros, que les guardáis en vuestro corazón, pues sois protagonistas de este don en su misión”.