Madrid

Celebración del Sagrado Corazón de Jesús en la Parroquia Santa María la Real de la Almudena

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La Parroquia de Santa María la Real de la Almudena- Cripta de la Catedral (c/Mayor, 90) celebrará el próximo 12 de junio la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Ante la imagen que preside el altar mayor del templo se realizó la primera Consagración de España al Corazón de Jesús, por lo que en la Cripta se intenta promover la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, renovando la consagración al mismo. Los actos darán comienzo a las 19:00 horas con una Misa Solemne, cantada por la Coral Ars Nova, que ofrecerá un Concierto a partir de las 19:40 horas.

Clase Abierta del curso de Dirección de Centros y Programas de Servicios Sociales

  • Titulo: Caritas
En el Centro de Estudios Sociales de Cáritas Madrid se celebró la Clase Abierta del Curso de Dirección de Centros y Programas de Servicios Sociales, con el título "La actuación inspectora de la Administración en los Centros de Servicios Sociales".

Con el fin de actualizar sus conocimientos participaron más de 50 personas, como exalumnos y alumnos del curso y personas interesadas en el tema.

La sesión fue dirigida por Ángel Moreno que contó con una exposición del tema y con un trabajo de reflexión grupal.

Los excelentes resultados de participación y contenido de la sesión nos animan a realizar esta sesión de actualización en los próximos años con el título "Clase Abierta".

Acto a pie de calle en el Arciprestazgo de San Matías: "La generosidad compartida"

  • Titulo: Caritas
En el Barrio de Hortaleza, en la Plaza de la Iglesia, donde se encuentra la Parroquia que da nombre al Arciprestazgo, tuvo lugar un Acto a Pie de Calle organizado por Cáritas con motivo de la celebración del Día de Caridad.

Se contó con la asistencia de alrededor de 200 personas, entre niños y adultos; entre los que se encontraban el sacerdote Coordinador de Cáritas en el Arciprestazgo, el Párroco de las Parroquias de San Matías y Cristo Salvador. También estuvieron presentes, parte del equipo de Cáritas Vicaría I, a cuyo territorio pertenece el Arciprestazgo de San Matías

Asimismo, pudimos contar con la participación de numerosos voluntarios y personas atendidas por Cáritas, que participaron en las diversas actividades que compusieron el cuadro con que se celebró el encuentro.

Comenzó con una oración y explicación de la razón por la que nos reuníamos, llevada a cabo por el Padre Santiago Barquín y después, a lo largo de tres horas, se fueron sucediendo canciones, y representaciones en las que participaban tanto niños como adultos que atienden y asisten a los diferentes proyectos y talleres que se desarrollan en el Centro Arciprestal: proyecto de menores, Ludoteca, Familia, proyecto de Adultos, Aula Comunitaria, SOIE, Aula de Empleo y un largo etcétera.

Cabe destacar la alegría y la colaboración generosa de los asistentes, desde los sacerdotes, que nos cedieron el lugar y el equipo de sonido a los voluntarios y las personas que, siendo atendidas por Cáritas, quisieron compartir en esa tarde el trabajo, la participación y los dulces y alimentos preparados por ellas en sus casas. Este gesto de generosidad pone de manifiesto la hermosa labor que Cáritas desarrolla a lo largo del tiempo y en la transmisión de los valores cristianos.

Festividad del Corpus Christi: Los Obispos españoles llaman a la “globalización de la caridad”

  • Titulo: OICEE
El papa Francisco ha denunciado con frecuencia la indiferencia como uno de los grandes males de nuestro tiempo. El olvido de Dios y de los hermanos está alcanzando dimensiones tan hondas en la convivencia social que podemos hablar de una “globalización de la indiferencia”.

Ante esta dolorosa realidad, los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social os invitamos a contemplar, celebrar y adorar a Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía como el medio más eficaz para vencer y superar la indiferencia. La Eucaristía tiene el poder de trasformar el corazón de los creyentes, haciendo así posible el paso de la “globalización de la indiferencia” a la “globalización de la caridad”, impulsándonos a la vivencia de la comunión fraterna y del servicio a nuestros semejantes.

1.La Eucaristía, sacramento de comunión con Dios y los hermanos: «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1Cor 12,26)

El apóstol Pablo les decía a los cristianos de Corinto que la recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene el poder de establecer una comunión tan fuerte entre quienes creen en Él que aleja del corazón humano la indiferencia y la división: «El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo? Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan» (1Cor 10,16-17).

Esta comunión eucarística, que nos transforma en Cristo y nos permite crecer como miembros de su cuerpo, nos libera también de nuestros egoísmos y de la búsqueda de los propios intereses. Al entrar en comunión con los sentimientos de Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación, se nos abre la mente y se ensancha el corazón para que quepan en él todos los hermanos, especialmente los necesitados y marginados. «Quien reconoce a Jesús en la Hostia santa, lo reconoce en el hermano que sufre, que tiene hambre y sed, que es extranjero, que está desnudo, enfermo o en la cárcel; y está atento a cada persona, se compromete, de forma concreta, en favor de todos aquellos que padecen necesidad».

“Nuestra participación en el cuerpo y la sangre de Cristo sólo tiende a convertirnos en aquello que recibimos” (San León Magno): cuerpo de Cristo entregado y sangre derramada para la vida del mundo. Desde la comunión con Cristo llegamos a ser siervos de Dios y de los hombres. De este modo, la Eucaristía constituye, en palabras de Benedicto XVI, «una especie de antídoto» frente al individualismo y la indiferencia, y nos impulsa a lavar los pies a los hermanos.

2.La Eucaristía, sacramento que nos compromete con los hermanos: «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9).

De la Eucaristía derivan el sentido profundo de nuestro servicio y la responsabilidad en la construcción de una Iglesia fraterna y esperanzada, así como de una sociedad solidaria y justa. Esta sociedad no se construye ni se impone desde fuera, sino a partir del sentido de responsabilidad de los unos hacia los otros. Como miembros del Cuerpo de Cristo descubrimos que el gesto de compartir y la vivencia del amor es el camino más adecuado para superar la indiferencia y globalizar la solidaridad.

En este mismo sentido, la campaña de Cáritas nos plantea este año una pregunta muy directa y concreta: «¿Qué haces con tu hermano?». A esta pregunta, no podemos responder como Caín: «¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9). Hoy y siempre estamos llamados a preguntarnos dónde está el hermano que sufre y necesita nuestra presencia cercana y nuestra ayuda solidaria.

La solidaridad, como nos recuerda el papa Francisco, es «más que algunos actos de generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en términos de comunidad (…), es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra, la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales».

Ante esa multitud de hermanos que sufren, debemos mostrar nuestra especial cercanía y afecto hacia quienes claman y esperan de nosotros una mayor solidaridad. No podemos ser indiferentes:

Ante la muerte violenta de miles de cristianos, en distintos países de la tierra, por el simple hecho de mostrar el amor de Dios a sus hermanos y por confesar a Jesucristo como único salvador de los hombres.

Ante la situación de tantos cristianos y no cristianos que, a pesar de la corrupción y de las dificultades de la vida diaria, actúan con honestidad, trabajan por la justicia y se esfuerzan por atender a las necesidades más inmediatas de los empobrecidos. Hemos de colaborar en la promoción de su desarrollo integral y en la transformación de las estructuras sociales injustas.

No podemos ser indiferentes ante los millones de hermanos nuestros que siguen sin acceso al trabajo, tienen puestos de trabajo que no les permiten vivir con dignidad y se ven abocados a la emigración. Pensamos de manera especial en los jóvenes, en los parados de larga duración, en los mayores de 50 años a los que se les cierra el acceso a un puesto de trabajo y en las mujeres víctimas de discriminación laboral y salarial.

Tampoco podemos pasar por alto a los que no tienen vivienda o se ven privados de ella por los desahucios. Ésta es otra de las muchas heridas sociales que acentúa la precariedad y la desesperación de miles de personas y familias.

Nos duele y nos debe seguir doliendo la pobreza y el hambre en el mundo, sobre todo cuando la humanidad dispone de los medios y recursos necesarios para acabar con ella, como nos recuerda Cáritas Internationalis en la campaña “Una sola familia. Alimentos para todos”.

No queremos acostumbrarnos a las historias de sufrimiento y de muerte que se repiten en nuestras fronteras. A las de los miles de hombres y mujeres que huyen de las guerras, del hambre y la pobreza y no ven respetados sus derechos ni encuentran en el camino políticas migratorias que respeten su dignidad y su legítima búsqueda de mejores condiciones de vida.

Particular preocupación deben suscitar entre nosotros los miles de personas que en nuestra propia tierra son objeto de trata, así como las que se ven abocadas a situaciones de prostitución, en su mayoría mujeres, y que constituyen la nueva esclavitud del s. XXI.

3.Transformados en Cristo, globalicemos la misericordia

Ante los planteamientos culturales y sociales del momento presente, que generan tanta marginación y sufrimiento, estamos llamados a dejarnos afectar por la realidad y por la situación social que sufren nuestros hermanos más débiles y necesitados. Es urgente romper el círculo que nos aísla llevándonos a un individualismo que hace difícil el desarrollo del amor y la misericordia en nuestro corazón. Como nos recuerda Jesucristo, la salvación y la realización personal y comunitaria pasan por el riesgo de la entrega: «El que quiera ganar su vida la perderá y el que esté dispuesto a perderla la ganará» (Mc 8,35).

La clave para salir de la indiferencia está en entregarse a los demás como lo hace Jesús. Él sigue partiendo su Cuerpo y derramando su Sangre en la Eucaristía para que nadie pase hambre ni tenga sed. Por eso, mientras veneramos y adoramos solemnemente en nuestros templos, plazas y calles a Jesús Eucaristía en la fiesta del Corpus Christi, le decimos:

Gracias, Señor, por este don admirable,

sacramento de tu presencia viva entre nosotros

y de comunión con Dios y los hermanos.

No permitas que nos dejemos vencer por la indiferencia.

Que nadie tenga la tentación de estar contigo,

de amarte y de servirte,

sin estar con los pobres,

amar a los que sufren

y servir a los necesitados.

Que nuestra contemplación, adoración

y participación en el misterio de la Eucaristía

nos identifique contigo,

nos ayude a superar la indiferencia

y a globalizar tu amor y tu misericordia.

Comisión Episcopal de Pastoral Social