- Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
- Firma: Mater Admirabilis, una segunda oportunidad para madres solteras o en situación vulnerable
- Fin Agenda: 11-04-2024
Mater Admirabilis es la residencia que la Congregación Esclavas de la Virgen Dolorosa tiene en Pozuelo de Alarcón para acoger a madres y pequeños en situación vulnerable. Un centro en el que, en estos momentos, viven 25 madres y 30 pequeños. Todos ellos, en situación vulnerable.
Andrea Anthoni es una de las residentes. Esta joven rumana de 21 años lleva apenas un mes en el centro, ya que llegó el pasado 15 de marzo con su hijo, de un año y 10 meses de edad. «Yo vivía en Alemania con el padre de mi hijo, que también es rumano, aunque le conocí en Alemania. Me quedé embarazada, y tuvimos al niño, porque queríamos formar una familia. Pero yo no quería vivir allí, porque mi pareja hacía muchas tonterías, y tenía muchos problemas. Así que hace un año decidimos venir a España, con su familia. Él me prometió que iba a cambiar, que ya no iba a hacer más el tonto». Pero, continúa, «todo siguió igual. Vivíamos con su familia. Pero él, aunque aceptaba a su hijo, no pensaba que un niño necesita cuidados: leche, pañales, ropa… Se gastaba todo en alcohol, mujeres, juego… No pensaba en su hijo. Y yo no quería eso para el pequeño. Aunque al bebé no le faltaba de nada, porque nos lo compraba su familia, yo no quería seguir viviendo así», asegura.
En este ambiente, «la convivencia fue de mal en peor. Me hablaba mal. Y yo no quería vivir con él, porque no me gustaba lo que hacía. Le decía que quería un futuro mejor para nuestro hijo, no ese ambiente. Cuando le dije que regresaba a Alemania, me escondió el pasaporte del niño, para que no pudiera irme. Me trató mal. Entonces, presenté una denuncia ante la policía, por violencia verbal. Y decidí abandonarle».
Desde entonces, la suerte de Andrea y de su hijo ha mejorado. «Me fui de casa con mi bebé, pero sola, porque no tengo nada: ni familia, ni amigos… Nada. Me acogieron en un centro para mujeres que han sufrido violencia. Y, en cuatro meses, pasé por cuatro diferentes. Hasta que mi trabajadora social me habló de esta residencia y me dijo que hablara con la madre Celeste, que es la encargada. Desde ese momento, me sentí acogida y querida». Tanto, que ahora afronta el futuro con esperanza. «No necesito cambiar más», afirma. «Tengo un lugar donde vivir. No quiero hablar con el padre de mi hijo, ni quiero tener nada con él. Aunque su familia, que es buena, sigue en contacto con nosotros, y ven al niño. Pero él no piensa: quiere ver al niño para verme a mí. Así que le he bloqueado. Solo quiero centrarme en el futuro. Me gustaría estudiar, para mejorar mi futuro y el de mi hijo. Ser independiente de todos los hombres, y estar sola con mi hijo».
El pequeño, debido a su temprana edad, «se ha adaptado muy bien a los cambios. Es muy tranquilo. Y aquí hay muchos niños. Juega con ellos. Se ha integrado perfectamente. Como de momento no tengo trabajo ni estudio, el niño se queda conmigo, y no va a la guardería». Algo que, quizás, esté a punto de cambiar. «Tengo planes para estudiar -comenta-. Es lo que quiero hacer. Voy a ir a la Cruz Roja, porque me han dicho que ahí me pueden ayudar. Y, mientras, seguiré viviendo en esta residencia. Aquí me puedo quedar hasta que mi hijo cumpla cinco años de edad». Lo que le da a Andrea un margen de tres años de tranquilidad para ir sentando las bases de su nueva vida.
Recién llegada con un bebé
Raquel Moreno es otra de las madres solteras que viven en este centro. Con 33 años de edad, esta colombiana de nacimiento tiene tres hijos: «los dos mayores, de 18 y 15 años, residen con un familiar en mi país natal», explica esta mujer que acaba de ingresar en Mater Admirabilis. «Yo llegué a España hace un año -cuenta-, por recomendación de una amiga. Mi objetivo era trabajar y ganar dinero, para poder ayudar a mis hijos y mejorar la calidad de vida que teníamos en Colombia. Pero conocí a un chico con el que tuve una relación muy corta. Y, cuando estaba trabajando como interina cuidando a una señora mayor, descubrí que estaba embarazada de dos meses. La señora me despidió: ella me dijo que ya no necesitaban mis servicios, pero yo pienso que lo hizo porque no quería comprometerse con una madre indocumentada y embarazada».
En ese tiempo, su pareja «se había ido fuera de España. Y cuando le dije que estaba esperando un bebé, desapareció por completo: hasta desconectó el teléfono para que no pudiera contactar con él». Confiesa que estaba «sola y embarazada. No tenía amigos, ni familia, ni conocidos… Nadie. Pero, a pesar de todo, en ningún momento me planteé el aborto». Por el contrario, «llamé a mi trabajador social, y él llamó al SAMUR. Ellos me enviaron a ‘Caracolas’, que es un centro de acogida de paso, y de ahí me derivaron al Hogar Santa Bárbara de Cáritas Diocesana de Madrid. En este centro nació mi bebé».
Seis meses después, y al haberse cumplido el tiempo de estancia máxima en Santa Bárbara, acaba de aterrizar en la residencia de acogida para madres solteras que la Congregación Esclavas de la Virgen Dolorosa tiene en Pozuelo. «He ingresado hoy -señala-, aunque no sé cuánto tiempo voy a estar aquí. Puedo quedarme hasta que mi bebé cumpla 5 años, pero tengo que ver cómo pagar mi parte de la habitación».
Su preocupación más urgente, confiesa, «es solucionar los papeles. Porque a Colombia no quiero volver. Quiero quedarme aquí, pero trabajando, para poder ayudar a mis hijos. Ese es mi deseo. Me gustaría poder traer a mis hijos a España, pero no sé si lo lograré. De momento, lo más urgente es arreglar la documentación, trabajar y estabilizarme. Por ese orden».
Mientras tanto, se siente tranquila en la casa a la que acaba de llegar. «Me siento acogida y acompañada. Me han recibido muy bien. Ya he conocido a tres o cuatro madres que viven aquí, con sus hijos, y me han parecido majas». Y, en cuanto al trabajo, alberga esperanzas. «Soy técnico en Estética Integral. Es lo que estudié en Colombia. Me vine buscando un futuro mejor, pero se presentó la bebé. Ahora espero que, con la documentación, pueda trabajar en lo mío en un futuro no muy lejano», concluye.
Quien quiera colaborar con el sostenimiento de esta residencia, puede contactar en los teléfonos 606 616 684 – 688 870 615.