Ayer tenía lugar en la Universidad San Dámaso de Madrid, la Jornada Académica Misterio de la Iglesia: Misterio de comunión y misión. Una actividad organizada por la Cátedra de Misionología de su Facultad Teológica, que acogió dos ponencias: De la Comunión a la Misión, a cargo del profesor Jaime Ballesteros Molero, y Una misión que construye la comunión, de monseñor Segundo Tejado Muñoz, miembro del dicasterio vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Inspirada en la exhortación del Papa Francisco Evangelii Gaudium, esta Jornada ha coincidido con los 10 años de esta Cátedra de Misionología, pionera en su respaldo a la misión, desde el ámbito académico y de investigación. Así lo puso de relieve en su apertura de la jornada, el director de la cátedra y de las Obras Misionales Pontificias, Anastasio Gil.
Recordó cómo el 28 de marzo de 2007 era erigida la cátedra y las actividades que han ido jalonando estos diez años, como la celebración del primer simposio de Misionología, el curso de Evangelización Misionera, la puesta en marcha de los cursos de verano y la celebración anual, desde el 2010, de jornadas académicas como la celebrada ayer. Agradeció, por ello, el respaldo de la Universidad San Dámaso, a los profesores, alumnos y al equipo coordinador de la Cátedra.
Encuadró la celebración de esta jornada dentro del plan pastoral de la Conferencia Episcopal Española para este año, que incide en «la comunión y la corresponsabilidad al servicio de la evangelización». Este binomio, comunión y misión, se ha de manifestar en un estado de misión permanente de la Iglesia irradiando por el mundo la alegría del Evangelio.
En la primera ponencia, Jaime Ballesteros, profesor de Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad San Dámaso, y también en el curso de Evangelización misionera promovido por la Cátedra, desarrolló el tema De la comunión a la misión. La Trinidad, eterna comunión de amor, y la revelación del amor de Dios en Jesucristo como fuente y criterio de la misión son el origen. La respuesta a este don de la caridad es el testimonio de amor. Y es que, como explicaba el profesor Ballesteros, el mandamiento del amor no es un modelo externo a seguir, es el Espíritu Santo quien nos capacita para tener una comunión con Dios pero también con los demás. De ahí que la misión no sea otra cosa que la comunicación por las obras del amor recibido de Dios. La primera de estas obras, es el testimonio.
Insistió también el docente de San Dámaso en que no se puede separar el amor a Dios – se caería en el espiritualismo – del amor al prójimo – horizontalismo. El amor viene de Dios y la medida del amor es amar sin medida. Sin el amor de Dios estamos ciegos ante el prójimo. Recordó, como decía el Papa Benedicto XVI, que la caridad no es otra cosa que un corazón que ve. Por eso, la caridad hacia los demás exige, más que la capacitación profesional o técnica, la formación del corazón. A veces, la gente no ayuda más a los demás porque no sabe cómo hacerlo. En este contexto mencionó, como afirma el Papa en Evangelii Gaudium, que la gran tarea de la Iglesia es la inclusión social y eclesial de los pobres. Siempre teniendo en cuenta que la caridad no es una cuestión de organización y que no se reduce al mero servicio de la caridad, sino que fundamenta toda la vida cristiana.