A rezar y a querer a Jesús lo aprendió Juan Orduña (25 años) en su casa (en la imagen principal, junto al Papa Francisco en el encuentro que tuvo con todos los seminaristas de Madrid el pasado mes de febrero). Y también otras muchas cosas, como lo que es pedir perdón, cuando veía que sus padres lo hacían entre ellos, o la confesión, cuando ellos mismos se confesaban. «Eran un testimonio muy grande».
El sexto de ocho hermanos, de siempre «viví la fe en casa». Recuerda esos domingos de «Misa por la mañana, pollo con patatas para comer y, después, a ver a los abuelos». Y también recuerda que «desde pequeño tuve conciencia de la llamada al sacerdocio; pero como esto es un don, Dios te lo tiene que dar». Influyó quizá en esto lo que le impactó desde siempre el ejemplo de un tío suyo sacerdote misionero.
En 6º de Primaria ya comunicó en su colegio que quería ser sacerdote y empezó a ir al Centro de Cultura Teológica. Y en la vigilia de jóvenes de cada primer viernes de mes en la Almudena, la de febrero de 2016, «don Carlos [arzobispo emérito de Madrid, cardenal Carlos Osoro], en esas oraciones cantadas que improvisaba, dijo: “Rema mar adentro, préstame tu vida, no temas”». Era el don del sacerdocio, que Dios se lo regalaba en ese momento. (En la imagen inferior, Juan, segundo por la derecha, junto a compañeros del seminario).
La cruz y la Biblia
Juan guarda como oro en paño la cruz y la Biblia que le regalaron al entrar en el Seminario Conciliar de Madrid, en septiembre de 2017. La cruz, que en realidad «significa la vida». Lejos de la concepción que el mundo pueda tener de ella, de muerte y de tristeza, para el joven «la cruz es fuerza; en el sufrimiento es donde Cristo resucita». Es Isaías cuando dice «sus heridas nos han curado». Además, en el rito de la ordenación, cita Juan, se habla de «conformar tu vida con el misterio de la cruz; hay que pasar por el Viernes Santo para llegar a la mañana de Resurrección». Y la Biblia es «el libro de cabecera con el que puedo whatsappear con Dios».
Juan será ordenado diácono el próximo sábado 22 de junio en una ceremonia en la catedral de la Almudena, a las 19:00 horas, presidida por el cardenal José Cobo. De estos años de seminario destaca el «ambiente de familia» que ha vivido. «En el seminario te lo pasas muy bien», resume. Destaca, aunque pudiera parecer lo contrario, el tiempo de pandemia, en el que se sintieron como Moisés, intercediendo en cada Eucaristía por todos aquellos cristianos que no la podían vivir. Y aunque no todo ha sido fácil, en esos momentos también él fue consciente de que «Dios es fiel y sigue contando con mi debilidad».
Hasta que sea ordenado sacerdote, Juan seguirá su etapa de pastoral en la parroquia Jesús y María de Aluche. «Siempre me he sentido uno más de la familia, y no como el chico que está para poner cafés», ironiza. Hace unos días, el cardenal Cobo le animó a que no viviera este año que le queda para ser sacerdote «como un año de transición, sino como un don que nos prepara para recibir el sacerdocio». Y le propuso un reto en cuanto al servicio, que es la esencia del diaconado que va a recibir: «Si la gente te dice que pares, es buen termómetro». (En la imagen inferior, Juan, en el centro, junto a compañeros en unos días de descanso en Valencia).