Alberto Andrés es el canónigo penitenciario de la catedral de Santa María la Real de la Almudena. Y en este Miércoles Santo nos va a hablar de un ingrediente muy importante para la vivencia plena de la Semana Santa: la Reconciliación.
«En estos días de la Semana Santa - explica -, recordamos el misterio salvador del Señor: cómo amó tanto Dios al mundo que le entregó a su único Hijo. Y, a través del misterio de su Pasión, de su Muerte y de su Resurrección hemos recibido esa reconciliación con Dios, del que nos alejamos con el pecado. Por eso, el tiempo de la Semana Santa es también un buen momento para acudir al sacramento de la Reconciliación, de la Penitencia, que en definitiva surge del mismo misterio de Cristo, que nos ha salvado del pecado».
«En la misma tarde de la Resurrección - continúa - nos cuenta el evangelio de san Juan que Cristo se apareció a los suyos, sopló sobre ellos, y les dijo: “recibir el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados. A quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. El sacramento de la Reconciliación, de la Penitencia, de la Confesión, en definitiva, tiene ese tinte que surge del mismo misterio de la Resurrección del Señor. Y que nos lleva a recibir el abrazo misericordioso de Dios, porque, en definitiva, Él es el único que puede perdonar los pecados».
En este sentido, recuerda que «el Señor Jesús, en muchas ocasiones, cura a los enfermos, pero antes de curarlos también dice: “tus pecados te son perdonados. Y, para que veáis que yo tengo capacidad de perdonar los pecados, levántate y anda”, y cura también de sus enfermedades a los que se acercan a él».
Reconciliación con la iglesia
El penitenciario de la catedral asegura que, «la iglesia, a través de este sacramento, nos ayuda a encontrarnos con Dios en un acercamiento personal, que es el sacramento de la Reconciliación. Pero, al mismo tiempo, nos reconcilia con la iglesia como comunidad de creyentes». «En el sacramento de la penitencia -indica-, no podemos separar la reconciliación con Dios y la reconciliación con la iglesia. Por eso, desde los inicios se manifiestan los pecados. En un principio, se hacía públicamente, pero después, a lo largo de los siglos, se fue configurando el sacramento de la Penitencia tal y como hoy lo conocemos, que es un pedir perdón al Señor a través del ministerio del sacerdote que hace presente la reconciliación también». Reconciliación, insiste, «no solo con Dios, sino con la Iglesia y con la comunidad de creyentes, porque el pecado no es solo una separación de Dios sino también una ruptura con la comunión de los que formamos parte de este mismo cuerpo de Cristo que es la iglesia».
Por eso, añade, «tenemos que ver en el sacramento de la Penitencia, en el sacramento de la Reconciliación, algo gozoso, no algo que nos traumatice. Porque, en definitiva, el sacramento de la Penitencia es un encuentro con Dios amor que, como en el caso del Hijo pródigo, exactamente igual que a él, nos viste con el mejor traje, nos coloca el mejor anillo, nos mata el ternero cebado, y hace una fiesta. En definitiva, eso es lo que ocurre cada vez que acudimos al sacramento de la Reconciliación: hay una fiesta en el cielo, porque alguien que estaba perdido ha vuelto a ser hallado, alguien que estaba separado ha vuelto a ser reconciliado en la comunión de la iglesia, en la comunión de los creyentes».
Por último, exhorta a todos los fieles a «aprovechar estos días de Semana Santa también para acercarnos al Señor en este sacramento de la Reconciliación, donde recibiremos el abrazo amoroso de Dios, el abrazo amoroso de Cristo, que nos devuelve a nuestra dignidad de personas». «Mañana, Jueves Santo, en la catedral, a las 12 de la mañana, tendrá lugar la celebración penitencial de este tiempo de la Semana Santa, también para que podamos acudir a este sacramento de la Reconciliación. Y, exactamente igual que en la catedral, en muchas parroquias en esta Semana Santa se dará la posibilidad para acudir al sacramento de la Penitencia y así poder reconciliarse con Dios y con la iglesia», concluye.