El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, presidió el pasado viernes, 5 de mayo, la ultreya diocesana del movimiento de Cursillos de Cristiandad en Madrid. «Gracias por lo que sois en la Iglesia diocesana», les reconoció a los cientos de cursillistas que se congregaron el templo parroquial de Santa María Micaela y San Enrique. «Este movimiento —continuó— no sobra; no es algo del pasado, es para el momento histórico concreto que está viviendo la Iglesia, porque es un momento de misión y de pasión por la misión».
«No sabéis cómo he disfrutado de los testimonios», observó tras escuchar cómo varios de los cursillistas hacían vida el lema que el movimiento en Madrid se ha dado para este año, El amor de Cristo nos urge. Recordó el cardenal Osoro su propio Cursillo de Cristiandad, que realizó en Torrelavega a los 15 días de ser ordenado sacerdote. «Agradezco a Cursillos todo lo que he podido vivir en mi diócesis de origen», señaló, y en el resto de diócesis en las que ha estado: además de Santander, Orense, Oviedo, Valencia y Madrid. «Siempre me he encontrado con el movimiento de Cursillos y con esa pasión por evangelizar».
En este sentido, invitó: «Evangelizar ha de ser vuestra pasión; para eso nació el movimiento y eso tiene una actualidad inmensa». Por eso, aseguró, «el movimiento [de Cursillos] en la archidiócesis de Madrid es fundamental», porque «hay que anunciar al Señor». La gente «está deseando que nos acerquemos a ellos con el amor del Señor». «Muchas gracias, Cursillos, por lo que hacéis —añadió—; es un movimiento necesario más que nunca en estos momentos».
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Encuentro «tumbativo» con Cristo
La ultreya arrancó con una Eucaristía en la que, junto al arzobispo de Madrid, concelebraron el vicario de la Vicaría VIII, padre Ángel Camino, el consiliario diocesano de Cursillos de Cristiandad, Pedro Pérez, y varios sacerdotes más ligados al movimiento en la diócesis de Madrid.
Durante la homilía, el purpurado recordó a los presentes que «no estamos reunidos aquí en nombre de un muerto que vivió hace 21 siglos», y se refirió al apóstol Pablo, patrón de Cursillos, quien «se presentó como testigo ante el pueblo de la Resurrección de Cristo». Por eso, «si cuando nació el movimiento de Cursillos fue importante, en este momento histórico que os toca vivir la necesidad de ser testigos de la Resurrección de Cristo es fundamental». «Y un testigo —incidió— es un hombre y una mujer que está dispuesto a testimoniar con su propia vida que el referente fundamental de su existencia es Jesucristo, Nuestro Señor».
Así, animó a los cursillistas a vivir su vida cristiana en clave no solo de testigos, también de creyentes y de caminantes, «metidos en el mundo». Como a Pablo, «el encuentro vuestro con Jesucristo en Cursillos fue tumbativo». En este punto, el cardenal Osoro invitó a recordar el momento en el que cada uno hizo su Cursillo. «Recordad cómo ibais, cómo os encontrasteis y cómo salisteis». «En ese Cursillo sucedió algo, y eso que sucedió en vosotros tenemos la posibilidad de hacer posible que suceda en otras personas». Que en definitiva es «que se encuentren con Jesucristo, Nuestro Señor, y con su Iglesia».
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