Madrid

Monseñor Carlos Osoro asegura que “la mayor pobreza es no conocer a Dios, que es quien nos dice que somos hermanos”

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En una Catedral de Santa María la Real de la Almudena abarrotada de fieles, el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, ha presidido esta mañana su primera Misa Crismal. Con él han concelebrado el Cardenal Antonio Mª Rouco Varela, Arzobispo emérito de Madrid, el Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini, los Obispos Auxiliares de Madrid, Mons. Fidel Herráez y Mons. Juan Antonio Martínez Camino, SJ, y el Obispo emérito de Segovia, Mons. Luis Gutiérrez Martín. Casi un millar de sacerdotes se han acercado al templo catedral para renovar con su Pastor las promesas sacerdotales. Además, durante la ceremonia han sido bendecidas las ánforas con los óleos de los enfermos y de los catecúmenos, y ha sido consagrado el Crisma.

En su homilía, Mons. Osoro ha pedido permiso a los numerosos fieles y consagrados presentes en el templo para dirigirse de manera especial a los sacerdotes, a quienes ha recordado que “lo que nos reúne a todo el presbiterio diocesano en esta Misa Crismal” es que Dios “nos ha hecho partícipes de la misma unción de Jesucristo”. “Deseamos decirte Señor, al renovar nuestras promesas sacerdotales, que queremos unirnos fuertemente a Ti, que deseamos reafirmar la promesa de cumplir todo lo que Tú nos regalaste configurándonos contigo por la ordenación, y que tan gozosamente aceptamos el día de nuestra ordenación”. “Cantaremos siempre tus misericordias, ha apuntado, dispensaremos los misterios de Dios en la celebración de la Eucaristía y en las demás acciones litúrgicas, y en la predicación como seguidores tuyos nos moverá el celo por todos los hombres”.

“Tú, Señor, nos encontraste y por pura misericordia nos elegiste y nos ungiste con óleo sagrado. Somos ungidos para llevar en nosotros tu mismo diseño… Tu mano está siempre con nosotros, y nos hace valientes y audaces para alimentar a los hombres con tu misma Vida en la celebración de la Eucaristía… Eres Tú mismo quien sigues regalando a los hombres el perdón y la misericordia, tu amor y tu entrega. Nosotros te prestamos la vida para que Tú hagas maravillas en medio de los hombres. Renueva nuestro ministerio y haznos caer en la cuenta del tesoro que llevamos. Gracias por la fidelidad que tienes con nosotros. En Ti nos apoyamos, en tu nombre actuamos, con tu fuerza nos sostenemos, con tu gracia haces valiosa nuestra vida para todos los que se acercan a nosotros y para todos los que buscamos, pues tú nos mandas salir para acercar tu Vida, esa que deseas seguir entregando a todos los hombres. Gracias Señor por contar con nosotros”.

Anunciar el Evangelio a los pobres
Por la ordenación, ha explicado, el Señor “me ha ungido, nos ungiste, quisiste dedicarnos a una tarea exclusiva, llevar en nosotros tu misterio y tu ministerio” y para “proclamar a todos los hombres la gracia y la paz de parte de Jesucristo”. “Nos has enviado para anunciar el Evangelio a los pobres y la mayor pobreza es no conocer a Dios, que es quien nos dice que somos hermanos, y que la vida del Señor no sólo tiene consecuencias personales, sino también sociales; nos has enviado para anunciar a los cautivos la libertad, esa que nace de estar sólo con la atadura de vivir unidos exclusivamente a Dios, y nos has enviado a dar a los ciegos la vista que nos hace ver el título con el cual tenemos que vivir todos los hombres: hijos de Dios y, por ello, hermanos de todos los hombres; para dar libertad a los oprimidos, es decir, para hacer la cultura del encuentro, donde todos cuentan y todos son y a todos se les trata como imágenes de Dios, semejantes a Él; en definitiva, para anunciar el año de gracia del Señor”.

Ha exhortado a los presbíteros a predicar el Evangelio con la vida y, si fuera necesario, también con palabras. Y es que, para Mons. Osoro, hay una exigencia “que hoy es urgente y clara: los hechos, los gestos, la vida van a contar más que las palabras”. Por eso, ha invitado a los sacerdotes a hacer, como dice el Papa Francisco, “una nueva etapa evangelizadora”, con una “apuesta por la novedad de Jesucristo”, viviendo “el diseño misionero de la Iglesia” que tiene “dos palabras que contienen todo para hacer la reforma y llevar la alegría del Evangelio”: Comunión y misión.

Pastoral de la mirada
“Los sacerdotes, ha asegurado, somos los primeros llamados a responder… cada uno de nosotros sabe bien que nunca deja de ser discípulo, que Jesús camina con nosotros, que habla con nosotros, que respira con nosotros, que trabaja con nosotros. Si no descubrimos esta cercanía de Cristo, que se manifiesta en nuestro ministerio, pronto perdemos el entusiasmo, la entrega, la fuerza, la pasión…. Y, no nos engañemos, un sacerdote no convencido o que se apoya en otras fuerzas que no sea Jesucristo, no convencerá a nadie”.

“Hemos de buscar con entusiasmo, ha dicho, el único cauce que existe para un reencantamiento global de nuestro ministerio”, uniendo “siempre la permanencia en el diálogo con el Señor, la oración y la ‘pastoral de la mirada’, el trabajo pastoral”. Todo ello dejando que Cristo “nos toque”. “Alentemos con nuestra vida una nueva etapa evangelizadora, fervorosa, audaz, alegre, llena de amor hasta el fin de una vida entregada y contagiosa, llena de misericordia… Aprendamos a trabajar con la ‘pastoral de la mirada, que es la mirada de Cristo, ver con los ojos de Cristo”. Y ha invitado a “ver la realidad con los ojos de Cristo: ahí está un secreto importante de nuestra pastoral en esta etapa en la que se necesita ‘predicar con la vida’”.

Ha concluido pidiendo “que Nuestro Señor bendiga a todo nuestro presbiterio y que la intercesión de Nuestra Señora de la Almudena nos alcance el corazón a todos los sacerdotes”.

A continuación, los presbíteros han renovado las promesas sacerdotales ante su Obispo. Y el prelado madrileño ha bendecido los óleos y ha consagrado el Crisma.

El Arzobispo de Madrid preside las celebraciones del Triduo Pascual en la Catedral

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El Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, preside en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena las principales celebraciones del Triduo Pascual.

El prelado madrileño presidirá mañana, 1 de abril, Miércoles Santo, el Vía Crucis que se celebrará en el interior de la Catedral de la Almudena a partir de las 19,00 horas.

El Jueves Santo, 2 de abril, a las 12,00 horas, la Celebración comunitaria de la Penitencia, con confesión y absolución individual. Y a las 18,00 horas, la Santa Misa de la Cena del Señor, en la que se conmemora la institución de la Eucaristía, del Sacerdocio y la promulgación del Mandamiento Nuevo. Al final de la celebración se reservará solemnemente la Eucaristía para ser adorada por los fieles en oración. La Catedral permanecerá abierta hasta las 24,00 horas para facilitar a los fieles la adoración al Santísimo.

También presidirá la celebración de la Pasión y Muerte del Señor, el Viernes Santo, 3 de abril, que dará comienzo a las 17,00 horas. Y en la Noche Santa, el sábado 4 de abril, la Vigilia Pascual que se desarrollará a partir de las 23,00 horas. Durante la misma, impartirá los sacramentos de iniciación: Bautismo, Comunión y Confirmación a adultos.

Las celebraciones litúrgicas de Semana Santa en la Catedral, presididas por el Arzobispo, finalizarán el 5 de abril, Domingo de Pascua de Resurrección, con una solemne Eucaristía que dará comienzo a las 12,00 horas. Al finalizar la Misa, Mons. Osoro impartirá la Bendición Papal.

En todas estas celebraciones actúa la Coral de Santa María la Real de la Almudena.

Un camino nuevo de amor, misericordia y esperanza

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“Entrar por un camino nuevo de amor, de misericordia y de esperanza que es el que nos ofrece Jesucristo a través de la Iglesia en la Semana Santa” es el deseo que manifiesta para todos sus diocesanos el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, en su carta semanal. Y es que asegura, “tenemos una gracia inmensa: poder vivir la Semana más importante del año. No es algo más: es la manifestación del desbordamiento del amor de Dios y de su misericordia, de esa esperanza que nos da y que no defrauda. En la Semana Santa, a todos los cristianos se nos brinda una oportunidad extraordinaria: poder sumergirnos en los acontecimientos centrales que nos revelan lo que Dios ha hecho por los hombres. ¡Qué Semana de gracia nos regala el Señor! ¿Sabéis lo que significa para el ser humano sumergirnos en el Misterio que nos desvela la riqueza inmensa que tiene la vida humana vivida en la plenitud de quien la puede dar? ¿Sabéis lo que es poder descubrir un ‘camino nuevo’ que tiene una trayectoria que nos ha descrito Jesucristo, Dios y hombre verdadero? Dejarnos hacer por la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, el Amor, la Misericordia y la Esperanza, es todo un diseño de nuestra vida y del universo. Podemos apoyarnos en el camino de nuestra vida, podemos vivir y ofrecer a todos los hombres un horizonte distinto sumergiéndonos en el acontecimiento de la redención”.

Para Mons. Osoro, “las solemnidades de esta Semana, desde el domingo de Ramos con la entrada gloriosa de Jesucristo en Jerusalén, pasando por el Jueves Santo con la institución del ministerio sacerdotal y de la Eucaristía, el Viernes Santo con la celebración de la Pasión del Señor, y la Pascua que nos hace incorporarnos al triunfo de Cristo, es decir, el triduo Pascual, nos ayudarán a descubrir con más hondura lo que es decisivo para el hombre: tener un camino nuevo diseñado por Dios mismo, entrar en él con la gracia del Señor, construir nuestra vida y la historia desde Él. Meditemos y sumerjámonos en la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Pido al Señor que todos los cristianos tengamos estos días un tiempo especial de gracia. Celebrad allí donde estéis este acontecimiento decisivo y tened la valentía de invitar a otros hombres y mujeres a celebrarlo, a descubrir la grandeza de este ‘camino nuevo’ que, como gracia, nos ofrece el Señor. Decídselo así: os invito a ver un camino nuevo ofrecido por Dios mismo. Que la gracia divina nos abra el corazón para que comprendamos el don inestimable de la salvación que nos ofrece Nuestro Señor Jesucristo”.

“Cada comunidad cristiana, asegura, está llamada a redescubrir la belleza que tiene la vida vivida desde el Triduo Pascual, donde se nos manifiesta de una forma extraordinaria la misma. Hacernos contemporáneos del Señor y vivir con Él su pasión, muerte y resurrección es una gracia que se nos da, que Él nos entrega cuando nos permite reunirnos en su nombre para celebrar el Triduo Pascual. Así renovamos la comunión con aquel que da sentido a las alegrías y a los trabajos de cada día. Para afrontar el camino, ese viaje que todos los seres humanos tenemos que realizar, necesitamos sacar fuerzas de quien únicamente nos las puede dar: Cristo. Es una alegría poder encontrar la energía necesaria para el camino que hemos de recorrer, que no es arbitrario, sino el camino que Dios nos indica con su Palabra y que va en la dirección inscrita en la esencia misma del hombre”.

Y es que “celebrar el Triduo Pascual nos ayuda a descubrir el ‘centro de la vida’, el núcleo de una existencia vivida con sentido y profundidad, capaz de hacernos vivir y construir la ‘cultura del encuentro’ y no la del ‘descarte’, la de la ‘inclusión’ y no la de la ‘exclusión’. Tomemos conciencia de que vivimos en medio de muchas cosas, de muchas personas, que no saben, no son conscientes de que les falta Cristo, pero ciertamente sienten y perciben que les falta ‘algo’ en su vida. Os puedo asegurar, después de muchos encuentros con personas, que la falta y la ausencia de Cristo produce desdibujamiento, desesperanza y desorientación, no nos permite descubrir la esencia de la amistad, lo esencial de la misma, y no permite vivir la alegría más importante para la vida. No conocer este camino que se nos desvela en el Triduo Pascual nos hace también ver que por nosotros mismos no tenemos las fuerzas necesarias para crecer como personas, para madurar en plenitud. Y es que solamente quien es Camino, Verdad y Vida, Jesucristo, ofrece la Luz necesaria para dar orientación a la vida personal y colectiva. Urge mostrar ‘un camino nuevo de amor, misericordia y esperanza’”.

“En el domingo de Ramos se nos dice que no hay otro modo de entrar en la verdad de la vida más que por la puerta de la sencillez y de la humildad, del conocimiento de uno mismo a la intemperie de nuestra desnudez, en la debilidad de nuestro barro. Por eso sólo el amor de Dios nos hace ver y aceptar que el que se entrega por amor nos hace ganar siempre. En el Jueves Santo se nos manifiesta que el amor es más fuerte que la muerte y que abrirle puertas lleva a una alegría verdadera. El Señor nos sienta a su mesa para darse, regalarnos su amor, hacernos partícipes de su vida, alimentarnos de la misma y entregar la vida y esperanza que no se agota. La eucaristía nos incorpora a la novedad de la Pascua del Señor y nos hace sorprendernos cuando se nos dice que conjuguemos amor y servicio. En el Viernes Santo levantamos con entusiasmo la cruz gloriosa que nos descubre el sentido del amor extremo de Jesucristo, su compasión sin límites que nos hace vivir con fortaleza la debilidad de nuestras propias vidas y de la historia, que nos hace solidarios de aquellos que están crucificados. Mirando al que atravesaron somos curados. La vigilia Pascual nos manifiesta que la muerte ha sido vencida, que no tiene poder sobre el hombre, y que se nos llama a proclamar la resurrección y manifestar los signos del Reino con valentía, creatividad, compasión y alegría, por los caminos del testimonio”.

“Con la Pascua, apunta, nace una nueva etapa de la historia marcada por la alegría. Hemos de dar noticia de la misma: descubramos la belleza y la alegría de ser cristiano, mostremos la capacidad que tiene el discípulo misionero que comunica con gratitud y alegría el don del encuentro con Jesucristo”. Es, dice, “el desbordamiento de gratitud y alegría que sigue regalando el amor recibido de Dios gracias a Jesucristo y con la fuerza del Espíritu Santo. Un amor que es cercano, que se descubre, que se ve, que alcanza a todos los hombres porque nos hace pasar de la muerte a la vida, de la tristeza al gozo, del absurdo al hondo sentido de la existencia, del desaliento a la esperanza que no defrauda. Ser cristiano no es una carga sino un don, no es un fardo sino un tesoro, no es conquista sino gracia, no es un sentimiento egoísta de bienestar sino una certeza que brota de la fe, que da serenidad y que nos capacita para anunciar el amor de Dios. Es la alegría misionera que nos provoca dos certezas: haber conocido a Jesús es el mejor regalo que he recibido en mi vida y darlo a conocer con obras y palabras es el mayor gozo que uno puede tener. Para hacer verdad el deseo del Señor de marchar, de salir, tenemos que entrar en la lógica del encuentro que se convierte en comunión con Él y nos hace ir a comunicar a todos con amor, con misericordia y con esperanza la felicidad que sólo Jesucristo nos regala”, concluye.

Sermón de las Siete Palabras en la Parroquia de San Ginés

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El próximo 3 de abril, Viernes Santo, la Parroquia de San Ginés (c/Arenal, 13) acogerá el tradicional Sermón de las Siete Palabras. “Las siete palabras de Jesucristo en la Cruz” es el tema sobre el que meditará Mons. Juan Antonio Martínez Camino, SJ, Obispo Auxiliar de Madrid, a partir de las 12,00 horas. Durante la misma habrá interludios al órgano de J. S. Bach, por Felipe López, organista de la Parroquia. Ese mismo día, a las 19,30 horas, dará comienzo la celebración del Vía Crucis en el V Centenario de Santa Teresa de Jesús, dirigido por Antonio Hernán Gómez, Vicario Parroquial del templo.

El día anterior, 2 de abril, Jueves Santo, a las 19,00 horas, el párroco de San Ginés, José Luis Montes, presidirá la celebración de la Cena del Señor. Intervendrá el Coro de Cámara y Conjunto Instrumental Anima Musica que interpretarán, bajo la dirección de Felipe López, obras de Bach, Victoria, Vivaldi, Mozart, Palestrina, Busca de Sagastizábal y Hadyn. Y a las 22,00 horas, Hora Santa.

La Solemne Vigilia Pascual del Sábado Santo, 4 de abril, dará comienzo a las 22,00 horas, presidida por Antonio Alba, Vicario Parroquial de San Ginés. Intervendrá el Coro de Cámara y Conjunto Instrumental Anima Musica que interpretarán, bajo la dirección de Felipe López, obras de Haendel, Mozart, Arcadelt, Viadana, Vivaldi, Aichinger y Lotti.

A las 13,00 horas del Domingo de Resurrección, 5 de abril, se celebrará la solemne Eucaristía del Domingo de Resurrección.