La catedral de Santa María la Real de la Almudena acogerá este domingo, 23 de octubre, la celebración de una Eucaristía por las víctimas de la revolución húngara de 1956. Presidida por monseñor Carlos Osoro, cardenal electo, arzobispo de Madrid, y concelebrada por monseñor Ferenc Cserháti, obispo auxiliar de Budapest, dará comienzo a las 10:30 horas. En ella se pedirá de manera especial por las víctimas de la revolución, por los españoles que prestaron su apoyo a la causa húngara, y por la beatificación del Siervo de Dios cardenal Jòzsef Mindszenty (1892-1975).
Biografía
József Pehm (Csehimindszent, 1892 - Viena, 1975) fue cardenal primado de Hungría. Durante gran parte de su vida personificó la lucha por la libertad religiosa bajo el régimen comunista .
Nacido en el seno de una familia católica y humilde de Hungría, sintió desde niño inclinación hacia la vida religiosa. A los 23 años recibió la ordenación sacerdotal y se dedicó por completo a su ministerio pastoral. Al ser elevado al episcopado de Veszprém en 1944, saltó a una posición de liderazgo cuando el país se debatía en medio de la Segunda Guerra Mundial. Ante la persistencia de las persecuciones contra los judíos y la destrucción sin sentido a que eran arrastrados los húngaros por el régimen nazi, Mindszenty envió un memorándum firmado por todos los obispos del oeste de Hungría, urgiendo al presidente Ferenc Szálasi para que cesara en esa política. Como consecuencia de ese comunicado fue encarcelado, y permaneció en prisión hasta que los alemanes abandonaron definitivamente el territorio húngaro en abril de 1945.
La guerra dejó a Hungría en la ruina y en la desilusión. Mindszenty se esforzó por socorrer el hambre y las necesidades de los pobres y de los refugiados. Constituido arzobispo de Esztergom y cardenal en 1946, se opuso frontalmente a la nacionalización de las escuelas católicas, por lo cual fue detenido el 26 de diciembre de 1949 y sometido a un proceso judicial en febrero del año siguiente. El proceso público del Primado de Hungría demostró que nada ni nadie podía oponerse a la voluntad del régimen comunista. Después de forzar declaraciones por medio de torturas y drogas, y tras montar falsas pruebas contra él, la corte lo encontró culpable de traición y lo condenó a cadena perpetua. La persecución contra la Iglesia supuso también el encarcelamiento de otros obispos, el fin de la educación religiosa y la disolución de las órdenes religiosas.
Tras ser liberado por la Revolución Húngara de 1956, Mindszenty emitió un valiente discurso en el que abogaba por las elecciones libres, la libertad religiosa y la propiedad privada. Unas horas después de su discurso las tropas rusas entraron en Budapest y aplastaron la revolución. El Primado tuvo que buscar asilo en la Embajada de los Estados Unidos, donde permaneció auto-exiliado durante 15 años, a pesar de las protestas del gobierno húngaro y de las súplicas del Papa para que aceptara un puesto en la Curia Romana.
El cardenal pretendía con su presencia en Hungría atraer la atención del mundo sobre la opresión que sufrían los católicos húngaros, pero también estaba obstaculizando con su presencia cualquier acercamiento entre el régimen Comunista y el Vaticano. Presionado por el papa Pablo VI, Mindszenty abandonó finalmente Hungría en septiembre de 1971 y pasó a residir en Viena, donde falleció en 1975.