Este pasado sábado por la mañana, en la residencia universitaria Nuestra Señora del Rosario, ha tenido lugar una mesa redonda en la que cuatro miembros de familia dominicana han compartido sus experiencias sobre el carisma dominicano en las misiones. La reunión se ha celebrado con motivo del Jubileo 800 años de la Orden de Predicadores y de los 50 años de la institución misionera de los dominicos Selvas Amazónicas.
Según informan los dominicos, la mesa ha sido presentada por fray Francisco Faragó, director de Selvas Amazónicas, quien ha aprovechado también para agradecer la presencia de los ponentes y los asistentes. Fray Manuel Santos, maestro de estudiantes de la Provincia de Hispania ha ejercido de moderador de la mesa, presentando a los cuatro ponentes: la hermana Nieves Báez, misionera dominica; Rafael Alonso, laico dominico; la hermana Raquel Gil, misionera dominica; y Carlos Rodríguez, misionero dominico.
La primera en presentar su testimonio ha sido Nieves Báez Chesa, priora general de las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia, quien ha vivido cuarenta años de misión en Venezuela. Lo que descubrió Nieves al llegar a la misión fue que sus parámetros culturales propios no le permitían valorar todo lo que estaba viviendo. La religiosidad de la gente, la cercanía, el impacto grande de la pobreza, la enfermedad sin recursos, la gran dependencia de la mujer en las relaciones de pareja eran gritos del pueblo a los que no sabía cómo responder. Pero poco a poco el estudio, la oración y la comunidad fueron dando respuesta a estas cuestiones. Sus esquemas cambiaron y así, la comunidad cristiana le fue descubriendo un rostro de Dios distinto al que había tenido hasta el momento, el rostro de un padre amoroso, en contra del de un Dios castigador.
Rafael Alonso Ordieres, director del Centro Cultural José Pío Aza y laico dominico, comenzó su testimonio declarando que “para que el que llega, la misión es un batacazo cultural”. Después ha hablado en torno a dos ideas principales: la contemplación a través del diálogo y la compasión. Una compasión que lleva a la construcción de ciudadanía y de derechos.
Después ha compartido su testimonio Raquel Gil Mas, médica y coordinadora general de las Dominicas del Rosario. Raquel ha vivido dieciséis años en Mozambique. En estos momentos de su vida, la madurez le permite ver en su estancia en África dos etapas como misionera. En la primera etapa estuvo en contacto muy directo con la muerte. A diario se le moría gente en sus brazos. «En cierta manera, siendo joven crees que las cosas salen por tu esfuerzo, por tu dedicación, llegando a trabajar en circunstancias de cansancio y enfermedad. Ese creerse indispensable va desapareciendo con la experiencia y con los años. Aparece entonces la segunda etapa en la que Cristo pasó a ser el protagonista, y ella pasó a ser su colaboradora».
Por último, Carlos Rodríguez Lineras, dominico de la Provincia del Rosario, compartió su experiencia en China. Cuando llegó al país tenía prohibido realizar cualquier tipo de actividad religiosa. Estuvo un largo tiempo pasándolo mal, sintiéndose poco útil, pero poco a poco descubrió que la Misión también es presencia. Carlos destacó también la idea de que «no eres el protagonista, sino un mero instrumento del Espíritu. Estás ahí para que el Espíritu haga su trabajo a través de ti».