Sembrar estrellas es sembrar a Cristo, porque Jesús es la verdadera estrella del hombre. Así, de este modo, les explicaba a los niños el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, el sentido más profundo de la jornada de sembradores de estrellas.
El sábado 17 de diciembre, a una semana de la Noche Buena, los niños de muchas parroquias y colegios se reunían para rezar junto al arzobispo y ser enviados a felicitar la Navidad en nombre de todos los misioneros madrileños a todos los que se iban encontrando por las calles.
Cada año se hace en una de las ocho vicarías en la que está dividida la diócesis. Este año tocaba la octava, fue en la parroquia de Santa María Micaela, junto al estadio Santiago Bernabeu. Por eso, además del cardenal Osoro estuvo presente el vicario episcopal, Ángel Camino, y el párroco Daniel Puente. Asistieron también una gran representación de sacerdotes y misioneros. La hermana Carmenza y el P. Carlos, ambos de los Misioneros de la Consolata, fueron los responsables de su organización, como coordinadores de misiones de la Vicaría.
La celebración estuvo siempre acompañada por el grupo Espíritu Misionero, que se encargó de los cantos, tanto de la misa como de la celebración del envío en la calle.
Paloma Niño, directora de La hora de los niños de Radio María, hizo el pregón, junto con un grupo estupendo de niños que hicieron posible pensar en lo que significa la Navidad.
Se lanzaron al cielo 750 globos con los colores que representan los cinco continentes y se pidió a Dios que todos los niños lleguen a conocer a Jesús.
Esta celebración no es más que el comienzo del tiempo que la Iglesia en España dedica a la Infancia Misionera, que es siempre el cuarto domingo de enero. Los niños protagonistas de la misión.