Este domingo, 25 de diciembre –festividad de la Navidad–, se abre al público el belén que, en el atrio de entrada de la catedral de la Almudena, anunciará que la promesa de Dios y el mensaje escondido en el misterio de un pesebre se han cumplido. Y si hay una persona que ha descubierto en su propia carne la belleza de esta bienaventuranza, acentuamos el nombre de Félix Castedo. Este sacerdote madrileño, canónigo y director de la coral Virgen de la Almudena, cumple 24 años como belenista de la catedral: «Desde niño, junto a mi padre, siempre puse el belén». Una pasión que, reconoce, le ha acompañado siempre. «Cuando entré en el seminario, ya comencé a hacerlo solo». De hecho, «en aquel entonces, vacié de ropa un anaquel de mi armario para ponerlo allí, con figuras pequeñas...».
Una tarea que, además, le ha acompañado en su camino sacerdotal: «En 1973, nada más ordenarme, entré en contacto con la asociación de belenistas», asegura, donde aprendió las técnicas principales de montaje, uso de materiales, etc. Y, a partir de ahí, continuó haciéndolo «en todas las parroquias por donde he pasado; desde Villaviciosa, pasando por el Buen Suceso y hasta el mismo año que se inauguró la catedral, aquí». Y señalando la escena del anuncio a los pastores, afirma: «Este es, nada más y nada menos, que el nacimiento número 24 que pongo en la catedral».
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Una pasión que no se marchita
Mientras habla, Castedo va acomodando la figura de un pastor que, al lado de un pozo, espera paciente la llegada de Jesús. Su mirada también resplandece una alegría que no se marchita con el paso del tiempo. «Yo no pierdo la ilusión; lo único que pierdo son las fuerzas», reconoce, mientras apunta que «es una pasión» y «no poner el belén supone para mí tanto como que, si no lo hiciera, sería bastante menos Navidad».
El belén que el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, bendecirá la noche del 24 de diciembre, en la Misa del Gallo, conserva dos años de trabajo. «Las construcciones las empezamos el año pasado», asevera, «y, por tanto, hay cosas que llevan ya dos años hechas». El montaje que, por su apariencia delicada, parece ser el trabajo más arduo, lo comenzó desde que se cerró la Puerta Santa por el Año Jubilar de la Misericordia.
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Un trabajo que «merece del todo la pena»
Un cúmulo de detalles dejan entrever el cuidado con que sus manos colocan cada pieza, cada escena, cada sentido: «A cada sitio que se mire, hay algo que ver». Ciertamente, subraya, «cuidamos muchísimo el lugar principal del belén, la escena del nacimiento de Jesús». Así, «acompañado por un guion, mientras se van cambiando las luces –que tienen 29 posiciones diferentes–, aparecen las diferentes escenas». Detalle que, cada año, es distinto. «Este año, el guión comienza narrando el empadronamiento en el pueblo, la llegada de María y José buscando posada, el nacimiento, el anuncio a los pastores y la llegada de los magos, preguntando en Jerusalén».
Un trabajo admirable que, en la voz de Castedo, merece del todo la pena: «A mí me compensa y me gusta el hacerlo». De hecho, «me lo planteo como quien pinta un cuadro. Intento hacer una obra de arte, no sé si lo consigo o no, pero lo intento» Y, además, concluye, «si ya le gusta a la gente, me hace completamente feliz».
#YoPongoElBelén
La diócesis de Ávila ha lanzado a través de sus redes sociales la campaña #YoPongoElBelén. La idea es que, todos aquellos que lo deseen, suban las fotos de sus nacimientos a Facebook y Twitter con esta etiqueta para mostrar «la alegría y la fe del pueblo cristiano que mantiene arraigadas sus tradiciones navideñas» en este tiempo de Adviento. «Ellas forman parte del patrimonio de nuestra fe y de nuestra cultura. Fomentarlas significa mantener vivo el espíritu de los momentos iniciales de una bella historia de vida y salvación: la que nos ofrece Jesús desde su humilde pesebre», añaden los impulsores.
