Alberto Fernández, delegado episcopal para las Causas de los Santos, destacó la importancia de la apertura del proceso diocesano de canonización de 140 madrileños asesinados en la persecución religiosa del siglo XX, el pasado sábado, 12 de diciembre. Un hecho «importante» no solo porque «si Dios quiere» los llevará a los altares, sino también «porque nos ayuda a nosotros a tomar conciencia del tesoro que tenemos con tantos mártires en nuestra archidiócesis de Madrid».
En una entrevista en el Informativo Diocesano de TRECE, el delegado explicó que la apertura de este proceso ya ha implicado un primera recogida de documentación y testimonios sobre la vida de estas 140 personas porque «para abrir la causa hay que tener un mínimo de certeza de que hay fama de martirio». La investigación a partir de ahora será más exhaustiva. En la diócesis de Madrid, en la que hay más de 92 causas de santidad abiertas, se investiga «con mucho rigor, con mucha minuciosidad». Se calculan dos años de fase diocesana hasta pasar a Roma, donde comienza otro proceso de estudio de historiadores, teólogos, obispos y cardenales, hasta que finalmente el Papa aprueba el martirio. Y esto puede durar otros diez años.
Todo ello, porque «la Iglesia tiene que tener una certeza grande de que estos siervos de Dios sufrieron el martirio», explicó el delegado. En este sentido, habrá que demostrar tres aspectos en su muerte. En primer lugar, que fue violenta. En segundo, que se produjo in odium fidei (por odio a la fe), por su condición de católicos –en el caso de los sacerdotes o religiosos es muy fácil de demostrar; no tanto en el de los laicos– y no por motivos políticos. Aquí, el delegado aclaró que «ellos no son víctimas de un bando de la guerra o de otro, son víctimas de la persecución religiosa en España». Y en tercer lugar, hay que demostrar que el siervo de Dios muere «ofreciendo su vida por amor, deseando la conversión de los enemigos», en definitiva, «como Jesús, perdonando».
Historias únicas e irrepetibles
Cada uno de los propuestos en la causa tiene su historia única e irrepetible, como indicó Fernández, que se pueden leer en la web de la Delegación para las Causas de los Santos de Madrid. Hay 61 sacerdotes, jóvenes recién ordenados y hasta uno con 94 años, y 79 laicos, entre ellos un ministro de la República, periodistas, dependientes, o las catequistas de la parroquia de Pinto, a las que asesinaron en grupo por el hecho de ser eso, catequistas. Este abanico tan amplio «nos da muestra de la persecución tan violenta que sufrió la Iglesia en todos sus hijos», pero a su vez deja un «testimonio de la fe hasta el derramamiento de la sangre» que es un «orgullo».
Como decía el padre de la Iglesia Tertuliano ya en el siglo II, «la sangre de los mártires es semilla de cristianos». De los frutos de estos martirios, señaló el delegado, «ahora nosotros nos beneficiamos»: «su sangre derramada alimenta nuestra vida cristiana» porque reprodujeron «en su carne la Pasión del Señor». «Tenemos un tesoro muy grande», por eso el sacerdote animó a los fieles a guardarlo, custodiarlo y venerarlo, algo que en parte es también «un deber de justicia». Estos siervos de Dios han dado testimonio de aquello que dice el salmo, «tu gracia vale más que la vida» y nos enseñan que «no hay nada más grande» que «el seguimiento de Jesucristo». Además, concluyó, son un ejemplo para hoy «de reconciliación, de paz, de no buscar revancha».