La catedral de la Almudena acogió el pasado domingo, 17 de enero, la celebración de los bautizos que tuvieron que ser aplazados la semana pasada a causa de la fuerte nevada en Madrid. El cardenal Carlos Osoro saludó al inicio de su homilía a las familias de los niños, Emma y Ángel, y aseguró que la vida misma de Jesucristo que el Señor regala por medio del Bautismo «es el tesoro más grande que un ser humano puede tener». Por eso, los padres de los niños bautizados ofrecen a sus hijos «lo mejor».
Al hilo de la Palabra proclamada, el arzobispo de Madrid destacó en primer lugar la «disponibilidad para escuchar a Dios», la que tuvo Samuel, el joven del Antiguo Testamento. Él oyó la voz de Dios, que «viene a nosotros también esta mañana», en este tiempo concreto de pandemia, en esta tercera ola «tan grave o más que las anteriores».
Dios «nos habla ante la vulnerabilidad», situación en la que «es bueno que nos hagamos niños como Samuel» porque «no tenemos palabras para resolver todas las situaciones que llegan a nuestra vida», pero sí la capacidad de estar «disponibles para escuchar a Dios» y de orientar la vida «por la Palabra del Señor».
Dios ama al hombre como es y como está
«Somos de Dios», dijo el purpurado, y en este sentido también hay que preguntarse aquello mismo que Jesús preguntó a los discípulos: «¿Qué buscáis?». «Esta es una pregunta válida para los hombres y mujeres de toda época», con la que Jesús invita «a clarificar en nuestra vida lo verdaderamente importante».
O formulada de otra manera, «¿qué mueve mi vida de verdad?». Jesús lo sigue preguntando hoy a los hombres: «¿Cuál es el deseo más profundo que está en vuestro corazón?». En esta sociedad se necesita «encontrar el sentido último de nuestra vida». «Incluso en este momento de la historia hay una profunda sed de Dios», reconoció el purpurado.
Los discípulos respondieron a Jesús con otra pregunta, «¿dónde vives?», que indica que «lo querían tomar como guía». El «venid y veréis» de Cristo es una invitación «a hacer una experiencia», la de «dejarnos querer por Dios; Dios nos ama como somos, no le pone ninguna dificultad a cómo estemos».
«Volvamos a Jesús», animó el arzobispo. En un momento de la historia con muchos discursos y teorías, «faltan maestros» y «yo esta mañana, en nombre de Jesucristo, os ofrezco al Maestro”, concluyó.
