- Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses
Si hay algo que define arquitectónicamente a Nuestra Señora de Belén es la cubierta, de madera nórdica, que simula el casco de un barco. Esta peculiaridad fue aprovechada por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, para definir lo que es esta parroquia durante la celebración de los 25 años de su dedicación. «Es la barca de Pedro en medio del barrio, y Jesús está en la barca».
Así recoge Marcos Torres, el párroco, las palabras que pronunció el arzobispo durante la Eucaristía de aniversario, celebrada el pasado domingo, 6 de febrero, en las que vinculó la idea originaria del arquitecto con el Evangelio proclamado. Además, el sacerdote desvela «una imagen que gustó mucho a la gente» y que el purpurado, hombre de mar nacido en Santander, conoce bien: la de las tablillas de los cascos de los barcos, como las que forman el techo de parroquia. Estas tablas «somos cada uno de nosotros», dijo, formando parte de la barca de la Iglesia cuya cabeza es Cristo.

Fue una celebración «muy familiar», explica el párroco, que congregó a un buen número de fieles en torno a su pastor. «Ha habido un antes y un después de la visita; ha hecho mucho bien, se ha vivido como un revulsivo», reconoce Torres. Una visita en la que el propio arzobispo se mostró «emocionado» porque la parroquia quiso también celebrar sus bodas de plata episcopales, que cumple este año. «La gente estaba muy contenta» y el purpurado, «muy cariñoso, muy agradecido, con mucha ilusión, con muchas ganas...». «Sembrado», resume el párroco.
El cardenal Osoro llegó acompañado, y esto fue una grata sorpresa para todos, del arzobispo de Concepción (Chile), monseñor Fernando Natalio Chomali. Ambos pudieron visitar el templo antes de celebrar la Eucaristía, y compartir con los fieles una animada charla después, durante el aperitivo en el patio. Entre ellos, el arquitecto del templo, Pedro de la Paz; los que ya habían celebrado la dedicación hace 25 años, e incluso aquellos que la vieron nacer, en forma de barracón, hace más de 50 años (fue erigida canónicamente en 1965). Eran la gente «de toda la vida» y los que a lo largo de los años se han ido incorporando.

Todo nace de la Eucaristía
Todo un barrio vertebrado en torno a una parroquia, que, en definitiva, es «la casa de oración que Dios ha querido hacerse, el lugar para encontrarse con Dios». También con los demás, pero por encima de todo «un lugar para salvarse». Si no, explica el párroco, «competiríamos» con la casa de mayores, los servicios sociales del distrito… Y esto marca la diferencia; de hecho, «es significativo» la cantidad de migrantes, relata, que «al primer lugar al que acuden es a la parroquia», aunque luego sea la parroquia quien los derive a los servicios sociales para asuntos concretos.
En el centro de todo, el párroco sitúa la Eucaristía. «Como prolongación de ella nace la adoración de los jueves; de la celebración eucarística nace la catequesis, la atención a las familias y a los más necesitados…». Estos últimos fueron muchos más en la pandemia. Las ayudaron aumentaron un 225 % en una parroquia que se mantuvo siempre abierta. «El día que el Gregorio Marañón cierre y deje de atender a los enfermos de COVID –le dijo el párroco a su gente–, ya veremos si cierra el hospital de campaña [utilizando las palabras con las que el Papa Francisco se refiere a la Iglesia]».
Así que mucha gente, «de camino al súper o a la farmacia», que era lo único que junto a Nuestra Señora de Belén permanecía abierto, entraban en la capilla del Santísimo, con acceso directo desde el exterior. «En los momentos difíciles es cuando Dios está más cerca», y por eso la parroquia estuvo siempre para el que estaba «enfermo, triste, al límite, sin fuerzas...». Porque «cuando uno está cerca de Dios», cuando hay vida espiritual, «la manera de afrontar las dificultades obviamente es muy distinta». «La gente se ha dado cuenta de cómo la parroquia era motor del barrio» en un testimonio callado de presencia. Y, ahora que lo peor ha pasado, hay un hecho constatable: «Está viniendo mucha más gente a la parroquia».
