“Daré mi persona en lo que dé de sí, con todas las limitaciones que tengo” afirma Mons. César Franco
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Después de que se hiciera público su nombramiento como Obispo de Segovia, Mons. César Franco Martínez compareció en rueda de prensa ante los medios de comunicación. En su breve intervención, expresó su profunda gratitud al Señor por este nombramiento, y explicó que había dirigido una carta al actual obispo de Segovia, Mons. Ángel Rubio, “para que en mi nombre salude a todos los segovianos”, con una mención especial a la vida consagrada, “que tiene una notable presencia en la diócesis”; también “a los que sufren en cuerpo y alma, a quienes tendré que llevar el consuelo y el amor de Cristo”; y, en general, “a los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran acogerme”. Confesó que sólo había vivido fuera de Madrid durante los años de estudio en Jerusalén. “Madrid, afirmó, es mi madre, como Iglesia diocesana. Lo es todo. Vivir en Madrid ha sido una gracia del Señor, y la llevaré en mi corazón”. Y señaló que la fecha elegida para su toma de posesión como Obispo de Segovia es el 20 de diciembre, “víspera del cuarto domingo de Adviento”.
A continuación, en respuesta a las preguntas de los periodistas, manifestó que había hablado con el obispo de Segovia, y que seguirá con el Plan Pastoral que éste ha puesto en marcha. “No tengo ningún plan hecho”, confesó, al tiempo que confirmaba que mantendrá un encuentro con sacerdotes, ya programado, el 27 de diciembre. Advirtió que se dedicará a conocer Segovia, “los sacerdotes, los agentes pastorales de las parroquias, las comunidades… y me pondré a disposición de todos”. Y aseguró que su única y gran preocupación, en estos momentos, es “que en Segovia sólo hay un seminarista… Tengo que tomar con empeño, decisión y alegría la promoción de las vocaciones sacerdotales”, aseguró.
En cuanto a lo que se lleva a la diócesis de Segovia de lo aprendido en la JMJ Madrid 2011, de la que fue coordinador, señaló que “una impresión enorme de trabajo, de comunión, de colaboración de toda la Iglesia de las diócesis, de la gente de Madrid, la alegría de aquellos días… Y la experiencia para mí más importante: que los jóvenes son receptivos del Evangelio, buscan a Cristo, cuando le conocen le siguen, le aman y son capaces de dar la vida por Él”. En este sentido, aseguró que “la experiencia más fuerte de la JMJ, aunque la gente pueda pensar lo contrario, no fue la tremenda organización, sino las experiencias más personales de la gente que se ha encontrado con Cristo, que lo ha descubierto y que viene a decir: yo me siento Iglesia con estos hermanos míos’”. Por tanto, continuó, “me llevo a Segovia todo lo que he vivido aquí... Me llevo todo lo que la vida sacerdotal y episcopal ha supuesto para mí. Lo que me llevo es lo único que puedo entregar a la gente, y es lo que ofreceré… el Evangelio. Daré mi persona en lo que dé de sí, con todas las limitaciones que tengo”.
Preguntado por su opinión ante los escándalos de corrupción que estamos viviendo, declaró que “la corrupción es algo terrible porque, como la misma palabra dice, deteriora al ser humano y, al deteriorar al ser humano, deteriora a la sociedad. Yo pido a Dios verme libre de caer en la corrupción; le pido al Señor todos los días, con toda sinceridad, que me libre de cualquier corrupción del cuerpo, del espíritu. Y siento la misma indignación que pueden sentir los ciudadanos. Le pido al Señor, primero, que me libre a mí; que tengamos la suerte de hacer una sociedad más justa, más sana, más limpia; y que todos aquellos que tienen responsabilidades, cualquiera que sea, siempre en beneficio del bien común, se vean libres de esa plaga o de ese pecado, que es tremendo ante el Señor”.
Salir a las periferias
En la línea del Papa Francisco y su llamada a las periferias, destacó que “el termino es nuevo, pero la realidad es antigua. Cuando estuve en el seminario, a los seminaristas, para que nos formáramos bien, nos mandaban a las periferias. Y, entonces, a todas las parroquias a las que fui de seminarista, estaban en las periferias. Recuerdo la de San Bartolomé, en Orcasitas, que fui a visitar un colegio y la parroquia estaba en un prefabricado… eso era periferia. Luego me mandaron a Vicálvaro, y tuve que entrar a la parroquia por una ventana porque el párroco no me había dejado la llave… era un sótano, y allí acababa Madrid. Después me llevaron a Canillas, que limitaba con una tribu de gitanos. Por tanto, en mi vocación sacerdotal he nacido con una vocación a buscar al perdido, y con una clarísima llamada a las periferias. Después, en la parroquia de los Dolores, yo no he visto jamás pobreza como en las corralas de la calle Malasaña… no recuerdo haber visto pobrezas más grandes. Recuerdo que tuve que ir a ver a dos hermanas viejecitas que habían descubierto muertas en pleno casco de Madrid. Estoy de acuerdo con lo que dice el Papa de las periferias, pero es que la periferia la encuentras en el centro de Madrid y en tantos lugares donde Cristo no ha sido escuchado. Pero el Concilio Vaticano II, cuando habla del apostolado seglar, dice que es toda la fuerza del cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia, para llevar el Evangelio a quienes no lo conocen. Yo lo tengo muy claro, aunque no sé cuáles son las periferias de Segovia… pero sé que en Segovia habrá pobres, enfermos, ancianos, emigrantes… y en todos esos lugares, y siguiendo el consejo que me den los sacerdotes de allí, me acercaré como he hecho aquí, en Madrid”.
“Aquí también he trabajado en el campo de la Pastoral Universitaria, añadió, y eso es una periferia tremenda; de hecho, a muchos sacerdotes les cuesta ser capellanes universitarios porque es muy difícil la tarea en la Universidad. En el itinerario de mi vida he estado muy cerca de las periferias”. En este sentido, advirtió que, “aunque sea un tópico, parece que la Universidad es un mundo que rechaza el Evangelio, donde el Evangelio no tiene entrada, y no es así: es costoso el trabajo porque allí no tienes una parroquia donde la gente viene. Allí, los capellanes van al bar, por los pasillos, se encuentran con los jóvenes, hablan con ellos, etc., y en ese sentido es un trabajo muy de ir en búsqueda de la persona, que es lo que tanto se está insistiendo hoy. Hay un grupo de cristianos que se mueven, hay una Cáritas universitaria…, pero el trabajo de la evangelización es tremendo. Ahora, cada año hay un grupo numeroso de universitarios que la Confirmación en la Universidad porque han encontrado a Cristo. No podemos decir que hay lugares donde Cristo no es asequible. Para mí ha sido una satisfacción muy grande confirmar a jóvenes que vienen de Derecho, de Caminos, de Montes, de Minas… Hemos tenido, incluso, Iniciación Cristiana de Adultos: son números muy reducidos, pero recuerdo una francesa, una japonesa, un irlandés…”.
Para Mons. Franco, “el Evangelio es capaz de romper todo gueto y frontera, y el joven es capaz de encontrar a Cristo si tiene a su lado un testigo del Señor que lo hace accesible y que lo da a conocer. Por eso es tan grande el ministerio sacerdotal: no veo nada más grande. Y por eso es tan grande ser cristiano”.
Confesó que por la mañana había recibido la llamada del cardenal Antonio María Rouco Varela, para felicitarle. Y que desconocía las cualidades por las que había sido elegido obispo de Segovia. “Yo no me considero digno de servir una Iglesia del Señor. Es una desproporción tan grande, y nunca me he considerado digno… Sé que el Señor me ha llamado para el sacerdocio, pero no me he considerado digno de él... Recuerdo cuando me hicieron obispo, que al Nuncio le dije que no me consideraba idóneo para este ministerio, y cuando le pedí tiempo para reflexionar me dijo que sólo tenia quince minutos… Me dijo que eso no me tocaba a mí determinarlo, porque ya lo habían pensado otros”, aseguró.
A continuación, en respuesta a las preguntas de los periodistas, manifestó que había hablado con el obispo de Segovia, y que seguirá con el Plan Pastoral que éste ha puesto en marcha. “No tengo ningún plan hecho”, confesó, al tiempo que confirmaba que mantendrá un encuentro con sacerdotes, ya programado, el 27 de diciembre. Advirtió que se dedicará a conocer Segovia, “los sacerdotes, los agentes pastorales de las parroquias, las comunidades… y me pondré a disposición de todos”. Y aseguró que su única y gran preocupación, en estos momentos, es “que en Segovia sólo hay un seminarista… Tengo que tomar con empeño, decisión y alegría la promoción de las vocaciones sacerdotales”, aseguró.
En cuanto a lo que se lleva a la diócesis de Segovia de lo aprendido en la JMJ Madrid 2011, de la que fue coordinador, señaló que “una impresión enorme de trabajo, de comunión, de colaboración de toda la Iglesia de las diócesis, de la gente de Madrid, la alegría de aquellos días… Y la experiencia para mí más importante: que los jóvenes son receptivos del Evangelio, buscan a Cristo, cuando le conocen le siguen, le aman y son capaces de dar la vida por Él”. En este sentido, aseguró que “la experiencia más fuerte de la JMJ, aunque la gente pueda pensar lo contrario, no fue la tremenda organización, sino las experiencias más personales de la gente que se ha encontrado con Cristo, que lo ha descubierto y que viene a decir: yo me siento Iglesia con estos hermanos míos’”. Por tanto, continuó, “me llevo a Segovia todo lo que he vivido aquí... Me llevo todo lo que la vida sacerdotal y episcopal ha supuesto para mí. Lo que me llevo es lo único que puedo entregar a la gente, y es lo que ofreceré… el Evangelio. Daré mi persona en lo que dé de sí, con todas las limitaciones que tengo”.
Preguntado por su opinión ante los escándalos de corrupción que estamos viviendo, declaró que “la corrupción es algo terrible porque, como la misma palabra dice, deteriora al ser humano y, al deteriorar al ser humano, deteriora a la sociedad. Yo pido a Dios verme libre de caer en la corrupción; le pido al Señor todos los días, con toda sinceridad, que me libre de cualquier corrupción del cuerpo, del espíritu. Y siento la misma indignación que pueden sentir los ciudadanos. Le pido al Señor, primero, que me libre a mí; que tengamos la suerte de hacer una sociedad más justa, más sana, más limpia; y que todos aquellos que tienen responsabilidades, cualquiera que sea, siempre en beneficio del bien común, se vean libres de esa plaga o de ese pecado, que es tremendo ante el Señor”.
Salir a las periferias
En la línea del Papa Francisco y su llamada a las periferias, destacó que “el termino es nuevo, pero la realidad es antigua. Cuando estuve en el seminario, a los seminaristas, para que nos formáramos bien, nos mandaban a las periferias. Y, entonces, a todas las parroquias a las que fui de seminarista, estaban en las periferias. Recuerdo la de San Bartolomé, en Orcasitas, que fui a visitar un colegio y la parroquia estaba en un prefabricado… eso era periferia. Luego me mandaron a Vicálvaro, y tuve que entrar a la parroquia por una ventana porque el párroco no me había dejado la llave… era un sótano, y allí acababa Madrid. Después me llevaron a Canillas, que limitaba con una tribu de gitanos. Por tanto, en mi vocación sacerdotal he nacido con una vocación a buscar al perdido, y con una clarísima llamada a las periferias. Después, en la parroquia de los Dolores, yo no he visto jamás pobreza como en las corralas de la calle Malasaña… no recuerdo haber visto pobrezas más grandes. Recuerdo que tuve que ir a ver a dos hermanas viejecitas que habían descubierto muertas en pleno casco de Madrid. Estoy de acuerdo con lo que dice el Papa de las periferias, pero es que la periferia la encuentras en el centro de Madrid y en tantos lugares donde Cristo no ha sido escuchado. Pero el Concilio Vaticano II, cuando habla del apostolado seglar, dice que es toda la fuerza del cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia, para llevar el Evangelio a quienes no lo conocen. Yo lo tengo muy claro, aunque no sé cuáles son las periferias de Segovia… pero sé que en Segovia habrá pobres, enfermos, ancianos, emigrantes… y en todos esos lugares, y siguiendo el consejo que me den los sacerdotes de allí, me acercaré como he hecho aquí, en Madrid”.
“Aquí también he trabajado en el campo de la Pastoral Universitaria, añadió, y eso es una periferia tremenda; de hecho, a muchos sacerdotes les cuesta ser capellanes universitarios porque es muy difícil la tarea en la Universidad. En el itinerario de mi vida he estado muy cerca de las periferias”. En este sentido, advirtió que, “aunque sea un tópico, parece que la Universidad es un mundo que rechaza el Evangelio, donde el Evangelio no tiene entrada, y no es así: es costoso el trabajo porque allí no tienes una parroquia donde la gente viene. Allí, los capellanes van al bar, por los pasillos, se encuentran con los jóvenes, hablan con ellos, etc., y en ese sentido es un trabajo muy de ir en búsqueda de la persona, que es lo que tanto se está insistiendo hoy. Hay un grupo de cristianos que se mueven, hay una Cáritas universitaria…, pero el trabajo de la evangelización es tremendo. Ahora, cada año hay un grupo numeroso de universitarios que la Confirmación en la Universidad porque han encontrado a Cristo. No podemos decir que hay lugares donde Cristo no es asequible. Para mí ha sido una satisfacción muy grande confirmar a jóvenes que vienen de Derecho, de Caminos, de Montes, de Minas… Hemos tenido, incluso, Iniciación Cristiana de Adultos: son números muy reducidos, pero recuerdo una francesa, una japonesa, un irlandés…”.
Para Mons. Franco, “el Evangelio es capaz de romper todo gueto y frontera, y el joven es capaz de encontrar a Cristo si tiene a su lado un testigo del Señor que lo hace accesible y que lo da a conocer. Por eso es tan grande el ministerio sacerdotal: no veo nada más grande. Y por eso es tan grande ser cristiano”.
Confesó que por la mañana había recibido la llamada del cardenal Antonio María Rouco Varela, para felicitarle. Y que desconocía las cualidades por las que había sido elegido obispo de Segovia. “Yo no me considero digno de servir una Iglesia del Señor. Es una desproporción tan grande, y nunca me he considerado digno… Sé que el Señor me ha llamado para el sacerdocio, pero no me he considerado digno de él... Recuerdo cuando me hicieron obispo, que al Nuncio le dije que no me consideraba idóneo para este ministerio, y cuando le pedí tiempo para reflexionar me dijo que sólo tenia quince minutos… Me dijo que eso no me tocaba a mí determinarlo, porque ya lo habían pensado otros”, aseguró.