Madrid

El cardenal José Cobo prologa el nuevo libro del delegado de catequesis de Madrid, Manuel María Bru, ¿Ha fracasado la Nueva Evangelización?

'¿Ha fracasado la Nueva Evangelización?'. Esta es la pregunta que plantea el nuevo libro del delegado episcopal de catequesis de la archidiócesis de Madrid, Manuel María Bru. En esta obra, editada por San Pablo, el autor ofrece un análisis detallado sobre la situación de la Iglesia en el contexto actual y realiza un recorrido por el magisterio de los últimos papas, que permite descubrir que la Nueva Evangelización del Papa Francisco no parte de la nada sino que entronca con las propuestas evangelizadoras de sus antecesores.

Además, esta obra es una propuesta de soluciones y, sobre todo, una invitación a iniciar una “nueva etapa” en el deber de evangelizar, marcada por la siempre nueva alegría del Evangelio.

Preguntas

El libro está lleno de preguntas, entre otras: ¿Cerramos los ojos o nos damos un baño de realidad?, Los cercanos, los alejados y los lejanos: ¿escenarios diversos y compartidos?, Nueva Evangelización y salida a las periferias. ¿En qué quedamos?, ¿Cuáles son los desafíos actuales de la Nueva Evangelización? y conclusión, Entonces, ¿ha fracasado o no la Nueva Evangelización?.

El autor ha explicado que es un libro extenso, pero que «en cada página encontraréis inquietudes, que ya tenéis, pero con una fórmula en la que podrás ahondar y plantearte si la sangre del Evangelio está en tus venas». Si la respuesta es sí, «solo querrás evangelizar, y esta obra te ayudará a ello».

En la introducción, Bru señala que «el gran desafío, ante el que nos queremos abrir a través de esta reflexión, y sobre el que nos hagamos infinidad de preguntas y tratamos de al menos responder parcialmente a algunas de ellas, la expresa con toda claridad monseñor Fernando Prado, obispo de San Sebastián: En el contexto en que vivimos es importante y necesario saberse situar de cara a la misión. No se trata de realizar un diagnóstico más, sino de detectar, discernir…, con audacia y creatividad; en definitiva, echar una mirada al mundo, como dice el Papa Francisco, con los ojos de discípulo misionero e intentar responder desde el discernimiento evangélico. Se trata de una mirada más creyente que científica. Indudablemente, siempre, al centro, la Palabra de Dios como elemento esencial para poder realizar un discernimiento seguro».

Bru y Cobo

El prólogo del cardenal Cobo

En el prólogo, el cardenal José Cobo señala que «lo que vas a encontrar en estas páginas son respuestas nacidas del corazón de un creyente. Alguien que vive la realidad como el lugar donde Dios habla a su pueblo y donde realiza elocuentes signos de su presencia». Es decir, «vas a encontrarte con las respuestas de alguien que está convencido de que nuestro Dios», como dijo Jesús, «es un Dios de vivos y no de muertos». Por lo tanto, «no es un Dios que esté anclado en el pasado, por muy glorioso que haya sido, sino que es un Dios del presente, aunque no acabemos de entenderlo del todo y a veces sea una piedra de escándalo cuando tratamos de ver cómo habita nuestro tiempo».

El autor

Manuel María Bru Alonso (Madrid, 1963) es sacerdote diocesano de Madrid, delegado episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid y presidente de la Fundación Crónica Blanca. Es licenciado en Ciencias Eclesiásticas por la Universidad Pontificia de Comillas, licenciado y doctor en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo (docente en ella desde 2007 hasta 2023), y actualmente profesor en la Universidad San Dámaso, y en los institutos Pío X y de Pastoral de la Pontifica de Salamanca en Madrid. Colaborador del semanario Alfa y Omega y de RNE, es autor de más de veinte libros sobre comunicación social, actualidad eclesial y catequesis, entre ellos San Juan Pablo II. Incansable defensor de la dignidad humana (SAN PABLO, 2021)). Miembro de la Comisión Diocesana de Comunión Eclesial y del Consejo Pastoral de la Archidiócesis de Madrid, así como de los consejos nacionales del Movimiento de los Focolares, la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, la Congregación De San Pedro Apóstol de Sacerdotes Naturales de Madrid, la Asociación de Catequistas Españoles (AECA) y el Equipo Europeo de Catequesis.

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Vincenzo Paglia: "Tenemos que ayudar a los mayores a redescubrir una nueva vocación en esta etapa vital"

Todos tenemos que ayudar a los mayores a redescubrir una nueva vocación en esta etapa vital”. Así lo ha expresado el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, el arzobispo Vincenzo Paglia, en un coloquio con la exministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo, moderado por el director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela.

En este encuentro han reflexionado sobre la Carta de Derechos de las Personas Mayores y Deberes de la Comunidad. El documento, elaborado en Italia y coordinado por el propio Paglia, es el resultado de un proceso de reflexión auspiciado por el Ministerio italiano de Salud durante la pandemia del COVID-19. En él académicos, sanitarios y representantes de distintos ámbitos culturales proponen un cambio de paradigma cultural, organizativo y asistencial para concienciar sobre los derechos de las personas de edad avanzada y los deberes de la sociedad de acoger y mejorar esta etapa de la vida.

 “Tenemos una concepción de la vejez desde el descarte, que no valen nada, que son solamente un peso y no una riqueza, que no producen y cuestan”, ha lamentado el prelado italiano. Además, ha asegurado que "esta carta significa el portal de una nueva concepción de los ancianos, con la intención de crear una ley para reorganizar la asistencia y a todos los ancianos, sin excluir a ninguno. Ahora vivimos en el culto del yo, y tenemos que redescubrir ser una familia, una comunidad intergeneracional que necesitaun cambio de cultura, de mentalidad y de pastoral” para que los mayores “sean sujetos activos”. “La gente no quiere morir, quiere dejar de sufrir”, ha dicho. Por eso la Pontificia Academia de la Vida llama a iniciar esta misma reflexión en nuestro país, para promover una percepción diferente de la edad anciana, en tres aspectos fundamentales: respeto a su dignidad, a los principios y derechos de una atención responsable y la protección para una vida de relación activa.

 “Todos queremos vivir, pero la condición humana es la que es”, le ha contestado Carcedo, que insistió en que la “nuestra Constitución menciona a los mayores” y, por tanto, “obliga” a darles dignidad. No obstante, ha explicado, “hay enfermedades o situaciones de sufrimiento que no se pueden evitar pese a los cuidados paliativos. En España no despenalizamos el ayudar a una persona a morir, sino que se reguló en procedimiento de quien deja dicho que en el caso de estar en una situación concreta no le prolonguen la vida de la que no tiene conciencia”. Por otro lado, le ha asegurado que "la soledad es el problema mayor de la contemporaneidad en todas las etapas: niños, jóvenes y ancianos. Es necesario redescubrir una nueva responsabilidad en todas las edades".

La Presentación de Nuestra Señora programa para este sábado su retiro cuaresmal

La parroquia de La Presentación de Nuestra Señora (Corregidor Diego de Valderrábano, 62) realizará este sábado, 24 de febrero, un retiro cuaresmal. Un encuentro oracional para ayudar a los fieles a prepararse para la Pascua que dará comienzo a las 18:45 horas con una charla en la iglesia. Después de un rato de oración, continuará a las 19:30 horas con la proyección de un video de la Madre Trinidad en el salón de actos.

José Manuel Rodríguez, responsable de la asociación Gothia: «En Cuaresma está muy marcado el acento penitencial en el rito hispano-mozárabe»

Este martes, 20 de febrero, a las 19:00 horas, la basílica de la Concepción de Nuestra Señora (Goya, 26) acogerá la primera Misa de esta Cuaresma que celebra en nuestra diócesis por la asociación Gothia en rito hispano-mozárabe.

Como explica José Manuel Rodríguez, párroco de Villanueva del Pardillo y responsable de la asociación, «el rito hispano-mozárabe en Cuaresma tiene algunas peculiaridades». Recuerda que se trata de un «tiempo de preparación a la celebración de las fiestas pascuales» en el que está «muy marcado el acento penitencial, porque lo que pretende es que lleguemos purificados, renovados en nuestra vida cristiana, y de esa manera podamos celebrar solemnemente, con mayor intensidad, el tiempo de la Pascua. El tiempo de la pasión, de la muerte y de la resurrección de la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte». En Cuaresma, abunda, «las ayudas penitenciales que se nos dan, - el ayuno, la limosna y la oración -, nos asisten en este tiempo de purificación».

Entre las peculiaridades que presenta el rito hispano-mozárabe para estos 40 días, y que «lo diferencian del romano», destaca su comienzo, no con la imposición de la ceniza, sino «en el primer domingo de Cuaresma, llamado ‘in carnes tollendas’; es decir, el domingo en el que se quita la carne, porque toda la Cuaresma va a ser un tiempo de ayuno y de abstinencia de carne. La Cuaresma es un tiempo en el que nos abstenemos de la carne. Hacemos un ayuno más intenso, que nos va a enseñar y a ayudar, como dicen las oraciones de las celebraciones de la Eucaristía, a aprender también a ayunar de lo verdaderamente importante, que es ayunar del pecado, de todo aquello que en nuestra vida nos aparta de Dios».

El rito propio de ese primer domingo, «que en la parroquia de la Concepción lo hicimos el martes anterior al inicio de la Cuaresma, es el rito de la despedida del Aleluya, porque durante este tiempo nos vamos a privar de cantar el Aleluya. La palabra aleluya, que significa alabar a Dios, está siempre en nuestros labios; la alabanza a Dios es el canto propio del cristiano». La despedida del Aleluya, señala, «se realiza de manera solemne, cantándolo repetidamente, porque ya no lo vamos a entonar hasta la Pascua». Así, prosigue, «la Cuaresma nos invita a no cantar, a no alabar a Dios con nuestros labios, sino a aprender también a alabar a Dios con nuestra vida. A veces lo que cantamos con los labios, y lo que decimos con la vida, no van acorde. Decimos una cosa con los labios, pero nuestras obras no alaban a Dios, sino todo lo contrario. Pues la Cuaresma quiere ayudarnos a que ese canto, que después vamos a entonar con gozo en el tiempo de la Pascua, vaya acorde a nuestras propias obras, a nuestra propia vida».

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Escucha de la Palabra

«El silencio es importante -reconoce-, porque nos pone a la escucha: hacer silencio para escuchar a Dios que nos habla por medio de su Palabra. Por eso, uno de los signos que encontramos en la celebración de la Misa hispano-mozárabe en este tiempo es que no hay canto de entrada. Comienza con la procesión, que se hace en silencio».

Un silencio que dispone a los fieles a «la escucha de la Palabra de Dios». Y es que otra de las novedades propias de esta liturgia en este tiempo cuaresmal en que «la escucha de la Palabra de Dios es más abundante». Si ya lo es durante todo el año, con tres lecturas en cada Eucaristía, «una del Antiguo Testamento llamada profecía, un salmo, una lectura apostólica del Nuevo Testamento y, por último, el Evangelio», durante la Cuaresma «ese alimentarnos de toda palabra que sale de la boca de Dios se intensifica. La lectura de la profecía se sustituye por otras dos lecturas: una sapiencial, tomada de los libros sapienciales del Antiguo Testamento, sobre todo del libro de los Proverbios y del libro del Eclesiástico, que nos enseñan por medio de los consejos que encontramos en la Sagrada Escritura cómo vivir nuestra vida cristiana en este tiempo de la Cuaresma; y una lectura histórica, tomada de los libros Históricos».

Esta última, apunta, «hasta el IV domingo de Cuaresma va recorriendo la historia de la salvación, para mostrarnos cómo toda esa historia de amor, de reconciliación, que Dios ha ido haciendo a lo largo del Antiguo Testamento, va a culminar en su Hijo Jesucristo en la celebración de la Pascua. Y, a partir de ese IV domingo, tratará de introducirnos en el misterio de la pasión del Señor para aprender, como dice el apóstol san Pablo, a tener los mismos sentimientos de Cristo. Fijar nuestra mirada especialmente en la pasión para así poder entrar con Él en el misterio de su entrega, en el misterio de su muerte, que va a ser un misterio de salvación que nos va a conducir a la resurrección».

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Marcado acento penitencial

Otra de las características que presenta la liturgia hispano-mozárabe en este tiempo cuaresmal es su marcado acento penitencial. «Esto se muestra en algunos gestos que aparecen en la celebración. Por ejemplo, antes de introducirse los dípticos, que son las peticiones que hacen los diáconos, se invita a los fieles a un gesto penitencial: ponerse de rodillas y aclamar a Jesucristo con la expresión Kyrie eleison: Señor, ten piedad. Reconocer nuestro propio pecado, reconocer la necesidad de la gracia para poder vivir acordes a lo que somos: hijos de Dios, cristianos… Es un elemento muy importante y muy subrayado, no solamente en estos gestos, sino también en las oraciones de la Misa durante todo este tiempo de Cuaresma».

«La penitencia -añade- quiere arrancar, quitar de nosotros el pecado; es decir, aquello que nos aparta de Dios, para purificarnos interiormente y poder así vivir intensamente la Pascua de Cristo».

El elemento penitencial, continúa, «también se muestra a veces durante el tiempo de la Cuaresma en que el salmo que acompaña la lectura de la Palabra de Dios se sustituye por los llamados ‘threni’, que son cantos de lamentación tomados de varios pasajes de la Sagrada Escritura, sobre todo del libro de las Lamentaciones, del libro de Job y también del libro de Isaías, en los que se implora esa necesidad de penitencia, de purificación y ese volver nuestra mirada a Dios para que perdone nuestros pecados».

Por último, «si el tiempo de Cuaresma en ambos ritos -romano e hispano-mozárabe- nos recuerda el símbolo bíblico del 40», indica, «la tradición hispana también ha introducido un significado a este tiempo cuaresmal. Ya san Isidoro habla de él como el diezmo del año que es debido a Dios, que tenemos que dar a Dios». Algo que sirve «para que aprendamos también a ofrecer nuestra vida, lo debido, a Dios. Como decía san Isidoro», concluye.

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