Madrid

En el año 2040, España será uno de los países con más ancianos del mundo. Al envejecimiento de la población se une el problema de la soledad, que afecta a más de dos millones de personas mayores de sesenta años. Con estas cifras sobre la mesa, Solidarios por un bien común profundiza este viernes (21:30 horas) en la labor que realiza la Iglesia con las personas de edad avanzada a través de más de 800 centros repartidos por toda España. Un reportaje elaborado por Pedro del Castillo y David Encinas en TRECE.

 La residencia Santa Casilda de Toledo es un ejemplo de atención integral. Sor Cristina se encarga de presentar a residentes como Isabel, que tiene 96 años y lleva 20 en la residencia. Rebeca, la terapeuta del centro, cuenta que los mayores tienen una forma diferente de ver la vida, pero que, en el fondo, solo buscan, según palabras de uno de los internos, «que nos cuiden y nos den cariño, como a un niño chico». Un afecto que en Santa Casilda encuentran porque «tienen a una hermana las 24 horas pendiente de ellos para cuidarles». Loli es la peluquera de la residencia, una voluntaria que tras jubilarse acude varios días al centro para atender a los mayores. «Dios no se jubila, así que yo tampoco», afirma, a la vez que destaca que «los mayores han llegado hasta aquí con mucho mérito y ahora lo que quieren es una caricia, un te quiero, un cariño». 

Precisamente, para dar ese cariño y acompañar a los que se sienten más solos, nació en Gijón Punto de Apoyo, un proyecto de la parroquia San Antonio de Padua de la ciudad asturiana del que se benefician 300 ancianos. Ana cuenta que «personas que viven solas nos han dicho que Punto de Apoyo les cambió la vida». Gracias a esta iniciativa, los mayores realizan actividades de animación, talleres de salud para prevenir la dependencia y reciben charlas sobre temas que les interesan. «Los mayores muchas veces son invisibles, es como si no existieran. La soledad mental puede desencadenar muchas enfermedades porque va de la mano de la depresión», asegura el médico que imparte una de las charlas. 

Enrique es el párroco de Turón, y tiene claro que «nosotros queremos estar donde haya debilidad, a algunos les hemos rescatado de la depresión de la indiferencia. Se sienten confortados porque están arropados por una comunidad». Y es que «donde no llega la Iglesia, pocos pueden llegar», y añade que «con las personas, la mayor caridad no es dar cosas, es darnos. Mi tiempo que es lo más preciado te lo ofrezco a ti que me importas».

La parroquia de San Basilio el Grande (Fernando Poo, 36) carece de una infraestructura adecuada para almacenar comida. Ese fue uno de los argumentos por lo que no pudo alcanzar un convenio con el Banco de Alimentos. Para atender situaciones de emergencia, disponía de un armario lleno de comida.

Con el inicio de esta crisis provocada por la pandemia del COVID-19, comenzaron a llegar peticiones de familias de la zona en situación de necesidad. Se trataba de casos puntuales, en muchas ocasiones 'vergonzantes', de personas en situación de ERTE con alquileres por pagar y escasos ahorros, personas que trabajaban en la economía sumergida cuidando a personas mayores, o que carecían de contrato.

Al principio, para responder a sus necesidades, desde la parroquia se compraba cada día alimentos frescos para cuatro familias. 

Sin embargo, con el tiempo, el número de peticiones se ha disparado.

En algunas ocasiones se trata de personas mayores que en su momento no retiraron dinero del banco, y que en estos momentos, debido al confinamiento, no pueden salir. Desde la parroquia se les lleva la comida a sus casas.

También se presta ayuda a familias que, aunque no son del territorio parroquial, han sido derivadas desde la Junta Municipal de Arganzuela.

«Todas ellas son atendidas, más que nada por salvar la situación de urgencia», como explica el párroco, Antonio L. Calle.

Como los voluntarios de la cáritas parroquial son mayores, y no pueden salir de sus casas, gran parte del trabajo recae en el párroco, que se encarga de que el armario siempre tenga comida. Con la ayuda de un grupo de voluntarios un poco más jóvenes, prepara lotes de alimentos. Y, una vez a la semana, se encarga de citar, atender y escuchar a las personas que un día a la semana acuden a por ellos.

Además de alimentos no perecederos, alguna familia recibe productos de limipieza o de higiene personal. Todo ello adquirido por la parroquia con el dinero de cáritas, donado por los feligreses, o por la Junta Municipal. A esto hay que añadir que una asociación, MAPARA, ha prometido que enviará una colaboración en especie el día 13 de mayo.

Para quien quiera hacer una aportación económica, se ha habilitado un número de cuenta:

Parroquia San Basilio el Grande

Banco de Santander - ES89 0075 1106 6106 0701 5121

Apertura del templo al culto

El párroco manifiesta su preocupación ante la anunciada próxima apertura de los templos al culto. Y es que la población que se atiende desde San Basilio el Grande está formada en su mayoría por personas muy mayores. Además, en esta semana, ha habido 57 nuevos casos de infectados en el barrio. Por eso, prefiere prolongar la situación actual, enviando la homilía dominical y temas de reflexión a los grupos paroquiales, celebrando la Misa dominical por Zoom, y manteniendo por este sistema las reuniones con los jóvenes.

Este viernes, 8 de mayo, unas 110 familias del barrio de Chamberí acudirán a la parroquia del Santísimo Cristo de la Victoria (Blasco de Garay, 33) a recoger un lote mensual de alimentos no perecederos.

Los productos proceden en su mayoría de la sede del Banco de Alimentos de Alcalá de Henares, a donde el párroco, Alfredo Jiménez, acude a recogerlos con la furgoneta de la parroquia. Y de las reservas de la Operación Kilo que cada cierto tiempo se realiza en el templo.

Los voluntarios de la cáritas parroquial son mayores, y durante esta pandemia provocada por el COVID-19 tienen que estar confinados en sus casas. Pero a través del teléfono realizan el seguimiento de las familias que ya eran atendidas antes del inicio de la crisis, a las que se han unido 15 unidades familiares más durante esta situación. Y conciertan las citas para que acudan a recoger los alimentos, que se distribuyen un día al mes, y que son preparados por un equipo de voluntarios jóvenes.

Los Hermanos de San Juan de Dios, a través del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi y el Albergue San Juan de Dios de Madrid, reparten alimentos a más de 300 personas (unas 120 familias) en situación de necesidad.  

El Albergue San Juan de Dios está duplicando esfuerzos para seguir entregando alimentos y evitar posibles contagios. «Hemos trasladado la recogida a otro espacio para cumplir las medidas de prevención. Se han puesto marcas de separación en el suelo y se proporciona gel y guantes a las familias a la hora de realizar la recogida. Los trabajadores estamos actuando con mucha precaución y todos vamos con equipos de protección individual. Nos están llegando cada vez más familias y estamos haciendo un gran esfuerzo ya que por ahora y por seguridad no nos están ayudando los voluntarios».  

En el Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, también han sabido adaptarse rápidamente. «Son los trabajadores quienes están haciendo las entregas de alimentos, ya que para reducir cualquier riesgo de contagio y exposición los voluntarios no están viniendo. En estos momentos difíciles, el personal del hospital está demostrando su gran solidaridad para que nadie se quede sin alimentos e incluso estamos haciendo el reparto a domicilio a aquellas personas que no pueden desplazarse», explica el Hermano Mariano, quien destaca que, sin embargo, «la crisis también está afectando a los alimentos que entregamos, ya que comenzamos a tener carencias de algunos productos».  

La Obra Social de los Hermanos de San Juan de Dios, Provincia de Castilla, apoya a miles de personas vulnerables dentro y fuera de nuestras fronteras. Entre otras acciones, apoya cuidando a los enfermos en sus momentos más difíciles, ofreciendo alimentos a familias vulnerables y protegiendo y acompañando a mayores, personas sin hogar, personas con discapacidad, personas con adicciones y personas con problemas de salud mental en nuestros centros. Por estos motivos, si queremos blindar a muchas vidas frente al coronavirus, tu apoyo ahora es más necesario que nunca.