Ayer, domingo 16 de noviembre, se celebró el Día Mundial en recuerdo de las víctimas de accidentes de tráfico. Con este motivo, Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid, presidió una celebración eucarística en la Parroquia de San Jerónimo el Real (c/ Moreto, 4), a la que asistió el Ministro del Interior, Jorge Fernández, el de Justicia, Rafael Catalá, distintas autoridades civiles, militares, y familias de las víctimas.
En su homilía, Mons. Osoro recordó que “el Señor, a través de la palabra que, en su nombre, la Iglesia nos entrega, nos ayuda a hacer memoria de las víctimas de la violencia vial y nos anima a descubrir la responsabilidad, el respeto, la seguridad: que hagamos lo que esté de nuestra parte para que no haya muertes por este motivo”.
“En esta memoria de las víctimas, y en este día, dijo, asumimos vivir con responsabilidad el camino que hacemos y que hacen los hombres por las carreteras. En este día, el Señor nos hace ver que somos hijos del día, de la luz. Somos hombres y mujeres que, en la vida y en la muerte, somos de Dios”. “El Señor, apuntó, es el único que tiene explicación para dar sentido a nuestra vida. Para la muerte no tenemos palabras, las tenemos para la vida… Pero el Señor tiene palabras. Y en este Día Mundial en recuerdo de las víctimas de los accidentes de tráfico, al recordarlas y orar por ellas, tenemos el atrevimiento de decir, también: ‘Señor… Tú tienes palabras verdaderas. Por eso, queremos buscar y seguir tus caminos. Los que hagan posible que no haya más víctimas. Nuestra responsabilidad, el respeto por la vida, la seguridad de todos los hombres, la buscamos también asumiendo y acogiendo en nuestra vida una manera de vivir, de ser, de estar, de realizar las cosas, que se parezca cada vez más a la tuya’”.
“Hoy es el Día Mundial del recuerdo de las víctimas por accidentes de tráfico. Oramos por ellas. Pero también nosotros tenemos que hacer fructificar nuestros talentos, los que el Señor nos ha dado; entre otras cosas, la vida del Señor que, por el bautismo, tenemos. Y fructificarla significa ser cada día más responsables, respetar, vivir para que los otros tengan siempre seguridad, no arriesgarnos para que otros a lo mejor pierdan la vida… Es un movimiento que el Señor quiere realizar en nuestra vida, y lo quiere hacer con las riquezas que Él nos da. No vale guardar nuestros talentos y vivir a nuestro aire; no vale decir ‘tuve miedo’… El miedo frena, bloquea, nos impide vivir nuestros dones, hace que los enterremos”, aseguró.
“Esta noche, prosiguió, estamos aquí reunidos para rezar por las víctimas, pero también para responsabilizarnos y poner lo que el Señor ha puesto siempre al servicio de la vida de los demás, para que tengan vida. Creemos en un Señor que no nos da miedo: es un Dios en el que tenemos una confianza absoluta, porque sabemos que somos de Él, en todos los momentos de nuestra vida, y nos da confianza, seguridad, alegría y capacidad para caminar por la vida con una singularidad ejemplar y especial. El miedo paraliza, bloquea, nos hace estériles. Sin embargo, la vida de Jesucristo no nos hace vivir ni en el miedo ni en la esterilidad, sino que nos hace vivir dando vida siempre a los demás”.
En alusión al Evangelio proclamado, dijo que la parábola narrada “es una invitación a vivir siempre en la confianza y no en el miedo. Quien vive atenazado por el miedo, malogra su vida. Jesús viene a disipar lo miedos. Y la Iglesia, a través de todos los obispos en España, quiere tener este Secretariado de la Carretera para que también los cristianos estemos presentes en ese mundo, saliendo siempre desde Jesucristo. Por eso hoy celebramos esta Jornada con la Eucaristía, en la presencia del Señor, con Él, porque queremos hacernos presentes en ese mundo, siempre fructificando, sin miedo, dando vida a los demás”.
Además, tuvo un recuerdo “para los que viven y, quizá, quedaron con alguna secuela por un accidente. Y por esas familias que padecieron la falta de aquellos a quienes querían, y que para sus vidas eran tan importantes”.
“Hoy, vueltos al Señor resucitado, podemos decirle: nos invitas a negociar con lo mejor de nosotros mismos, que es la vida que tú has puesto en nosotros. Sigues esperando que crezcamos en todo lo bueno que hay en cada uno de nosotros, y que lo has puesto tú. Eres nuestro más hermoso talento, y contigo deseamos encontrarnos precisamente en este día en que, en el mundo entero, hay un recuerdo especial por las víctimas por accidentes de tráfico. Queremos hacerlo con, desde, en Jesucristo, orando por quienes fueron víctimas y fallecieron, y por sus familias. Asumiendo, con coraje y sin miedo, que en nuestra vida siempre está presente el amor mismo de Jesucristo, de ese Señor que, dentro de un instante, aquí, en el misterio de la Eucaristía, se hace realmente presente, nos llena de gozo y de vida, nos hace descubrir que somos hijos de la luz e hijos del día. Que así lo creamos y lo vivamos. Descansen en paz las víctimas de la violencia vial”, concluyó.