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Madrid

El arzobispo de Madrid en el Viernes Santo: «La Cruz es la inclinación más profunda de Dios al hombre»

ereo Madrid 25 Marzo 2016

El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha presidido hoy la celebración de la Pasión y Muerte del Señor en la catedral de Santa María la Real de la Almudena. «La Cruz es la inclinación más profunda de Dios al hombre, es el amor de Dios dado sin límites», ha dicho ante un templo repleto.

Homilía completa

El Viernes Santo contemplamos a Jesús en su rostro lleno de dolor, despreciado, ultrajado, desfigurado por el pecado del hombre. Pero el Viernes Santo es el día de la esperanza más grande, la esperanza madurada en la Cruz. Os invito a que os pongáis ante la Cruz para ver las tres necesidades más urgentes de la humanidad:

1. Necesidad de poner la vida en manos de Dios: ¿En manos de quién estamos en todas las dimensiones que tiene la vida? Contemplemos y conozcamos al Señor, sepamos quién es y qué nos da a nosotros los hombres. Mientras muere, exhala su último suspiro clamado con voz potente: «Padre a tus manos encomiendo mi espíritu». Pone su existencia en manos del Padre. Sabe que dar la vida para mostrar a los hombres todo lo que Dios nos quiere, se convierte en fuente de vida. ¡Contemplad qué fuerza tienen las palabras del profeta Isaías: «Mirad, [...] asombrará a muchos pueblos [...] enmudecía y no abría la boca [...] quiso entregar su vida como expiación»! (cfr. Is 52, 13-53, 12). Mirad al Señor en la Cruz: «Ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, [...] acerquémonos con seguridad a Él, al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia». ¿Sabéis lo que nos hace descubrir? Que Él es la salvación, esa que todos los hombres buscan y que se identifica con felicidad. Por eso se nos dice que «se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna» (cfr. Hb 4, 14-16; 5, 7-9). ¿Pones la vida en manos de Dios? En sus manos todos los proyectos de los hombres son diferentes: ni descartan ni enfrentan, crean comunión fraternidad y puentes ¿La tienes en tus propias manos o en manos de otros parecidos a ti?

2. Necesidad de buscar la verdad: «¿A quién buscáis?» La humanidad necesita buscar la verdad. Aquellos que iban a prender a Jesús lo dijeron claramente: «Buscamos a Jesús, el Nazareno». Y la respuesta fue tajante: «Soy yo». La verdad molesta, interpela, nos juzga, nos saca de la mentira. ¿Buscamos a Jesús de verdad? ¿Creemos que Él es la verdad? Creemos lo que de sus labios salió? «Tú lo dices, soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Pedro negó incluso conocerlo cuando le preguntaron si era discípulo suyo; mientras Jesús dice «Yo soy», Pedro dice «no lo soy», nada tengo que ver con Él. ¿Tiene que ver con nosotros? Con Pilato nada tenía que ver, por eso lo entregó y prefirió soltar a un bandido, ridiculizando a Jesús poniéndole una corona de espinas, poniéndole un manto, abofeteándolo. Lo entregó para que lo crucificaran. ¿Cuándo entrego yo al Señor? Cuando vivo en la mentira, desde lo que no soy. Ello corrompe todas las relaciones entre los hombres. Para buscar y vivir en la verdad mete en tu vida a la Madre de Jesús, pues Ella metió en este mundo a la Verdad que es su Hijo. Jesús, que nos quiere en la verdad, dice a María: «Mujer, ahí tienes a tu hijo», y a Juan, y en él a nosotros: «Ahí tienes a tu madre».

3. Necesidad de vivir mostrando el rostro del amor misericordioso aprendido junto a Jesús: Seamos valientes y atrevidos; llenemos nuestra vida de la gracia y del amor mismo de Jesús. La parábola del hijo pródigo, que a mí me gusta llamar mejor la parábola del Padre misericordioso, nos revela cómo es el amor de Dios revelado en Jesucristo. Para que entendamos este amor, el Señor nos da tres personajes: el padre, el hijo mayor y el pequeño. El padre, que representa a Jesús, ama incondicionalmente. El hijo menor pide marcharse y vivir por su cuenta fuera del amor de Dios. Su vida termina siendo un desastre. Lo reconoce y vuelve a Dios. El hijo mayor se ha quedado en casa, pero tampoco ha vivido del amor de Dios; se constata cuando viene su hermano y lo rechaza. Todos tenemos algo de hijo menor y mayor. Pero Dios nos quiere incluso así y sigue regalándonos su amor, abriendo su vida y corazón. La Cruz es la inclinación más profunda de Dios al hombre, es el amor de Dios dado sin límites. La parábola lo expresa de una forma plástica extraordinaria. Muestra el rostro de Dios contemplado y acogido en la Cruz.

Entregar este amor es comenzar una verdadera revolución, la revolución que da siempre vida, cambia el corazón y rompe fronteras, crea lazos de unidad, diluye y destruye el egoísmo. Comencemos esta revolución; se necesita, las ramas no son caras: Dios se encarga de dárnoslas y meterlas en nuestro corazón. Abre nuevos caminos para la humanidad. El sacerdote san Pedro Poveda, un santo que vivió en Madrid, al que hay dedicado uno de los altares laterales de la catedral y al que la UNESCO ha reconocido como alguien que puede enseñar esta revolución, decía así: «Dios se inclina hacia el hombre; el hombre propende hacia Dios. La humanidad fue tomada por el Hijo de Dios para no dejarla jamás, y esa humanidad adorable, en la persona divina, fue elevada a su mayor perfección. Lo humano perfeccionado y divinizado, porque fue henchido de Dios. La Encarnación bien entendida, la persona de Cristo, su naturaleza y su vida dan para quien lo entiende la norma segura para llegar a ser santo, con la santidad más verdadera, siendo al mismo tiempo humano, con el humanismo verdad. [...] Mirar y obrar. Mirar el crucifijo y obrar según el crucifijo. Tienes una duda, pues mira a tu crucifijo y conocerás lo que Dios quiere; te asalta alguna perplejidad para obrar, ajústate a lo que te enseña con su ejemplo Jesucristo. Para todo cuanto se te pueda ocurrir tienes enseñanza y remedio en Cristo crucificado». (cfr. Pedro Poveda: Obras I: Creí, por esto hablé, pg. 315 (74); 779 (257)). Hoy un santo en Madrid nos habla del Amor de Dios. Acojamos este amor que se nos da dando la vida por nosotros. Amén.

«La Eucaristía es don de Dios para la vida del mundo»

«La Eucaristía es don de Dios para la vida del mundo»

ereo Madrid 24 Marzo 2016
  • Titulo: Infomadrid / Foto: Miguel Hernández Santos

Esta mañana, a las 12:00 horas, la catedral ha acogido una celebración comunitaria de la Penitencia, con confesión y absolución individual. Y a las 18:00 se ha celebrado la Santa Misa de la Cena del Señor, con lavatorio de los pies. En ella se ha conmemorado la institución de la Eucaristía, del Sacerdocio y la promulgación del Mandamiento Nuevo. Al final de la celebración, se ha reservado solemnemente la Eucaristía para ser adorada por los fieles en oración. La catedral va a permanecer abierta hasta las 24:00 horas para facilitar la adoración al Santísimo.

En su homilía de esta tarde, el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha recurrido a «una de las parábolas de la misericordia, la de la moneda perdida» para explicar que «a la humanidad se le ha perdido la verdadera moneda con la que puede comprar todo lo que necesita para ser feliz y hacer felices a los demás»: «el mismo Jesucristo». El Jueves Santo recordamos «aquella Cena Santa en la cual Jesucristo, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, y se lo entregó a los apóstoles como alimento, mandándoles que ellos y sus sucesores también lo hiciesen». De esta forma, ha subrayado, «la Eucaristía es don de Dios para la vida del mundo», que «a nadie empobrece; al contrario, a todos los que la tienen y se acercan a Ella les hace ricos».

La mujer de la parábola deja todo para buscar la moneda perdida y en cierto modo, según ha detallado monseñor Osoro, nos recuerda a la Virgen María, que «fue el primer sagrario que contuvo a Jesucristo». En ella vemos «tres actitudes existenciales» necesarias para encontrar esta moneda: «encender la luz de la Vida; es decir, ponerse a la luz de quien nos hace ver la oscuridad»; «limpiar nuestra vida, es decir, barrer la casa, y buscar la verdad siempre». «Si después de hacer esa acción, con esas actitudes existenciales, encuentras la única moneda que hace falta en la vida, [...] verás que todas las demás sobran. Convoca y reúne a todos los que conozcas para anunciarles y decirles así: ¡Alegraos conmigo! He encontrado la verdadera moneda, la que había perdido. Es la moneda de la desproporción que es el mismo Jesucristo, que da su vida por mí y me regala su vida», ha añadido.

En este sentido, el arzobispo ha recordado que «lo que sale de las manos de Jesús siempre es la desproporción», como se ve en la Eucaristía, en la que «gasta todo en darse a sí mismo a los hombres, en permanecer con nosotros, para que nosotros, contemplándolo y alimentándonos de Él, nos demos como Él», y en la que se nos entregan «tres llaves» que abren «tres tesoros»: «amar hasta el extremo», «hacerme esclavo de todos los hombres» y «construir la fraternidad con el amor de Jesús».

El prelado ha concluido dando gracias al Señor «por invitarnos a compartir la cena en la que nos haces contemporáneos de tu Pasión, Muerte y Resurrección; en la que nos revelas tu Amor, instituyes el ministerio sacerdotal regalándonos tu presencia y en la comunión contigo engendras que nuestra vida, con tu Vida en nosotros, promueva la fraternidad entre los hombres y los pueblos».

El arzobispo transmite sus condolencias al embajador de Bélgica

El arzobispo transmite sus condolencias al embajador de Bélgica

ereo Madrid 23 Marzo 2016
  • Titulo: Infomadrid

El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha acudido a la residencia del embajador de Bélgica en España, Pierre Labouverie, para transmitirle sus condolencias tras los atentados en Bruselas. El prelado le ha ofrecido la posibilidad de celebrar una Misa funeral la semana de Pascua, cuyos detalles se concretarán en los próximos días.

Monseñor Osoro, a los sacerdotes de Madrid: «Seamos rostros vivos de la misericordia»

Monseñor Osoro, a los sacerdotes de Madrid: «Seamos rostros vivos de la misericordia»

ereo Madrid 23 Marzo 2016
  • Titulo: Infomadrid / C. González

El bonus odor Christi se hace vida hoy de una manera real, visible, latente, en las manos sacerdotales de los que un día decidieron poner su corazón en las manos de un Dios que prometió compensarles su entrega con el ciento por uno. Esta mañana, la catedral de Santa María la Real de la Almudena ha sido testigo de la Misa Crismal que, un año más, sirve para renovar las promesas bautismales del presbiterio que peregrina en Madrid ante su Pastor, el arzobispo de Madrid.

Acompañado por el arzobispo emérito de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela; el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini; el obispo auxiliar de Madrid, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, SJ; el vicario general y los vicarios episcopales, y numerosos sacerdotes, monseñor Osoro ha presidido esta celebración en la que ha consagrado el Santo Crisma y, además, ha bendecido los restantes óleos o aceites (destinados a los enfermos y a los catecúmenos).

In persona Christi

En su homilía, el prelado ha afirmado que a los sacerdotes no se les pide más que lo que, «con gran acierto», formula el Papa Francisco: «que seamos expertos en ser rostros vivos de la misericordia». Jesús, ha dicho, «nos muestra ese rostro en una de las parábolas de la misericordia», donde «nos hace ver el ministerio sacerdotal como el de unos hombres con un corazón en salida, que busca a los hombres y que lo hace bombeando tres esencias: alegría, esperanza y misericordia».

En una catedral repleta de sacerdotes y de fieles, ha aseverado que por la ordenación sacerdotal «hemos sido revestidos de Cristo», para «actuar in persona Christi». La imagen que mejor describe esto, ha continuado, «es la parábola de la oveja perdida, una de las parábolas de la misericordia». En la misma, «se nos muestra con una belleza extraordinaria la tarea y misión de Jesucristo como Buen Pastor y se nos regala la identidad que como pastores hemos de vivir». Una misión que, según el arzobispo, «se resume en tres expresiones: 1. Mirar con los ojos de Jesús; 2. Aprender a actuar y a vivir como Jesús; y 3. Jesús es pastor que se expone para atraerlos».

La dulce y confortadora alegría de evangelizar

Este Año de la Misericordia, ha subrayado, «nos invita a que nuestro corazón bombee tres esencias que dan un perfume nuevo a la existencia de los hombres», que se hacen realidad «recordando siempre cómo se inició nuestro ministerio, cómo se tiene que mantener y cómo se ha de promover». Jesucristo, les ha recordado a los presbíteros, «nos dice: “Id y haced discípulos en todos los pueblos”», por lo que «nos quiere misioneros, saliendo a buscar a la gente donde esté y regalando en cercanía el fervor de los primeros cristianos, que experimentaban, junto a los apóstoles –como nos decía el beato Pablo VI–, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.

El prelado, además, ha asegurado que el anuncio «hay que realizarlo en clave misionera», sabiendo que «estamos llamados a promover la cultura del encuentro, eliminando todo intento de hacer cultura de la exclusión o del descarte, siendo servidores de la cultura de la comunión con la certeza de haber sido alcanzados y transformados por Cristo».

El amor de Dios nunca decae

Con la esperanza, la alegría y la misericordia como piezas claves del sacerdocio, les ha alentado a «acoger, cultivar y promover el abrazo misericordioso de Dios», que «ha de ser una tarea esencial hoy». El amor de Dios «es tan fuerte, tan grande, tan sorprendente, tan profundo, que nunca decae»; al contrario, ha continuado, «se aferra siempre a nuestro corazón y nos sostiene»; «si estamos hundidos, nos levanta», y «si no tenemos clara la dirección, nos guía».

Finalmente, como ese Pastor que no olvida el legado de dejar a las 99 ovejas para buscar a la que se ha perdido por el camino, les ha dado las gracias a sus «hermanos sacerdotes», y les ha animado a seguir anunciando a Jesucristo «con nuestra vida entregada hasta el límite, mostrando con obras cuánto quiere Dios a los hombres». Nuestro método, ha confesado, abrazando con fuerza la alegría del Evangelio, «es el del Señor: “No he venido al mundo a condenar a los hombres, he venido a salvarlos”».

Así, en esta manifestación de la plenitud sacerdotal del arzobispo como signo de la unión y la comunión con los presbíteros de Madrid, los presentes han podido experimentar, como en Betania, el lugar tranquilo y apacible del encuentro con Cristo.

La galería completa de imágenes de puede ver aquí.

  1. Celebraciones especiales en monasterios contemplativos en el Sábado Santo
  2. TVE retransmitirá las celebraciones del Triduo Pascual desde la catedral de la Almudena
  3. Monseñor Carlos Osoro participa en las procesiones madrileñas
  4. VIII Vigilia de Oración con los que sufren la crisis

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